30 diciembre, 2009

BABELIA ELIGE EL LIBRO DEL 2009........


Los libros más destacados de 2009 según 50 críticos y periodistas de Babelia. Cercas, Muñoz Molina, Roth, Szymborska, Casanova, Conti, Gamoneda, Dickinson, Wolff y Michon son los nombres elegidos.
El ensayo destrona a la novela y ganan protagonismo los autores extranjeros en una lista que suma más de 250 títulos. De entre los 20 obras preferidas, sólo cinco corresponden a este género: la lista la completan siete ensayos, tres libros de relatos, dos poemarios, dos de memorias y uno de cartas.

ANATOMIA DE UN INSTANTE, LIBRO DEL 2009

1 Javier Cercas
ANATOMIA DE UN INSTANTE
Javier Cercas reconstruye en una arriesgada apuesta literaria el fallido golpe de Estado en España el 23 de febrero de 1981, a partir de la figura de Suárez, Carrillo y Gutiérrez Mellado.

Javier Cercas
Anatomía de un instante (Mondadori)
En Anatomía de un instante, Javier Cercas se aproxima a un hecho decisivo en la historia de España (el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981) para desplegar la experiencia de la ficción basada en hechos reales. El resultado es una obra capital de la literatura contemporánea en español y que ha sido elegida por los críticos de Babelia como el Libro de 2009. Por Alberto Manguel
El honor, lugar común de la gran literatura medieval, tiene hoy en día la calidad inédita y sorprendente de algo olvidado o desaparecido. Las raras veces en las que se lo menciona, adquiere en un contexto contemporáneo una connotación irónica o sarcástica, contaminada por banales convenciones retóricas cuando no mafiosas. Desde los principios del siglo veinte hasta ahora, en el campo político, eficacidad y astucia han adquirido mucho mayor prestigio que la conducta ética y valerosa; es por eso que nuestros héroes estatales son, en su mayor parte, rufianes y estafadores.

En tal contexto, los precursores de Javier Cercas, para quien el honor es el tema central de su literatura, no son los cínicos novelistas de entreguerras (“describir el heroísmo no es tarea provechosa”, declaraba Simone de Beauvoir en los años cincuenta) sino los irascibles filósofos e historiadores del siglo dieciséis hacia atrás, de Tomás Moro a Séneca. Cómo nos comportamos frente a un desafío, qué actitud elegimos, le importa más a Cercas que por qué lo hacemos.

Como es harto sabido, el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 fue un momento decisivo en la historia española contemporánea, a partir del cual los españoles tomaron conciencia de una nueva responsabilidad política posfranquista. Los golpistas que entraron en el Congreso de los Diputados y regaron de balas el hemiciclo pensaron que esta demostración de fuerza los convertiría en héroes nacionales y les otorgaría las riendas del gobierno. Sin embargo, como Javier Cercas demuestra irrefutablemente en este libro singular, el heroísmo, el verdadero heroísmo, no lo manifestaron ni los golpistas y sus líderes ni los políticos que resultaron victoriosos, sino tres hombres quienes, bajo la lluvia de balas, se rehusaron a tomar parte en la refriega.

Adolfo Suárez, Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo permanecieron en sus lugares mientras sus colegas se echaban al suelo bajo sus escaños. Es en estos tres, incólumes ante la absurda violencia, que Cercas busca esa “conducta honorable” que requería Séneca y cuyo significado hemos perdido casi del todo, conducta que podría resumirse en la réplica que dio un cierto doctor Henderson, a mediados del siglo dieciocho en Oxford, según cuenta De Quincey y cita Borges. En medio de una discusión teológica o literaria, el impávido doctor, al recibir en la cara un vaso de vino de su adversario, respondió: “Esto, señor, es una digresión; espero su argumento”. Los tres héroes de Cercas se quedaron sentados en sus sillas, esperando el argumento que nunca llegó.

La experiencia de la ficción basada en hechos reales (sus merecidamente célebres Soldados de Salamina y La velocidad de la luz entre otras) le ha permitido a Cercas la narración de hechos reales como si fueran ficción. El lector sabe que lo narrado ha ocurrido de veras, pero gracias a la habilidad literaria de Cercas, percibe la verdad como fruto de la perspicacia de la imaginación, no sólo como la contaduría de la historia. “Lo entendí. Creo que esta vez lo entendí”, escribe Cercas en la última página de su libro.

El lector lo sabe: los hechos son incontrovertibles, basados en documentos verificables, pero, al mismo tiempo, se abren y se amplían con la generosa ambigüedad de un cuento de hadas que se rehúsa a convertir lo sucedido dentro del ámbito humano en un fácil y estricto catequismo. Las cosas son como ocurrieron, sí, pero también como pudieron ocurrir, como sus protagonistas creyeron que ocurrían entonces, como los lectores futuros juzgarán que hubiesen podido ocurrir en el pasado reciente. La conducta de los hombres y de las mujeres que tomaron parte en los acontecimientos goza (o sufre) de esta pluralidad; y sin embargo, al mismo tiempo, según Cercas, todas las versiones de un acto responden, voluntariamente, a una determinada ética.

Llegado el momento decisivo, las diferentes opciones se concentran en una sola, determinada y determinante, cuyas lecturas pueden ser diversas pero cuya esencia es única. En cualquier situación, algunos personajes se comportan como cobardes, otros como héroes. Es por eso que en la Comedia de Dante castigos y recompensas no son creados por un dios rencoroso o magnánimo sino por nuestras propias acciones. La literatura de Cercas es, en última instancia, una defensa del libre arbitrio.

Un tema magnífico no presupone una ejecución ejemplar. En el caso de Anatomía de un instante, el honorable y heroico tema ha dado lugar, sencillamente, a una de las obras capitales de la literatura en lengua castellana de nuestra época. Anatomía de un instante es ejemplar, en todos los sentidos de la palabra. En este libro, Cercas ha logrado, con un estilo tranquilo, fluido, preciso, iluminar un momento esencial y discreto de España, guiando al lector a través de sus innumerables complejidades y digresiones. Creemos leer una crónica política cuya anécdota nos conmueve por su fuerza dramática; en realidad, como en las grandes tragedias griegas, nos convertimos en testigos de un magnífico acto de resistencia a la repetida infamia de la Historia.
© EDICIONES EL PAÍS, S.L. - Miguel Yuste 40 -

2 Antonio Muñoz Molina
LA NOCHE DE LOS TIEMPOS
Antonio Muñoz Molina novela las vísperas de la Guerra Civil española y los fanatismos ideológicos a través de una historia de amor que se derrumba como el mismo país.

Antonio Muñoz Molina
La noche los tiempos (Seix Barral)
Aunque no debería existir ninguna razón particular para decidirse a leer una nueva novela de Antonio Muñoz Molina, confieso que me puse a leer La noche de los tiempos debido al anuncio de que en ella también aparecían personajes reales que tuvieron que ver con dos instituciones a las que he dedicado como historiador algunos esfuerzos, la Junta para Ampliación de Estudios y la Residencia de Estudiantes (el protagonista de la novela, el arquitecto Ignacio Abel, resulta ser uno de los pensionados de aquella Junta).
Sin embargo, a la postre no he encontrado mucho que haya satisfecho mis intereses profesionales. El mundo que construye Muñoz Molina coincide temporalmente, sí, con el que tuvo su núcleo en los Altos del Hipódromo, y se recurre a él en ocasiones, pero no recoge —tampoco parece que se haya pretendido— su plural realidad, que fue más allá de los, por otra parte no muy numerosos y bastante tópicos, personajes novelados aquí.

En lo que se refiere a la reconstrucción del turbio universo de esperanzas, desencuentros, dobleces, logros y fracasos que se fue configurando durante la Segunda República y, entonces ya con desesperanzadora brutalidad, la rebelión militar de julio de 1936, me cautivaron más, por su espontánea naturalidad, viejas narraciones como La forja de un rebelde de Arturo Barea, o algunas de las correspondencias recuperadas de aquel tiempo (por ejemplo, el Epistolario de Pedro Salinas, con quien Abel comparte ciertas situaciones).
Dicho todo esto, ¿por qué no he vacilado en continuar leyendo un texto de 958 páginas? La principal razón es la extraordinaria habilidad de Muñoz Molina como escritor. Sorprende su habilidad para volver, una y otra vez, con exagerada repetitiva constancia, a los mismos temas y detalles, a las, mil veces repetidas, obsesiones y engaños (a su familia sobre todo) de Ignacio Abel. Sorprende y admira, aunque también puede llegar a fatigar al lector, que con frecuencia tiene que esforzarse por no perderse siguiendo frases demasiado largas y puntillosas. Es una novela ambiciosa a la vez que desmedida. Una novela apasionada de amor en tiempos de guerra y de confusión.
Una novela en absoluto “doctrinal en lo político” (más bien desesperanzadora), en la que el autor es al mismo tiempo el narrador que está siempre ahí, esforzándose por descifrar personalidades (uno de sus mejores logros) y por entender cómo fue aquel mundo que existió antes de que él naciera. Una novela, en definitiva, y por muchos que sean los peros que se la puedan, y deban, poner, admirable.Por José Manuel Sánchez Ron
3 Philip Roth
INDIGNACION
Philip Roth ronda a la muerte desde la mirada y los sentimientos de un padre, un hijo y la sociedad estadounidense que ve caer a los muchachos en la guerra de Corea.


Philip Roth
Indignación (Mondadori)

Marcus Messner es un joven judío que ingresa en un colegio universitario en su Newark natal. Es hijo de un carnicero que, a medida que su hijo crece, se obsesiona por proteger la vida del chico convirtiéndose en un maniático que lo agobia con toda clase de protecciones y prohibiciones. Marcus acaba huyendo a una Universidad del Medio Oeste muy conservadora. Su vida en la Universidad es brillante en cuanto a los estudios, pero de difícil adaptación social, lo que le acaba llevando al despacho del decano. El decano, un antiguo héroe deportivo y hombre de creencias tan firmes como limitadas, trata de doblegar el carácter solitario de Marcus con una mezcla de suavidad e incomprensión; y Marcus —que ha pasado de la presión de su padre a la del decano— estalla en defensa de su libertad en una escena memorable.

