29 noviembre, 2009

FILÒSOFO MICHAEL ONFRAY: "LAS RELIGIONES VIVEN DE LA ANGUSTIA Y DEL MIEDO DE LOS HOMBRES"...


Diferentes caminos han llevado a cientos de hombres y mujeres inteligentes por la opción no-religiosa. Grandes personajes fueron agnósticos como Thomas Henry Huxley, Charles Darwin, y Stephen Jay Gould, o ateos como Richard Dawkins, Carl Sagan, Steven Pinker. Un estudio llevado a cabo por Larson y Whitam en 1998 reveló que el 93% de los científicos más eminentes de los EEUU no creían en un Dios personal, y este resultado es muy similar en los científicos del Reino Unido, según otra investigación. A pesar de lo anterior en la mente de la mayoría de las gentes el adjetivo de ateo es relacionado negativamente.

Tras la publicación en 2007 de un artículo en el diario colombiano El Tiempo sobre la comunidad no creyente de Colombia (agrupada principalmente en el foro de Escépticos Colombia), se preguntó a los religiosos su opinión sobre este sector de la sociedad, a lo cual respondieron que “ellos mantenían ideas ya superadas en el siglo pasado”. Pero a pesar que los ateos son una minoría y que reciben el descrédito y el ataque de los bien financiados líderes religiosos, los ateos no son una especie social extinta. Cabe notar que la mayoría de los Premios Nobel de ciencia son ateos, al igual que la mayoría de la élite intelectual del mundo. Uno de estos intelectuales es el filósofo francés Michel Onfray.

El filósofo Michel Onfray empezó su vida de forma difícil. Nació en un hogar muy pobre, y a los diez años fue abandonado por su madre en un orfanato. A los 28 años sufrió un infarto, y más tarde dos derrames cerebrales. Onfray vive de forma sencilla y alegre. Tiene bloqueada su cuenta, para recibir solo lo que recibiría de jubilación un obrero agrícola. Ve que la vida debe llevarse de manera que pese más el ser que el tener.

Para Michel Onfray las religiones son únicamente instrumentos de dominación y de alienación. Afirma que los tres monoteísmos profesan el mismo odio a las mujeres, a la sexualidad y que detestan la libertad. Actualmente trabaja en la Universidad de Caen, Francia y es autor de 35 libros, de los cuales Tratado de ateología es uno de los más conocidos por el público hispano.
A continuación se presenta un fragmento de la entrevista hecha por Luisa Corradini en Paris el 2007 para el diario argentino La Nación.

Usted afirma que no fue el orfanato lo que lo convenció de que Dios no existe porque a los diez años ya lo sabía. Sin embargo, suele decir también que los adultos que creen en Dios se equivocan. ¿Qué tenía usted a los diez años que un adulto -incluso analfabeto- no tenga a los cuarenta? ¿No es un poco pretencioso de su parte?
No veo por qué debería ser pretencioso o qué es lo que yo tendría de más. Yo no hablo en esos términos. Son los suyos y es su propio juicio de valor. Para ser claro: creí en Dios mientras creía en el Papá Noel. A partir de cierta edad, todo eso me pareció irracional, sin sentido. Eso no quiere decir que fuera un superhombre o un genio precoz. Probablemente solo se trate de temperamento, de carácter inadaptado a las fábulas.

Usted escribe “los monoteísmos detestan la inteligencia”. Pero entonces, ¿qué hacer con todos los genios de Occidente que practicaron alguna de las tres religiones del Libro?
Yo hablo de “monoteísmos” y no de “monoteístas”. El monoteísmo es una ideología que, en sus principios, detesta que la gente piense o reflexione y prefiere que obedezca y que se someta a la Ley, a la palabra de Dios y a sus Mandamientos. Que hay monoteístas inteligentes, no esperé su pregunta para saberlo. Y tampoco he dudado de la inteligencia de ciertos monoteístas cuando son inteligentes.

Dejemos a un lado la Iglesia como institución e incluso la Biblia. ¿Cómo sabe usted que, en verdad, Dios no existe? Podría perfectamente existir. ¿Cómo saberlo? ¿No cree que aceptar la duda sería una actitud más filosófica?

La duda no es filosófica, es metodológica y prepara el terreno a la solución filosófica. En otras palabras, se duda un momento en un movimiento que debe concluir en una certeza. Descartes solo utilizó la duda de esa forma. Conformarse con la duda es detenerse a mitad de camino. Además, la duda es una deshonestidad intelectual. Aquellos que reivindican la duda no tienen problemas en reivindicar la certeza de esa duda. La coherencia del escéptico debería llevarlo hasta a dejar de hablar. Un filósofo tiene la obligación de hacer llegar su pensamiento a algún lado. En todo caso, aquellos que afirman algo (por ejemplo, la existencia de Dios) son quienes deben demostrarlo. De lo contrario, bastaría con afirmar cualquier cosa (que los unicornios existen, por ejemplo), pedir a su interlocutor que pruebe que lo que uno dice es una necedad y, frente a su incapacidad para demostrarlo, concluir que lo que se está diciendo es verdad. De esa forma se podría afirmar que las mesas giran solas, que los platos voladores existen, que los horóscopos dicen la verdad.

Usted critica a “los hombres que se embriagan de ilusiones”. ¿Está mal? ¿Y si eso les permite ser menos infelices? Usted escribe: “El camino de la verdad filosófica es largo y difícil”. Pero hay muchísima gente que nunca tendrá la posibilidad de hacer ese camino. ¿Por qué negarles su propia forma de consuelo a aquellos que creen en algo superior?

Prefiero una verdad que duele a una mentira que calma. Pero cada uno puede preferir el opio de la ilusión a la realidad. Yo le reprocho a la ilusión enemistarnos con la única certeza que tenemos: la vida es aquí, aquí y ahora. Las religiones nos invitan a vivir en la expiación, con el pretexto de que vivir como si uno estuviera muerto aquí nos abrirá la vida eterna una vez muertos. Yo consagro gran parte de mi tiempo -sobre todo cuando creo universidades populares abiertas a todos-, a ofrecer una alternativa filosófica a la propuesta religiosa. Creo que es necesario popularizar la filosofía para reconciliar al hombre consigo mismo, con su cuerpo, su vida, los otros y el mundo, sin que tenga que pasar por todas esas ficciones religiosas.

Cuando un creyente piensa en el universo, imagina una suerte de más allá, donde pone a todos sus seres queridos, sus divinidades y sus ilusiones. Esa dimensión debe de ser imposible de borrar una vez adquirida. ¿Qué hay en la imaginación de un ateo total?

Un mundo exactamente igual de vasto. ¡Qué extraña idea tiene usted del ateo! ¿Lo cree incapaz de imaginación? ¿De vida espiritual? ¡Es curioso que piense en el ateo como una especie de idiota de cerebro limitado, con escasas posibilidades estéticas, emocionales, afectivas y espirituales!
En todo caso, tengo la impresión de que la desaparición de lo sagrado no es inminente. ¿Cree usted en una humanidad sin religión?

Siempre habrá religiones, porque las religiones viven de la angustia y del miedo de los hombres, y porque estamos lejos de haber terminado con los temores existenciales. El ateo está condenado a militar por una causa perdida. Pero poco importa que esté perdida, si es una causa justa. Lo irracional, lo irrazonable, la ilusión, las ficciones disponen de un futuro grandioso, pues el mundo liberal que se prepara en nuestro planeta odia la cultura, que hace retroceder a los mitos, entre ellos, la religión.

Usted escribe: “La autoridad me resulta insoportable; la dependencia, invivible. Las órdenes, invitaciones, pedidos, propuestas, consejos me paralizan”. ¿Cómo hace para organizar su relación con los demás, sobre todo con sus allegados?

Desde los 17 años, (cuando dejé mi familia para vivir sin ayuda alguna) construí mi vida a fin de tener que obedecer -¡y mandar!- lo menos posible. No me pida detalles porque tendríamos que consagrar la entrevista a esta cuestión. Digamos que es necesario evitar el matrimonio y los hijos, los honores, la riqueza y las situaciones de poder. Soy soltero, sin hijos, me importan un bledo las condecoraciones, los puestos honoríficos en instituciones universitarias. Vivo muy bien con o sin dinero, porque el dinero nunca fue una obsesión en mi vida, no soy representante de esto ni de aquello. Trato de no deberle nada a nadie. Vivo de mi pluma, y mis lectores, comprando mis libros, hacen posible esta situación social magnífica, casi una vida de rey.

Usted se declara a favor de un hedonismo del ser y no del tener. ¿Me puede explicar?

Es muy difícil en dos palabras. Digamos que todas las cosas que tienen que ver con la posesión (dinero, situación social, riquezas, propiedades, bienes habituales de la sociedad de consumo) no son un fin en sí mismas. Por el contrario, lo que depende del ser (libertad, amistad, amor, afección, dulzura, serenidad, paz consigo mismo, los otros y el mundo) constituye el ideal de sabiduría hacia el que hay que tender. Disfrutar de una cosa no presenta demasiado interés, disfrutar de un momento de sabiduría es uno de los grandes instantes de la vida.
¿Y cuál es la diferencia entre ese hedonismo y el estoicismo?La oposición entre ambas escuelas suele ser una cuestión de universitarios. Hay que leer las Cartas a Lucilio de Séneca, el estoico. Allí hay cantidad de argumentos epicúreos. En mi libro Contra-historia de la filosofía explico cómo esta oposición entre dos sensibilidades filosóficas fueron instrumentalizadas por Cicerón con fines políticos: era necesario desacreditar a los candidatos epicúreos al Senado, y Cicerón, el estoico, los estigmatizó como voluptuosos e incapaces de ocuparse de la cosa pública. Después, el cristianismo se apoderó de esos argumentos que perduran hasta hoy.

