23 febrero, 2009

DIOS HABITA EN EL CEREBRO...

La mayoría de los creyentes, sea cual sea su culto, tiene interiorizado un modelo muy antropocéntrico de Dios.
LUIS F. SANZ - 23/02/2009

REPORTAJE

Hallazgos neurocientíficos explican por qué el hombre se refugia en las religiones .

JAVIER SAMPEDRO 23/02/2009
El Dios de Abraham era justo, inapelable, incorruptible, trascendente, omnisciente, omnipotente, omnipresente y omnibenevolente. El cristianismo antiguo se centró en la pericoresis o fusión de tres personas en una sola entidad divina. Para la vía negativa de Maimónides sólo nos es dado discutir sobre lo que Dios no es. El Todo de los herméticos es más complicado que la suma de cuanto existe, y el Buda puso el énfasis en la liberación del sufrimiento en la tierra. Vista así, la religión tiene poco de universal.

Cualquier religión tiene un núcleo de creencias sobre agentes no físicos
Un espíritu es un tipo de persona, sólo que atraviesa paredes
Sagan: "El universo es mucho mayor de lo que dijeron nuestros profetas"
Los ritos se basan siempre en alguna secuencia de actos arbitraria, obligatoria

Pero los experimentos han hecho aflorar una capa subyacente más simple. Por ejemplo, los psicólogos cuentan a grupos de voluntarios una historia en la que Dios atiende a cinco problemas a la vez. Los creyentes de cualquier confesión monoteísta aceptan la narración con naturalidad, puesto que Dios tiene sobrados poderes cognitivos para ello. Pero si se les pide recordar la historia un rato después, casi todos cuentan que Dios atiende los cinco problemas uno por uno: su subconsciente ha humanizado al omnipotente Dios de la doctrina.

La investigación reciente en psicología cognitiva, neurobiología y antropología cultural ha revelado que la mayoría de los creyentes, sea cual sea su culto, tienen interiorizado un modelo extremadamente antropocéntrico de Dios. No sólo posee una figura humana, sino que utiliza los mismos procesos de percepción, razonamiento y motivación que las personas. Las creencias explícitas sobre la divinidad son muy distintas entre religiones, pero los supuestos tácitos son casi idénticos en la mayoría de las personas.

La característica central de cualquier religión es un núcleo de creencias sobre agentes no físicos. Este tipo de "conceptos sobrenaturales" -que también aparecen en la fantasía, los sueños y las supersticiones- está muy condicionado por nuestro conocimiento del mundo real. Un espíritu es un tipo de persona, sólo que atraviesa paredes. Dios comparte esas limitaciones dentro de la cabeza de los creyentes.

Más en general, las creencias subconscientes de la gente religiosa de cualquier credo son extraordinariamente parecidas: los agentes sobrenaturales ejercen una vigilancia permanente del comportamiento moral de la persona, con acceso instantáneo a sus pensamientos y deseos más íntimos. Los creyentes de cualquier culto también albergan creencias sobre la existencia y las propiedades de esos agentes sobrenaturales, y suelen guardar símbolos o amuletos que los representan, y celebrar rituales en su nombre. Cada grupo social suele atribuir a esos agentes su sistema moral, y su propia cohesión social.

Los científicos cognitivos han reunido muchas evidencias de que esta especie de religión natural se enraíza en cualidades humanas universales -como la capacidad para simular relaciones con personajes ficticios- que no son específicas de la experiencia religiosa, sino una consecuencia de tener el cerebro más desarrollado, y las estructuras sociales más complejas y estables, que han evolucionado en ninguna especie animal de este planeta.

"El pensamiento y el comportamiento religioso pueden considerarse parte de las capacidades naturales humanas, como la música, los sistemas políticos, las relaciones familiares o las coaliciones étnicas", dice Pascal Boyer, de la Universidad de Washington en Saint Louis. Boyer ha publicado en el último año dos trabajos de referencia sobre la evolución cognitiva de la religión (Nature 455:1038; Annual Review of Anthropology 37:111).

El filósofo Daniel Dennett sostiene que los cerebros animales han evolucionado a través de tres fases. El comportamiento de las criaturas darwinianas está determinado genéticamente. Las criaturas skinnerianas (por el psicólogo conductista norteamericano B. F. Skinner) disponen de una gama de comportamientos, pero despliegan uno u otro al azar. Los humanos somos criaturas popperianas (por el filósofo de la ciencia Karl Popper). Una criatura popperiana hace lo mismo que una criatura skinneriana, pero sólo dentro de su propia cabeza, como una serie de simulaciones mentales.

El ingeniero de la Universidad de Michigan John Holland, padre de los algoritmos genéticos, asegura que "la verdadera esencia de una ventaja competitiva, sea en el ajedrez o en la actividad económica, es el descubrimiento y la ejecución de jugadas en un escenario ficticio". Y entre las principales jugadas que tenemos que simular los humanos, desde la más tierna edad, están las situaciones sociales ficticias.

"Todos los niños entablan relaciones sociales importantes y duraderas con personajes de ficción, amigos imaginarios, familiares desaparecidos, héroes invisibles, novios figurados...", dice Boyer. La práctica constante con ese tipo de "agentes no físicos", de hecho, puede explicar parte de la extraordinaria destreza social de nuestra especie, muy superior a la de los demás primates. Y desde ahí, el científico de Washington sólo ve un pequeño paso hasta otros "agentes no físicos" como espíritus, dioses y demonios, "intangibles pero implicados socialmente".



Los agentes sobrenaturales son a menudo la fuente de la moral para las personas religiosas, y también sus vigilantes omniscientes, esto es, que basta con pensar en algo pecaminoso para que se den por enterados. Ésta es otra de las creencias más generales entre los fieles de cualquier culto.
La psicología experimental indica, sin embargo, que los niños comprenden los imperativos morales básicos, como los relativos al trato justo y al daño a sus semejantes, desde que están en edad preescolar. Eso es antes de que puedan comprender esos conceptos abstractos y con independencia del entorno religioso en que se obtengan los datos. La neurobiología, por otro lado, ha revelado nexos muy relevantes entre los juicios morales y algunas de las emociones humanas más básicas y universales.

Uno de los nodos centrales de la red emocional del cerebro es el córtex prefrontal ventromedial (VMPC). Los pacientes que tienen destruida esa zona del córtex muestran una disminución general en su capacidad de respuesta emocional y una marcada reducción de las emociones sociales -como la compasión, la vergüenza y la culpa que están estrechamente relacionadas con los valores morales-.

El VMPC es muy conocido por los neurólogos desde el 13 de septiembre 1848, cuando una explosión accidental disparó una barra de hierro de un metro de largo y seis kilos de peso exactamente hacia esa zona del cerebro de Phineas Gage, el capataz de una cuadrilla de trabajadores del ferrocarril. Sobrevivió, y sin daños en la capacidad del lenguaje ni en otras funciones intelectuales. Pero como dijo poco después un amigo suyo: "Este hombre ya no es Phineas Gage".


Todos los graves defectos que muestran estos pacientes se refieren a la respuesta a los estímulos emocionales o a la regulación de los propios sentimientos. Sus capacidades de la inteligencia general, de razonamiento lógico y de conocimiento de las normas sociales y morales están intactas.
Según el neurólogo Antonio Damasio, premio Príncipe de Asturias, muchas reacciones morales aversivas son una combinación del visceral rechazo a ciertos actos (matar a alguien, por ejemplo) y de la compasión instintiva por otro ser humano. Damasio cree que las emociones no sólo se asocian a los juicios morales, sino que son cruciales para elaborarlos.

"Aunque los creyentes suelen atribuir su moralidad a un agente sobrenatural", dice Boyer, "los modelos cognitivos indican todo lo contrario: que nuestros sentimientos morales son reclutados para dar verosimilitud a las nociones morales de la religión".


Los ritos religiosos también parecen muy distintos entre unas culturas y otras, pero todos pertenecen a una clase de "comportamientos rituales" constantes en la especie humana. Los ritos se basan siempre en alguna secuencia de actos arbitraria, obligatoria, ejecutada en un orden rígido, desligada de un objetivo práctico obvio y repetida muchas veces. También implican a menudo el uso de números, colores llamativos y símbolos de la pureza, el orden o la simetría.
Nuevamente, estos comportamientos rituales son un tema común en el desarrollo infantil: por ejemplo, cuando un niño sólo puede andar por la acera pisando las baldosas rojas, o tiene que subir el primer peldaño de su portal antes de que se cierre la puerta de la calle. Los niños suelen asociar estos rituales a unas vagas nociones de purificación y protección del peligro. Cuando estos sistemas se pasan de revoluciones, ocurren los trastornos obsesivo-compulsivos.

"Sabemos que el cerebro humano tiene redes de seguridad y precaución dedicadas a prevenir peligros como la predación", dice Boyer. "Las aserciones religiosas sobre la pureza, la suciedad y el peligro oculto de los demonios al acecho estimulan esos mismos sistemas, y hacen que las precauciones rituales resulten intuitivamente atractivas".