El asunto anejo es la muerte. La muerte la concibe el padre como la pérdida del hijo en el que tiene puestas todas sus esperanzas. En cambio, el hijo la teme porque desea tener tiempo de llegar a ser él mismo, de alcanzar el destino que trata de labrarse con una dedicación casi obsesiva al estudio. El telón de fondo es la inminencia del reclutamiento para la guerra de Corea, donde los jóvenes caen a cientos. En las novelas de Roth siempre emerge la indignación contra cualquier forma de manipulación del poder. Este libro es una muestra perfecta de ello y una soberana lección de literatura. Por José María Guelbenzu

4 AQUÍ
La nobel polaca Wislawa Szymborska continúa poetizando en voz alta al lanzar esas preguntas sobre la brutalidad del mundo pero recordando su belleza e invitando a huir del pesimismo.

Wislawa Szymborska
Aquí (Bartleby)
Bendito sea el año 1996, que puso la foto de Wislawa Szymborska en todos los periódicos del mundo, porque acababan de darle a ella el Nobel de Literatura y a nosotros la oportunidad de descubrirla. En los trece años que llevamos con sus libros, publicados en España por Hiperión, Igitur, Lumen, Columna y Bartleby, no ha dejado de crecer nuestra admiración por cada obra suya, que unas veces se titula Gran número o Gente en el puente, y otras Fin y principio, Instante o Aquí, pero que, en el fondo, siempre podría llamarse igual que su libro de 1954

Preguntas planteadas a una misma, porque eso es su escritura: meditación, búsqueda y análisis; es decir, una defensa contra la prisa y la brutalidad de este mundo en el que
“la ignorancia tiene mucho trabajo, /
todo el tiempo cuenta, compara, mide, /
saca conclusiones y raíces cuadradas”,
y en el que sobrevivir consiste en lograr un equilibrio entre lo que ya se sabe y lo que es mejor fingir que no, para escapar del pesimismo. Esos versos pertenecen al primer poema de su último libro, Aquí, publicado por Bartleby, pero también lo son estos otros en los que Szymborska nos ofrece su medicina clásica contra el abatimiento, que es la inteligencia, y un truco para fomentarla, que es adoptar un estado de vitalidad irónica:
“La vida en la tierra sale bastante barata. /
Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo. /
Por las ilusiones, sólo cuando se pierden. /
Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo”.

Se puede saber que tenemos “caras de segunda mano” o que el único consuelo del pasado es “que pudo haber sido peor”, y ser feliz pese a todo: ésa es su filosofía. Por fortuna, Szymborska ni deja de sonreír ni se rinde, como explica otro verso de este extraordinario Aquí: “El tiempo apremia. Escribo”.

No pare, por favor, doña Wislawa.
Por Benjamín Prado


5 Giacomo Casanova
HISTORIA DE MI VIDA
Giacomo Casanova dejó estas memorias, que reflejan el siglo XVIII, para que se pueda comprobar lo que hay de verdad, mentira, calumnia e insidia en su legendaria y seductora existencia.


Giacomo Casanova
Historia de mi vida (Atalanta)

Tal vez hay que ser un animoso hombre de acción, un cómplice de la realidad, un gozador de sus privilegios —si se ha nacido en el siglo XVIII—, para poder proclamar, como hizo Giacomo Casanova, el descrédito de la ficción y el favor de la ciencia. La aseveración le cuadraría bien a aquel libertino si su nombre sólo se asociara a la creación de la lotería nacional francesa, o a sus facetas de agente financiero, militar, espía y jugador empedernido. Pero fue también mago, alquimista, filósofo, violinista, un artista de la seducción y acaso un hombre distinto en las innumerables ciudades que visitó. Un hombre que encarnó en su época la leyenda del vigor y la aventura y que sufrió minuciosamente la afrenta de la soledad y la vejez. Dijo que no le gustaban las novelas y creó, con la materia de su vida, el personaje novelesco más extraordinario de su tiempo. Lo que haya en su autobiografía de falsedad o de invención —y no es poco, a juzgar por las numerosas aclaraciones a pie de página, que no impugnan la verosimilitud del relato—, no cabe achacarlo a olvido o engaño, sino a la tentación de agradar, que en Casanova tiene el imperativo del placer, incluso cuando se autorretrata (a nuestros ojos) de un modo reprobable, o sea, como un canalla. Con esta edición de Historia de mi vida, , por primera vez completa y prolijamente anotada, al lector audaz se le brinda la ocasión de rememorar las vidas probables que se pueden vivir, o sentir la energía de la imaginación que quien ha vivido mucho.

Por Francisco Solano

6 Haroldo Conti
SUDESTE
Haroldo Conti convirtió en lugar mítico un rincón de Argentina más acá de la pampa y más allá de Buenos Aires: el Delta del Paraná arrinconado por todos, al crear una novela de aprendizaje


Haroldo Conti
Sudeste (Bartleby)
La lectura de Sudeste (1962), primera novela del desaparecido escritor argentino Haroldo Conti (1925-1976), nos arrastra por una travesía tan zigzagueante y esquiva en lo episódico como inquietante y honda en su repliegue existencial.Sudeste narra la vida en el Delta del Paraná y nos descubre un paisaje casi virginal aunque tan cercano a la metrópolis, y escenarios que parecen derruidos y podridos y vacíos pero que están repletos de vida: vegetal, animal y humana. Y de muerte.

Vemos aquí la menuda vida cotidiana de los sedentarios que trabajan en los juncales o el trasiego de los que comercian y el pulular de pícaros y hampones que merodean por las orillas y los márgenes. Y sobre todo vivimos la vida en el río, cuando el Boga decide reparar un destartalado bote y emprender su personal navegación por esas aguas. Y acompañando a este vagabundo romántico y robinsoniano sabremos cómo el río cambia y cómo cambia de distinto modo según las estaciones; notaremos la profunda simbiosis entre hombre y río, y las sensaciones y sentimientos y certezas que ella inspira o propicia; veremos desatarse sus fuerzas —ese viento, el sudeste—, y conoceremos también la perturbadora extrañeza que puede sobrevenir “porque el río teje su historia y uno es apenas un hilo que se entrelaza con otros diez mil”. Hasta anegarnos en el fatal desenlace, porque la maldad vive también en el alma del río y madura en el letargo del invierno.

Hay en Sudeste epopeya, lirismo y tragedia (y también humor) tamizados en el crisol de una maravillosa y dificilísima sencillez, esa que según Azorín consiste en colocar una cosa detrás de otra: “Comenzaron a despuntar los sauces. La línea de las islas se oscurecía. Sintieron en sus cuerpos esa vaga inquietud que acompaña al cambio. Una especie de zozobra. Un desvelo”.Por Ana Rodríguez Fischer

7 Antonio Gamoneda
UN ARMARIO LLENO DE SANGRE
Antonio Gamoneda viaja hasta su infancia para recuperar lo que había olvidado y mostrar los laberintos de la arbitrariedad y la tristeza y la felicidad.

Antonio Gamoneda
Un armario lleno de sombras (Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores)

Antonio Gamoneda (1931) escribió que “la poesía es el arte de la memoria”. Leer Un armario lleno de sombras es una manera de vivir esa ley, aunque la poesía no se imponga en este austero y luminoso libro desde las exigencias del metro y el ritmo. Sí está la poesía entre las líneas de su sustancia narrativa. Poesía y memoria a la búsqueda de la infancia perdida. Gamoneda escribe este libro para recuperar lo que durante años olvidó. Esa operación la lleva a cabo desde variadas incertidumbres: sombras las llama el poeta leonés. Sombras que porfían ahora en la vejez y se hacen relato de una infancia, pero también de una época, de un régimen, de una miseria colectiva, de la pobreza familiar, del miedo y la arbitrariedad ultrajante de los vencedores. Siendo poeta como es Antonio Gamoneda, siendo el gran poeta que es, este libro se concibe bajo la cadencia de la prosa narrativa. En un artículo el autor de Arden las pérdidas valoró la poesía en Las palmeras salvajes de William Faulkner. La memoria de la propia infancia qué otra cosa puede ser sino una novela sobre la infancia. O un poema.
Compartiendo la felicidad de este libro con Jesús Marchamalo, él se quedaba con una imagen del mismo: los zapatos de la abuela del autor que su madre convierte en los zapatos del niño para poder ir a la escuela. Yo también: y agrego esta frase que se graba: “Se hizo costumbre cívica apalear a la gente sin distinción de género ni edad”. Libro de tristezas corporales, para decirlo con palabras del propio poeta. Leído Un armario lleno de sombras, uno no puede dejar de recordar aquella frase de Joseph Joubert: “Están los que recuerdan su infancia y los que recuerdan el colegio”.Por J. Ernesto Ayala-Dip


8 Emily Dickinson
CARTAS
Emily Dickinson confirma en esta correspondencia por qué es una de las grandes poetas de todos los tiempos, a la vez que su lectura desvela su lado más íntimo e intenso.

Emily Dickinson
Cartas (Lumen)
Un espíritu más oscuro es la expresión que Emily Dickinson (1830-1886) utilizó en varias de sus cartas para referirse a la poesía y al amor, que relacionaba con la brujería y que contraponía al espíritu divino del puritanismo en el que fue educada. A ese espíritu se dedicó con una intensidad sin parangón entre sus contemporáneos. Dickinson es la más grande poeta norteamericana y una de las voces líricas más valiosas de toda la literatura occidental. Su estilo singularísimo no admite comparaciones, pues está forjado a partir de los trazos, a menudo contradictorios, de su poderosa personalidad.

Las lecturas repetidas de la Biblia y de Shakespeare; su condición de mujer; su temperamento apasionado; la religiosidad de su familia; su sumisión a la figura paterna y, pese a ello, su libertad de pensamiento; la creciente conciencia de su calidad poética, su humor fino y juguetón; su soledad buscada que le llevó a enclaustrarse en casa, vestida de blanco y sin dejarse ver por las visitas; el amor a la naturaleza, en el que cabían tanto las más pequeñas criaturas como el firmamento; y su obsesiva búsqueda de una verdad trascendente que perseguía a través de la percepción, conforman los rasgos principales de su carácter. De su luminoso talento dan cuenta su obra poética y su abundante epistolario, que cultivó con la misma exigencia. El extraordinario acierto de la presente antología, primera de sus características en español, reside tanto en la calidad de las 101 cartas reunidas como en el hecho de que, al abarcar toda su vida, traza una íntima y exacta biografía suya.