Usted es un filósofo decididamente orientado hacia la modernidad. ¿Qué lugar reserva en su reflexión al psicoanálisis y a las neurociencias? ¿No cree que esta última está terminando con Freud?
Tengo el proyecto de escribir un libro sobre el psicoanálisis que evitará dar poderes absolutos tanto a Freud como a las neurociencias. Rehabilitaré el psicoanálisis como un chamanismo posmoderno, precisando que el cuerpo no es una cuestión de inconsciente psíquico, sino de inconsciente neurovegetativo.
¿Está usted satisfecho de su vida? Quizás sea ridículo preguntarle a un filósofo si es feliz, pero…

¡Pero yo soy absolutamente feliz! De lo contrario dejaría de escribir lo que escribo, de enseñar lo que enseño y de dar las conferencias que doy por el mundo. A menos que fuese un estafador. Y yo sé que en filosofía también existen los estafadores.

Comentarios introductorios por Ferney Rodríguez
Entrevista de Luisa Corradiniwww.sindioses.org

25 noviembre, 2009

SALE A SUBASTA EN BARCELONA UN SONETO MANUSCRITO DE LORCA....


La obra, sin título y dedicada a la violinista catalana Nieves Gas, va ilustrado con un retrato femenino
CARLES GELI - Barcelona - 25/11/2009

A casi 1.000 euros la línea. Ese es el precio que salen de media las 14 líneas del soneto manuscrito que Federico García Lorca dedicó en 1932 a la violinista catalana Nieves Gas y que, con un montante de 12.000 euros de salida, se subasta el jueves en Barcelona. El soneto, sin título pero con la dedicatoria y con 'autobiografía subliminal', va ilustrado con un retrato femenino de un solo trazo y tan estiloso y filiforme como la famosa firma del poeta, con esas 'efe, jota' y 'ele' tan altas y tan queridas por él.

No es un soneto cualquiera, como debía saber su hasta ahora propietario, "un coleccionista nacional", según la reservada información al respecto que ha facilitado a este diario la casa de subastas Soler y Llach. En cualquier caso, el contexto es conocido. Lorca había marchado a Estados Unidos tras su enésimo desengaño amoroso y desesperado ante la difícil asunción de su homosexualidad. En 1932, ya de regreso en España y director de la compañía de teatro universitario La Barraca, realizó el 16 de diciembre una lectura en el hotel Ritz de Barcelona, titulada Nueva York en un poeta, organizada por el exquisito Conferentia Club. Lorca, que explicará y recitará algunos de sus recientes poemas surrealistas, es ya por entonces un autor de renombre. Por ello, entre los asistentes se encuentran personajes como el reconocido crítico de arte y periodista Sebastià Gasch, el vanguardista poeta Josep Vicenç Foix o uno de los grandes nombres de las letras catalanas del momento, Josep Maria de Sagarra.
También está entre los asistentes la joven violinista Nieves Gas quien, junto a su hermana pianista Herminia, era un destacado valor musical catalán de la época. Presentada al poeta al final del acto, a ella irá dirigida un soneto en el que si ya los dos primeros versos se nota la tristeza fruto de la incomprensión de la que se siente rodeado -"Yo sé que mi perfil será tranquilo / en el norte de un cielo sin reflejo" y sigue con un descorazonador "Mercurio de vigilia, casto espejo / donde se quiebra el pulso de mi estilo"- y en el doceavo se acaba describiendo como "libre signo de normas oprimidas". Poeta en la tortura.

17 noviembre, 2009

MARINA: "APRENDER A PENSAR ES UNA COMPETENCIA BÀSICA"...



El filósofo debatió ayer con más de 150 profesores sobre la educación 2.0.El proyecto es una plataforma interactiva para alumnos y docentes.
18/11/2009 EL PERIÓDICO

José Antonio Marina, ayer en el Paraninfo.Foto:JAIME GALINDO Edición impresa en PDF

El filósofo José Antonio Marina señaló ayer que en el esquema de las ocho competencias básicas que la Unión Europea ha seleccionado como básicas para la educación falta la más específicamente europea, la de "aprender a pensar". Por eso se reunió ayer con más de 150 profesores aragoneses con los que debatió sobre los beneficios de enseñar a pensar a los niños y jóvenes con la ayuda de las herramientas que ofrece la web 2.0.

El profesor, que ha centrado su labor investigadora en el estudio de la inteligencia, forma parte del proyecto pedagógico Aprender a pensar que ofrece las bases para realizar trabajos interactivos en una red social para que los alumnos aprendan a pensar. La iniciativa, según Marina, servirá para relanzar el diálogo sobre las competencias e insistió en la necesidad de reivindicar la capacidad de reflexión de los estudiantes como la base que sustenta, recorre y colabora en el desarrollo de las demás competencias (lingüística, científica, numérica, tecnológica, cultural, aprender a emprender, habilidades sociales y ciudadanía).

Además de argumentar las razones para apostar por una educación más reflexiva, Marina detalló los puntos fuertes del proyecto y subrayó la necesidad de promover la filosofía en el ámbito educativo: "Es una plaza pública para hablar y reflexionar, con el objetivo de contribuir a la calidad del debate social sobre temas ético-políticos que competen a todos los ciudadanos, ofreciendo una formación filosófica a profesores y alumnos, a través de las herramientas de comunicación que ofrece la revolución tecnológica".

11 noviembre, 2009

EL MISTERIO SOBRE LA MUERTE DE LORCA, ¿MAS CERCA DE SER RESUELTO?....

REPORTAJE
Fuente: Jorge Vogels 11/11/2009

MADRID/GRANADA (dpa) - "Que le den café, mucho café". Con esta frase en clave se dice que el general franquista Gonzalo Queipo de Llano ordenó la ejecución de Federico García Lorca a comienzos de la Guerra Civil española. El gran poeta y dramaturgo había sido detenido el 16 de agosto de 1936 en la casa de su amigo Luis Rosales y llevado a la sede del gobierno civil de Granada, en el sur del país, acusado de ser un espía al servicio de la Unión Soviética.
Dos días después, el gobernador civil, José Valdés Guzmán, hizo que trasladaran al escritor y a varios compañeros de infortunio en un viejo Buick al barranco de Víznar, cerca de la localidad de Alfacar, para que fuesen fusilados.
Los verdugos se ensañaron especialmente con el autor de "Bodas de Sangre", al que escupieron entre burlas antes de dispararle y arrojar su cuerpo a una fosa común con los demás.

"Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón", se jactó luego su asesino, Juan Luis Trescastro, en el Bar "Pasaje" de Granada.

El autor, uno de los grandes exponentes de la Generación del 27, apenas tenía 38 años. Antonio Machado recordaría después: "Se le vio, caminando entre fusiles/ por una calle larga,/ salir al campo frío,/ aún con estrellas, de la madrugada./ Mataron a Federico/ cuando la luz asomaba./ El pelotón de verdugos/ no osó mirarle a la cara./ Todos cerraron los ojos;/ rezaron: ¡Ni Dios te salva!/ Muerto cayó Federico/ sangre en la frente y plomo en las entrañas./ Que fue en Granada el crimen, sabed,/ ¡pobre Granada!, en su Granada".

Para los franquistas, el delito de García Lorca era ser republicano, "poeta del pueblo" y homosexual. "Ha hecho más daño con su pluma que con una pistola", decían los militares que apoyaban al que se convertiría durante casi cuatro décadas en el dictador del país, el general Francisco Franco (1939-1975). De hecho, en 1931 García Lorca había fundado, junto con el insigne poeta Rafael Alberti (1902-1999), la asociación de intelectuales antifascistas.

Setenta y tres años después de aquel crimen y tras varios años de pleitos legales y administrativos, la apertura de la fosa en la que se presumen los restos mortales del autor del "Romancero Gitano" está en curso. La excavación, solicitada por los familiares de varias de las víctimas allí enterradas, comenzó a finales de octubre. Y aunque oficialmente lo que se busca no es la osamenta de García Lorca, ya que sus descendientes se oponen a la exhumación, la expectación es enorme.
Hasta ahora, sin embargo, los arqueólogos no han desenterrado ningún despojo humano. "No se ha encontrado nada todavía", señalaron a dpa fuentes del gobierno regional de Andalucía, que supervisa los trabajos. "Las excavaciones van con mucha lentitud", precisaron.
Las labores se llevan a cabo alejadas de miradas indiscretas, bajo la protección de una enorme carpa de 200 metros cuadrados instalada en el lugar donde fueron localizadas un total de seis fosas comunes, cuatro de las cuales van a ser excavadas en la fase inicial. En el paraje, conocido como Fuente Grande y hoy convertido en parque, una sencilla piedra al lado de un olivo recuerda al autor de "La casa de Bernarda Alba" y a los demás asesinados. "A la memoria de Federico García Lorca y de todas las víctimas de la Guerra Civil", reza la inscripción.

Se sabe que junto con el poeta, nacido en la cercana localidad granadina de Fuente Vaqueros, fueron enterrados el maestro republicano Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Recientemente se supo, sin embargo, que también podrían yacer allí el inspector municipal de tributos Fermín Roldán y un restaurador granadino, Miguel Cobo Vilches, muerto en 1937.

Pero la gran incógnita es si García Lorca realmente está en aquella fosa. Sus herederos -en concreto, sus seis sobrinos- se oponen a que el cuerpo, de hallarse allí, sea "removido". Sin embargo, la familia se reserva el derecho de identificarlo mediante un cotejo de ADN si lo consideran oportuno.

Esta postura dista de la que mantenían hace poco más de un año, cuando la sobrina-nieta del poeta, Laura García Lorca, anunció tras una negativa de muchos años que ya no impedirían la exhumación. En aquel entonces fue el juez Baltasar Garzón el que ordenó la apertura de la fosa, en el marco de una investigación de los crímenes del franquismo que luego no prosperó.
La familia del autor de "Yerma" argumenta que su oposición se debe a que no quieren que Lorca destaque por encima de otras víctimas anónimas -se habla de varios centenares- en aquel paraje. "Lo que queremos es defender la dignidad y la memoria de nuestro tío", dicen.

