20 mayo, 2009

ULTIMO ADIOS A MARIO BENEDETTI....

Dolor. Los restos de Mario son bajados a pulso hacia la carroza; en primera fila, sus hermanos: Eduardo Galeano y Daniel Viglietti.

Emoción. Mario, en su último viaje, rodeado de pueblo y custodiado por el PIT-CNT y la FEUU

Miles rodearon al poeta en su último viaje
Mario Benedetti volvió a emocionar a todos ayer cuando sus restos fueron trasladados al Cementerio Central por una multitud de miles de personas.
Allí Hugo Achugar, Daniel Viglietti y María Simon le rindieron un emotivo homenaje.

El poeta uruguayo fue despedido por miles de uruguayos que acompañaron el féretro desde la escalinatas del Palacio Legislativo, donde la central obrera PIT-CNT, unida a la Federación de Estudiantes (FEUU) realizó su cortejo y luego junto a toda la multitud conformando una gran cadena humana lo acompañaron hasta el Cementerio Central por la calle Yaguarón.

El pasaje de la carroza hizo que en cada esquina los aplausos fueran sumándose y también la gente. En varios liceos, públicos y privados y varias escuelas, los alumnos salieron al paso del cortejo para aplaudir y brindarle su cariño. Trabajadores, amas de casa, políticos, artistas, estudiantes, jóvenes, viejos y niños, todos quisieron dar su adiós al poeta nuestro por excelencia, Mario Benedetti.
En el Cementerio Central lo esperaba otra multitud para despedirlo y allí se le realizó un emotivo homenaje encabezado por el director de Cultura, del Ministerio de Educación y Cultura, Hugo Achugar, el cantor popular Daniel Viglietti y la ministra de Educación y Cultura, María Simon.
Achugar: "Nos hizo hijos a todos"

El primero en hablar en las puertas del Panteón Nacional fue Hugo Achugar quien comenzó diciendo que no debería haber sido él quien realizará esa "suerte de discurso fúnebre", sino "Silvia Lago, Hortencia Campanela y Ariel Silva, su amigo fiel, su mano derecha de los últimos años. Ellos serían más apropiados entre muchos otros escritores, amigos y estudiosos lectores de Mario Benedetti".
"¿Qué se puede decir ante la muerte? ¿Qué frente a la desaparición física de Mario Benedetti?", se preguntó Achugar frente a la multitud emocionada.
"Algunos han propuesto el silencio y dejar que sus palabras sigan sonando desde sus libros. Otros se han limitado a obedecerlo y en el momento del entierro no olvidaron dejar su bolígrafo, a veces, las imágenes pueden más que toda palabra; la del hombre envuelto en una bandera mexicana en el salón de los Pasos Perdidos ayer en la nochecita o los dos hermanos niño y niña amparados por la inmensidad de la bandera nacional del Parlamento, es un homenaje que habla de futuro", expresó.
"Su obra no necesita hoy de juicios de eso se encargará la historia. Hoy enterramos a un escritor, pero sobre todo enterramos a un hombre bueno. Al hombre de amplia sonrisa, al hombre que tuvo convicciones y peleó y sufrió por ellas, hoy enterramos al oficinista, al enamorado, al militante, al actor de cine, al compañero de Luz, al uruguayo que rompió fronteras, hoy enterramos parte de nuestra historia".
"Pero no creo equivocarme, si afirmo que hoy, enterramos junto al maestro de conductas y de vidas a un hombre que creía en la esperanza, en la esperanza de esas que sabemos que son importantes: amor, justicia, solidaridad, honestidad, rigor, entrega a la vida. Enterramos su carne magra", dijo a la vez que expresó que la escritura y los valores de Benedetti "no los puede enterrar nadie".

Achugar hizo referencia a varios de los poemas de Mario en su oratoria: "Pongo seis versos en mi botella al mar" (...) para hablar de sus poemas y al reflexionar sobre la figura del escritor y definirlo como un hombre capaz de "hacer un discurso político con el aire fresco de lo cotidiano".
"Mario Bendetti no tuvo hijos. Pero dejó descendencia. Escribió más de ochenta libros, denunció la injusticia, se jugó por sus convicciones y nos hizo hijos a todos".