Por Marcos Giralt Torrente

9 Tobias Wolff
AQUÍ EMPIEZA NUESTRA HISTORIA

Tobias Wolff recuerda en estos cuentos la vida de gente corriente y como los destellos inesperados pueden confrontar a las personas con sus propias verdades.

Aquí empieza nuestra historia (Alfaguara)
En Mortales, uno de los mejores cuentos de esta colección donde hay más de un puñado de obras maestras, uno de los atribulados hombres de Tobias Wolff le dice a un redactor de Necrológicas esta banalidad: “Uno puede ser buena persona sin ser famoso. Las gentes con grandes apellidos no siempre son grandes personas”.Eso es verdad”, responde el redactor, “pero es una especie de verdad para las personas sin importancia”.
En Aquí empieza nuestra historia, esa frase distraída tiene el lugar de una poética. Como los de Chéjov, los cuentos de Wolff se fijan con intensidad insoportable en las pequeñas vidas de la gente pequeña, y al final encuentran en ellas una revelación inmensa que lo sacude todo. El gran arte de Wolff es su habilidad para escoger el momento neurálgico en que sus personajes se ven —o más bien se chocan— frente a frente con las consecuencias de sus actos: en eso, por lo menos, son cuentos morales, con toda la carga de la condenada palabrita. Son cuentos, también, sobre el engaño: en todos ellos hay una gran mentira, ya sea que el personaje se la diga a los otros, ya sea que se la diga a sí mismo. Pero lo que separa a Wolff de otros grandes de su generación —léase Carver, léase Richard Ford— es su variedad de registros. Dentro de la forma ascética del cuento realista, este autor es un virtuoso. Aquí empieza nuestra historia puede leerse (también) así: como un catálogo de su virtuosismo.

Por Juan Gabriel Vásquez

10 Pierre Michon
MITOLOGIAS DEL INVIERNO. EL EMPERADOR DE OCCIDENTE.

Pierre Michon se acerca a las vidas de reyes y monjes de Irlanda y Escocia y a la de algunos campesinos de Francia al recrear sus antiguos mundos.

Una tarde hermosa. Un viaje en tren. Una librera magnífica y una recomendación. El descubrimiento. Así, hace unos años de regreso a mi ciudad y con el paisaje rojo del atardecer que enfebrecía el vagón, me encontré con Pierre Michon conjurando palabras que emanaban de un libro esplendoroso, Historias minúsculas. Allí estaba yo, presa en regocijo, atendiendo noticias de Cards, el lugar donde el escritor había nacido. En la memoria una imagen de mujer con niño en brazos. Detrás de ella, André Dufourneau.

En aquel libro, Michon narraba sobre vidas mínimas que dibujaban el mapa de un territorio ignoto y cuya escritura me deslumbraba. Este año, y también en otra tarde de tren, me alcanzó de nuevo Michon con Mitologías de invierno. El emperador de Occidente, y el vagón se convirtió en ese lugar del libro donde confluyen las ventajas del abismo y del desierto, “mazmorra universal y cima del mundo”. Y hasta allí se fueron acercando en prodigiosa peregrinación las tres hijas del rey de Leinster.

Patricio, el galo apátrida, asomando su rostro entre la vegetación para contemplar los cuerpos desnudos de las muchachas. Vino Enimia, la nieta de Fredegunda y llegó Hilarius, el obispo que deja báculo y mitra. Y un monje anónimo que escribe sobre pergamino de ternero. Leyendas. Irlanda, el causse de Sauveterre. La guillotina. Vidas de santas. Mitologías de invierno. Páginas más tarde, El emperador de Occidente. Dos que hablan, el anciano Prisco Atalo, músico, emperador exiliado, y el joven Aecio. Y estuvo el mar y sus travesías largas donde se teme recordar. Batallas. Roma. Hunos, alanos. Mano incompleta que ya no tañerá la lira. Alarico, su gran espalda, la pelliza. Placidia. El pasado. Ahora Aecio en el barco agitando el manto sobre su cabeza para señalar la despedida.

Y sobre aquel embriagador despliegue, la mirada perpleja, asombrada de esta lectora ganada desde hace tiempo para la causa de Michon. Nombrar Mitologías de Invierno. El emperador de occidente es invocar al genio, peregrinar el enigma y el prodigio. Tengo la impresión de estar de nuevo aprendiendo a leer. También digo de mi impaciencia, pues espero el conjuro de más tardes hermosas y rojas.

Por María José Obiol



20 diciembre, 2009

Y AHORA DONDE ESTAS FEDERICO?'.......



REPORTAJE: Memoria revisada de García Lorca
El fracaso de la búsqueda de Lorca en la fosa de Alfacar abre el cajón de las teorías sobre cómo y dónde murió: podría yacer a pocos metros o en el Valle de los Caídos
NATALIA JUNQUERA - Madrid - 20/12/2009


Manuel Castilla, Manolillo El Comunista, era camarero. Antes de eso, había hecho unos trabajos de enterrador. Y habría pasado totalmente desapercibido para la historia si no hubiera llevado tres veces a dos hombres al lugar al que deseaban ir por encima de cualquier otra cosa: la fosa de Federico García Lorca. Al primero, en 1956. Se llamaba Agustín Penón y había viajado desde EE UU a Alfacar para averiguar todo cuanto pudiera sobre la muerte del poeta. Al segundo, Ian Gibson, en 1966 y en 1976. Penón quiso pagarle y Manuel Castilla se negó. "No me pidió dinero", explicó el jueves Gibson, ante la inminencia del desengaño. Un equipo de arqueólogos ha buscado en ese lugar durante 47 días a Federico García Lorca y no lo ha encontrado. Ni rastro del poeta, ni huellas de un enterramiento. O Manolo El Comunista mintió o se equivocó. Tres veces.

Garzón tuvo sobre su mesa una de las alternativas: El Caracolar
"¿Me mintió o se equivocó?" Es la duda que atormenta a Gibson
El hombre que se jactó de haber matado a Lorca era de la familia
"La Casa de Bernarda Alba' fue la gota que colmó el vaso", dice Caballero
Es la duda que ahora atormenta a un investigador que ha construido 45 años de trabajo sobre aquel paseo con el camarero que decía haber enterrado a Lorca. Él cree que no le mintió: "No ganaba nada", explica. También le creyó Agustín Penón porque después de escuchar durante dos años de investigación todo tipo de teorías sobre las circunstancias y el lugar de la muerte del poeta -incluida la del hombre que fue a detenerlo a casa de los Rosales, Ramón Ruiz Alonso- se quedó con el testimonio de Manuel Castilla por encima de cualquier otro. La fuente no podía ser más directa, era el hombre que había enterrado los cuerpos.
Pero Lorca no está allí. Puede yacer a escasísimos metros del lugar donde lo han estado buscando durante mes y medio o puede estar muy lejos, en Madrid, enterrado junto al verdugo en el Valle de los Caídos. La exhumación sin éxito en Alfacar ha resucitado todas las teorías sobre la muerte del poeta. Son muchas y llevan 73 años alimentando un mito. Y ahora, ¿dónde estás, Federico?
Quizás la alternativa más sólida al lugar que hasta ahora parecía más seguro (donde se construyó el parque Federico García Lorca, el que señaló Manolo El Comunista) es la que dice que fue enterrado en un paraje llamado El Caracolar. Incluso tiene categoría jurídica, aunque sólo sea porque el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón la tuvo sobre su mesa cuando decidió abrir una causa contra el franquismo y ordenar la apertura de fosas de la Guerra Civil, entre ellas la de Lorca. Está a sólo 430 metros del lugar donde los arqueólogos han estado buscando el pasado mes y medio.

"Yo estoy convencido de que está ahí. Ya sabía que no iban a encontrar nada en Alfacar", cuenta, ufano, Francisco González Arroyo, historiador y ex presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Granada, la que ha impulsado la apertura de la fosa. "Me baso en mi propia investigación y en los testimonios recogidos por Agustín Penón y Eduardo Molina Fajardo

[falangista autor del libro Los últimos días de Federico García Lorca]. El que indica este lugar es un testigo de los fusilamientos, que vivía en Las Colonias
[la casa habilitada como prisión donde Lorca pasó sus últimas horas de vida]".

"Se llamaba Valentín Huete. Vivía en Las Colonias con su mujer, Carmen, y veía el trajín de víctimas entrando y saliendo para ser fusilados. Cuando entraba un pez gordo, es decir, un catedrático por ejemplo, se enteraba y aquel día sí que era alguien muy gordo. Yo le había preguntado varias veces dónde estaba Federico y él siempre me decía: 'niño, yo de esas cosas no puedo hablar', hasta que un día, de tanto insistir me dijo: 'en aquellos olivillos que hay delante de El Caracolar", relata González Arroyo.
Casi todas las teorías alternativas señalan lugares muy próximos al sitio donde han estado buscando, como El Caracolar o el barranco de Víznar, donde hay enterrados cerca de 3.000 fusilados.
A El Caracolar también se dirigió Eduardo Molina Fajardo, falangista, periodista y director de diario Patria, cuyo primer número salió el 29 de agosto de 1936, apenas diez días después del asesinato de Lorca. Molina Fajardo defendió hasta su muerte que los falangistas no habían tenido nada que ver en la muerte de Federico Gacía Lorca.

El investigador Miguel Caballero cree, sin embargo, que en el desenlace final de la detención de Lorca tuvo mucho que ver que aquel día sustituía al gobermador civil de Granada, José Valdés Guzmán, camisa vieja de Falange, el teniente coronel Velasco. "Le tenía ganas por el Romance de la Guardia Civil", añade.

Caballero es autor junto a Pilar Góngora de otro libro con una nueva tesis sobre la muerte del poeta con el ambicioso título de La verdad sobre el asesinato de García Lorca. Historia de una familia", que inspiró el documental Lorca, el mar deja de moverse, de Emilio Ruiz Barrachina. Según esta investigación, el caso de Lorca no fue diferente al de otros tantos al principio del conflicto, cuando el levantamiento militar fue utilizado como un método para zanjar viejas rencillas por lindes de tierras con denuncias falsas y fatales.