La crítica científica de la religión se ha centrado hasta ahora en argumentos racionales. El astrofísico Carl Sagan, por ejemplo, escribió: "¿Cómo es que apenas ninguna religión ha mirado a la ciencia y ha concluido: '¡Esto es mejor que lo nuestro! El universo es mucho mayor de lo que dijeron nuestros profetas, más sutil y elegante?".
"Hay quien tiene un concepto tan amplio de Dios que no hay forma de evitar que lo acabe encontrando en cualquier parte", afirma Steven Weinberg, físico teórico y premio Nobel. "Si quieres decir que Dios es energía, lo puedes hallar en un montón de carbón".
El diseñador inteligenteLa campaña Probablemente, Dios no existe de los autobuses se gestó en Londres en el pasado otoño, y uno de sus grandes promotores fue el biólogo Richard Dawkins (Universidad de Oxford). Él es, posiblemente, el autor de divulgación más popular de los últimos 30 años, pero su gran éxito editorial no es un libro de ciencia sino de religión: El espejismo de Dios, publicado en 2006 y traducido a 31 idiomas.

En los años ochenta, Dawkins aplicó las ideas de la selección natural darwiniana a la propagación de los modelos culturales. Las ideas serían memes (en vez de genes) que se replicarían de boca en boca y competirían entre sí por el éxito reproductivo. Las ideas religiosas, que por definición no deben demostrarse, serían memes de alta propagación.

Dawkins, como otros científicos, también desarrolla en El espejismo de Dios una refutación racional de la teología natural. Esta corriente teológica, que sedujo tanto a Darwin como al propio Dawkins en la juventud de ambos, deduce la existencia de Dios a partir de la complejidad de sus criaturas, y sigue siendo el gran argumento detrás del diseñador inteligente del creacionismo norteamericano. Pero un diseñador inteligente, aduce Dawkins, debe ser aún más complejo que las criaturas a las que pretende dar explicación, luego no les da ninguna.

Son argumentos más bien abstractos. La escuela evolucionista que representa Pascal Boyer, por el contrario, ha presentado evidencias de que el pensamiento religioso es la "línea de menor resistencia" de nuestro sistema cognitivo. "La incredulidad suele ser el resultado de un esfuerzo racional deliberado contra nuestras predisposiciones naturales", concluye Pascal en Nature, "lo que no es la ideología más fácil de propagar, precisamente".

16 febrero, 2009

UN LECTOR LLAMADO ADOLF HITLER....

El "ex-libris" con el que Hitler marcaba sus libros

REPORTAJE

El líder nazi leía compulsivamente, pero sólo para reforzar sus ideas - Un nuevo ensayo investiga su biblioteca más personal, que llegó a tener 16.000 volúmenesJACINTO ANTÓN - Barcelona - 16/02/2009Hitler quemaba libros, pero también los leía. Que hiciera ambas cosas -además de desatar la II Guerra Mundial y ordenar el exterminio de los judíos- lo convierte en un lector muy especial. Su relación con los libros, incluso con los que no quemaba, no era amable. Hitler, incapaz de relaciones profundas y sinceras de amor o amistad -hasta las que sentía por Eva Braun y por su perra alsaciana Blondie eran afectos envenenados, y valga la palabra-, tampoco iba a tener ese cariño por los libros, que es el sello de los bibliófilos decentes.Tenía dedicatorias de Jünger y todo Shakespeare. No le gustaban las novelasIgual que hacía con los países, las instituciones y las personas, Hitler depredaba los libros. Ésa era su forma de leerlos: como invadir Polonia. Él mismo explicó su método de lectura abusivo y oportunista en Mein Kampf. "Leer no es un fin en sí mismo, sino un medio para un fin". Se trataba, dijo, de rellenar un mosaico previamente dibujado con las "piedrecitas" que le proporcionaban los libros.

La lectura no le servía, en general, sino para llevar agua al molino de sus ideas y para confirmar opiniones que ya tenía. Era una práctica puramente instrumental -"tomo de los libros lo que necesito", dijo-. No leía nunca por placer. Y el caso es que era un lector compulsivo, que leía mucho, vamos. "Los libros eran su mundo", escribió su amigo de juventud August Kubizek.

El joven Hitler llegó a Viena pobre como una rata pero con cuatro cajas llenas de libros. Luego, en su época de agitación política, cuando no estaba pronunciando discursos o haraganeando por las cervecerías de Múnich en malas compañías (!), se pasaba el tiempo leyendo. "Claro que leer mucho no significa leer bien. Sus lecturas fueron asistemáticas", subraya Ian Kershaw en su monumental biografía (Hitler, Península). "Leer no era algo que hiciese para ilustrarse o para aprender, sino para confirmar prejuicios". Kershaw pone en duda, además, que Hitler leyera lo que hay que leer. Parece que de los clásicos y de la buena literatura consumió más bien poquito. No le gustaba la novela. En cambio, se pirraba por el subgénero antisemita (lo que no nos sorprende), tipo El judío internacional de Henry Ford o La amoralidad en el Talmud; le gustaban mucho las enciclopedias y los almanaques, de los que podía extraer, para impresionar, mucha información en poco tiempo, y los libros de ocultismo. Se ha señalado entre sus libros, y no es broma, El arte de convertirse en orador en pocas horas.

Tenía debilidad, quizá su único rasgo sincero como lector aparte del gusto por los relatos del explorador Sven Hedin, por las novelas del Oeste de Karl May. Pero incluso éstas las utilizaba para dar la brasa a sus generales. Les ponía como ejemplo de habilidad táctica al héroe apache de May, lo que ha de ser desconcertante cuando mandas una división Pánzer en el Cáucaso. Menos simpático es que conservara un manual de 1931 sobre el gas venenoso, con un capítulo dedicado a los efectos del ácido prúsico, comercializado como Zyklon B...

Se ha escrito mucho sobre la biblioteca de Hitler, de unos 16.000 volúmenes (de hecho tuvo varias, localizadas en diferentes sitios), su composición, las obras que en realidad leyó (muchos libros de su época de canciller y führer permanecieron sin abrir) y las que contribuyeron a afirmar sus (malas) ideas. Ahora un libro apasionante, Hitler's private library, the books that shaped his life (La biblioteca privada de Hitler, los libros que moldearon su vida; Nueva York, 2008), de Timothy W. Ryback, rastrea con habilidad detectivesca y pulso literario en el ecléctico fondo bibliográfico del líder nazi las obras que pudieron ser decisivas, por su significación emocional o intelectual, en la vida del Hitler lector.

Ryback ilumina al tiempo la relación del personaje con los libros y el destino de su biblioteca (1.200 se conservan en la Biblioteca del Congreso en Washington, otro fondo está en la Brown University en Providence; un conjunto anda perdido por Rusia). El autor, que se ha sumergido físicamente en libros leídos y hasta subrayados y anotados por el propio Hitler -una experiencia inquietante: en uno encontró incluso un pelo de bigote-, explica que éste leía vorazmente, a veces un libro por noche (a Eva Braun le caían broncas cuando interrumpía, aunque fuera en déshabillé; por cierto, parece que había poca pornografía en la biblioteca de Hitler, aunque se menciona un libro sobre el teatro español "con dibujos y fotografías obscenos"). Pero su lectura era superficial y azarosa, en buena parte para alimentar sus mítines, diatribas y peroratas.

En su retiro alpino del Berghof tenía las obras completas de Shakespeare y parece que no leyó sólo El mercader de Venecia, pues hacía citas de Hamlet y, sobre todo, de Julio César -"Nos volveremos a ver en Philipos", espetaba bravucón a sus rivales políticos-.

La aventura de Ryback entre los libros de Hitler arranca con las lecturas de éste en las trincheras durante la guerra del 14 y acaba con el misterio del volumen que tenía en la mesita de su habitación en el Führerbunker de Berlín cuando se suicidó: se conserva una foto, pero no se distingue el título. Entre las obras que sabemos que le acompañaron en sus últimos momentos figuran una historia de la esvástica, un ensayo sobre Parsifal y otro sobre las profecías de Nostradamus.

El recorrido de Ryback por los libros significativos de Hitler incluye una traducción de Peer Gynt regalada y dedicada por su siniestro mentor Dietrich Eckart, y Feuer und Blut de Jünger, dedicado en 1926 por el propio autor "al führer nacional Adolf Hitler" -vaya, vaya, Ernst-, y en el que Hitler, que quería escribir sus propias experiencias de combatiente en la I Guerra Mundial, subrayó pormenorizadamente pasajes sobre la guerra y los efectos de la matanza en el espíritu.
Pese a lo que hacía creer, Hitler leyó poco a Nietzsche, a Schopenhauer -cuyo nombre escribía mal- o a Fitchte. Lo que Ryback encuentra en el canon hitleriano -los ladrillos fundamentales de su pensamiento filosófico- es una serie de repulsivas obras racistas y unos libros de ocultismo y seudociencia (como Magia: historia, teoría y práctica, de Ernst Schretel, que Hitler subrayó profusamente). En cuanto a los libros militares, Ryback destaca una biografía de Schlieffen, el genio prusiano (es curioso que Hitler subrayase las consideraciones del táctico sobre los peligros para Alemania de luchar en dos frentes), un práctico manual de identificación de tanques y varias obras sobre Federico el Grande, especialmente la biografía de Carlyle.