Por si acaso, los herederos del poeta y dramaturgo lograron que la zona fuera declarada un cementerio, de manera que sus restos podrían permanecer allí.
Pero hay quienes piensan que el verdadero temor de los sobrinos es que se abra la fosa y el cuerpo de Lorca no esté allí, ya que eso alimentaría todo tipo de conjeturas que ya llevan tiempo circulando.
Se especula, por ejemplo, con que la familia recuperó el cuerpo poco después de la ejecución y que lo enterraron en la Huerta de San Vicente, donde hoy se encuentra una casa-museo del autor. Otros afirman que en realidad no fue fusilado y que murió en 1954, después de quedar mudo...
"Todo eso es absolutamente disparatado", repite una y otra vez Laura García Lorca. "Incluso se dijo que el cuerpo está oculto en mi casa de veraneo en Nerja", critica.
Lo cierto es que, en opinión de algunos expertos, los restos de García Lorca podrían ser reconocidos a simple vista, ya que el poeta tenía dolicefalia, es decir, un cráneo más grande de lo normal. Algo similar ocurre con el cuerpo de Galindo, "el maestro cojo de Pulianas", al que le faltaba una pierna. Pero también los familiares de éste se oponen, de momento, a la exhumación. Los descendientes de las demás víctimas, en cambio, la apoyan.
En todo caso, el pacto de confidencialidad suscrito con el gobierno andaluz estipula que sólo se harán públicos los datos que las familias permitan.

Esta incertidumbre carcome a muchos expertos y también a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que lleva años abriendo fosas en busca de las 120.000 víctimas de la Guerra Civil que todavía yacen en zanjas y cunetas a lo largo y ancho del país.
Para esta asociación, García Lorca es el mayor símbolo de la represión franquista. "Él se merece un funeral de Estado", dice su presidente, Emilio Silva. Lo mismo opina el escritor Manuel Vicent, quien lamentó que el poeta siga sepultado en una fosa "como un perro". "Es imprescindible enterrarlo con toda la gloria para que nuestro país se recupere de la degradación que supuso su muerte", sentenció.
Así lo cree también el hispanista irlandés y biógrafo de García Lorca, Ian Gibson, que lleva décadas dedicado al estudio de su figura y que en 1971 descubrió el lugar donde se presumen los restos del poeta gracias a las revelaciones que le hizo Manuel Castilla, "Manolo el Comunista", el hombre que lo enterró aquel día de agosto de 1936.
En sus palabras, la exhumación serviría además para sacar a García Lorca "de ese indigno lugar y recuperar la memoria de su asesinato".
"Los Lorca creen que el desaparecido más célebre y quizás más llorado de la Guerra Civil, el segundo embajador de España más importante después de Miguel de Cervantes, es de su propiedad", critica. "Pero no es así. Lorca no pertenece a su familia, sino a la humanidad".

"Queremos saber si lo torturaron, si le reventaron el cráneo con la culata de un fusil, como se ha alegado. Defraudarnos a estas alturas, escamotearnos la verdad, no decirnos, como mínimo, si ésta o no está, sería de una crueldad indecible", sostiene Gibson.

Hace unos días, el hispanista irlandés quiso visitar la fosa, que vio por última vez hace unos 40 años. Pero los vigilantes privados que custodian el recinto le negaron la entrada. "Fue una situación entre tensa y triste", comentó resignado.

A la derecha política en España, la apertura de fosas comunes de la Guerra Civil nunca le ha gustado, ya que a su juicio únicamente sirve para abrir viejas heridas. En esta línea, el escritor Juan Manuel de Prada sostuvo recientemente que "lo de García Lorca servirá para que Gibson o cualquier otro fetichista lorquiano se haga la foto con la calavera". En sus palabras, "lo que se quiere en el fondo es azuzar odios dormidos".

09 noviembre, 2009

PUBLICAN POLÈMICA ANTOLOGIA SOBRE EL ATEÌSMO...


El libro "Dios no Existe", antología de artículos de pensadores y escritores de todas las épocas, es otra acción militante contra la religión, fuente de violencia y sumisión para el recopilador británico Christopher Hitchens.
Dios ha muerto: así lo sentenció F. Nietzsche en su libro La gaya ciencia, en 1882, hace ya más de un siglo. Sin embargo las discusiones contemporáneas en torno al pensamiento religioso y a la presencia de dios en las prácticas humanas parecen contradecir aquella proclama e inaugurar el retorno de un problema filosófico que la modernidad, suponíamos, había despachado para siempre. Gianni Vattimo, Richard Rorty, Juergen Habermas, Jacques Derrida, Hans Gadamer, entre otros, escriben, discuten, se reúnen en mesas redondas o en conversaciones teóricas para hablar de religión y entonces Dios, la Biblia, lo sagrado, la trinidad, Moisés o la fe vuelven a formar parte de una batería conceptual filosófica que creíamos perimida. ¿Por qué? ¿Cuál es la necesidad de este retorno? ¿No era claro que el pensamiento crítico exige el fin de las religiones o de cualquier otra forma de clausura trascendente? ¿No alcanza con la ciencia para la verdad, con el acuerdo para la moral, con la democracia para la política o con el psicoanálisis para la angustia existencial?
Después de Nietzsche, de Freud y de Marx, ¿es necesario volver a pensar en Dios o en la religión o en una fuerza divina para edificar nuestro pensamiento humano? A lo largo de la modernidad, y en particular en el siglo XX, aprendimos a pensar sin dios: la antropología, la política, la sociología, el psicoanálisis, la pedagogía, en fin, todas las formas contemporáneas del pensar excluyen a dios de su cuadrícula de explicaciones. ¿Cuáles son las razones de este retorno de lo religioso en la reflexión teórica? No hay dudas que habitamos el fin de una época. La crisis del pensamiento moderno, anunciada en miles de páginas bajo el prefijo pos (posmodernidad, poshumanismo, posindustrial, etc.) implica un giro y una metamorfosis en los conceptos y valores sobre los que se había edificado el sentido de las prácticas humanas desde el siglo XVII en adelante. Después de la muerte teórica de Dios, asistimos al fin de la Verdad, de los grandes relatos, de la objetividad, de la historia, de las ideologías, de la ética humanista.
El pensamiento contemporáneo parece referir a la caída como un modo de afirmar la incertidumbre a la que está expuesto cuando pierde el andamiaje que le brindó la razón por más de trescientos años. La demolición del edificio moderno deja escombros: culpas, ausencias, reconstrucciones, críticas, obsesiones, abandono, reordenamientos. El fin de la metafísica y el nihilismo que le sigue, anunciado por Nietzsche y luego por Heidegger, es uno de sus efectos. La necesidad de una nueva ontología es otro. Deleuze, Badiou, Sloterdijk, Negri, Baudrillard, entre tantos autores, se hacen cargo de la devastación moderna y, sin la necesidad de Dios, elaboran toda una siderurgia teórica para fraguar los cimientos filosóficos en un nuevo suelo. Es en esta perspectiva de reconocimiento del fin de la metafísica en la que se ubica el filósofo italiano Gianni Vattimo. Pero, lejos de aquellos teóricos que prescinden de Dios, Vattimo vuelve sobre el pensamiento religioso y afirma que el nihilismo posmoderno, el "pensamiento débil" tal como él lo llama, es la "verdad actual del cristianismo".
Esto, lejos de tener una mirada crítica sobre la época contemporánea, es una afirmación positiva en tanto supone la caída de los grandes relatos, el derrumbe de la verdad objetiva de la ciencia, y con ello, la posibilidad de la interpretación y la emergencia de la diferencia. Si la verdad es una "experiencia de participación en una comunidad", la diferencia en las distintas interpretaciones es posible gracias a la verdad del amor, la caridad. El suponer una verdad objetiva, es decir trascendente a la historia, es la fuente de los fundamentalismos; la hermenéutica, como posibilidad de interpretación, es la experiencia de una existencia histórica, no sólo de la verdad, sino también de los hombres. Por ello, para Vattimo, la encarnación de Dios en Cristo, es "la renuncia a su propia trascendencia", es decir, el despliegue de un cristianismo antimetafísico, donde Dios es mundano, está rebajado y fuera del cielo, y lejos de ser una verdad objetiva que debe imponerse como único fundamento, es un mensaje histórico de salvación, es decir, de interpretación. Desde esta perspectiva, la muerte de Dios anunciada por Nietzsche, puede ser vista como "la muerte de Cristo en la Cruz narrada por los Evangelios".
El nihilismo es el fin de la metafísica y el imperio de la diferencia, sólo posible a través del amor. Es decir, frente a la intolerancia de los fundamentalismos, Vattimo propone a la caridad cristiana como el único valor que nos permite aceptar las diferencias y reducir la violencia. La religión retorna, en el pensamiento del filósofo italiano, como "no-religión", es decir, no como un dogma ni como institución indiscutible. Frente a posiciones como la de Vattimo, donde lo religioso es visto y recuperado a partir del fin de la modernidad, otras lecturas insisten en llevar a juicio a Dios y someterlo al tribunal de la razón. El motivo principal de estas interpretaciones de corte iluminista es el de enfrentar a los totalitarismos políticos de base religiosa, donde el fundamento divino trasciende necesariamente las fronteras de la religión y se hace violencia terrorista, atentado y muerte.
La caída de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, además de una reflexión sobre sus derivaciones en la política de Occidente, abrió nuevamente el debate sobre la existencia de Dios y los efectos que producen las creencias religiosas en la vida de los hombres. Lejos de abandonar los postulados de la modernidad, aquí se afirma el poder de la razón y la verdad de la ciencia como un principio que permite desarticular el oscurantismo religioso y demostrar la falsedad de todos sus enunciados. Es decir, "aumentar las luces", como afirma el filósofo Michel Onfray en su Tratado de ateología (Ediciones de la Flor, 2006), insistir con el iluminismo moderno, llevarlo al extremo, con el fin de liberar a los hombres de la barbarie y la ignorancia.
Se trata, de alguna manera, de seguir manteniendo la vocación higiénica que la modernidad manifiesta respecto de las creencias religiosas, mediante la claridad argumentativa y la verdad luminosa que la razón nos ofrece. Si el fanatismo del creyente produce guerras, atentados, y muerte; si bajo el nombre de Dios se llevan adelante sacrificios, mutilaciones o abusos; si los argumentos religiosos se oponen a los argumentos de científicos, no se trata entonces de incorporar a Dios de un modo más pacífico y privado, sino de demostrar una y otra vez la falsedad de su existencia; de comprender que todas las religiones no son más que supersticiones inventadas por los hombres con el fin de seguir sosteniendo una forma de dominio cruel sobre sus semejantes.
Esta es la perspectiva que sostiene el libro Dios no existe. Lecturas esenciales para el no creyente del escritor y periodista inglés Christopher Hitchens (Debate, 2009). Este ensayo, de reciente aparición, es una extensa antología de textos que van desde Lucrecio, poeta y filósofo romano del siglo I a. C., hasta autores del siglo XXI, donde todas las reflexiones elegidas comparten un pensamiento crítico y en muchos casos devastador en contra de la existencia de Dios. En la introducción, Hitchens afirma de inmediato su mirada sobre la religión y la preocupación que lo lleva a publicar su libro: la creencia en Dios es una peste (el texto comienza con una referencia a la novela de Albert Camus) y "esta antología pretende identificar y asilar esos bacilos con mayor precisión". Con la misma urgencia, refiere a los atentados con coches bomba del año 2007 en Londres (su ciudad natal), donde en nombre de la religión "el odio y la violencia están envenenando todas las vidas".Es decir, el libro se presenta no sólo como una defensa del ateísmo militante que el autor sostiene, sino como una necesidad de tomar conciencia de los efectos terroríficos que produce la religión en la vida contemporánea.
Este libro es, en cierta forma, la continuación de un libro anterior de Hitchens (Dios no es bueno. Alegato contra la religión, Debate, 2008) donde el autor, luego de un análisis crítico de la religión y sus efectos –"La religión mata", "La religión como pecado original", "¿Es la religión una modalidad de abuso de menores?", son algunos de sus capítulos– hace un llamado a la resistencia de la razón y a la necesidad de una nueva Ilustración que sostenga como único objeto de estudio, no a Dios o sus mesías o a sus libros sagrados, sino al hombre y la mujer. Sin embargo, y a pesar de la claridad que brinda la ciencia actual, Hitchens cree que es "necesario también conocer al enemigo [dios]... y disponerse a combatirlo". Es en esta batalla ilustrada que se inscribe Dios no existe, ya no como un alegato sino como una genealogía del ateísmo que incluye a autores de las diversas ramas del pensamiento y de los distintos períodos históricos de la cultura occidental. Desde la prosa de los Rubáiyat, de Omar Jayam, de fines del año mil a la voz de Darwin en su Autobiografía; filósofos como David Hume o Karl Marx; escritores como Joseph Conrad, George Orwell o John Updike; S. Freud, Carl Sagan, Anatole France, Einstein, Lovecraft o Mark Twain, en una extensa y muy completa reconstrucción cronológica de pensamientos que, de un modo u otro, criticaron la idea de Dios o directamente afirmaron su inexistencia.
La antología finaliza con la escritora de origen islámico Ayaan Hirsi Ali quien actualmente vive oculta y amenazada de muerte por la yihad por su defensa de los derechos de las mujeres musulmanas. Su artículo "Cómo (y por qué) me hice infiel" es un pequeño ensayo autobiográfico que describe el camino que la condujo de la sumisión religiosa musulmana al ateísmo que hoy sostiene. No es sólo un pensamiento sino la descripción de una práctica concreta de abandono de la idea de Dios, una emancipación que tuvo a la razón como guía y el respeto a sí misma como "brújula moral". Una experiencia de infidelidad que Christopher Hitchens elige para cerrar su libro, acaso como una forma de decir que no sólo es posible vivir sin Dios, sino que, tratándose del "enemigo más antiguo de la humanidad", es vital y necesario.
Para sostener la religión o para devastar definitivamente el poder de dios, lo cierto es que la filosofía del siglo XXI sigue administrando las consecuencias del fin de la modernidad y el ingreso a una nueva época para la que aún no tenemos un pensamiento. El resurgimiento de ciertos problemas es un signo de la devastación teórica con la que nos enfrentamos. Mientras tanto la razón y la fe siguen intercambiando sus cartas y acusándose mutuamente de los monstruos que producen.