"Yo estaba investigando cómo el padre de Lorca había construido su patrimonio en los protocolos notariales, para lo que necesitamos un poder notarial de la famila Lorca y cuatro años de trabajo. Iba a ser una tesis pero se convirtió en algo más. Hasta el punto de que descubrimos que el asesinato de Lorca se debió a las rencillas familiares que tenían por temas económicos", revela.
Para elaborar esta teoría de la conspiración familiar en el asesinato del poeta, el investigador se remontó al siglo XVIII. Los Lorca, los Roldán y los Alba eran familias de labradores con aspiraciones, querían ser propietarios de los terrenos. Con la decadencia de la aristocracia pudieron comprarlos, pero tuvieron que unirse para pagarlos y para ello establecían matrimonios de conveniencia entre ellos para ampliar el patrimonio. Se convirtieron en una sola familia, en un clan. Pero en los años 20 y 30, llega el momento de dividirse las tierras y empiezan las rencillas", relata.

Además, estaba la división ideológica. El padre de Federico Gacía Lorca era un terrateniente, pero liberal. Y los Roldán y los Alba, conservadores. "Cuando el padre de Federico se presentó a las elecciones por el Partido Liberal para ser concejal en el Ayuntamiento de Granada, los Roldán entraron pistola en mano en el colegio electoral, echaron a todo el mundo fuera y llenaron las urnas de papeletas. Tuvieron que anular las elecciones, claro. Además, Horacio Roldán y Federico iban juntos a la Universidad a estudiar Derecho. Horacio estudiaba mucho, pero Federico era el niño bonito de Fernando de los Ríos y la envidia que le tenía era atroz".

Un cúmulo de agravios y rencillas entre estas familias condujo al asesinato de Lorca, según esta versión. "La gota que colmó el vaso fue La casa de Bernarda Alba -que Lorca terminó de escribir poco antes de su muerte-. Esa venganza literaria de Lorca fue el desencadenante directo de la detención de Federico", añade Caballero.

Y aquí entra Juan Luis Trescastro, el hombre que se jactó en un bar de Granada de haber matado al poeta: "Acabamos de quitar de en medio a García Lorca y le hemos dado el tiro de gracia en el culo, por maricón". Trescastro estaba casado con una prima del padre de Lorca y era el padrino de la hija mayor de Ramón Ruiz Alonso, que manejaba las temibles Escuadras negras y acude a detener a Lorca a casa de los Rosales. El asesinato de Lorca se debió a rencillas familiares", concluye Caballero.

La excavación en Alfacar sí parece haber descartado, sin embargo, que la familia Lorca hubiera enviado a alguien a recoger el cuerpo del poeta porque los expertos no han hallado indicios de que allí hubiera habido enteerramientos.

Caballero piensa que Lorca podría haber sido trasladado al Valle de los Caídos. "No se puede descartar. En Granada se abrieron fosas para trasladar cuerpos al Valle de los Caídos y la de Lorca pudo ser una de ellas". No es el único que piensa en esta hipótesis, ni tampoco en lamentar la imposibilidad, de momento, de comprobarlo.

Todo parece posible. Ahora más que nunca. "Me pregunto si existe alguna manera eficaz de llegar al fondo de este asesinato. No. Creo que no la hay. El secreto de esta muerte se irá a la tumba con los pocos que lo conocen", escribió Penón. Ha pasado más de medio siglo desde entonces.

06 diciembre, 2009

UNA RELACION ADÙLTERA CON LA LITERATURA....

REPORTAJE
El escritor Mario Vargas Llosa relata en la Feria del Libro de Guadalajara su relación con Juan Carlos Onetti
PABLO ORDAZ - Guadalajara - 05/12/2009

Juan Carlos Onetti era un sedentario, casi nunca viajaba y, cuando no tenía más remedio, intentaba quedarse en su habitación de hotel, parapetado tras una novela negra y una botella de whisky. "Onetti", lo dijo Mario Vargas Llosa en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, "no viajaba porque no necesitaba viajar". Sin embargo, en una ocasión, el escritor uruguayo y el peruano compartieron un viaje por Estados Unidos. Sentados en un bar de San Francisco, confrontaron sus formas de trabajar. Onetti sólo escribía cuando sentía la necesidad, en cualquier parte, sobre cualquier trozo de papel, y a veces pasaba largas temporadas en blanco. Vargas Llosa le confió que sin embargo él escribía de una forma metódica, disciplinada, casi como un oficinista. "Aquello le espantó", confesó Vargas Llosa, "y fue entonces cuando me dijo: lo que pasa es que tú tienes unas relaciones conyugales con la literatura y yo tengo unas relaciones adúlteras".

"Onetti rescata una parte oscura del ser humano que tendemos a negar"
"Fue indiferente al prestigio o al éxito, escribir era su manera de vivir"
Vargas Llosa habló durante una hora de Juan Carlos Onetti y, cuando terminó, el público se preguntó: ¿ya ha pasado una hora? El escritor peruano tiene esa rara habilidad de hablar tan bien como escribe. El oyente, sea uno o más de mil -como el jueves-, se queda embelesado con cada una de sus frases, y las sigue allá donde le quieran llevar. En esta ocasión, el motivo era la presentación de un libro de Vargas Llosa, El viaje a la ficción (Alfaguara), y el escritor fue respondiendo a las preguntas del periodista Juan Cruz.

Vargas Llosa retrató a Onetti como un ser desvalido ante la vida, vulnerable, tímido, pero dotado a su vez de una gran inteligencia y una gran cultura literaria, aunque no académica. "Fue un escritor indiferente al prestigio o al éxito. Como decía Flaubert de los escritores auténticos, para Onetti escribir era su manera de vivir". Una manera de vivir que nació casi con él. "Fue un lector precoz y voraz. Aprendió a los cinco años. Y él contaba que, para poder leer con tranquilidad, se escondía primero en un ropero y luego en el fondo de un aljibe que había en su casa. Y esto es una metáfora de lo que significaba para él la literatura: apartarse del mundo. Lo que Onetti no podía ser en la vida, lo era en la literatura".

"Onetti", contó Vargas Llosa, "rescata una parte oscura del ser humano que tendemos a negar, aunque sabemos por experiencia que eso forma parte de lo que somos. Su visión de la condición humana y del mundo es negativa, pesimista; es una visión negra, desesperanzada, atroz. Los personajes de Onetti suelen ser fracasados, frustrados, gente que tiene ambiciones mediocres o irrisorias. Y en su literatura sentimos eso que llamamos el mal, una voluntad despectiva, una falta de solidaridad, de conmiseración con el prójimo, una necesidad de destruir, ensuciar, envilecer aquello que no es vil ni sucio, que representa una forma de generosidad o pureza...". Y el público seguía escuchando embobado, en silencio, como en la antigüedad lo hacían los habitantes de las cavernas, sentados alrededor de alguien que lograba a través de la ficción escaparse de la realidad.
"Los novelistas", dijo Vargas Llosa, "son los herederos de aquellos primeros contadores de cuentos que en las cavernas enriquecieron con su fantasía la vida de los otros. Y la obra de Onetti está construida sobre esa temática: hombres y mujeres frustrados por su realidad que huyen a través de la ficción".

Y después de decir eso, Vargas Llosa, contador de historias, se fue de la sede de la Feria Internacional del Libro para inaugurar una exposición titulada La libertad y la vida que, en el otro extremo de la ciudad, repasa su trayectoria vital y su obra. Allí están sus primeros poemas -"háganme el favor de mirarlos, pero no se les ocurra leerlos"- su máquina de escribir, un vídeo donde se le ve entrevistando a Borges, otro donde pronuncia un mitin como candidato a la presidencia del Perú... "Aunque he hecho muchas cosas en la vida", quiso dejar claro Vargas Llosa, "el periodismo, la política, lo mucho que he viajado... lo central, a lo que nunca traicioné, ha sido la literatura. Lo importante, lo fundamental, es lo que he escrito...".

29 noviembre, 2009

FILÒSOFO MICHAEL ONFRAY: "LAS RELIGIONES VIVEN DE LA ANGUSTIA Y DEL MIEDO DE LOS HOMBRES"...


Diferentes caminos han llevado a cientos de hombres y mujeres inteligentes por la opción no-religiosa. Grandes personajes fueron agnósticos como Thomas Henry Huxley, Charles Darwin, y Stephen Jay Gould, o ateos como Richard Dawkins, Carl Sagan, Steven Pinker. Un estudio llevado a cabo por Larson y Whitam en 1998 reveló que el 93% de los científicos más eminentes de los EEUU no creían en un Dios personal, y este resultado es muy similar en los científicos del Reino Unido, según otra investigación. A pesar de lo anterior en la mente de la mayoría de las gentes el adjetivo de ateo es relacionado negativamente.

Tras la publicación en 2007 de un artículo en el diario colombiano El Tiempo sobre la comunidad no creyente de Colombia (agrupada principalmente en el foro de Escépticos Colombia), se preguntó a los religiosos su opinión sobre este sector de la sociedad, a lo cual respondieron que “ellos mantenían ideas ya superadas en el siglo pasado”. Pero a pesar que los ateos son una minoría y que reciben el descrédito y el ataque de los bien financiados líderes religiosos, los ateos no son una especie social extinta. Cabe notar que la mayoría de los Premios Nobel de ciencia son ateos, al igual que la mayoría de la élite intelectual del mundo. Uno de estos intelectuales es el filósofo francés Michel Onfray.

El filósofo Michel Onfray empezó su vida de forma difícil. Nació en un hogar muy pobre, y a los diez años fue abandonado por su madre en un orfanato. A los 28 años sufrió un infarto, y más tarde dos derrames cerebrales. Onfray vive de forma sencilla y alegre. Tiene bloqueada su cuenta, para recibir solo lo que recibiría de jubilación un obrero agrícola. Ve que la vida debe llevarse de manera que pese más el ser que el tener.

Para Michel Onfray las religiones son únicamente instrumentos de dominación y de alienación. Afirma que los tres monoteísmos profesan el mismo odio a las mujeres, a la sexualidad y que detestan la libertad. Actualmente trabaja en la Universidad de Caen, Francia y es autor de 35 libros, de los cuales Tratado de ateología es uno de los más conocidos por el público hispano.
A continuación se presenta un fragmento de la entrevista hecha por Luisa Corradini en Paris el 2007 para el diario argentino La Nación.

