11:47 AM
Era frecuente ver a García Márquez tomando capuchino o comiendo en El Péndulo, al que acudía a veces hasta dos veces por mes desde hacía algunos años.
Llegaba después del mediodía, comía o tomaba café y se iba, cuenta uno de los empleados de la librería.
José, un joven que un día coincidió en el lugar con el nobel cuenta que poca gente se percataba de su presencia. “No se dieron cuenta quien era hasta que vieron que nos tomábamos fotos y nos firmaba libros”.
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