Cualquier persona, por menos cultura filosòfica que posea, alguna vez se habrà preguntado acerca de la finalidad de la vida. En efecto, uno de los interrogantes que màs espontàneamente surge en el espìrtu ,se refiere al fin y al valor que pueden tener la humanidad y el universo.
Vemos que el hombre, se afana, sufre...No es difìcil, entonces, que nos preguntemos si la vida vale la pena de ser vivida, si tiene algùn sentido y para què toda nuestra existencica. Esto es lo que se denomina el "problema de los fines". Queremos saber nuestro destino, cuàl es la finalidad del mundo y de nuestra existencia y que debemos hacer. Este problema presupone una realidad ya formada, una realidad que ha tenido su comienzo, pero en la que es menester descubrir el fin hacia el cual se encamina esta realidad en su constante transformación.
El problema de los fines implica, por lo tanto, otro problema: la cuestiòn pràctica de la acciòn. . Se trata de averiguar las normas a las cuales hemos de ajustar nuestro destino, cuàl es la finalidad del mundo y de nuestra existencia y què debemos hacer. Este problema presupone una realidad ya formada, una realidad que ha tenido su comienzo, pero en la que es menester descubrir el fin hacia el cual se encamina esta realidad en su constante transformación.
El problema teològico implica por lo tanto, otro problema: la cuestiòn pràctica de la acciòn. Se trata de averiguar las normas a las cuàles hemos de ajustar nuestra conducta, para lo cual es preciso saber distinguir previamente "lo bueno" de lo "malo"...lo "bello" de lo feo, lo "justo" de lo "injusto"...lo "verdadero" de lo "facil"...Pero distinguir lo bueno de lo malo, como lo bello de lo feo, no es otra cosa que formular apreciaciones acerca de los objetos, expresadas en "juicios de valor". Asì se establecen jerarquìas entre los distintos valores, ya sean èticos, estèticos, etc.
Un problema filòsofico mas se refiere a la actividad de nuestros sentidos. Casi todos nuestros datos acerca del mundo los obtenemos mediante la percepciòn. Ahora bien, se ha observado que con frecuencia nuestros sentidos nos engañar, surge la pregunta acerca del valor del testimonio de nuestros sentidos, puesto que bien pudiera ocurrir que èstos nos engañasen siempre. Este es el problema del conocimiento, que determina la posibilidad, el lìmite y el valor de nuestros conocimientos, ya sean aquellos que derivan de nuestros sentidos (conocimiento sensible) o bien aquellos que parecen trascender los lìmites fijados por sentidos (conocimientos inteligibles o racionales).
El problema del ser, es otro, este se refiere a su naturaleza y su origen , y se pregunta uno què es lo que es, y de dònde proviene el ser. Este problema tiene su fuente en nuestra propia existencia. Sabemos que existimos...Tenemos conciencia de que vivimos. Nuestras vivencias nos dan un conocimiento inmediato de nuestra existencia, de la existencia de un "yo" opuesto a un "no-yo" del cual tenemos un conocimiento mediato. Al tener la nociòn de nuestra existencia por medio de nuestras vivencias, no sabemos cuàl es nuestra esencia. En efecto, ¿què somos nosotros?...¿Què es el mundo?...¿Somos materia?...¿Somos espìritu o somos ambas cosas a la vez?...Y despuès de todo ¿que es materira y què es espìritu en su esencia?...Este ùltimo problema, el que trata de las esencias, es el problema del ser, el problema ontològico, o sea la metafìsica, porque se ocupa de asuntos que sobrepasan los lìmites de nuestros conocimientos directos.
Estos tres problemas que son los fundamentales de la filosofìa, aparecen en el òrden psicològico, es decir, en el orden natural en que se presentan a la mente humana. En efecto, el problema de los fines es el primero que nos planteamos, porque en la vida, cuando chocamos con el dolor, -que es lo màs frecuente- nos preguntamos para què servirà todo esto, y si vale la pena de vivir. Esto requiere reflexiòn y anàlisis que sòlo son posibles cuando hay madurez de espìritu...Ni el niño, ni el hombre comùn dudan de los datos de sus sentidos. Pero es el ùltimo problema, el de ser, el màs difìcil de todos y necesita una meditaciòn mucho màs profunda.
La filosofìa no es otra cosa que el estudio de estos tres problemas fundamentales y la bùsqueda afanosa de sus soluciones, que nunca son definitas. el filòsofo busca constantemente verdades nuevas, corrigiendo las que se creìan verdades. Los problemas filòsoficos son, en realidad, siempre los mismos y sòlo varìa el modo de plantearlos, segùn las èpocas. No es verdadero filòsofo el pensador que cree haber encontrado la soluciòn de estos problemas eternos.
Estos tres problemas, cuando se refieren especìficamente al hombre, dan nacimiento a otras tantas disciplinas. El problema ontològico (onto=ser), trata de la naturaleza ìntima del hombre, de su ser especifico, da origen a la Psicologia, que investiga los fenòmenos psiquicos o anìmicos, sus caracteres, propiedad y leyes.....El problema Gnoseolìgico...da origen a la lògica, que trata del pensamiento humano, y el problema telelògico da origen a la Etica, que busca la finalidad de la vida humana y estudia las normas a que debemos ajustar nuestra conducta para lograr esos fines....