Usted afirma que no fue el orfanato lo que lo convenció de que Dios no existe porque a los diez años ya lo sabía. Sin embargo, suele decir también que los adultos que creen en Dios se equivocan. ¿Qué tenía usted a los diez años que un adulto -incluso analfabeto- no tenga a los cuarenta? ¿No es un poco pretencioso de su parte?
No veo por qué debería ser pretencioso o qué es lo que yo tendría de más. Yo no hablo en esos términos. Son los suyos y es su propio juicio de valor. Para ser claro: creí en Dios mientras creía en el Papá Noel. A partir de cierta edad, todo eso me pareció irracional, sin sentido. Eso no quiere decir que fuera un superhombre o un genio precoz. Probablemente solo se trate de temperamento, de carácter inadaptado a las fábulas.

Usted escribe “los monoteísmos detestan la inteligencia”. Pero entonces, ¿qué hacer con todos los genios de Occidente que practicaron alguna de las tres religiones del Libro?
Yo hablo de “monoteísmos” y no de “monoteístas”. El monoteísmo es una ideología que, en sus principios, detesta que la gente piense o reflexione y prefiere que obedezca y que se someta a la Ley, a la palabra de Dios y a sus Mandamientos. Que hay monoteístas inteligentes, no esperé su pregunta para saberlo. Y tampoco he dudado de la inteligencia de ciertos monoteístas cuando son inteligentes.

Dejemos a un lado la Iglesia como institución e incluso la Biblia. ¿Cómo sabe usted que, en verdad, Dios no existe? Podría perfectamente existir. ¿Cómo saberlo? ¿No cree que aceptar la duda sería una actitud más filosófica?

La duda no es filosófica, es metodológica y prepara el terreno a la solución filosófica. En otras palabras, se duda un momento en un movimiento que debe concluir en una certeza. Descartes solo utilizó la duda de esa forma. Conformarse con la duda es detenerse a mitad de camino. Además, la duda es una deshonestidad intelectual. Aquellos que reivindican la duda no tienen problemas en reivindicar la certeza de esa duda. La coherencia del escéptico debería llevarlo hasta a dejar de hablar. Un filósofo tiene la obligación de hacer llegar su pensamiento a algún lado. En todo caso, aquellos que afirman algo (por ejemplo, la existencia de Dios) son quienes deben demostrarlo. De lo contrario, bastaría con afirmar cualquier cosa (que los unicornios existen, por ejemplo), pedir a su interlocutor que pruebe que lo que uno dice es una necedad y, frente a su incapacidad para demostrarlo, concluir que lo que se está diciendo es verdad. De esa forma se podría afirmar que las mesas giran solas, que los platos voladores existen, que los horóscopos dicen la verdad.

Usted critica a “los hombres que se embriagan de ilusiones”. ¿Está mal? ¿Y si eso les permite ser menos infelices? Usted escribe: “El camino de la verdad filosófica es largo y difícil”. Pero hay muchísima gente que nunca tendrá la posibilidad de hacer ese camino. ¿Por qué negarles su propia forma de consuelo a aquellos que creen en algo superior?

Prefiero una verdad que duele a una mentira que calma. Pero cada uno puede preferir el opio de la ilusión a la realidad. Yo le reprocho a la ilusión enemistarnos con la única certeza que tenemos: la vida es aquí, aquí y ahora. Las religiones nos invitan a vivir en la expiación, con el pretexto de que vivir como si uno estuviera muerto aquí nos abrirá la vida eterna una vez muertos. Yo consagro gran parte de mi tiempo -sobre todo cuando creo universidades populares abiertas a todos-, a ofrecer una alternativa filosófica a la propuesta religiosa. Creo que es necesario popularizar la filosofía para reconciliar al hombre consigo mismo, con su cuerpo, su vida, los otros y el mundo, sin que tenga que pasar por todas esas ficciones religiosas.

Cuando un creyente piensa en el universo, imagina una suerte de más allá, donde pone a todos sus seres queridos, sus divinidades y sus ilusiones. Esa dimensión debe de ser imposible de borrar una vez adquirida. ¿Qué hay en la imaginación de un ateo total?

Un mundo exactamente igual de vasto. ¡Qué extraña idea tiene usted del ateo! ¿Lo cree incapaz de imaginación? ¿De vida espiritual? ¡Es curioso que piense en el ateo como una especie de idiota de cerebro limitado, con escasas posibilidades estéticas, emocionales, afectivas y espirituales!
En todo caso, tengo la impresión de que la desaparición de lo sagrado no es inminente. ¿Cree usted en una humanidad sin religión?

Siempre habrá religiones, porque las religiones viven de la angustia y del miedo de los hombres, y porque estamos lejos de haber terminado con los temores existenciales. El ateo está condenado a militar por una causa perdida. Pero poco importa que esté perdida, si es una causa justa. Lo irracional, lo irrazonable, la ilusión, las ficciones disponen de un futuro grandioso, pues el mundo liberal que se prepara en nuestro planeta odia la cultura, que hace retroceder a los mitos, entre ellos, la religión.

Usted escribe: “La autoridad me resulta insoportable; la dependencia, invivible. Las órdenes, invitaciones, pedidos, propuestas, consejos me paralizan”. ¿Cómo hace para organizar su relación con los demás, sobre todo con sus allegados?

Desde los 17 años, (cuando dejé mi familia para vivir sin ayuda alguna) construí mi vida a fin de tener que obedecer -¡y mandar!- lo menos posible. No me pida detalles porque tendríamos que consagrar la entrevista a esta cuestión. Digamos que es necesario evitar el matrimonio y los hijos, los honores, la riqueza y las situaciones de poder. Soy soltero, sin hijos, me importan un bledo las condecoraciones, los puestos honoríficos en instituciones universitarias. Vivo muy bien con o sin dinero, porque el dinero nunca fue una obsesión en mi vida, no soy representante de esto ni de aquello. Trato de no deberle nada a nadie. Vivo de mi pluma, y mis lectores, comprando mis libros, hacen posible esta situación social magnífica, casi una vida de rey.

Usted se declara a favor de un hedonismo del ser y no del tener. ¿Me puede explicar?

Es muy difícil en dos palabras. Digamos que todas las cosas que tienen que ver con la posesión (dinero, situación social, riquezas, propiedades, bienes habituales de la sociedad de consumo) no son un fin en sí mismas. Por el contrario, lo que depende del ser (libertad, amistad, amor, afección, dulzura, serenidad, paz consigo mismo, los otros y el mundo) constituye el ideal de sabiduría hacia el que hay que tender. Disfrutar de una cosa no presenta demasiado interés, disfrutar de un momento de sabiduría es uno de los grandes instantes de la vida.
¿Y cuál es la diferencia entre ese hedonismo y el estoicismo?La oposición entre ambas escuelas suele ser una cuestión de universitarios. Hay que leer las Cartas a Lucilio de Séneca, el estoico. Allí hay cantidad de argumentos epicúreos. En mi libro Contra-historia de la filosofía explico cómo esta oposición entre dos sensibilidades filosóficas fueron instrumentalizadas por Cicerón con fines políticos: era necesario desacreditar a los candidatos epicúreos al Senado, y Cicerón, el estoico, los estigmatizó como voluptuosos e incapaces de ocuparse de la cosa pública. Después, el cristianismo se apoderó de esos argumentos que perduran hasta hoy.

Usted es un filósofo decididamente orientado hacia la modernidad. ¿Qué lugar reserva en su reflexión al psicoanálisis y a las neurociencias? ¿No cree que esta última está terminando con Freud?
Tengo el proyecto de escribir un libro sobre el psicoanálisis que evitará dar poderes absolutos tanto a Freud como a las neurociencias. Rehabilitaré el psicoanálisis como un chamanismo posmoderno, precisando que el cuerpo no es una cuestión de inconsciente psíquico, sino de inconsciente neurovegetativo.
¿Está usted satisfecho de su vida? Quizás sea ridículo preguntarle a un filósofo si es feliz, pero…

¡Pero yo soy absolutamente feliz! De lo contrario dejaría de escribir lo que escribo, de enseñar lo que enseño y de dar las conferencias que doy por el mundo. A menos que fuese un estafador. Y yo sé que en filosofía también existen los estafadores.

Comentarios introductorios por Ferney Rodríguez
Entrevista de Luisa Corradiniwww.sindioses.org

25 noviembre, 2009

SALE A SUBASTA EN BARCELONA UN SONETO MANUSCRITO DE LORCA....


La obra, sin título y dedicada a la violinista catalana Nieves Gas, va ilustrado con un retrato femenino
CARLES GELI - Barcelona - 25/11/2009

A casi 1.000 euros la línea. Ese es el precio que salen de media las 14 líneas del soneto manuscrito que Federico García Lorca dedicó en 1932 a la violinista catalana Nieves Gas y que, con un montante de 12.000 euros de salida, se subasta el jueves en Barcelona. El soneto, sin título pero con la dedicatoria y con 'autobiografía subliminal', va ilustrado con un retrato femenino de un solo trazo y tan estiloso y filiforme como la famosa firma del poeta, con esas 'efe, jota' y 'ele' tan altas y tan queridas por él.

No es un soneto cualquiera, como debía saber su hasta ahora propietario, "un coleccionista nacional", según la reservada información al respecto que ha facilitado a este diario la casa de subastas Soler y Llach. En cualquier caso, el contexto es conocido. Lorca había marchado a Estados Unidos tras su enésimo desengaño amoroso y desesperado ante la difícil asunción de su homosexualidad. En 1932, ya de regreso en España y director de la compañía de teatro universitario La Barraca, realizó el 16 de diciembre una lectura en el hotel Ritz de Barcelona, titulada Nueva York en un poeta, organizada por el exquisito Conferentia Club. Lorca, que explicará y recitará algunos de sus recientes poemas surrealistas, es ya por entonces un autor de renombre. Por ello, entre los asistentes se encuentran personajes como el reconocido crítico de arte y periodista Sebastià Gasch, el vanguardista poeta Josep Vicenç Foix o uno de los grandes nombres de las letras catalanas del momento, Josep Maria de Sagarra.
También está entre los asistentes la joven violinista Nieves Gas quien, junto a su hermana pianista Herminia, era un destacado valor musical catalán de la época. Presentada al poeta al final del acto, a ella irá dirigida un soneto en el que si ya los dos primeros versos se nota la tristeza fruto de la incomprensión de la que se siente rodeado -"Yo sé que mi perfil será tranquilo / en el norte de un cielo sin reflejo" y sigue con un descorazonador "Mercurio de vigilia, casto espejo / donde se quiebra el pulso de mi estilo"- y en el doceavo se acaba describiendo como "libre signo de normas oprimidas". Poeta en la tortura.