08 noviembre, 2009

LA OBSESIÒN DE KUBRICK....

Una obsesión
Stanley Kubrick se apasionó por la figura de Napoleón (en la imagen, 'Napoleón en Fontainebleau' (1846), de Paul Delaroche). Aunque no sabemos cuándo empezó esa pasión, sí sabemos que a partir de 1967 el director neoyorquino comenzó a acumular ideas y miles de documentos para rodar una película sobre el militar francés. El proyecto no llegó a hacerse realidad, pero sí dejó una vasta cantidad de material que la editorial Taschen recupera diez años después de la muerte del cineasta.
2009-11-08

88 cajas de documentos
Kubrick acumuló miles de documentos guardados en 88 cajas en su casa del norte de Londres. Entre ellos hay fichas de acontecimientos, cuadernos de anotaciones, fotos de posibles localizaciones, dibujos de vestuarios, imágenes de la época… Numerosas personas le ayudaron a reunir toda esa información, desde el que iba a ser productor del filme, Jan Harlan, hasta expertos en historia napoleónica de la Universidad de Oxford.
ARCHIVOS KUBRICK - 2009-11-08



Todos los detalles
El filme iba a durar más de tres horas y se requería un presupuesto desorbitado, una de las razones por las que la productora MGM se desentendió en septiembre de 1969. Otro factor que acabaría por frustrar el sueño de Kubrick fue el escaso éxito que alcanzó el estreno de 'Waterloo', de Sergei Bondarchuk, en 1971. Para entonces, el director no había olvidado ningún detalle, tampoco el vestuario de la emperatriz Josefina, un personaje que le fascinó tanto como el propio Napoleón.
ARCHIVOS KUBRICK - 2009-11-08


El 'no' de Audrey Hepburn
Para el papel de Josefina, Kubrick pensó en Audrey Hepburn, que lo rechazó en una carta (en la imagen). También sonaron, en el resto del reparto, nombres como los de Peter O’Toole, Alec Guiness, Peter Ustinov, Charlotte Rampling o Jean-Paul Belmondo. En 1868, Kubric ofreció el papel protagonista a Oskar Werner; otras opciones eran Ian Holm y David Hemmings.
ARCHIVOS KUBRICK - 2009-11-08


Tras las huellas de Napoleón
"Vete a todo rincón al que pudo ir Napoleón y fotografíalo", le dijo el cineasta a su asistente Andrew Birkin. Y eso hizo él. La cámara de Birkin captó desde el salón del trono de Fontainebleau (imagen de la derecha) hasta Santa Helena, la isla atlántica donde el emperador, destronado y exiliado, murió en 1821.
ARCHIVOS KUBRICK - 2009-11-08


Disciplina marcial
Una de las cosas que más pareció interesar al cineasta de Napoleón fue su faceta militar. "Un soldado de éxito, un alumno de filósofos, Napoleón detestaba el feudalismo, la desigualdad civil y la intolerancia religiosa" dice una nota subrayada por Kubrick del libro 'Napoleón' del historiador Georges Lefebvre. El director planificó cada escena del filme con la minuciosidad con la que Napoleón planificó sus numerosas batallas. En la imagen, 'El paso del Berezina' (c. 1859), de Enero Suchodolski.
2009-11-08


Realismo en el campo de batalla
Kubrick recopiló y confeccionó los distintos uniformes de los ejércitos participantes en las guerras napoleónicas. Rumania, donde se iban a localizar algunas batallas, estaba dispuesta a ceder parte de su Ejército para el rodaje. "10.000 soldados con sus caballerías aquí, 40.000 de infantería allá", escribió el cineasta en otra de sus anotaciones para la película.


Material inédito
El libro 'Stanley Kubrick’s Napoleon: the greatest movie never made [la mayor película nunca realizada]', de Alison Castle y editado por Taschen (diseñado en caja facsímil por el estudio M/M de París), incluye parte de lo guardado en los Archivos Kubrick sobre la preparación del filme. Una vez acabado el libro, el material se donó a la University of Arts de Londres. Además de artículos de expertos y análisis del guión, de casi 200 páginas, se presentan por primera vez íntegras las transcripciones de la charlas de Kubrick con el historiador Felix Markham, en las que iba resolviendo duda tras duda.
TASCHEN - 2009-11-08

REPORTAJE

LOLA HUETE MACHADO 08/11/2009
El director leyó cientos de libros, acumuló Documentos, se asesoró? le interesaba Napoleón, el hombre, el soldado, el emperador; su poder y caÍda. Pero no encontró productor para su película. Durante años Kubrick guardó en su archivo ese material, como huellas de una pasión nunca olvidada. Diez años después de su muerte, todo sale a la luz.

"Es imposible amar y ser prudente". La frase de Francis Bacon, filósofo del siglo XVII, aparece subrayada por Stanley Kubrick, director de cine del más puro XX, en uno de esos cuadernos de notas que usaba con profusión mientras soñaba con llevar a la pantalla a Napoleón, personaje decisivo del XIX. Y Bacon debe tener razón. Tanto amó Kubrick a Napoleón que se obsesionó con hacerlo suyo y trasladarlo a su territorio. "Qué gran novela mi vida", dijo una vez de sí el que fuera emperador francés. Según Kubrick, de haber existido el cine entonces, lo dicho sería más bien: "Qué gran película mi vida". Kubrick no paró en años de planificar el filme con la minuciosidad con que Napoleón debía preparar cada una de sus batallas, que fueron muchas, gloriosas y dramáticas, privadas y públicas, en su medio siglo de vida, de 1769 a 1821.