Hitler, por supuesto, no sólo fue lector, sino también autor. Un capítulo del libro de Ryback está dedicado al Mein Kampf, que inicialmente tenía un título con mucho menos punch: Cuatro años y medio de batalla contra las mentiras, la estupidez y la cobardía; difícil de recordar cuando vas a encargarlo, sobre todo si eres de las SA...


13 febrero, 2009

CARTA DE AMOR: AUGUSTE RODIN Y CAMILLE CLAUDEL...

Mi feroz amiga,

Mi pobre cabeza está muy enferma y ya no puedo levantarme por la mañana. Esta tarde he recorrido (horas) sin encontrarte nuestros lugares. ¡qué dulce me resultaría la muerte! Y qué larga es mi agonía.

Por qué no me has esperado en el taller. ¿Dónde vas? cuánto dolor me estaba destinado. Tengo momentos de amnesia en los que sufro menos, pero hoy el dolor permanece implacable.

Camille, mi bienamada a pesar de todo, a pesar de la locura que siento acercarse y que será obra tuya, si esto continúa. ¿Por qué no me crees? Abandono mi salón, la escultura. Si pudiera irme a cualquier parte, a un país en el que olvidara, pero no existe.

Hay momentos en que francamente creo que te olvidaría. Pero de repente, siento tu terrible poder. Ten piedad malvada. Ya no puedo más, no puedo pasar otro día sin verte. De lo contrario, la locura atroz. Se acabó, ya no trabajo, divinidad maléfica, y sin embargo te quiero con furor.


El arte y la pasión se han dado cita en numerosas ocasiones a lo largo de la historia del arte. Uno de los ejemplos más trágicos es la relación entre Camille Claudel y Auguste Rodin. Con apenas 20 años, Camille entró a formar parte del taller de Auguste Rodin, iniciando una relación muy turbulenta con el escultor, ya que éste no abandonó nunca a su esposa ni a sus numerosas amantes. Este enriquecimiento mutuo, no exento de celos y rivalidad, acabaron destruyendo la relación, y a la propia Camille. Rodin muere en 1917 y Camille pasó treinta años en una residencia psiquiátrica, hasta su muerte en 1943, abandonada por su familia, a pesar de haber recuperado la cordura.

¿QUE ES EL AMOR?....


En una de las salas de un colegio habían varios niños. Uno de ellos preguntó: Maestra... ¿Qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en hora de recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajesen lo que más despertase en ellos el sentimiento del amor.

Los chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
Quiero que cada uno muestre lo que trajo consigo.

El primer alumno respondió: Yo traje esta flor, ¿no es linda?
Cuando llegó su turno, el segundo alumno dijo: Yo traje esta mariposa. Vea el colorido de sus alas; la voy a colocar en mi colección.
El tercer alumno completó: Yo traje este pichón de pajarito que se cayó del nido, hermano: ¿no es gracioso?

Y así los chicos, uno a uno, fueron colocando lo que habían recogido en el patio.
Terminada la exposición, la maestra notó que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido quieta durante todo el tiempo. Se sentía avergonzada porque no había traído nada.

La maestra se dirigió a ella y le preguntó: Muy bien: ¿y tú? ¿no has encontrado nada?
La criatura, tímidamente, respondió: Disculpe, maestra. Vi la flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma por más tiempo. Vi también la mariposa, suave, colorida, pero parecía tan feliz que no tuve el coraje de aprisionarla. Vi también el pichoncito caído entre las hojas, pero... al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí devolverlo al nido.
Por lo tanto, maestra, traigo conmigo el perfume de la flor, la sensación de libertad de la mariposa y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito.
¿Cómo puedo mostrar lo que traje?

La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima, considerando que había sido la única que logró percibir que sólo podemos traer el amor en el corazón.

El amor no es Tomar, Arrancar, Capturar, Forzar, Ganar o Perder. Amar es llevar en el alma, es Recordar, es Disfrutar, Amar es ser LIBRE Y DEJAR LIBRE.

ENRIQUE VIII, UN REY SANGUINARIO ....¿Y ROMÀNTICO?...

Carta en la que Enrique VIII declara su amor a la doncella Ana Bolena
El rey Enrique VIII (1491-1547), retratado por Hans Holbein.- ARCHIVO
Una carta guardada durante cinco siglos en el Vaticano muestra la pasión del monarca por Ana Bolena
EFE - Madrid - 13/02/2009

Famoso por casarse seis veces y tratar a sus esposas con una crueldad sanguinaria, el rey Enrique VIII de Inglaterra también tenía su lado romántico, según una insólita y apasionada carta de amor escrita a su segunda mujer, Ana Bolena. La misiva, celosamente guardada en el Vaticano casi cinco siglos, volverá este abril a Reino Unido y se mostrará por primera vez al público en una exposición de la londinense Biblioteca Británica (British Library) titulada Enrique VIII: Hombre y monarca que mostrará correspondencia, documentos oficiales clave y libros de la biblioteca personal del rey

Mujeriego empedernido y cruel hasta la médula, Enrique VIII (1491-1547), segundo representante de la Casa Tudor, se obsesionó con la bella y elegante Ana Bolena (1501-1536), marquesa de Pembroke y dama de la aristocracia inglesa. Tanto suspiraba el monarca por Ana, que anuló su matrimonio con su primera esposa, Catalina de Aragón (1485-1536), hija de los Reyes Católicos, un repudio que rechazó la Iglesia Católica y que desembocó en un cisma anglicano. La exposición examinará las profundas transformaciones, personales y políticas, intelectuales y religiosas, que sucedieron bajo el reinado de Enrique VIII. Las motivaciones del soberano que cambió el rumbo de Inglaterra serán analizadas a partir del amplio fondo documental sobre el rey almacenado en la British Library.

Conocedora de la reputación de playboy que acompañaba al Rey, la joven dama no quería ser una simple amante y le dio calabazas negándole favores sexuales hasta que la llevase al altar. Aunque podía haber desenvainado la espada para cumplir sus ardientes deseos, el monarca absoluto optó por el papel y la pluma y declaró sus ambiciones sentimentales en varias cartas amorosas, entre ellas la que exhibirá la British Library.

La carta que conquistó a Bolena
En la misiva, escrita en francés -Ana se había educado en la corte de Francia- a comienzos del mes de enero de 1528, el Rey expresa su "intención inalterable" de casarse con la dama y promete "rezar una vez al día" para lograr ese objetivo. "Las demostraciones de tu afecto -señala- son tales y las hermosas palabras de tu carta están escritas con tanta cordialidad, que realmente me obligan a honrarte, amarte y servirte para siempre". "Por consiguiente, te aseguro que mi corazón estará dedicado a ti solamente", afirma el monarca, que escribe la nota con "la mano del secretario que en corazón, cuerpo y voluntad es tu sirviente más leal y confiado".

Con la inocencia de un adolescente perdidamente enamorado, Enrique VIII firma la carta, supuestamente robada en su momento por un espía del Vaticano, con la frase "H pretende a A. B. Ningún otro Rey", junto a las iniciales de su amada encerradas en un corazón. En opinión de David Starkey, historiador y comisario de la exposición, que podrá visitarse desde el 23 de abril hasta el 6 de septiembre, la misiva, "más que cualquier otra cosa", proyecta luz sobre un rincón de "la mente del Rey".

Para Starkey, "Enrique no es sólo el rey más conocido de Inglaterra, por sus esposas, su silueta y su carácter sanguinario". "Es uno de nuestros soberanos más importantes", pues "creó una iglesia nacional y una política insular y xenófóba que determinó el desarrollo de Inglaterra durante los siguientes 500 años".

El recorrido se completará con tapices, esculturas, armaduras, joyas y esculturas procedentes de otros museos. Entre la lista de objetos expuestos se contará el Salterio de Enrique VIII (libro de oraciones del monarca, que incluye miniaturas del rey representado como David matando a Goliat), un retrato de juventud, de autor desconocido (datada en 1513), el contrato matrimonial con Catalina de Aragón, de 1504, que sellaba la alianza angloespañola, prestado temporalmente por el Archivo General de Simancas.

El amor se acabó a los tres años
Los devaneos epistolares de Enrique VIII dieron sus frutos y acabó casándose con Ana Bolena el 25 de enero de 1533, si bien la llama del amor se apagó después de tres años de convivencia. Pese al nacimiento de la princesa Isabel -futura reina Isabel I-, la relación entre el Rey y su esposa se enfrió porque ella fue incapaz de darle un hijo varón y, además, no era del agrado del pueblo, que la consideraba la ramera del Rey.

Falsamente acusada de traición, adulterio e incesto, la dama que antaño hizo enloquecer a Enrique VIII fue decapitada el 19 de mayo de 1536 en la Torre de Londres. Antes de que rodara su cabeza por el cadalso, Ana Bolena aún tuvo ánimo para gastarle una broma a su verdugo: "No te daré mucho trabajo -dijo-, tengo el cuello muy fino".