17 noviembre, 2009

MARINA: "APRENDER A PENSAR ES UNA COMPETENCIA BÀSICA"...



El filósofo debatió ayer con más de 150 profesores sobre la educación 2.0.El proyecto es una plataforma interactiva para alumnos y docentes.
18/11/2009 EL PERIÓDICO

José Antonio Marina, ayer en el Paraninfo.Foto:JAIME GALINDO Edición impresa en PDF

El filósofo José Antonio Marina señaló ayer que en el esquema de las ocho competencias básicas que la Unión Europea ha seleccionado como básicas para la educación falta la más específicamente europea, la de "aprender a pensar". Por eso se reunió ayer con más de 150 profesores aragoneses con los que debatió sobre los beneficios de enseñar a pensar a los niños y jóvenes con la ayuda de las herramientas que ofrece la web 2.0.

El profesor, que ha centrado su labor investigadora en el estudio de la inteligencia, forma parte del proyecto pedagógico Aprender a pensar que ofrece las bases para realizar trabajos interactivos en una red social para que los alumnos aprendan a pensar. La iniciativa, según Marina, servirá para relanzar el diálogo sobre las competencias e insistió en la necesidad de reivindicar la capacidad de reflexión de los estudiantes como la base que sustenta, recorre y colabora en el desarrollo de las demás competencias (lingüística, científica, numérica, tecnológica, cultural, aprender a emprender, habilidades sociales y ciudadanía).

Además de argumentar las razones para apostar por una educación más reflexiva, Marina detalló los puntos fuertes del proyecto y subrayó la necesidad de promover la filosofía en el ámbito educativo: "Es una plaza pública para hablar y reflexionar, con el objetivo de contribuir a la calidad del debate social sobre temas ético-políticos que competen a todos los ciudadanos, ofreciendo una formación filosófica a profesores y alumnos, a través de las herramientas de comunicación que ofrece la revolución tecnológica".

11 noviembre, 2009

EL MISTERIO SOBRE LA MUERTE DE LORCA, ¿MAS CERCA DE SER RESUELTO?....

REPORTAJE
Fuente: Jorge Vogels 11/11/2009

MADRID/GRANADA (dpa) - "Que le den café, mucho café". Con esta frase en clave se dice que el general franquista Gonzalo Queipo de Llano ordenó la ejecución de Federico García Lorca a comienzos de la Guerra Civil española. El gran poeta y dramaturgo había sido detenido el 16 de agosto de 1936 en la casa de su amigo Luis Rosales y llevado a la sede del gobierno civil de Granada, en el sur del país, acusado de ser un espía al servicio de la Unión Soviética.
Dos días después, el gobernador civil, José Valdés Guzmán, hizo que trasladaran al escritor y a varios compañeros de infortunio en un viejo Buick al barranco de Víznar, cerca de la localidad de Alfacar, para que fuesen fusilados.
Los verdugos se ensañaron especialmente con el autor de "Bodas de Sangre", al que escupieron entre burlas antes de dispararle y arrojar su cuerpo a una fosa común con los demás.

"Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón", se jactó luego su asesino, Juan Luis Trescastro, en el Bar "Pasaje" de Granada.

El autor, uno de los grandes exponentes de la Generación del 27, apenas tenía 38 años. Antonio Machado recordaría después: "Se le vio, caminando entre fusiles/ por una calle larga,/ salir al campo frío,/ aún con estrellas, de la madrugada./ Mataron a Federico/ cuando la luz asomaba./ El pelotón de verdugos/ no osó mirarle a la cara./ Todos cerraron los ojos;/ rezaron: ¡Ni Dios te salva!/ Muerto cayó Federico/ sangre en la frente y plomo en las entrañas./ Que fue en Granada el crimen, sabed,/ ¡pobre Granada!, en su Granada".

Para los franquistas, el delito de García Lorca era ser republicano, "poeta del pueblo" y homosexual. "Ha hecho más daño con su pluma que con una pistola", decían los militares que apoyaban al que se convertiría durante casi cuatro décadas en el dictador del país, el general Francisco Franco (1939-1975). De hecho, en 1931 García Lorca había fundado, junto con el insigne poeta Rafael Alberti (1902-1999), la asociación de intelectuales antifascistas.

Setenta y tres años después de aquel crimen y tras varios años de pleitos legales y administrativos, la apertura de la fosa en la que se presumen los restos mortales del autor del "Romancero Gitano" está en curso. La excavación, solicitada por los familiares de varias de las víctimas allí enterradas, comenzó a finales de octubre. Y aunque oficialmente lo que se busca no es la osamenta de García Lorca, ya que sus descendientes se oponen a la exhumación, la expectación es enorme.
Hasta ahora, sin embargo, los arqueólogos no han desenterrado ningún despojo humano. "No se ha encontrado nada todavía", señalaron a dpa fuentes del gobierno regional de Andalucía, que supervisa los trabajos. "Las excavaciones van con mucha lentitud", precisaron.
Las labores se llevan a cabo alejadas de miradas indiscretas, bajo la protección de una enorme carpa de 200 metros cuadrados instalada en el lugar donde fueron localizadas un total de seis fosas comunes, cuatro de las cuales van a ser excavadas en la fase inicial. En el paraje, conocido como Fuente Grande y hoy convertido en parque, una sencilla piedra al lado de un olivo recuerda al autor de "La casa de Bernarda Alba" y a los demás asesinados. "A la memoria de Federico García Lorca y de todas las víctimas de la Guerra Civil", reza la inscripción.

Se sabe que junto con el poeta, nacido en la cercana localidad granadina de Fuente Vaqueros, fueron enterrados el maestro republicano Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Recientemente se supo, sin embargo, que también podrían yacer allí el inspector municipal de tributos Fermín Roldán y un restaurador granadino, Miguel Cobo Vilches, muerto en 1937.

Pero la gran incógnita es si García Lorca realmente está en aquella fosa. Sus herederos -en concreto, sus seis sobrinos- se oponen a que el cuerpo, de hallarse allí, sea "removido". Sin embargo, la familia se reserva el derecho de identificarlo mediante un cotejo de ADN si lo consideran oportuno.

Esta postura dista de la que mantenían hace poco más de un año, cuando la sobrina-nieta del poeta, Laura García Lorca, anunció tras una negativa de muchos años que ya no impedirían la exhumación. En aquel entonces fue el juez Baltasar Garzón el que ordenó la apertura de la fosa, en el marco de una investigación de los crímenes del franquismo que luego no prosperó.
La familia del autor de "Yerma" argumenta que su oposición se debe a que no quieren que Lorca destaque por encima de otras víctimas anónimas -se habla de varios centenares- en aquel paraje. "Lo que queremos es defender la dignidad y la memoria de nuestro tío", dicen.

Por si acaso, los herederos del poeta y dramaturgo lograron que la zona fuera declarada un cementerio, de manera que sus restos podrían permanecer allí.
Pero hay quienes piensan que el verdadero temor de los sobrinos es que se abra la fosa y el cuerpo de Lorca no esté allí, ya que eso alimentaría todo tipo de conjeturas que ya llevan tiempo circulando.
Se especula, por ejemplo, con que la familia recuperó el cuerpo poco después de la ejecución y que lo enterraron en la Huerta de San Vicente, donde hoy se encuentra una casa-museo del autor. Otros afirman que en realidad no fue fusilado y que murió en 1954, después de quedar mudo...
"Todo eso es absolutamente disparatado", repite una y otra vez Laura García Lorca. "Incluso se dijo que el cuerpo está oculto en mi casa de veraneo en Nerja", critica.
Lo cierto es que, en opinión de algunos expertos, los restos de García Lorca podrían ser reconocidos a simple vista, ya que el poeta tenía dolicefalia, es decir, un cráneo más grande de lo normal. Algo similar ocurre con el cuerpo de Galindo, "el maestro cojo de Pulianas", al que le faltaba una pierna. Pero también los familiares de éste se oponen, de momento, a la exhumación. Los descendientes de las demás víctimas, en cambio, la apoyan.
En todo caso, el pacto de confidencialidad suscrito con el gobierno andaluz estipula que sólo se harán públicos los datos que las familias permitan.

Esta incertidumbre carcome a muchos expertos y también a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que lleva años abriendo fosas en busca de las 120.000 víctimas de la Guerra Civil que todavía yacen en zanjas y cunetas a lo largo y ancho del país.
Para esta asociación, García Lorca es el mayor símbolo de la represión franquista. "Él se merece un funeral de Estado", dice su presidente, Emilio Silva. Lo mismo opina el escritor Manuel Vicent, quien lamentó que el poeta siga sepultado en una fosa "como un perro". "Es imprescindible enterrarlo con toda la gloria para que nuestro país se recupere de la degradación que supuso su muerte", sentenció.
Así lo cree también el hispanista irlandés y biógrafo de García Lorca, Ian Gibson, que lleva décadas dedicado al estudio de su figura y que en 1971 descubrió el lugar donde se presumen los restos del poeta gracias a las revelaciones que le hizo Manuel Castilla, "Manolo el Comunista", el hombre que lo enterró aquel día de agosto de 1936.
En sus palabras, la exhumación serviría además para sacar a García Lorca "de ese indigno lugar y recuperar la memoria de su asesinato".
"Los Lorca creen que el desaparecido más célebre y quizás más llorado de la Guerra Civil, el segundo embajador de España más importante después de Miguel de Cervantes, es de su propiedad", critica. "Pero no es así. Lorca no pertenece a su familia, sino a la humanidad".

"Queremos saber si lo torturaron, si le reventaron el cráneo con la culata de un fusil, como se ha alegado. Defraudarnos a estas alturas, escamotearnos la verdad, no decirnos, como mínimo, si ésta o no está, sería de una crueldad indecible", sostiene Gibson.

Hace unos días, el hispanista irlandés quiso visitar la fosa, que vio por última vez hace unos 40 años. Pero los vigilantes privados que custodian el recinto le negaron la entrada. "Fue una situación entre tensa y triste", comentó resignado.

A la derecha política en España, la apertura de fosas comunes de la Guerra Civil nunca le ha gustado, ya que a su juicio únicamente sirve para abrir viejas heridas. En esta línea, el escritor Juan Manuel de Prada sostuvo recientemente que "lo de García Lorca servirá para que Gibson o cualquier otro fetichista lorquiano se haga la foto con la calavera". En sus palabras, "lo que se quiere en el fondo es azuzar odios dormidos".