Un agitado y corto espacio temporal que le dio mucho de sí: pasó de conquistar Europa ("Napoleón sopló sobre Prusia y Prusia dejó de existir", escribía Heine; "Siempre él, en todas partes, él", opinaba Víctor Hugo) a morir vencido, solo y desterrado a la isla de Santa Helena... "¿Qué es la guerra? Un oficio de bárbaros, donde todo el quid está en ser más fuerte que el adversario en un punto determinado", concluía el genio militar.

"Lo que tenía en sus archivos sobre Napoleón superaba a lo de otros filmes"
"He intentado hacerle justicia con este libro, acabar su sueño"
"Napoleón me fascina, nuestro mundo es el resultado de su obra"
La película sí se hizo, estaba entera en la imaginación de Kubrick


Fortaleza. Tenacidad.
De eso sabía también el director norteamericano que se zambullía hasta el fondo en todo lo que tocaba. Kubrick supo alejarse del fragor social de Hollywood, se instaló en exilio voluntario en el Reino Unido ("Tengo esposa, tres hijos, tres perros y siete gatos. No soy Frank Kafka sentado en soledad y sufriendo"), luchó con originalidad por su independencia y libertad creativa, y se salió (casi) siempre con la suya haciendo 13 de las películas más personales de la historia del cine al grito de: "Si no estás enamorado del asunto, déjalo... Ya hay demasiadas películas mediocres". O mejor: "Desde el inicio hasta el final de una película, mis únicos límites son aquellos que me imponen la cantidad de dinero de que dispongo para gastar y la cantidad de sueño que necesito. Algo te importa o no te importa, y sencillamente no sé dónde marcar la frontera entre esos dos puntos".
Y fue, primero, el dinero el que le falló en Napoleon, cuando el presupuesto estimado para sus mínimo tres horas de película comenzó a rozar el cielo millonario de las superproducciones de la época, y cuando la productora MGM se desentendió del proyecto en septiembre de 1969. Y segundo, la inoportunidad, cuando se les adelantó en 1971 y fracasó otro filme sobre el asunto, Waterloo. Atrás quedaban, perdidos, los esfuerzos de documentación y producción de muchas personas. Hasta los viajes empleados en localizar y encontrar países (como Rumania) dispuestos a ceder su Ejército durante días para un rodaje de tales dimensiones. "10.000 soldados con sus caballerías aquí, 40.000 de infantería allá", se lee en otra de esas notas manuscritas que Kubrick dejaba por todos sitios.

Parecía hasta ahora que todo eso era esfuerzo malgastado. Que Napoleon era otra película non nata. Pero no. Al cumplirse una década de la muerte de Kubrick en 1999, sale a la luz una obra elaborada por la norteamericana Alison Castle que lleva por título Stanley Kubrick's 'Napoleon': the greatest movie never made [la mayor película nunca realizada]. "Cuando comencé mi investigación para los Archivos de Kubrick en 2002 [libro publicado también por Taschen en 2005], me quedé estupefacta ante la ingente cantidad de material sobre Napoleón que permanecía en la residencia de Kubrick; en volumen sobrepasaba al que había sido conservado de muchas de sus películas concluidas". El libro, en formato facsímil y cofre del tesoro, incluye parte del material que Kubrick preparó para armar su obra. "He intentado hacerle justicia, presentar y terminar el que era su sueño", dice.

Así, en diez libritos, se encuentran, entre otros, el guión último del director, de 1969 (aunque con él nunca existió el concepto de "último"); la libreta de producción; la descripción de las escenas desde su etapa como general a los 26 años hasta su muerte, pasando por su periodo de cónsul, emperador, jefe de un ejército invencible, el divorcio de Josefina, la derrota y la invasión de Francia. Hay cartas a los actores deseados (Audrey Hepburn sería Josefina), fichas con acontecimientos identificados día a día; un banco de datos con 17.000 imágenes de personajes; fotos y dibujos de los modelos de uniformes de los distintos ejércitos, armas y vehículos, los escenarios en los que Napoleón estuvo algún buen o mal día... Una empresa de factura napoleónica, sin duda. Un genio auscultado por otro genio. Valga una imagen: Kubrick en su mansión, de noche, leyendo libros sobre el corso, viendo películas sobre su vida, almacenando datos, pariendo ideas, estrategias, nuevas técnicas de rodaje y de iluminación... Modos de abordar el proyecto. ¿No hacía algo así también Napoleón?

"Kubrick conocía el valor de la información acumulada y no quiso separarse de ella, incluso mucho después de haber perdido la esperanza de realizar el filme", cuenta Castle, devota del director desde joven. Y cuenta que Kubrick, de hecho, nunca cedió aquello a nadie para que fuera otro el que lo convirtiera en cine. Su sueño y su deseo, el guión, eran suyos. Sólo suyos.

Cuando le preguntaban al realizador por qué le interesaba tanto el personaje, él contestaba que su historia era perfecta: un héroe, muchas batallas, amor frustrado, mucho sexo y violencia y traición...: "Me fascina. Su vida se ha descrito como un poema épico de acción. Su vida sexual era digna de Arthur Schnitzler. Fue uno de esos hombres raros que trastocan la historia y moldean el destino de su época y de las generaciones venideras en un sentido muy concreto, nuestro propio mundo es el resultado de Napoleón, del mismo modo que el mapa geopolítico de Europa es el resultado de la Segunda Guerra Mundial. Y no hay que olvidar que nunca se ha hecho una película buena o precisa sobre él. El puro drama y la fuerza de su vida es una temática fantástica para una biografía cinematográfica. Si nos olvidamos de todo lo demás y nos fijamos sólo en la relación sentimental con Josefina, por ejemplo, tenemos ante nosotros una de las pasiones obsesivas más grandes de todos los tiempos... De manera que la película no será una simple reconstrucción histórica polvorienta".
No parece que pensara Kubrick en otro Napoleon estilo Abel Gance. Otra nota subrayada en la obra Napoleon de Lefebvre: "Un soldado de éxito, un alumno de filósofos, Napoleón detestaba el feudalismo, la desigualdad civil y la intolerancia religiosa". Había muchas cosas de él que le gustaban.

El inicio de su pasión napoleónica no se conoce, pero sí la fecha del proyecto cinematográfico como tal. Fue en 1967, cuando Kubrick se encontraba en fase de posproducción de 2001, una odisea del espacio; ahí, con la mente ya regresando de tanto viaje futuro, puso sus ojos en el pasado. Acumuló ya entonces ideas sobre el pequeño gran corso de ardor guerrero y mano en el pecho, algunas muy detalladas que, con el tiempo, se convertirían en esos miles de documentos guardados en 88 cajas en su casa de Childwickbury Manor, al norte de Londres, allí donde él mismo está enterrado.

Y con esta obsesión vivió Kubrick hasta 1971, año en que empezó a perder toda esperanza de culminación y se desvió hacia otros territorios con La naranja mecánica primero y Barry Lyndon después, pero sin abandonar nunca su tema: cómo las emociones son siempre, antes o después, más fuertes que la razón, seas quien seas; cómo el error y el azar se entrecruzan en la historia; cómo la violencia siempre ronda. Entre ese principio ilusionado y ese final desolado, Kubrick se desvivió, como siempre hacía... Encontró muchas manos de ayuda -Jan Harlan se encarga de la producción, famosos expertos en historia napoleónica le asesoran, graduados en Historia de Oxford le nutren de datos, su asistente se va a fotografiar espacios-, mientras él no deja de soñar (y así lo anota) con campos de batallas en los que se luchaba y moría en gigantesca coreografía; con despachos de empaque decimonónico en Italia, Egipto, Rusia, Prusia o Francia; con campamentos levantados por soldados ateridos y pueblos arrasados.

Allí donde se combatiera, se intrigara o se reunieran hombres de mayor o menor genio político quería Kubrick posar su mirada; allí donde se hicieran o deshicieran tratados; en palacios versallescos o en alcobas con dependencias secretas donde beneficiarse a cualquier dama en cualquier momento. "Dile que espere', dijo el emperador. Media hora después, Rustum apareció de nuevo para recordarle que la actriz estaba aún esperándole. 'Dile que se vaya desnudando', respondió el emperador, y retornó al asunto que ocupaba su atención. Cuando Rustum apareció por tercera vez, Napoleón le miró con impaciencia y ordenó: 'Dile que se vaya"; éste es otro de los pasajes marcados en Los ochenta días de Napoleon, de D. J. Goodspeed. Cómo no prendarse de tal y tanto material.

Por no hablar de sus sueños con ella, con Josefina. "A juzgar por el rol garantizado a la emperatriz (que no era simplemente para introducir escenas eróticas), uno se pregunta si Kubrick no estaba al final un poco enamorado de ella", comenta el historiador Jean Tulard en el libro. Fue tanta la pasión por la historia y tan poca la vía de escape que es de imaginar, así lo dice Harlan, que Kubrick mantuvo siempre el rescoldo de Napoleon encendido. Como le ocurrió al emperador con Josefina, con la que, a pesar de infidelidades y venganzas mutuas, de tormentos y divorcios, soñó en la hora de la muerte. "Quizá Napoleón habría sido mejor hombre de haber sido amado más y mejor", anota Kubrick en las Memorias de Madame Rémusat.