EDUARDO GALEANO NOS CUENTA POR QUE NO SE COMPRA UN DVD...


Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos. Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!Si, ya lo sé.
A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!...¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

¡Nos están fastidiando! ¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de……….. años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII). No existía el plástico ni el nylon.

La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.

De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor.Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el ‘guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo’ pasarse al ‘compre y tire que ya se viene el modelo nuevo’.

Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo)

Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar(porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita.

¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.

Y guardábamos. ¡¡Como guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!!¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables.Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver!!. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía ‘este es un 4 de bastos’.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa (broches) y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden ‘matarlos’ apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. Ni a Walt Disney.

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: ‘Cómase el helado y después tire la copita’, nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.

Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.Ah ¡No lo voy a hacer!Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer.No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.

De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la bruja me gane de mano y sea yo el entregado.

Hasta aquí.
Eduardo Galeano

08 febrero, 2009

ENTREVISTA A JOSÈ SARAMAGO....

"No me hablen de la muerte porque ya la conozco"
MANUEL RIVAS 23/11/2008

Acaba de cumplir 86 años. El lenguaje le ha salvado. Escribió su última novela nada más sentir la cercanía de la muerte. Sigue siendo un escéptico, pero se encuentra pleno de serenidad.

José Saramago siempre fue algo más que un escritor. "Un aprendiz", sería su respuesta. Así se presentó ante la Academia Sueca cuando recogió el Premio Nobel de Literatura, el primero concedido a un autor portugués, hace ahora 10 años. "Un maestro, el maestro", puntualizaría el crítico más exigente del universo, Harold Bloom. Para el autor de El canon occidental, Saramago, que este noviembre ha cumplido 86 años, es "el novelista vivo más talentoso del mundo" y "uno de los últimos titanes". Como un titán ha escrito su último libro, El viaje del elefante (Alfaguara). Un triunfo del lenguaje, la imaginación y el humor, arrancado literalmente a la muerte.

Capítulo I
Observaré lo que sucedió con el silencio con que las raíces de las plantas agujerean la tierra
(Mongane Wally Serote)
Un día de las navidades de 2007, José Saramago se fijó en sus ojos. Eran enormes. Se habían expandido como círculos concéntricos en su rostro. Y los ojos lo miraban a él. Con extrañeza. Con curiosidad. Con asombro. Parecían decirle: "Así que sigues por aquí, todavía aquí".

No es un episodio de El hombre duplicado (2002), una de sus novelas. Pero durante un tiempo sí que había un doble, otro Saramago, testigo de su lucha por salir con vida. El doble era un tipo sereno. Le corrigió. No, no han sido los ojos los que han crecido. Es la carne, la musculatura que ha desaparecido. Por eso con tu piel ocurre lo que con las momias, que se ha replegado y se ciñe a los huesos. Es eso lo que agranda los ojos. Siguen siendo lo que eran, pero el entorno ha cambiado. El doble lo conocía bien. Iba a añadir: son como astros resplandecientes en la ruina. Pero se atuvo al estilo más conciso, poético, sí, pero menos barroco del Saramago que volvió a abanear la narrativa contemporánea, no sólo la portuguesa, cuando publicó Ensayo sobre la ceguera (1995). La primera revolución en la forma de narrar había sido en 1980 con Levantado do chão (Levantado del suelo).

-Has perdido 20 kilos, Zé.
Siempre has sido delgado, enjuto. Como el abuelo Jerónimo. Pero 20 kilos son muchos kilos.
Mides 1,80. Tenías 71 kilos y ahora tienes 51. Piensa en las manzanas asadas. Y en lo que dijo Josefa.
El doble lo sabía todo. Sabía que el abuelo Jerónimo Merlinho, el de la aldea natal de Azinhaga, el marido de Josefa Caixinha, se había despedido de la vida abrazando cada uno de los árboles de la huerta. Jerónimo, el que enseñó al nieto a contar historias durmiendo en el verano bajo la higuera, será recordado como un clásico en toda la historia de los discursos de entrega de los Nobel. Así comenzó la intervención de Saramago: "El hombre más sabio que conocí en toda mi vida no sabía leer ni escribir". Sí, el doble lo conocía bien. ¿Qué había dicho Josefa? "El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir".

José llevaba tiempo, unos años ya, con malestar físico. Un hipo interminable lo había debilitado. Pero lo ayudaban mucho las manzanas asadas. No había dejado de escribir como un titán. Ni de moverse por el mundo denunciando la globalización como "un nuevo totalitarismo" o con su cita preferida, la de La sagrada familia (la de Karl Marx): "Si el hombre es formado por las circunstancias, entonces es necesario formar las circunstancias humanamente".
Las cosas de Saramago, decían los cínicos. En 2005 había escrito Las intermitencias de la muerte. No era tampoco una abstracción. La muerte era una presencia física, tangible. "Uno es creador de sus personajes", había escrito, "y al mismo tiempo, criatura de ellos". El personaje de la muerte pasó de lo invisible a lo visible. No era un juego. Venía para llevárselo. José Saramago lo recuerda bien. Pero él no estaba conforme. Una parte de su cuerpo sí parecía resignada. Aceptaba la crisis. Llegó a pararse de tal forma, que casi era imperceptible eso que llaman el hilo de la vida. Al principio, en la clínica de Lanzarote, llegaron a dudar de la conveniencia del ingreso.

-Supongo que no querían que aquél fuese el lugar del fin de Saramago.
Les estoy muy agradecido. La muerte no me ha llevado. Era consciente, sabía, veía, sentía, que estaba al borde de pasar al otro lado. Más tarde decía: 'No me hablen de la muerte porque ya la conozco. De alguna forma ya la conozco'.

Había otras partes de su cuerpo que no estaban conformes.
Ni el corazón, ni la cabeza. El corazón siguió latiendo con fuerza. La mente, durante un tiempo, dos días después de salir de la UCI, estableció unas coordenadas que ahora Saramago recuerda como un entrañable autorretrato vanguardista. "En aquel momento, que fue de los peores, se plantaba en mi cabeza algo que era un fondo negro con cuatro puntos luminosos que formaban un cuadrilátero irregular. Y yo tenía muy claro que ese cuadrilátero era yo".

Uno tiene una memoria corporal. ¿Qué relación ha tenido con su cuerpo José Saramago?
Yo he aceptado mi cuerpo. No ha sido nunca el cuerpo de un Adonis. He tenido con la edad un cierto declive. No he sido nunca un hombre de músculos. Tengo un esqueleto estrecho. Lo acepté. Con una cierta vanidad, quizás sí, quizás no, me gusta que después de los cambios, y en este caso último la enfermedad, mi cuerpo siga presentando una cierta...armonía. Una buena apariencia física. En el fondo no estoy descontento. Pero pasar de ahí a una especie de adoración de mi propio cuerpo, cuidándolo mucho, nunca he caído en esa tentación. Ni siquiera puedo utilizar la palabra tentación porque nunca la he tenido.

Los ojos de Saramago, definitivamente, y al margen de la encarnadura de la cara, son enormes. Ojos que contienen ojos. Sus pausas al hablar no parecen destinadas al descanso, sino que ceden el lugar a la mirada como una avanzadilla del lenguaje. Esa clase de silencio con que las raíces avanzan en la tierra.

Capítulo II
Mi propia voz me animaba
(William Wordsworth)
Un día, a comienzos de 2008, José Saramago oyó de la boca de un médico la palabra "milagro". No suena mal en boca de la ciencia, pero él nunca se conforma con lo inexplicable. Él identificó el milagro con la profesionalidad del cuerpo médico, con los cuidados de su mujer, Pilar del Río ("Ganaremos la primavera"), con la lealtad del corazón ("un corazón estupendo") y con la emersión de una energía en principio extraña a su carácter. El humor. Un humor expansivo, impelente, incesante. Un humor que impresionó al doble, a aquel otro Saramago que permanecía sereno, algo perplejo, sí, observándolo todo. Nunca se había visto a sí mismo contando chistes.

-Me gustaría que hubieras estado en el hospital durante la visita de los médicos y que escucharas los diálogos. Yo, que estaba en una situación de riesgo, mal, muy mal, pero me sentía con una libertad de expresión exultante. El humor con el que yo me comunicaba en el diálogo con ellos me sorprendía, me emocionaba. Oía a ese que hablaba, el enfermo que yo era, y pensaba como un ser redoblado: ¿Cómo es que estoy hablando así con esta gente? No soy capaz de reproducir ningún diálogo. Era el tono. Mi tono era ése. Ellos se miraban. Sonreían. Yo seguía... No era algo premeditado. Yo no pensaba: tengo que demostrar a esta gente que estoy bien. Era todo lo contrario de lo que se pudiera esperar de una persona en mi estado.