09 noviembre, 2009

PUBLICAN POLÈMICA ANTOLOGIA SOBRE EL ATEÌSMO...


El libro "Dios no Existe", antología de artículos de pensadores y escritores de todas las épocas, es otra acción militante contra la religión, fuente de violencia y sumisión para el recopilador británico Christopher Hitchens.
Dios ha muerto: así lo sentenció F. Nietzsche en su libro La gaya ciencia, en 1882, hace ya más de un siglo. Sin embargo las discusiones contemporáneas en torno al pensamiento religioso y a la presencia de dios en las prácticas humanas parecen contradecir aquella proclama e inaugurar el retorno de un problema filosófico que la modernidad, suponíamos, había despachado para siempre. Gianni Vattimo, Richard Rorty, Juergen Habermas, Jacques Derrida, Hans Gadamer, entre otros, escriben, discuten, se reúnen en mesas redondas o en conversaciones teóricas para hablar de religión y entonces Dios, la Biblia, lo sagrado, la trinidad, Moisés o la fe vuelven a formar parte de una batería conceptual filosófica que creíamos perimida. ¿Por qué? ¿Cuál es la necesidad de este retorno? ¿No era claro que el pensamiento crítico exige el fin de las religiones o de cualquier otra forma de clausura trascendente? ¿No alcanza con la ciencia para la verdad, con el acuerdo para la moral, con la democracia para la política o con el psicoanálisis para la angustia existencial?
Después de Nietzsche, de Freud y de Marx, ¿es necesario volver a pensar en Dios o en la religión o en una fuerza divina para edificar nuestro pensamiento humano? A lo largo de la modernidad, y en particular en el siglo XX, aprendimos a pensar sin dios: la antropología, la política, la sociología, el psicoanálisis, la pedagogía, en fin, todas las formas contemporáneas del pensar excluyen a dios de su cuadrícula de explicaciones. ¿Cuáles son las razones de este retorno de lo religioso en la reflexión teórica? No hay dudas que habitamos el fin de una época. La crisis del pensamiento moderno, anunciada en miles de páginas bajo el prefijo pos (posmodernidad, poshumanismo, posindustrial, etc.) implica un giro y una metamorfosis en los conceptos y valores sobre los que se había edificado el sentido de las prácticas humanas desde el siglo XVII en adelante. Después de la muerte teórica de Dios, asistimos al fin de la Verdad, de los grandes relatos, de la objetividad, de la historia, de las ideologías, de la ética humanista.
El pensamiento contemporáneo parece referir a la caída como un modo de afirmar la incertidumbre a la que está expuesto cuando pierde el andamiaje que le brindó la razón por más de trescientos años. La demolición del edificio moderno deja escombros: culpas, ausencias, reconstrucciones, críticas, obsesiones, abandono, reordenamientos. El fin de la metafísica y el nihilismo que le sigue, anunciado por Nietzsche y luego por Heidegger, es uno de sus efectos. La necesidad de una nueva ontología es otro. Deleuze, Badiou, Sloterdijk, Negri, Baudrillard, entre tantos autores, se hacen cargo de la devastación moderna y, sin la necesidad de Dios, elaboran toda una siderurgia teórica para fraguar los cimientos filosóficos en un nuevo suelo. Es en esta perspectiva de reconocimiento del fin de la metafísica en la que se ubica el filósofo italiano Gianni Vattimo. Pero, lejos de aquellos teóricos que prescinden de Dios, Vattimo vuelve sobre el pensamiento religioso y afirma que el nihilismo posmoderno, el "pensamiento débil" tal como él lo llama, es la "verdad actual del cristianismo".
Esto, lejos de tener una mirada crítica sobre la época contemporánea, es una afirmación positiva en tanto supone la caída de los grandes relatos, el derrumbe de la verdad objetiva de la ciencia, y con ello, la posibilidad de la interpretación y la emergencia de la diferencia. Si la verdad es una "experiencia de participación en una comunidad", la diferencia en las distintas interpretaciones es posible gracias a la verdad del amor, la caridad. El suponer una verdad objetiva, es decir trascendente a la historia, es la fuente de los fundamentalismos; la hermenéutica, como posibilidad de interpretación, es la experiencia de una existencia histórica, no sólo de la verdad, sino también de los hombres. Por ello, para Vattimo, la encarnación de Dios en Cristo, es "la renuncia a su propia trascendencia", es decir, el despliegue de un cristianismo antimetafísico, donde Dios es mundano, está rebajado y fuera del cielo, y lejos de ser una verdad objetiva que debe imponerse como único fundamento, es un mensaje histórico de salvación, es decir, de interpretación. Desde esta perspectiva, la muerte de Dios anunciada por Nietzsche, puede ser vista como "la muerte de Cristo en la Cruz narrada por los Evangelios".
El nihilismo es el fin de la metafísica y el imperio de la diferencia, sólo posible a través del amor. Es decir, frente a la intolerancia de los fundamentalismos, Vattimo propone a la caridad cristiana como el único valor que nos permite aceptar las diferencias y reducir la violencia. La religión retorna, en el pensamiento del filósofo italiano, como "no-religión", es decir, no como un dogma ni como institución indiscutible. Frente a posiciones como la de Vattimo, donde lo religioso es visto y recuperado a partir del fin de la modernidad, otras lecturas insisten en llevar a juicio a Dios y someterlo al tribunal de la razón. El motivo principal de estas interpretaciones de corte iluminista es el de enfrentar a los totalitarismos políticos de base religiosa, donde el fundamento divino trasciende necesariamente las fronteras de la religión y se hace violencia terrorista, atentado y muerte.
La caída de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, además de una reflexión sobre sus derivaciones en la política de Occidente, abrió nuevamente el debate sobre la existencia de Dios y los efectos que producen las creencias religiosas en la vida de los hombres. Lejos de abandonar los postulados de la modernidad, aquí se afirma el poder de la razón y la verdad de la ciencia como un principio que permite desarticular el oscurantismo religioso y demostrar la falsedad de todos sus enunciados. Es decir, "aumentar las luces", como afirma el filósofo Michel Onfray en su Tratado de ateología (Ediciones de la Flor, 2006), insistir con el iluminismo moderno, llevarlo al extremo, con el fin de liberar a los hombres de la barbarie y la ignorancia.
Se trata, de alguna manera, de seguir manteniendo la vocación higiénica que la modernidad manifiesta respecto de las creencias religiosas, mediante la claridad argumentativa y la verdad luminosa que la razón nos ofrece. Si el fanatismo del creyente produce guerras, atentados, y muerte; si bajo el nombre de Dios se llevan adelante sacrificios, mutilaciones o abusos; si los argumentos religiosos se oponen a los argumentos de científicos, no se trata entonces de incorporar a Dios de un modo más pacífico y privado, sino de demostrar una y otra vez la falsedad de su existencia; de comprender que todas las religiones no son más que supersticiones inventadas por los hombres con el fin de seguir sosteniendo una forma de dominio cruel sobre sus semejantes.
Esta es la perspectiva que sostiene el libro Dios no existe. Lecturas esenciales para el no creyente del escritor y periodista inglés Christopher Hitchens (Debate, 2009). Este ensayo, de reciente aparición, es una extensa antología de textos que van desde Lucrecio, poeta y filósofo romano del siglo I a. C., hasta autores del siglo XXI, donde todas las reflexiones elegidas comparten un pensamiento crítico y en muchos casos devastador en contra de la existencia de Dios. En la introducción, Hitchens afirma de inmediato su mirada sobre la religión y la preocupación que lo lleva a publicar su libro: la creencia en Dios es una peste (el texto comienza con una referencia a la novela de Albert Camus) y "esta antología pretende identificar y asilar esos bacilos con mayor precisión". Con la misma urgencia, refiere a los atentados con coches bomba del año 2007 en Londres (su ciudad natal), donde en nombre de la religión "el odio y la violencia están envenenando todas las vidas".Es decir, el libro se presenta no sólo como una defensa del ateísmo militante que el autor sostiene, sino como una necesidad de tomar conciencia de los efectos terroríficos que produce la religión en la vida contemporánea.
Este libro es, en cierta forma, la continuación de un libro anterior de Hitchens (Dios no es bueno. Alegato contra la religión, Debate, 2008) donde el autor, luego de un análisis crítico de la religión y sus efectos –"La religión mata", "La religión como pecado original", "¿Es la religión una modalidad de abuso de menores?", son algunos de sus capítulos– hace un llamado a la resistencia de la razón y a la necesidad de una nueva Ilustración que sostenga como único objeto de estudio, no a Dios o sus mesías o a sus libros sagrados, sino al hombre y la mujer. Sin embargo, y a pesar de la claridad que brinda la ciencia actual, Hitchens cree que es "necesario también conocer al enemigo [dios]... y disponerse a combatirlo". Es en esta batalla ilustrada que se inscribe Dios no existe, ya no como un alegato sino como una genealogía del ateísmo que incluye a autores de las diversas ramas del pensamiento y de los distintos períodos históricos de la cultura occidental. Desde la prosa de los Rubáiyat, de Omar Jayam, de fines del año mil a la voz de Darwin en su Autobiografía; filósofos como David Hume o Karl Marx; escritores como Joseph Conrad, George Orwell o John Updike; S. Freud, Carl Sagan, Anatole France, Einstein, Lovecraft o Mark Twain, en una extensa y muy completa reconstrucción cronológica de pensamientos que, de un modo u otro, criticaron la idea de Dios o directamente afirmaron su inexistencia.
La antología finaliza con la escritora de origen islámico Ayaan Hirsi Ali quien actualmente vive oculta y amenazada de muerte por la yihad por su defensa de los derechos de las mujeres musulmanas. Su artículo "Cómo (y por qué) me hice infiel" es un pequeño ensayo autobiográfico que describe el camino que la condujo de la sumisión religiosa musulmana al ateísmo que hoy sostiene. No es sólo un pensamiento sino la descripción de una práctica concreta de abandono de la idea de Dios, una emancipación que tuvo a la razón como guía y el respeto a sí misma como "brújula moral". Una experiencia de infidelidad que Christopher Hitchens elige para cerrar su libro, acaso como una forma de decir que no sólo es posible vivir sin Dios, sino que, tratándose del "enemigo más antiguo de la humanidad", es vital y necesario.
Para sostener la religión o para devastar definitivamente el poder de dios, lo cierto es que la filosofía del siglo XXI sigue administrando las consecuencias del fin de la modernidad y el ingreso a una nueva época para la que aún no tenemos un pensamiento. El resurgimiento de ciertos problemas es un signo de la devastación teórica con la que nos enfrentamos. Mientras tanto la razón y la fe siguen intercambiando sus cartas y acusándose mutuamente de los monstruos que producen.

