El exilio hecho palabra
por YASMINA JIMÉNEZ
Una vida de 88 años puede dar para mucho. Desde que Mario Benedetti naciera el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay, quedó claro que las mudanzas serían una constante durante su existencia. Primero fue, con cuatro años, a Montevideo; después, durante su primera juventud, pasaría unos años en Buenos Aires y un año en París. Mucho aprendió de sus experiencias en el extranjero, pero nada que ver con lo que le traería la marcha forzada. «Una cosa es el exilio y otra cosa es el éxodo. En el exilo ponen a uno de patitas en la frontera y el expulsado se va con su nostalgia a cuestas en busca de otra tierra», escribió Benedetti.
Argentina, Perú, Cuba y España fueron sus primeros destinos tras abandonar Uruguay después del golpe de Estado, en 1973. Huir se convirtió en una tragedia que nunca abandonó su obra. Atrás tuvo que dejar a su mujer, Luz López Alegre, con la que se había casado en 1946 y a la que perdería 40 años después por culpa del Alzheimer.
Durante el exilio, siempre recordó la solidaridad de todos aquellos que le ayudaron cuando llegaba a un lugar nuevo. Doce años pasaron hasta que pudo regresar a Montevideo. Y lo hizo, volvió, pero volvió distinto. Después del retorno, él mismo eligió vivir a caballo entre tierras uruguayas y españolas: seis meses allí, otros seis aquí. Aunque la capital uruguaya y sus habitantes fueron los protagonistas de prácticamente todas sus historias.
Antes de iniciar su periplo inacabable, Benedetti ya había escrito, entre otras muchas, su mejor novela, 'La tregua' (1960), 'Gracias por el fuego' (1961) y 'El cumpleaños de Juan Ángel' (1971). Las dos primeras llevadas al cine por el argentino Sergio Renán años después. La versión cinematográfica del amor de Martín Santomé y la joven Laura Avellaneda a punto estuvo de ganar un Oscar en 1975. Diez años después, 'La tregua' alcanzaría su 75ª edición.
Siendo todo lo que fue Benedetti —taquígrafo, vendedor, cajero, contable, traductor, librero, funcionario y periodista— no podía ser de otra forma su obra. Se atrevió con el cuento, la novela, el ensayo, el teatro y la crítica literaria. Aunque la poesía fue siempre su verdadera pasión, con la que se sentía más él mismo. Cantautores como Nacha Guevara, Joan Manuel Serrat, Daniel Viglietti, Luis Pastor o Pablo Milanés hicieron suyos a través de la música los versos cargados de compromiso político y social del poeta uruguayo.
Quizá fue esa manía suya de mantenerse fiel a sus ideas políticas y tratar temas sociales lo que le generó el aplauso del pueblo y le privó de los mayores reconocimientos literarios. El mismo Benedetti sabía que la etiqueta de 'autor comprometido' fue utilizada por algunos para ningunear otros aspectos de su obra. Aunque para él su galardón más importante era tener lectores, en España su trabajo fue reconocido con el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1999. También recibió en 2001, tras superar una dolencia cardiaca, el premio iberoamericano José Martí.
Su obra está marcada por el amor y la solidaridad, y a medida que pasa el tiempo, por la muerte, esa que le miró de frente el 17 de mayo de 2009 en Montevideo. El adiós definitivo se convierte en un referente, casi en una obsesión. Y aunque él mismo reconoció en diversas ocasiones su inquietud por el fin de su vida, le preocupó aún más la muerte de la Humanidad. «Cuando llegue el momento de ser nadie, el mundo seguirá y no lo veremos. […] Lo cierto es que no somos dueños de este cuerpo, tan sólo lo alquilamos, hasta que llega el óbito y nos da desalojo. Y entonces ser nadie es bastante menos que ser poco». La angustia de Mario Benedetti reflejada en uno de sus últimos libros, 'Vivir adrede' (2007), no borra su legado literario, más de 80 obras, tocado por el don de la inmortalidad.
Mario Benedetti falleció el 17 de mayo de 2009 en Montevideo, Uruguay.
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