Saramago, el hombre silencioso, el hombre serio, al que algún cáustico atribuyó una "gravedad 'cachimbal". [Sonríe] ¡Eso era cuando fumaba en pipa! Es verdad. Yo he sido, desde muy niño, callado, reservado, melancólico. Nunca he tenido la risa fácil. Incluso la sonrisa, para mí es algo que me cuesta trabajo. Y las alegrías o las tristezas en mí son interiores, no las manifiesto. Ya de niño era así.

Sin embargo, si hay una constante en su obra es la ironía, un tipo de humor muy profundo. El humor llega más tarde. En lo que escribía a los 23 años no había humor ninguno. El conocimiento propio, el conocimiento de los demás, ésa es la base del humor. El humor es una creación muy laboriosa.

Después de publicar 'Levantado del suelo', dijo: "No escribo para satisfacer dictámenes. Escribo un poco como quien respira, como quien habla". Tal vez el lenguaje acudió ahora en ayuda del cuerpo. Sin duda. Era como si me transportara, como si me apoyase en el lenguaje. Yo mal podía moverme en la cama, pero me sentía llevado por el lenguaje.
Una mente que era consciente de la realidad de mi estado, de la situación límite, que a la vez era capaz de desdoblarse y funcionar como si no pasara nada, como si la libertad de la mente, del argumento irónico, no estuviera bajo la presencia constante de la enfermedad, eso ha contribuido muchísimo para salvarme. El humor, una capacidad de animación oral extraordinaria, ese funcionamiento de la mente. Y curiosamente, de todo esto yo he salido con un espíritu totalmente sereno, de una serenidad impresionante.
No es como si no hubiese pasado nada, porque creo que esa sensación de serenidad total es también una consecuencia de la enfermedad. No porque yo hubiera aprovechado para hacer un examen de conciencia. Yo no he hecho ningún examen de conciencia. Quizá por la proximidad, por una proximidad casi tangible de la muerte, he salido con una serenidad que se mantiene hoy. Comparada con el centro del huracán, donde no pasa nada, donde el aire no sopla.

-Lo convencional es pensar que uno, en esas circunstancias, hace balance de la vida. De lo bueno y de lo malo. Calcular el peso del alma. Es cuando pronuncia una de esas grandes frases, como el Borges que decía: "He cometido el más grande pecado que un hombre puede cometer...No he sido feliz".

-Eso es una operación mental, que fabricas luego. Conmigo no ha ocurrido eso. Yo he regresado a la vida. He regresado con naturalidad y con esa serenidad total de la que hablaba. No podía moverme y no me movía. Quizá llegase el día... Y llegó. Un médico me ha dicho: usted necesita por lo menos un año para recuperar algo que se parezca a la normalidad. Bueno, ha sido todo más rápido, sorprendentemente rápido, pero, al mismo tiempo, duro. Ya que hablamos de humor, tal vez la frase apropiada para el momento sea una expresión francesa: Reculer por mieux sauter (Esperar el mejor momento).

En 'El viaje del elefante', el humor es gozoso. De la estirpe de Cervantes y Fellini. Después de la enfermedad, ¿podríamos hablar de un tercer Saramago, de una especie de catarsis? Quizá se pueda decir eso. Salí del hospital y me senté a trabajar. No podía con mi alma. Y los dos primeros días después de salir me dediqué a la corrección de lo que había escrito antes, unas cuarenta páginas. Y al tercer día ya estaba avanzando en El viaje del elefante. Ésa es una situación en la que tiene cierta lógica que uno se pregunte: ¿quién está haciendo esto por mí? Porque en principio no podrías. ¿Cómo vas a poder escribir en esas condiciones? Lo hacemos, pero nos parece tan sorprendente que hayamos podido hacerlo. Mi relación con este libro es ésta: ¿cómo es posible que lo haya podido hacer?

Samuel Beckett hablaba de una "extraña obligación" en ese seguir adelante... Yo había escrito 40 páginas de El viaje del elefante en 2007. La pauta ya estaba marcada. Tenía un punto de partida, unos datos históricos mínimos. El empeño del rey portugués João III de regalar a su primo el archiduque de Austria un elefante hindú que llevaba dos años en Lisboa, y la aventura que supone trasladar en comitiva ese animal hasta Viena. Hay una frase en el pórtico de la novela que pertenece al Libro de los itinerarios: "Siempre llegamos al sitio donde nos esperan". Tal vez ése es el secreto. Para mí escribir es también una función vital. También para mí es un viaje. Bueno, el caso es que sale algo que es, pero podría no ser. La composición de este libro es extraña. En el fondo yo no sé nada de este libro.

Si lo dijese otro autor me parecería una 'boutade'. A usted le creo. ¿Quién, en realidad, está narrando? No tengo ninguna respuesta. La asociación de ideas tiene para mi trabajo una importancia que no he podido calibrar. Me fío mucho de la asociación de ideas. Yo siempre he negado la existencia del narrador. Los estudiosos me decían: "¡Usted está equivocado!". Y yo les ponía un ejemplo: ¿dónde está el narrador en una obra de teatro? Cuando me puse a escribir esta historia, me dije: ¿queréis un narrador?, ¡pues aquí estoy! Así que estoy contando la historia como quien está sentado en la cocina de mi pueblo contando una historia. Y aquí podríamos decir el refrán: "A quien cuenta un cuento siempre le crece el cuento". Por lo demás, el libro es un homenaje a la lengua portuguesa.

Capítulo III
"Siempre he intentado vivir en una
torre de marfil, pero una marea
de mierda no deja de golpear sus
muros y amenaza con tirarla abajo"
(Gustavo Flaubert)

García Márquez decía recientemente que "sufría como un perro" cuando leía la prensa.
¿Usted también está enojado con el periodismo de hoy?
Creo que Gabo dramatiza y yo ya no dramatizo nada. Tal vez es verdad que hay una cierta rebaja en la calidad de los escritos. Pero depende. ¿Cómo podemos decir que el periodismo de ahora es peor que el de antes? Pienso en Portugal, en España, con las dictaduras, cuando la información era intoxicación, y entonces, ya no sufro. Ni como un perro ni como nada.

No hace periodismo de redacción, pero vuelve a estar en primera línea. Un premio Nobel, un autor célebre, va y abre un sencillo 'blog' en la Red, 'Cuaderno de Saramago' (en portugués y castellano), como un aprendiz. Sus libros obtienen las mejores críticas en los principales medios de Estados Unidos, como 'The Washington Post' o 'New Yorker', sin importarles su posición política. Están en las librerías de todos los continentes. Podría publicar en los grandes medios de opinión. ¿Por qué ese 'blog'?
¿Por disidencia? Quizás es esa novedad de volver a empezar. Escribir sin ningún condicionamiento. Los medios te pagarían, claro está. Pero mira, ha ganado Obama, me felicito, y a continuación escribo un artículo en el que pido sin medias tintas el cierre de Guantánamo y el cese del bloqueo económico a Cuba. Y así, sobre lo que se me ocurre. En realidad, el sistema acaba por integrarte. En el fondo no eres más que una guinda en el pastel. Te toleran. Se ríen de ti. ¡Cosas de Saramago!

Lo que usted llama guindas pueden ser espacios de resistencia.
Por lo que parece, el ridículo lo está haciendo el sistema.
En un texto sobre Marcos Ana (en prisión franquista desde 1939 a 1961) usted hablaba de derrotar el cinismo, la indiferencia y la cobardía.
Por supuesto. Para nada soy cínico. Lo que digo es que soy por definición muy escéptico. No es bueno, ya lo sé. Me gustaría entusiasmarme, pero no lo consigo. Hay una grave crisis, pero los ciudadanos no tenemos mecanismos para influir. Pero, por lo menos, deberían decir la verdad. Fíjese usted, António Guterres, cuando era primer ministro, declaró en una entrevista: "La política es el arte de no decir la verdad". ¡Y nadie se levantó para protestar! Aunque no queramos, a los ciudadanos nos arrastra la corriente. O la estampida. Ahora bien, hay que decir: no estoy de acuerdo. El escepticismo no es resignación. Yo nunca me resignaré. Cada vez me siento más como un comunista libertario. Hay tres preguntas que no podemos dejar de hacernos en la vida: ¿por qué?, ¿para qué?, ¿para quién?

¿Usted nunca se vendió? Quiero decir, ¿no tiene la sensación de haberse vendido nunca, por ejemplo, para un premio?
No. Nunca me he vendido. No me he vendido. Ni material, ni simbólicamente. El Premio Nobel consagra algo que ya estaba ahí. En la, digamos, clase literaria hay una serie de gente que no me soporta.

¿Por qué existen estos odios entre escritores, a veces más intensos cuanto más vecinos? Eso que decía Jean Chapelain: "El escritor no lee a sus colegas, los vigila". Para mí resultan inexplicables.
No sé. No creo que se trate de la persona, no creo haber dado motivos. Tal vez no se soporta eso que llaman el éxito, o la fama, el Nobel... Cuando yo aparecí en los años ochenta, el panorama literario estaba organizado, completo, cada uno en su lugar. Y si había envidias, pues también estaban en su lugar. Yo no estaba previsto.