Así, para expertos y no tanto, es ahora esta obra de Castle un botín: incluye una selección de artículos que muestran el trabajo de Kubrick, su interpretación dramática de la vida de Napoleón (Eva-Maria Magel), las transcripciones de las conversaciones con el mayor experto del momento, el historiador de Oxford Felix Markham (que fueron encontradas casualmente y son reproducidas en su integridad y decodificadas por Geoffrey Ellis), un recorrido por un siglo de filmes napoleónicos (Tulard) y hasta un análisis del rigor histórico del guión de Kubrick: "Pasa raudo por el periodo del consulado; obvia, sorprendentemente, las relaciones con la Iglesia católica, se olvida del personaje de la amante de Napoleón, Maria Walewska...", cuenta Ellis. "Kubrick estaba más interesado en el soldado, en su motivación psicológica y su sentido de la estrategia como conquistador militar, que en el ejecutivo, el legislador, o en el del monumental legado civil a Francia... Usa una imagen poco romántica, de un realismo duro, incluso brutal".
Y visto todo esto en su conjunto, aquí está la evidencia: el filme, en realidad, sí se hizo. De principio a fin, plano a plano, escena a escena. La película está construida en la imaginación del Kubrick de 1969, tal como muestra todo este material leído, consultado o almacenado o las conversaciones insistentes con el experto Markham, para no dejar pasar ningún detalle, que no quede duda sin resolver, resquicio por el que pueda colarse la imperfección en la recreación de un tiempo revolucionario y turbulento."¿Era supersticioso Napoléon? ¿Tenía sentido del humor? ¿Era ingenioso y buen conversador? ¿Bebía, comía, leía mucho?", le pregunta una y otra vez a Markham. Y éste va contestando. La fuerza y la debilidad. Cómo obtuvo el poder Napoleón, lo extendió, lo ejercitó y lo perdió.

Kubrick. Una vez leí en un libro sobre psiquiatría que el hombre es un animal de ataque o retirada y que cualquier cosa entre ambos le produce un gran estado de ansiedad. Pienso que lo que Napoleón no podía tolerar era ese impasse; si estaba en el camino, en acción, sabía lo que debía hacer, ejecutaba sus batallas maravillosamente. Y si estaba atacando no sabía cómo temporizar. En verdad, no sabía cómo sobrevivir cuando ni atacaba ni retrocedía.

Markham. Es verdad, especialmente, cuando ha alcanzado la gloria. La idea de descender era imposible de contemplar para él. Ésta es una razón por la que no firmó un compromiso de paz en 1813.

K. Sospecho que no habría sido un buen jugador de ajedrez, incluso aunque jugara mucho, porque una de las claves es reconocer que hay momentos en los que no hay ni movimientos de ataque ni de defensa. Ese intermezzo lo llaman los alemanes zwischenzug. Son los movimientos que a menudo marcan la diferencia en las grandes partidas, porque realmente no tienes nada que hacer. Es una posición complicada.

M. Esperas a que otro cometa un error. K. Tienes que hacer un movimiento que lo parezca, pero que en realidad no haces nada. Ésa era su debilidad...

M. Sí, militar y políticamente. Como dijo Wellington, en la campaña de 1814 fue demasiado impaciente, de haber tenido más paciencia podría haberlo conseguido. K. Te das cuenta de que cuando Napoleón esta yendo en una dirección, arriba o abajo, no parece demasiado infeliz, incluso cuando va a Elba... Creo que una de las claves de su personalidad es esto: encuentra insoportables las situaciones intermedias.

M. Es todo o nada. K. ... Obviamente, si le dan a elegir, él va siempre hacia delante, ya sabes.
Y así, una y otra vez. Infatigable Kubrick.
Como dijo de él otro grande del cine, Federico Fellini: "Kubrick puede contar todas las historias que quiera sin por ello dejar de contarse a sí mismo".

'Stanley Kubrick's Napoleon: the greatest movie never made', Taschen. Volumen de 10 libros, incluido el guión último preparado por Kubrick. http://www.taschen.com/
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El 'Napoleón' que imaginó Kubrick
FOTOS - TASCHEN - 06-11-2009
El libro 'Stanley Kubrick’s Napoleon: the greatest movie never made [la mayor película nunca realizada]', de Alison Castle y editado por Taschen (diseñado en caja facsímil por el estudio M/M de París), incluye parte de lo guardado en los Archivos Kubrick sobre la preparación del filme.

Una vez acabado el libro, el material se donó a la University of Arts de Londres. Además de artículos de expertos y análisis del guión, de casi 200 páginas, se presentan por primera vez íntegras las transcripciones de la charlas de Kubrick con el historiador Felix Markham, en las que iba resolviendo duda tras duda.- TASCHEN
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En razòn de que he recibido varios correos preguntando donde conseguir el libro, aquì les dejo un enlace que los llevarà al sitio con muchas informaciones importantes:

07 noviembre, 2009

"HISTORIA DE MI VIDA": GIACOMO CASANOVA....

El club Casanova
FIETTA JARQUE 07/11/2009

Vivió la vida sin planes ni proyectos, disfrutando de lo mejor que le ofrecía cada momento. Las memorias de Giacomo Casanova, que aparecen por primera vez en España en su versión completa y anotada, revelan a un personaje superior a su leyenda .

La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, un grupo de cinco o seis personas se reunía en Barcelona a celebrar algo muy distinto al Día de los Difuntos. Rememoraban, como cada año, la fuga de Giacomo Casanova de la prisión veneciana de Los Plomos, una noche sin luna de 1755. "Hacemos una pequeña ceremonia", dice Marina Pino, con discreción. "Y comemos macarrones con mantequilla". Es una referencia a uno de los trucos que usó para la fuga más comentada del siglo XVIII, de una cárcel hasta entonces -y desde entonces- inexpugnable. En aquel episodio, el ingenio de Casanova ideó una manera de enviar al padre Balbi -recluso en otra celda y al que hizo cómplice de la evasión- un cerrojo de hierro con el que debería culminar desde fuera el butrón por el que ambos escaparían. Lo escondió en el lomo de una Biblia que debía devolverle, pero, como sobresalía unos centímetros, quiso disimularlo. Pidió a Lorenzo, el carcelero, dos grandes platos, preparó unos maccheroni con mucha mantequilla y queso parmesano. Quería enviar al clérigo el plato en agradecimiento por el préstamo, así es que lo puso cuidadosamente sobre la Biblia y le entregó ambas cosas a la vez. "Estaba seguro de que los ojos de Lorenzo se centrarían en la mantequilla por temor a derramarla sobre la Biblia, y de esta forma no tendría tiempo de mirar los extremos de las esquinas del volumen", cuenta Casanova en sus memorias. Y así fue.

Su leyenda es universal, aun cuando no fue nadie importante, ni destacó en profesión alguna, ni acumuló riquezas o poder
Desde el punto de vista de la historia cultural del siglo XVIII, sus memorias son una especie de enciclopedia
"No se ha puesto de relieve que Casanova escribe en un francés más moderno que el de nadie", según el traductor


Marina Pino es una casanovista, encabeza un grupo de apasionados de todo lo que tenga que ver con el hombre, el personaje, el escritor. Hoy, los miembros de esta especie de club podrían brindar de nuevo por un acontecimiento largamente esperado: la primera edición completa de las memorias de Casanova en España, editada por Atalanta. Historia de mi vida aparece en dos tomos en papel biblia, de algo más de 1.700 páginas el primero y de 1.944 el segundo.
La leyenda de Casanova, siendo universal, es inferior al hombre Casanova. Aun cuando ese hombre no fue nadie importante, ni destacó en profesión alguna, ni acumuló riquezas o poder. Y es precisamente esa vida múltiple e inasible, asombrosa y a la vez casi vulgar, la que supera la simple idea del libertino y seductor veneciano con que se asocia su nombre hasta en el último rincón del mundo. Giacomo Casanova (1725-1798) fue primero persona, después personaje y luego una mezcla de los dos. "Digna o indigna, mi vida es mi materia, mi materia es mi vida", establece en su autobiografía. Para resumir su existencia real hay que recurrir inevitablemente a las enumeraciones, muchas veces contradictorias. Fue violinista, poeta, seminarista, militar, jugador empedernido, mago, alquimista, cocreador de la lotería nacional de Francia, espía, agente financiero, escritor, filósofo, aparte de -por supuesto- libertino y mujeriego.

Era alto, medía casi un metro noventa, de ojos claros y nariz aguileña. Gustaba ir elegantemente vestido (muy aficionado a los encajes más delicados), con la peluca bien empolvada y con vistosas joyas. De un indiscutible atractivo, algo vanidoso, inteligente, de trato agradable y simpático, bromista, interesado más por la ciencia que por la ficción literaria ("no me gustan las novelas", confiesa), pero siempre curioso por expandir sus conocimientos. Un descreído que simula saberes esotéricos, sin creer realmente en ellos. Es también un timador, sin escrúpulos a la hora de estafar a los que considera simples estúpidos. Un individuo capaz de salir airoso de las situaciones más apuradas, en las que suele meterse con frecuencia a sabiendas de riesgo. Buscándolo. Un auténtico aventurero.

Stefan Zweig, en su ensayo sobre las autobiografías literarias Tres poetas de sus vidas. Casanova, Stendhal, Tolstoi (BackList, Planeta, 2008), señala que "Casanova derrocha a consciencia sus talentos en el instante, y el hombre que pudiera serlo todo, prefiere no ser nada, absolutamente nada, salvo ser libre". Su análisis, que gusta poco a los casanovistas, ensalza tanto como denigra al personaje; lo considera superficial, fanfarrón y hueco, aunque todo eso "no cuenta nada frente a la inmensa y única veracidad en el conjunto de estas memorias".
Casanova se dedicó a vivir con intensidad hasta que la edad y el cambio de los tiempos lo fueron arrinconando y terminar como bibliotecario del conde de Waldstein, en Dux. Entonces, solo, amargado y sin perspectivas, convertido en una especie de bufón anacrónico en un palacio que ya casi nadie visita, decide poner sus vivencias por escrito. Lo hace como si las relatara a un auditorio incansable y ávido de sus palabras. Sus aventuras se suceden sin descanso y las páginas se leen como una trepidante serie de viñetas, a cual más asombrosa y desinhibida. Su descaro no se fija límites.