El director de Cultura expresó que es a todos los uruguayos que hoy les queda como tarea seguir haciendo futuro ya que "somos los destinatarios de un legado polémico, enormemente rico como el que nos deja su obra y su conducta". "Mario Benedetti integra ya para siempre nuestra historia, nuestra identidad, continuarla, pelearla, es responsabilidad de todos y todas. No hay rescate. No tenemos a quien culpar, lo que haremos viejos y jóvenes será porque Mario Benedetti escribió, opinó, jugó. Si fracasamos no será su culpa pero los éxitos del mañana no podrán desconocerlo".

Viglietti: "Valiente ternura"
Al finalizar su discurso Hugo Achugar, se acercó al micrófono el cantautor uruguayo y amigo íntimo de Benedetti, Daniel Viglietti quien recordó la figura del poeta con profunda emoción. "Ante la pérdida de Mario Benedetti estamos todos consternados", fue lo primero en decir Viglietti al retomar las mismas palabras que utilizó Benedetti cuando falleció Ernesto "Che" Guevara.

"Nos quedamos sin Mario, pero su pluma nos deja el alma llena de versos sencillos como los del cubano José Martí que él tanto admiraba".
"La novela, el cuento, el ensayo, la canción, el periodismo, la obra teatral, una pluma mágica y multifacética sin premeditación alguna desde todos esos géneros, modelos de lo estético. Como se sabe ética cabe dentro de la palabra estética y eso nos demostró Mario desde su creación".
"Imposible separar al Benedetti persona, de la obra generada, de la página nacida. Mario es una unidad dialéctica difícil de encontrar en otros territorios de lo cultural", agregó el músico al describirlo como un ser "ejemplar en su modestia, su auténtica sencillez, su valiente ternura y su solidaridad".

"Mario no necesita que lo idealicemos, porque es un ideal en sí mismo. Toda su obra está tocada por un horizonte en que lo alto se inquieta y el abajo se mueve dócil".
"Nos ha enseñado como el amor y la lucha pueden ser cómplices, como la confianza en el hombre, en el otro, en la otra, tiene que anteponerse, él creía en el prójimo sin necesidad de mayores pruebas. Creía sin laberintos en los otros. A nadie le cabe duda de que él como sus poemas defendía la alegría a ultranza. Construía puentes de alegría para oponerse a la tristeza y a la muerte, era un extremista del optimismo y de la esperanza. Sin dejar de lado un agudo sentido crítico y profunda preocupación por la gente. Un hombre de una modestia ejemplar que su amigo Eduardo Galeano explica diciendo que Mario Benedetti no se daba cuenta de que era Mario Benedetti".

Se refirió al poeta en forma directa y expresó: "Esta multitud presente, el dolor colectivo son una prueba Mario de que tu ejemplo y tu obra serán defendidos por todos con alegría".

Visiblemente emocionado su amigo Daniel Viglietti, con quien compartió varios escenarios, manifestó que con la muerte de Mario, perdió "un amigo esencial" que mucho le enseñó sobre la vida, sobre el arte, sobre la pasión del cambio.
"Un ser generoso como pocos". "Mario como persona se hacía querer, con rostro tierno, su bigote, su jopo invencible y su mirada limpia".

Viglietti reflexionó sobre la vida del escritor y manifestó que sobrevivirá a la muerte por varios motivos, entre ellos "por la cantidad de amigos que fue abrazando aquí y en tierras lejanas". Hizo referencia a "los años de plomo", a su firme apoyo a la Revolución Cubana y su trabajo en Casa de las Américas, "su permanente lucha contra la injusticia y la impunidad se manifestó recientemente con los Familiares de Detenidos Desaparecidos y su apoyo a la campaña de Anulación de la Ley de Caducidad".

Simon: "El amor de su pueblo"
Los discursos fueron cerrados por la ministra de Cultura, María Simon, que leyó una carta enviada por el escritor argentino Juan Gelman. En la misiva Gelman reseñó parte de su vida y le decía adiós (ver recuadro).
Simon dijo que era un honor "muy grande" testimoniar sobre la vida del escritor y lo recordó como un ser "fiel, consecuente, coherente, en la época dura del exilio y en el desexilio, como la llamó. Fue sobretodo un hombre en que la ética, la estética, la política y la moral se daban en una sola pieza. El amor de su pueblo es el honor más grande que se le puede dar a una persona pública", expresó al realizar su discurso de despedida en las puertas del Panteón Nacional.

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