Manuel Vicent dice que en la cultura habita lo mejor y lo peor de la humanidad. En mi caso, creo que algunos simplemente se sintieron amenazados en su lugar. Pero lo que nadie puede decir es que haya escrito un libro malo.

Con odios o sin odios, no creo que tenga que preocuparse ya por los duelos en los salones literarios.
Cuando me dieron la noticia del Premio Nobel estaba en la feria de Francfort. Di una rueda de prensa y dije: "Yo no he nacido para esto, pero esto me fue dado". Es verdad. No he nacido para esto. No nací para esto ni para aquello. Nadie puede decir que nadie nació para esto. [Al fin, sonríe] Tampoco Obama nació para ser presidente.

En sus obras hay personajes inolvidables, fascinantes, que pertenecen a la realidad inteligente. ¿No me diga que no se enamoró de Blimunda, la de 'Memorial del convento'?
Blimunda... ¡Sería mucha mujer para mí! Aunque es sencilla. Tal vez la mujer del médico de Ensayo sobre la ceguera... Sí, tal vez ella.
Da la impresión de que, en la realidad, ha sido más amigo de las mujeres que de los hombres. Sí. Eso es verdad.

Hubo un tiempo en que se propagó que había elegido el exilio. Un exilio español. Y es verdad que tiene un hogar en la isla, en Lanzarote. Pero no parece usted un autoexiliado.
Cuando estoy allá, también estoy aquí. Nunca me he ido. Expresé mi protesta a un Gobierno conservador por la actitud censora que tuvo con El Evangelio según Jesucristo. Y he criticado otras cosas de Portugal. Y de España también. Y de este mundo, que para tantos tiene la forma del infierno. Pero, ¿qué sería de un escritor sin la libertad de palabra?

Da la impresión de que su imagen en Portugal ha cambiado mucho en los últimos tiempos, de que es más querido, menos polémico, incluso para aquellos que mantienen opiniones políticas contrapuestas. Ya sé que no le gustan las grandilocuencias, pero digamos que es respetado por todos como un héroe portugués.
Es verdad. Noto menos rechazo. Y un proceso de reencuentro, después de malentendidos. En fin. También hay gente que antes decía: "Es bueno, pero es comunista". Y ahora dice: "Es comunista, pero es bueno".

Pronto habrá una gran sede de la Fundación Saramago. Y en un lugar muy especial de Lisboa. La Casa dos Bicos, al pie de la Alfama. Eso sí que es un reencuentro.
Sí. Es un edificio que cede la cámara municipal por 10 años. Constituye un gran reto. Tiene que ser una factoría creativa. La Casa dos Bicos fue construida en el siglo XVI, inspirada en el italiano Palacio de los Diamantes. En el siglo XX fue almacén de bacalao. La zona, en la Ribeira Velha, es muy popular. Una maravilla. Te voy a decir algo muy importante para mí. Llega un momento en que te crees que tal vez no es una utopía que te den el Nobel. Tu nombre empieza a ser barajado, junto a otros. Van pasando los años. El nombre se repite. Y piensas: bueno, pues, ¿por qué no? Tal vez me den el Nobel. Pero nunca, nunca, jamás soñé que la Casa dos Bicos pudiese ser sede de una fundación llamada José Saramago. ¡Las veces que pasé por delante desde niño! Soy poco expresivo, pero, a veces, sólo con pensarlo tiemblo de emoción con todo el cuerpo, de arriba abajo.

Capítulo IV
"El instante en que ya no sea
más que un escritor habré
dejado de ser un escritor"
(Albert Camus)
Eduardo Lorenço habla de Saramago como "la mano izquierda de Dios". Es ateo, pero crece empapado de cultura cristiana.
¿Para el erotismo, para el amor, ha tenido que luchar mucho contra el pecado?
No. Cuando escribí El Evangelio según Jesucristo, que tuvo las consecuencias que sabemos, en el discurso de agradecimiento al jurado le puse un título que era El derecho al pecado. Uno de los grandes inventos de la Iglesia católica ha sido inventar el pecado, y después de inventar el pecado, inventar un instrumento de control de la gente. ¿Quién ha decidido lo que es pecado y lo que no lo es? Gran parte de la historia es un absurdo. Y la historia oficial, en la que la Iglesia ha tenido tanto que ver, es una sucesión de disparates. Pensemos en los muertos por la Inquisición. Incluso, en un grado menor, lo que ocurrió con el gran Camões. Tuvo que defender cada uno de sus versos para obtener el plácet del Santo Oficio. Escribí una obra de teatro sobre ese caso, Que farei com este livro?, que refleja el estado de permanente vigilia, peligro y prohibición en que ha vivido la literatura en nuestros países.

¿Qué ha significado para José Saramago su compromiso como comunista?
Actualmente no tengo otra militancia que no sea la militancia indirecta de lo que escribo. Pero la participación política me ha dado algo muy importante. Un sentimiento solidario muy fuerte, la conciencia de tomar parte en una lucha por la humanidad, con todas las sombras históricas que esa lucha ha tenido. En estos asuntos es muy importante la memoria colectiva, pero también la personal. Recuerdo siempre a un camarada con el que yo trabajaba y que fue preso por la policía política. Lo sometieron a la tortura del sueño, la privación del sueño, durante dos semanas. En ese estado no me denunció, no habló, no dijo de mí ni una palabra.
Asoció eso a la integridad humana.
Ha habido mucha gente así sin esperar nada a cambio. No puedo imaginarme fuera del partido. Hace unos años, después de la revolución, Álvaro Cunhal (líder comunista portugués) tuvo que someterse a una grave operación y antes escribió unas cuantas cartas dirigidas a militantes del partido, cartas que podían ser entregadas a los destinatarios en el caso de que muriesen. No se murió entonces, las cartas han sido destruidas, pero yo sé que en la carta que me estaba destinada, Cunhal decía que estaba seguro de que yo no abandonaría el partido. Y tenía razón. Y la va a tener mientras yo viva.

Pero los partidos comunistas en Europa son una especie en extinción... En Portugal creo que no existe ese riesgo que menciona. El PCP tiene una base real. Todos lo demás han pasado por operaciones de cosmética, de nombre, de siglas. Y lo peor para ellos es que no están mejor por eso, por haber tratado de hacer ese transformismo.

Ha habido gente que le ha descalificado por esa fidelidad, interpretándolo como un rasgo estalinista. ¿Quién sería Saramago en la Rusia estalinista?
Un hombre que tendría todos los problemas. Un régimen que había hecho de la subordinación del ciudadano un principio, pues estaba condenado a lo que ocurrió. La decadencia en todos los aspectos de la Unión Soviética fue debida a la separación entre el partido y el pueblo.

¿Por qué cree que es tan criticado, tanto en España como en Portugal, cuando habla de iberismo?
Es delicado tocar ese asunto porque nos lleva al campo de los instintos, de las pasiones, y ahí no nos ponemos de acuerdo. Hay patriotas que no pueden ni oír la palabra España, porque tienen esa idea, esa experiencia histórica, de que de España siempre va a venir algo malo. Portugal está ahogado. Y España también, enredada en su propia noria, con asuntos que parecen eternizarse y que no se resuelven. Pero España tiene ya una experiencia de diversidad, con las autonomías, que puede servir para llegar con serenidad a fórmulas unitarias entre los dos Estados. España y Portugal necesitan ambas una convulsión positiva. Sé que esta opinión levanta ampollas, pero lo planteo con honestidad intelectual. Contribuiría a un multilateralismo ibérico. Por supuesto, respetando las culturas y las lenguas. Se enriquecería la situación de Iberia. Y también tendría un efecto positivo en Europa.

¿Significa algo que España y Portugal tengan un Gobierno de izquierda?
No nos engañemos. Es cierto que tenemos en un lado y otro Gobiernos de izquierda, pero de una izquierda que no se nota mucho.
A lo mejor no pueden hacer otra cosa. ¿Qué pasaría en Europa si se decantaran más hacia la izquierda?
Hombre, no tenemos un Arias Navarro para decir: ¡Vamos a invadir Portugal! Hay que arrumbar de una vez esa idea, que tuvo justificación con Franco, una dictadura mucho más cruel que la nuestra, que hasta le hizo decir a los integristas portugueses: "Espanha, terra perigosa". El problema es que las izquierdas en Europa están casi desaparecidas. Por ejemplo, ¿qué hay en España con referencias intelectuales? Medianías. Están dejando solo al juez Garzón. Yo lo que veo son medianías.
Fuente: El Paìs

EL VIAJE DEL ELEFANTE.......


El viaje épico de un elefante asiático llamado Salomón que, en el siglo XVI, tuvo que recorrer Europa por caprichos reales y absurdas estrategias.

Un hecho real, ocurrido en la época de Maximiliano de Austria, que está en la Historia o, para ser más rigurosos en la pequeña historia, aunque intervengan personajes que tuvieron vida real en su día y que ahora vuelven a tener otra oportunidad al ponerse en manos de la brillante imaginación del escritor portugués.

Una novela llena de compasión, ironía, sarcasmo, belleza en estado puro y humor, un humor con el que el Saramago nos permite penetrar en el laberinto de humanidades en conflicto sin tener que abjurar de nuestra condición indagadora de humano y de lector.