Adora a las mujeres. A todo tipo de mujeres, ricas y pobres, sin importarle la edad y procedencia, siempre y cuando le resulten interesantes. Le gustan, sobre todo, las jóvenes inteligentes y con carácter. Se enamora sinceramente cientos de veces porque se resiste a llevarse a la cama a una mujer que no ame. Aunque ese amor no dure mucho y su resistencia al matrimonio sea su único dogma de fe. Comparándolo con la leyenda del otro gran seductor, el autor francés Philippe Sollers escribe en su libro Casanova l'admirable: "Don Juan es el volcán, Casanova el jardín".

En el prólogo de la edición de Atalanta, Félix de Azúa señala las diferencias entre ambos personajes. "El veneciano es el anti-Don Juan, su contrario y enemigo. Allí donde el aristócrata sevillano, infectado por la teología, se muestra vengativo, psicópata, misógino y engañador, en ese mismo lugar luce el burgués veneciano cómplice de las mujeres, su secuaz y su salvador en más de una ocasión".

En ese sentido abunda la psicoanalista belga Lydia Flem, que titula la edición inglesa de su biografía Casanova, el hombre que amaba de verdad a las mujeres. Y traza en el primer párrafo un retrato preciso. "En un castillo de Bohemia, un anciano exiliado pasa trece horas al día escribiendo la historia de su vida. No tiene posesiones; ha dejado atrás o dilapidado todo de lo que alguna vez fue dueño. No tiene mujer, ni fortuna, ni casa, ni patria. Dio y recibió libremente, sin cálculo alguno. Ha gozado de la existencia como pocos hombres -y aún menos mujeres- se han atrevido a disfrutar. Se lanzó a la vida sin pedir nada a cambio excepto la más insolente y la más escandalosa de las recompensas: el placer".

Pero así como Historia de mi vida se lee sin que decaiga el interés, hay un elemento en esta edición que pronto cobra una relevancia inusitada y, a veces, desconcertante: las notas a pie de página. No sólo por su abundancia y puntillosidad, sino porque con frecuencia desmienten al autor, a veces de forma exagerada. Por ejemplo, si Casanova dice: "Tenía yo dieciocho años", la nota precisa: "Tenía diecisiete y medio". Bueno, vale. Pero, ¿importa tanto? Parece que a los casanovistas sí. No menos sorprendente es que el autor mencione que alquiló un carruaje a un tal Roland y que abajo ¡se reseñe la biografía del cochero! Llega un punto en que la lectura se hace casi esquizofrénica, pero vale la pena contar la historia de esas notas.

Desde que los familiares de Casanova vendieran el manuscrito al editor Brockhaus, en 1820, se hicieron dos ediciones de las que partieron el casi medio millar que se han reproducido en todo el mundo. La primera (1822-1828), traducida al alemán, fue concienzudamente depurada de obscenidades. La francesa, de Brockhaus-Plon (1826-1838), proviene del manuscrito original, pero fue nuevamente mutilada y "corregida" por Jean Laforgue, que prácticamente cambió cada frase. El manuscrito completo y sin alteraciones no fue publicado hasta 1960.

La mayoría de las notas a pie de página que se utilizan en los volúmenes de Atalanta proviene de la edición de La Siréne, de 1924, en la que el editor Raoul Vèze, pese a conservar el texto censurado, pidió a un grupo de expertos en Casanova que aportaran sus investigaciones. El ya importante cuerpo de anotaciones ha crecido desde entonces. "El 98% de los personajes que aparecen en el texto están reseñados", afirma el traductor Mauro Armiño, quien también ha aportado algunas notas propias, sobre todo en los viajes por España. El índice onomástico de la edición española tiene 200 páginas. Armiño ha pasado tres años traduciendo esta monumental obra. Todo está referenciado, las tabernas y las calles, los palacios y los burdeles. Lo curioso es que algunos de esos estudiosos de su obra están tan obsesionados en desmentir cualquier inexactitud en los datos de su autobiografía que se diría que detestan al objeto de sus desvelos.

Helmut Watzlawick edita el periódico anual L'intermediaire des casanovistes, en Suiza, desde 1984 y es quizá el más notable de los especialistas. "Hay todo tipo de gente interesada en historia, en topografía, en medicina, historia política, música, gastronomía o viajes, que ha encontrado en Historia de mi vida una fuente inigualable para sus investigaciones. Casanova llegó a utilizar cerca de 46 tipos distintos de moneda en sus traslados y da cuenta del valor del cambio cuando va de un sitio a otro, por ejemplo. Visto desde el punto de vista de la historia cultural del siglo XVIII es sumamente interesante. Sus memorias son una especie de enciclopedia", explica.

Watzlawick fue discípulo de Gustav Gugitz, el más sanguinario de los casanovistas refutadores. "Las memorias de Casanova, como muchas de sus contemporáneos, son una mezcla de verdades y ficciones. De hecho, en 1850 se pensaba que Casanova no había existido en realidad sino que era el personaje de una novela de ficción. La tradición de aportar datos precisos en las memorias sólo empezó en el siglo XIX. Antes se solía escribir sólo para entretener a los lectores", precisa. "Gugitz sentía más fascinación que pasión por Casanova, pero a la vez sentía furia contra él. Era un escéptico. Lo único que le agradecía a Casanova era el mencionar tantos detalles, lo que le permitía a él confirmar o refutar sus investigaciones".

Casanova International es el grupo con el que Watzlawick se reúne periódicamente en Venecia, en casa de un mecenas francés. Según él, los investigadores activos de Casanova son entre 20 y 40 en todo el mundo. "Hay dos tipos de casanovistas", continúa Watzlawick. "Aquellos que intentan probar que todo lo que Casanova escribió es cierto -como el norteamericano J. Rives Childs (1893-1987) que reunió la mayor biblioteca casanoviana y creía a pie juntillas todo lo que decía Casanova- y los que, como Gugitz, trataron de probar que todo lo que escribió Casanova era falso. Para muchos de nosotros, la verdad está a medio camino de los dos".

La escritora y periodista catalana Marina Pino es de las adeptas al veneciano. "A veces creo que estoy dentro de él", es la primera frase que pronuncia, casi sin pensarlo, al ser preguntada por Casanova. Quizá porque su primer contacto con el célebre personaje fue a través de "su voz", la de él mismo relatando sus cuitas y aventuras. Era un programa de radio que escuchaba incitada por su hijo, entonces de 8 o 9 años, que la llamaba a sentarse al borde de su cama y atender juntos al relato de aquella vida extraordinaria. Hoy, tanto él como ella son casanovistas confesos. Marina Pino es autora del libro Casanova: Un feroz apetito (premio Sent Sovi 2001, de literatura gastronómica, RBA, 2002) y también del prólogo a la edición de Casanova. Memorias de España (Espasa, 2006). "Estoy enamorada de él", confiesa después.

Ella tardó quince años en conseguir la edición completa del manuscrito de Historia de mi vida. Mientras tanto su afición crecía a través de muchas de las ediciones parciales que se encontraban. Pino considera las memorias de Casanova, sobre todo, una gran obra literaria. "La primera lectura te vuelve loca con tantos datos y tantos usos y costumbres distintas de las actuales", afirma. Aunque las notas a pie de página se encargan de explicar buena parte de ellas. "Por eso decidí en determinado momento hacer una lectura de principio a fin, como se lee una novela. Quería saber si se mantenía como relato y mi conclusión, al terminar, es que se trata de una obra maestra de la literatura".

Es una idea que comparte Mauro Armiño. "No se ha puesto de relieve hasta ahora que Casanova escribe en un francés más moderno que el de nadie", apunta el traductor. "Al no ser escritor, opta por el relato oral sin buscar todo el tiempo imágenes literarias elaboradas o adjetivos, sino que es como si te lo contara personalmente. Tampoco es cierto que cometiera demasiados errores sintácticos. Al ser su segundo idioma, utiliza un francés sencillo y lo hace con gracia, con mucha vivacidad".


Respecto a la forma del relato, Watzlawick aporta una hipótesis. "Uno de mis amigos, un norteamericano, tiene la interesante teoría de que Casanova -como hijo de actores- concebía su vida como sucesivas puestas en escena. Cada uno de los lugares a los que llegaba en su constante peregrinar era como un nuevo montaje al que se enfrentaba y que había que crear sobre la marcha con ciertos efectos dramáticos. En cada una de las aventuras trata de tener algo importante que decir al principio, algo importante al final, y en el medio siempre se da una acción con un momento álgido. En Rusia cuenta que tuvo dos encuentros con Catalina II, al principio y al final de la historia. Pero históricamente sólo es posible que la haya visto en la segunda ocasión. Casanova lo que hace es juntar ciertos acontecimientos, ponerlos en un contexto histórico, pero dándoles un orden propio, no el cronológico necesariamente. Como haría un autor dramático".

Marina Pino conoce bien los otros libros que Casanova escribió, incluida su correspondencia, pero señala que las memorias son un caso aparte. "Casanova está siempre en movimiento y no adopta ese tono moralizante de otras obras del XVIII". ¿Qué piensa de él? "Que es inabarcable, inclasificable. Imposible de conocer. Philippe Sollers dice en su libro: creemos conocerlo y no lo conocemos. Y eso es lo que más me entusiasma. Como las memorias acaban de forma abrupta, antes de su declive y sin saber qué pasa después, te queda la impresión de que sigue por ahí...". Que Casanova continúa su aventura.

03 noviembre, 2009

LA NATURALEZA EN SU FUNCION CREATIVA.....