DECLARACIONES DEL AUTOR:«Este relato surgió hace unos diez años, en Salzburgo. En un restaurante precisamente llamado El Elefante vi un friso de pequeñas esculturas figurando la caminata de un elefante desde Lisboa hasta Viena [...] No es una novela según nos hemos acostumbrado a entenderlo. Lo llamaría "cuento", una designación no menos noble que la de novela y que incluso tiene una tradición más antigua.»
«Escribo para comprender, y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que leyera para comprender. ¿Comprender qué? No para comprender en la línea en que yo estoy tratando de hacerlo; él tiene sus propios motivos y razones para comprender algo, pero ese algo lo determina él. Lo que no quiero es que se quede en la superficie de la página. Cuando alguien está leyendo en una lectura y levanta la mirada como si estuviera aprendiendo con mucho más intensidad lo que acaba de leer, es el momento en el que ese alguien está totalmente involucrado, como si pensara: esto es mío, esto tiene que ver conmigo. Uno saca de la lectura lo que necesita.»

«En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que soy hoy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser.»

«La importancia que puede tener usar una palabra en vez de otra, aquí, más allá, un verbo más certero, un adjetivo menos visible, parece nada y finalmente lo es todo.»«Un libro es casi un objeto. Porque si es verdad que es algo voluminoso, que se puede tocar, abrir, cerrar, colocar en un estante, mirar e incluso oler (¿quién no ha aspirado alguna vez el aroma de la tinta y el papel ya fundidos en una página?) también es verdad que un libro es más que eso, porque dentro lleva, nada más y nada menos, la persona que es el autor. De ahí que sea necesario tener mucho cuidado con los libros, enfrentarse a ellos dispuestos a dialogar, a entender y a tratar de contarles lo que nosotros mismos somos. Los buenos libros, que es de lo que aquí se trata, están hechos con la honestidad y el trabajo del autor, luego hay que tratarlos también con honestidad y sin regatear esfuerzos.»

«Llevamos siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No hay respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se empieza y por ahí se acaba.»


La obra:Saramago nos propone acompañar a un elefante indio a través de media Europa, soportar el frío, la lluvia y la nieve —por no mencionar los malos olores— para desesperación de quienes componen el séquito, archiduques incluidos... y para la inmensa diversión del lector.

Saramago reflexiona sobre la condición humana y nos sonríe con ironía a lomos de Salomón, un elefante indio que parte de Lisboa para emprender un asombroso viaje a Viena.

En los silencios del paquidermo que protagoniza esta historia entrevemos que el ser humano no ha cambiado gran cosa, a pesar de los siglos transcurridos desde el extraordinario viaje que Saramago nos relata con sentido del humor.
Saramago nos regala un delicioso cuento escrito con el irónico pesimismo que caracteriza su escritura.
Fuente: El Paìs

05 febrero, 2009

CARTA DE BEETHOVEN A SU "AMADA INMORTAL"....


Incluso cuando estoy en cama mis pensamientos van a hacia ti, mi eternamente querida, ahora y entonces alegremente, después otra vez tristemente, esperando para saber si el Destino oirá nuestra plegaria, para hacer frente a vida que debo vivir en conjunto contigo o nunca verte.

Sí, estoy resuelto a ser un extranjero vagabundo hasta que pueda volar a tus brazos y decir que he encontrado mi hogar verdadero con usted y envuelto en tus brazos puedo dejar que mi alma flote hasta el reino de almas bendecidos. Ay!, desafortunadamente debe ser así. Debes estar tranquila, tanto más pues sabes que te soy fiel; ninguna otra mujer podrá nunca poseer mi corazón, nunca, nunca.

Oh Dios, por qué debe uno ser separado de aquella que le es tan querida. Para más, mi vida en Viena es actualmente desgraciada.Tu amor me ha hecho el más feliz y el más infeliz de los mortales. A mi edad necesito estabilidad y regularidad en mi vida, puede esto coexistir con nuestra relación?

Ángel, acabo de oír que va el correo cada día, y por lo tanto debo cerrar ésta, de modo que puedas recibirla la inmediatamente. Mantente tranquila; solamente al considerar tranquilamente nuestras vidas podremos alcanzar nuestro propósito de vivir juntos. Mantente tranquila, ámame, hoy, ayer. Qué nostalgia llena de lágrimas por tí, por tí, por tí, mi vida, mi todo. Todos los buenos deseos a tí. Oh, continúa amándome, nunca juzgues mal el corazón fiel de tu amado.

Siempre tuyo
Siempre mía
Siempre de ambos
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Respuesta:

Mi ángel, mi todo, mi yo... ¿Por qué esa profunda pesadumbre cuando es la necesidad quien habla?

¿Puede consistir nuestro amor en otra cosa que en sacrificios, en exigencias de todo y nada?

¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas enteramente mía y yo enteramente tuyo? ¡Ay Dios!

Contempla la hermosa naturaleza y tranquiliza tu ánimo en presencia de lo inevitable. El amor exige todo y con pleno derecho: a mí para contigo y a ti para conmigo. Sólo que olvidas tan fácilmente que yo tengo que vivir para mí y para ti. Si estuviéramos completamente unidos ni tú ni yo hubiéramos sentido lo doloroso. Mi viaje fué horrible...Alégrate, sé mi más fiel y único tesoro, mi todo como yo para ti. Lo demás que tenga que ocurrir y deba ocurrir con nosotros, los dioses habrán de enviarlo...Tarde del lunes... Tú sufres. ¡Ay! donde yo estoy, también allí estás tú conmigo. Conmigo y contigo haré yo que pueda vivir a tu lado. ¡¡¡Qué vida!!!¡¡¡Así!!! Sin ti... perseguido por la bondad de algunas personas, que no quiero recibir porque no la merezco. Me duele la humildad del hombre hacia el hombre. Y cuando me considero en conexión con el Universo, ¿qué soy yo y qué es aquél a quien llaman el más grande? Y sin embargo... ahí aparece de nuevo lo divino del hombre.

Lloro al pensar que probablemente no recibirás mi primera noticia antes del sábado. Tanto como tú me amas ¡mucho más te amo yo a ti!... ¡Buenas noches!

En mi calidad de bañista, debo irme a dormir. ¡Ay, Dios! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿No es nuestro amor una verdadera morada del cielo? ¡Y tan firme como las murallas del cielo!

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La "Amada inmortal" fue una mujer anónima (probablemente Antonie Brentano, la esposa de un amigo), tal como Beethoven se dirigía a ella en una serie de cartas en el mes de Julio de 1812. En realidad, la expresión usada por Beethoven en alemán es la “Eternamente Amada”.


LOS ULTIMOS PAPELES DE CORTÀZAR....

REPORTAJE

La viuda y un estudioso del autor descubren en una cómoda familiar cientos de páginas de inéditos - El material, que completaría su obra, se publicará en mayo
CARLES GELI - Barcelona - 05/02/2009

Cuando fallece un escritor, tarde o temprano acaba saliendo una cómoda de alguna parte. La de Julio Cortázar (1914-1984) estaba tan llena de papeles que sus cinco cajones no se podían ni abrir. A duras penas lograron hacerlo, el 23 de diciembre de 2006, Aurora Bernárdez, viuda, albacea y heredera universal del autor argentino de 86 años, y Carles Álvarez, estudioso y loco cortazariano encantado con esa sorpresa.

Es el homenaje perfecto al literato a los 25 años de su muerte

"Se ve la evolución de la persona y del escritor", dice su editora argentina

Huelga decir que Álvarez dejó su trabajo en la Administración y se dedicó a ordenar los materiales, en estrecha colaboración con la viuda. Necesitó un año para hacer un inventario de 100 folios que reseñaban unos 750 objetos. "En los tres primeros meses salía a un inédito por día", dice Álvarez aún con incredulidad. El resultado será, en mayo, un libro impagable y de inevitable título, Papeles inesperados, que editará Alfaguara y cuyas credenciales son un festín de auténtico cronopio: 11 relatos nunca incluidos en obra alguna, un capítulo inédito de Libro de Manuel, 11 nuevos episodios del personaje que protagonizó Un tal Lucas, cuatro autoentrevistas, 13 poemas inéditos... En total, un volumen de unas 450 páginas, muchísimas inéditas. El mejor homenaje al autor a los 25 años de su muerte, que se cumplen el próximo jueves.

Sorprende que conservara estos papeles alguien que nunca les dio valor, hasta el extremo de que en vida vendió muchos a universidades de Estados Unidos como Texas y Princeton. De ahí que para la elaboración del libro se consultaran también esos fondos. Aunque la gran mina hayan sido, seguramente, los papeles que la madre del escritor poseía. Los mismos que el autor de Rayuela quería quemar y que Bernárdez conservó con esmero.

Así se explica que haya aparecido, por ejemplo, el Discurso del día de la Independencia, texto de 1938 donde el siempre brillante alumno, el abanderado de la clase (8,7 de nota media, según Álvarez), recitó a sus compañeros y profesores.