Foto tomada del Blog Majarete.com

Esta imàgen es muy significativa, como dice el refran "todo es segùn el color del cristal con que se mira", por lo tanto es de imaginar que tendrà varias interpretaciones, la percibimos ni mas ni menos como la sillòn de trabajo de un creativo, le salen raìces como sus ideas, y vemos que estas se propagan en sus ramas que se extienden hacia el infinito, sòlo en una tierra sana pueden darse esta clase de elementos, como sòlo en un ambiente no contaminado podremos desarrollar nuestras vidas y la de nuestras familias, ama tu entorno, cuida los atributos que la naturaleza a puesto a tu disposiciòn, recordemos al filòsofo Platón (428 a.C), en su famosa frase "Mente sana en cuerpo sano"...sòlo asì podremos disfrutar a plenitud las maravillas que nos ofrece gratuitamente la naturaleza.. y de paso dar riendas sueltas a nuestras inquietudes....

"CAIN" SE CONVIERTE EN UN SEGUNDO "ENSAYO SOBRE LA CEGUERA"....


José Saramago busca provocar "desasosiego" con su nueva novela
JUAN CRUZ - Madr id - 03/11/2009

Su El Evangelio según Jesucristo levantó ampollas en la sociedad conservadora de su país, hasta el punto de que el Gobierno portugués consideró oportuno impedirle a José Saramago que concurriera con esa novela a un concurso europeo. Fue a principios de 1990, y el escritor que luego (en 1998) ganó el Nobel de Literatura se fue de Portugal a Lanzarote entristecido por la agresión sufrida. Ahora Saramago ha escrito Caín y, de nuevo, Dios la que se ha armado otra vez en Portugal.

"En Portugal se vende al lado de la Biblia. ¿Qué montón bajará primero?"
La Iglesia ha sido algo más discreta que la política; un político conservador portugués (de nombre Mario David, del Partido Socialdemócrata) pidió en el Parlamento Europeo que el autor de Caín fuera desposeído de la nacionalidad portuguesa. Y gente de la Iglesia, contó Saramago ayer en la presentación del libro en la Casa de América, condenó la novela al tiempo que ésta aparecía. "¿Y cómo sabían que era condenable?".

Ahora Saramago ya no se entristece, ni cambia de país, ni se enrabieta; al contrario, a sus 86 años (cumple 87 este 16 de noviembre), parece haber sacado fuerzas de esa reacción que su nueva novela ha alcanzado en su país y ayer, junto a su mujer, Pilar del Río, la traductora del libro al español, dijo lo que siempre fue una divisa de su trabajo: "Yo no escribo para agradar ni para desagradar: yo escribo para desasosegar". Y vaya que sí ha desasosegado. Como dijo su editora española, Pilar Reyes, de Alfaguara, Saramago se ha sentido con fuerzas para discutir (otra vez) con la Biblia. Y ha conseguido algo insólito en el mundo de la librería, al menos de las librerías portuguesas: "Ahora me dicen que Caín se vende al lado de la Biblia. Ya veremos qué montón baja primero".

La apuesta editorial es fuerte. Zeferino Coelho, el editor portugués de Caminho, que ha publicado toda la obra del Nobel, contó que en su país ya hay distribuidos 130.000 ejemplares, y en España está circulando una cantidad similar, a dos semanas de que el libro haya salido a encontrarse con el público.

El desasosiego, esta expresión que le emparenta con su paisano Fernando Pessoa, está en el libro, y estuvo ayer en sus palabras. La historia de la humanidad es la historia de la muerte del hombre. Y de muerte (de asesinatos también) está llena la Biblia. Ahora Saramago agita las aguas con su versión de la historia de Caín y obliga a releer lo que la Biblia dice del personaje; el desasosiego de la Iglesia viene, quizá, señaló el novelista, de un hecho cierto: que durante siglos la Iglesia católica no quiso que los fieles interpretaran esos textos sagrados.
Desasosiega a la Iglesia (y sin duda al eurodiputado que pidió que le quitaran a José su naturaleza de portugués) que Caín sea un alegato contra el Dios "injusto, envidioso y orgulloso" que retratan los textos sagrados. Y ese desasosiego, dice Pilar del Río, se respira en el propio texto, una especie de regreso a la atmósfera que hay en uno de los textos más lúcidos del autor, el Ensayo sobre la ceguera.
Pilar del Río contó una anécdota que ahora parece una metáfora de otras reacciones que ha tenido el libro. Una señora se acercó a Saramago en Lisboa a agradecerle Caín, y le llevó manzanas asadas, un plato favorito del escritor de Azinhaga. "No tengo otra cosa que regalarle". En su país es lo más dulce y sosegado que se dijo de Caín.

02 noviembre, 2009

"DIOS ES CRUEL PORQUE EL HOMBRE LO INVENTÒ...

Saramago
Han pasado apenas dos semanas desde que el 19 de octubre llegara a las librerías "Caín", la nueva novela del Nobel de literatura portugués José Saramago, y la polémica está servida. El libro levanta ampollas en su país natal, donde un eurodiputado conservador llegó incluso a pedirle que renunciara a su nacionalidad, y la conferencia episcopal tampoco ha permanecido inmune ante la particular ironía del escritor.

Lun, 02/11/2009 - 10:22

"Tengo 86 años y poca vida por vivir, pero la usaré para ensanchar la acción pública de mi obra", afirmó. Foto: Reuters

Madrid-Cuando Dios decidió quemar Sodoma porque los hombres "tenían gustos sexuales muy suyos", pactó con Abraham que si encontraba a diez inocentes salvaría la ciudad. Pero Dios la quemó, "no se enteró de si había diez u once", ni siquiera se dio cuenta de que olvidaba a los niños, inocentes todos de ese "pecado". Por eso, "Dios no es de fiar".

Han pasado apenas dos semanas desde que el 19 de octubre llegara a las librerías "Caín", la nueva novela del Nobel de literatura portugués José Saramago, y la polémica está servida. El libro levanta ampollas en su país natal, donde un eurodiputado conservador llegó incluso a pedirle que renunciara a su nacionalidad, y la conferencia episcopal tampoco ha permanecido inmune ante la particular ironía del escritor.
Curtido en estas situaciones, Saramago no pierde la calma y afirma, con voz pausada y firme, que entender "Caín" no es incompatible con ser creyente. "Yo entiendo que una persona crea, pero que no cierre los ojos", dijo hoy durante la presentación de su libro en la madrileña Casa de América. "La fe pertenece a otro dominio de la mente" en el que no se mete. "Yo uso mi razón, mi lógica".

Al hablar por primera vez de la novela en Peñafiel, una pequeña localidad del norte de Portugal, el autor de "Ensayo sobre la ceguera" describió la Biblia como "un manual de malas costumbres", y no sentó bien. Pero lo cierto es que en el texto sagrado del cristianismo hay "una crueldad infinita, no faltan los incestos y las carnicerías" y se pueden contar más de un millón de asesinatos.

"La historia de la humanidad es, en el fondo, la historia de la muerte", afirma el Nobel. El problema es que "nosotros hemos inventado a un dios a nuestra imagen y semejanza, no al revés, y por eso es tan cruel, porque nosotros somos crueles y no sabemos inventarnos algo mejor". El hombre inventó a dios y luego se esclavizó a su ley, defiende el portugués.

A lo largo de las casi 200 páginas de "Caín" (Alfaguara), Saramago propone un viaje en el tiempo recorriendo Antiguo Testamento de la mano del primer fraticida. Y lo hace partiendo de una pregunta: ¿Qué diablo de dios es éste que para enaltecer a Abel desprecia a Caín? Porque, a juicio del escritor, Dios es el verdadero "autor intelectual" del crimen.
Tratada por reconocidos genios de la literatura como Lord Byron o John Steinbeck, la historia de Caín, que mató a su hermano Abel porque Dios no aceptó su sacrificio y fue condenado por ello a vagar eternamente, ha desatado un sinfín interpretaciones.
Desde las más estrambóticas que lo tachan del primer vampiro hasta las más racistas, que abogan por que el estigma con que Dios marcó su frente se fue extendiendo de generación en generación hasta oscurecer todo el cuerpo de los malvados "cainitas".

En la novela de Saramago, Caín se convierte en un guía privilegiado que aporta su particular lectura sobre los principales episodios bíblicos, desde el sacrificio de Isaac por Abraham, la ira de Moisés en el monte Sinaí o el Diluvio Universal. A ojos de Caín, Dios se presenta como un ser caprichoso y tirano, que en realidad revela una visión demoledora y trágica del ser humano que lo inventó.
No es la primera vez que Saramago emplea su pluma para abrir el debate sobre los dogmas religiosos. Ya lo hizo hace casi 20 años con su polémico "Evangelio según Jesucristo", y la airada reacción del gobierno, que vetó su presentación al Premio Literario Europeo de ese año, hizo que el Nobel se instalara como protesta en la isla española de Lanzarote, donde reside en la actualidad.

Sin embargo, a sus 86 años el escritor se ha planteado muchas veces por qué escribe y para qué, y tiene muy clara una cosa: "Yo no escribo para agradar, tampoco para desagradar; yo escribo para desasosegar", sostiene. "No estoy intentando salvar a la humanidad, ya es bastante salvar mi propia conciencia", explica. Pero el objetivo de su escritura es sacar de su "aborregamiento" a la sociedad actual.

Confiesa que le sorprende el revuelo generado por "Caín" en Portugal y que no entiende la reacción de la Iglesia, que es "como los perros de Pavlov", responde inmediatamente al estímulo sin ni siquiera haber leído el libro. Sin embargo, Saramago está en una etapa muy fecunda -hace apenas un año que publicó "El viaje del elefante"- y no piensa detenerse.

"Tengo 86 años y poca vida por vivir, pero la usaré para ensanchar la acción pública de mi obra", afirmó. Y, contra su costumbre, adelantó el tema sobre el que girará su próximo libro, en el que arremeterá contra la industria del armamento para seguir "desasosegando" a sus lectores.
DPA