Otra perla temprana es el relato Los gatos, desde ya uno de los más antiguos que se conservan (enero de 1948) y en el que, para sorpresa de todos, demuestra ya una de las cualidades de sus cuentos importantes: la diégesis o "esa facilidad de Cortázar por hacer que el narrador salte de personaje sin que el lector se dé cuenta si no está muy atento", aclara el editor. El atributo del relato más sorprendente y "de una comicidad irresistible", según Bernárdez, se lo lleva el inédito Manuscrito hallado junto a una mano, sobre un melómano con dones insospechados. Uno de sus personajes es Pau Casals.

En cuanto al capítulo inédito de la novela Libro de Manuel, la hipótesis es que no fue incluido en el volumen "por redundante y por su alto contenido erótico".

En los cajones aparecieron también las tres historias de cronopios que quedaron sueltas (Never stop the press, Vialidad y Almuerzo, que fueron presentadas la semana pasada en edición de bibliófilo), así como los 11 nuevos episodios protagonizados por el poliédrico personaje de Un tal Lucas (1979), especie de álter ego de Cortázar. Lucas, las cartas que recibe y, sobre todo, Lucas, sus erratas (donde el susodicho se obsesiona con ellas, cree que degeneran en ratas y, para pillarlas, encarga a un miniaturista japonés una ratera especial) serían, en opinión de Álvarez, los más felices.

La amistad y bonhomía que caracterizaban a Cortázar le impedían negarse a escribir para y sobre sus amigos. Una decena de esos textos (sobre el sociólogo Ángel Rama, la cantante y actriz Susana Rinaldi...) se unen a otros 11 sobre sus otras grandes inquietudes: la pintura, la escultura y la fotografía. Aparecieron en revistas de todo calibre, calado y geografía.

La capacidad de ingenio de Cortázar ha desbordado a su viuda y al estudioso durante todo el proceso. Tanto, que se han visto obligados a abrir en el libro un capítulo con textos inclasificables, "puro Cortázar", fascinantes juegos verbales que llegan a la categoría de epigramas.

Como la metaliteratura iba intrínseca en el personaje, tampoco ha de sorprender que entre los papeles aparecieran cuatro autoentrevistas. En tres de ellas, quien interpela al escritor es un dúo sarcástico que relativiza todo lo que dice: los buscavidas porteños Calac y Polanco que Cortázar no se pudo sacar de encima desde que les hizo aparecer en la novela 62, modelo para armar.

Amén de 36 artículos sobre literatura, política, viajes i altri (su discurso del acto en que recibió la nacionalidad francesa, por ejemplo), el volumen se cierra (siempre en orden cronológico dentro de cada apartado), con 13 poemas inéditos. Una faceta que el cuestionamiento de sus allegados le hizo mantener en un falso limbo. Sin embargo, en 1956 se compró un mimeógrafo (un antecedente de las fotocopiadoras de hoy) y con él fue haciendo "copias manuales" de sus composiciones poéticas para sus amigos. Uno de esos juegos ha nutrido en buena parte el libro.

El valor de Papeles inesperados es, en opinión de quienes lo conocen, una aportación definitiva en lo humano y lo literario. "El arco vivencial de Cortázar aquí reflejado va desde principios de los años treinta hasta casi 1984; por eso nos permite ver desde el personaje más engolado al más lúdico, del Cortázar profesor de provincias al más político, comprometido y crítico", apunta Julia Saltzmann, editora responsable de Alfaguara en Buenos Aires. "Para mí es, junto con la correspondencia, el otro gran texto autobiográfico, donde se ve la formación de la persona y del escritor; del precortázar al Cortázar famoso", añade.

"Como hay textos de todos los géneros y todos los tiempos, se puede viajar de esa prosa grandilocuente juvenil del personaje, con un punto incluso cursi, a esa liberación retórica del castellano que personificó en uno de los casos más extraordinarios en la literatura del siglo XX", opina Álvarez. Y, para cuando en mayo aparezca el libro simultáneamente en Argentina y España, emplaza, como demostración, a la lectura de Un cronopio en México, una visita que el escritor realizó al país norteamericano en 1975.

Si bien nunca se puede decir nunca jamás, Álvarez no cree que puedan aparecer ya muchos inéditos cortazarianos. O sea, que da pocas esperanzas a que aparezca Soliloquio, la novela juvenil de 600 páginas, que, en cualquier caso, en ese manantial que fue la cómoda de París, no estaba.

03 febrero, 2009

DE PROFUNDIS.....

FERNANDO SAVATER 03/02/2009

Una de las versiones más tradicionales del sentido de la filosofía es que se trata de una preparación para la muerte. Este planteamiento de tanatorio comienza en el Fedón y queda precisado definitivamente por Cicerón, mientras que Montaigne se hace eco de él en sus primeros ensayos y después se va distanciando con cierta ironía. No tanta desde luego como la de Madame du Deffand: "¿Aprender a bien morir? ¡Qué capricho! Yo a todo el mundo le he visto hacerlo a la primera y perfectamente...".

Saber que vamos a morir da que pensar, y a algunos les convierte en pensadores... de por vida
En cualquier caso, nuestra mortalidad tiene un vínculo irrompible con el pensamiento: saber que vamos a morir da que pensar, y a algunos les convierte en pensadores... de por vida. La muerte filosófica por excelencia, claro está, es la de Sócrates: la más célebre de nuestra tradición, junto a la de Jesucristo. Pero hay varias versiones de ella y numerosas interpretaciones, no todas favorables a Sócrates. Emily Wilson las estudia de un modo bastante completo e inteligente en La muerte de Sócrates (Biblioteca Buridán) que lleva un subtítulo muy descriptivo: héroe, villano, charlatán, santo. Omite "sabio", es curioso, aunque así coincide con las reiteradas profesiones de ignorancia del propio interesado. Lo indudable es que cada época intelectual ha tenido su propia versión hegemónica de la muerte socrática, que siempre dice más de las preocupaciones de esos presentes sucesivos que de lo ocurrido en Atenas aquel día del 399 a. C.

Jesucristo murió por todos nosotros, pero luego cada cual tiene que morir su propia muerte; de igual modo, Sócrates murió por y para la filosofía, pero después cada filósofo estira la pata a su modo y según le toca. Un amplio catálogo de estos fallecimientos insignes lo encontramos en El libro de los filósofos muertos, de Simon Critchley (ed. Taurus), que pasa revista a la despedida de ciento noventa pensadores de mayor o menor talla. Su lectura justifica el sarcasmo de Madame du Deffand, porque no hay mucho de sublime en tales fallecimientos y sí bastante de improvisado, como en el de cualquiera: atracones, caídas, enfriamientos, excesos eróticos, atropellos o degeneración senil.

Por cierto, a pesar de que aparecen necrológicas de numerosas mujeres sabias, no se cuenta la muerte de la propia marquesa Du Deffand, que murió muy anciana y ciega: en la agonía, la gran libertina oyó los sollozos del viejo lacayo que le había servido durante medio siglo y exclamó, casi triunfal: "¡Ah, luego me amabas!". Simon Critchley es un pensador interesante, aunque la única obra anterior que conozco de él, Muy poco... casi nada (ed. Marbot), prueba los estragos deconstruccionistas que algunos maestros franceses pueden provocar en el cerebro anglosajón (uno de los capítulos se titula ¿Cómo leería Blanchot a Blanchot si no fuera Blanchot? y cosas así). Más humor demuestra ahora cuando se incluye como último filósofo de su lista, recurriendo para conjeturar su muerte a la más célebre acotación escénica shakespeariana: "Sale, perseguido por un oso".

¿Puede existir una pedagogía de la muerte?

Mar Cortina Selva, presidenta de la Sociedad Española de Tanatología, y Agustín de la Herrán Gascón han preparado un prolijo manual para educación infantil primaria y secundaria titulado La muerte y su didáctica (ed. Universitas). Aunque nos asuste como asignatura, la escuela no puede consentir que todo lo que los niños vayan sabiendo de la muerte les llegue por medio de leyendas piadosas o de tiroteos televisados...

Por su parte, la doctora Iona Heath, en Ayudar a morir (ed. Katz) apoya su larga experiencia en testimonios literarios para tratar de obtener algunas reflexiones paliativas sobre el trance fatal. Tanto ella como John Berger, prologuista del libro, son partidarios de que los pacientes mueran en su casa y rodeados de seres queridos. Montaigne era de otra opinión y decía preferir una muerte lejana entre desconocidos, como si el definitivo desarraigo de la vida exigiera ese ensayo de exilio antes de consumarse...

¿Quién mirará mi rostro después del final, cuando yo no pueda ya mirar? No hay buena muerte, ni mala: sólo muerte, la muerte a secas. A fin de cuentas, ni la filosofía ni nadie puede prepararnos mejor para el trance que algunas palabras sencillas, como éstas de Stanley Cavell: "Lo que nos pasa cuando llega la muerte del cuerpo es lo que le pasa a la música cuando deja de sonar. Hay un periodo de reverberación, y luego nada".