08 noviembre, 2009

LA OBSESIÒN DE KUBRICK....

Una obsesión
Stanley Kubrick se apasionó por la figura de Napoleón (en la imagen, 'Napoleón en Fontainebleau' (1846), de Paul Delaroche). Aunque no sabemos cuándo empezó esa pasión, sí sabemos que a partir de 1967 el director neoyorquino comenzó a acumular ideas y miles de documentos para rodar una película sobre el militar francés. El proyecto no llegó a hacerse realidad, pero sí dejó una vasta cantidad de material que la editorial Taschen recupera diez años después de la muerte del cineasta.
2009-11-08

88 cajas de documentos
Kubrick acumuló miles de documentos guardados en 88 cajas en su casa del norte de Londres. Entre ellos hay fichas de acontecimientos, cuadernos de anotaciones, fotos de posibles localizaciones, dibujos de vestuarios, imágenes de la época… Numerosas personas le ayudaron a reunir toda esa información, desde el que iba a ser productor del filme, Jan Harlan, hasta expertos en historia napoleónica de la Universidad de Oxford.
ARCHIVOS KUBRICK - 2009-11-08



Todos los detalles
El filme iba a durar más de tres horas y se requería un presupuesto desorbitado, una de las razones por las que la productora MGM se desentendió en septiembre de 1969. Otro factor que acabaría por frustrar el sueño de Kubrick fue el escaso éxito que alcanzó el estreno de 'Waterloo', de Sergei Bondarchuk, en 1971. Para entonces, el director no había olvidado ningún detalle, tampoco el vestuario de la emperatriz Josefina, un personaje que le fascinó tanto como el propio Napoleón.
ARCHIVOS KUBRICK - 2009-11-08


El 'no' de Audrey Hepburn
Para el papel de Josefina, Kubrick pensó en Audrey Hepburn, que lo rechazó en una carta (en la imagen). También sonaron, en el resto del reparto, nombres como los de Peter O’Toole, Alec Guiness, Peter Ustinov, Charlotte Rampling o Jean-Paul Belmondo. En 1868, Kubric ofreció el papel protagonista a Oskar Werner; otras opciones eran Ian Holm y David Hemmings.
ARCHIVOS KUBRICK - 2009-11-08


Tras las huellas de Napoleón
"Vete a todo rincón al que pudo ir Napoleón y fotografíalo", le dijo el cineasta a su asistente Andrew Birkin. Y eso hizo él. La cámara de Birkin captó desde el salón del trono de Fontainebleau (imagen de la derecha) hasta Santa Helena, la isla atlántica donde el emperador, destronado y exiliado, murió en 1821.
ARCHIVOS KUBRICK - 2009-11-08


Disciplina marcial
Una de las cosas que más pareció interesar al cineasta de Napoleón fue su faceta militar. "Un soldado de éxito, un alumno de filósofos, Napoleón detestaba el feudalismo, la desigualdad civil y la intolerancia religiosa" dice una nota subrayada por Kubrick del libro 'Napoleón' del historiador Georges Lefebvre. El director planificó cada escena del filme con la minuciosidad con la que Napoleón planificó sus numerosas batallas. En la imagen, 'El paso del Berezina' (c. 1859), de Enero Suchodolski.
2009-11-08


Realismo en el campo de batalla
Kubrick recopiló y confeccionó los distintos uniformes de los ejércitos participantes en las guerras napoleónicas. Rumania, donde se iban a localizar algunas batallas, estaba dispuesta a ceder parte de su Ejército para el rodaje. "10.000 soldados con sus caballerías aquí, 40.000 de infantería allá", escribió el cineasta en otra de sus anotaciones para la película.


Material inédito
El libro 'Stanley Kubrick’s Napoleon: the greatest movie never made [la mayor película nunca realizada]', de Alison Castle y editado por Taschen (diseñado en caja facsímil por el estudio M/M de París), incluye parte de lo guardado en los Archivos Kubrick sobre la preparación del filme. Una vez acabado el libro, el material se donó a la University of Arts de Londres. Además de artículos de expertos y análisis del guión, de casi 200 páginas, se presentan por primera vez íntegras las transcripciones de la charlas de Kubrick con el historiador Felix Markham, en las que iba resolviendo duda tras duda.
TASCHEN - 2009-11-08

REPORTAJE

LOLA HUETE MACHADO 08/11/2009
El director leyó cientos de libros, acumuló Documentos, se asesoró? le interesaba Napoleón, el hombre, el soldado, el emperador; su poder y caÍda. Pero no encontró productor para su película. Durante años Kubrick guardó en su archivo ese material, como huellas de una pasión nunca olvidada. Diez años después de su muerte, todo sale a la luz.

"Es imposible amar y ser prudente". La frase de Francis Bacon, filósofo del siglo XVII, aparece subrayada por Stanley Kubrick, director de cine del más puro XX, en uno de esos cuadernos de notas que usaba con profusión mientras soñaba con llevar a la pantalla a Napoleón, personaje decisivo del XIX. Y Bacon debe tener razón. Tanto amó Kubrick a Napoleón que se obsesionó con hacerlo suyo y trasladarlo a su territorio. "Qué gran novela mi vida", dijo una vez de sí el que fuera emperador francés. Según Kubrick, de haber existido el cine entonces, lo dicho sería más bien: "Qué gran película mi vida". Kubrick no paró en años de planificar el filme con la minuciosidad con que Napoleón debía preparar cada una de sus batallas, que fueron muchas, gloriosas y dramáticas, privadas y públicas, en su medio siglo de vida, de 1769 a 1821.


Un agitado y corto espacio temporal que le dio mucho de sí: pasó de conquistar Europa ("Napoleón sopló sobre Prusia y Prusia dejó de existir", escribía Heine; "Siempre él, en todas partes, él", opinaba Víctor Hugo) a morir vencido, solo y desterrado a la isla de Santa Helena... "¿Qué es la guerra? Un oficio de bárbaros, donde todo el quid está en ser más fuerte que el adversario en un punto determinado", concluía el genio militar.

"Lo que tenía en sus archivos sobre Napoleón superaba a lo de otros filmes"
"He intentado hacerle justicia con este libro, acabar su sueño"
"Napoleón me fascina, nuestro mundo es el resultado de su obra"
La película sí se hizo, estaba entera en la imaginación de Kubrick


Fortaleza. Tenacidad.
De eso sabía también el director norteamericano que se zambullía hasta el fondo en todo lo que tocaba. Kubrick supo alejarse del fragor social de Hollywood, se instaló en exilio voluntario en el Reino Unido ("Tengo esposa, tres hijos, tres perros y siete gatos. No soy Frank Kafka sentado en soledad y sufriendo"), luchó con originalidad por su independencia y libertad creativa, y se salió (casi) siempre con la suya haciendo 13 de las películas más personales de la historia del cine al grito de: "Si no estás enamorado del asunto, déjalo... Ya hay demasiadas películas mediocres". O mejor: "Desde el inicio hasta el final de una película, mis únicos límites son aquellos que me imponen la cantidad de dinero de que dispongo para gastar y la cantidad de sueño que necesito. Algo te importa o no te importa, y sencillamente no sé dónde marcar la frontera entre esos dos puntos".
Y fue, primero, el dinero el que le falló en Napoleon, cuando el presupuesto estimado para sus mínimo tres horas de película comenzó a rozar el cielo millonario de las superproducciones de la época, y cuando la productora MGM se desentendió del proyecto en septiembre de 1969. Y segundo, la inoportunidad, cuando se les adelantó en 1971 y fracasó otro filme sobre el asunto, Waterloo. Atrás quedaban, perdidos, los esfuerzos de documentación y producción de muchas personas. Hasta los viajes empleados en localizar y encontrar países (como Rumania) dispuestos a ceder su Ejército durante días para un rodaje de tales dimensiones. "10.000 soldados con sus caballerías aquí, 40.000 de infantería allá", se lee en otra de esas notas manuscritas que Kubrick dejaba por todos sitios.

Parecía hasta ahora que todo eso era esfuerzo malgastado. Que Napoleon era otra película non nata. Pero no. Al cumplirse una década de la muerte de Kubrick en 1999, sale a la luz una obra elaborada por la norteamericana Alison Castle que lleva por título Stanley Kubrick's 'Napoleon': the greatest movie never made [la mayor película nunca realizada]. "Cuando comencé mi investigación para los Archivos de Kubrick en 2002 [libro publicado también por Taschen en 2005], me quedé estupefacta ante la ingente cantidad de material sobre Napoleón que permanecía en la residencia de Kubrick; en volumen sobrepasaba al que había sido conservado de muchas de sus películas concluidas". El libro, en formato facsímil y cofre del tesoro, incluye parte del material que Kubrick preparó para armar su obra. "He intentado hacerle justicia, presentar y terminar el que era su sueño", dice.

Así, en diez libritos, se encuentran, entre otros, el guión último del director, de 1969 (aunque con él nunca existió el concepto de "último"); la libreta de producción; la descripción de las escenas desde su etapa como general a los 26 años hasta su muerte, pasando por su periodo de cónsul, emperador, jefe de un ejército invencible, el divorcio de Josefina, la derrota y la invasión de Francia. Hay cartas a los actores deseados (Audrey Hepburn sería Josefina), fichas con acontecimientos identificados día a día; un banco de datos con 17.000 imágenes de personajes; fotos y dibujos de los modelos de uniformes de los distintos ejércitos, armas y vehículos, los escenarios en los que Napoleón estuvo algún buen o mal día... Una empresa de factura napoleónica, sin duda. Un genio auscultado por otro genio. Valga una imagen: Kubrick en su mansión, de noche, leyendo libros sobre el corso, viendo películas sobre su vida, almacenando datos, pariendo ideas, estrategias, nuevas técnicas de rodaje y de iluminación... Modos de abordar el proyecto. ¿No hacía algo así también Napoleón?

"Kubrick conocía el valor de la información acumulada y no quiso separarse de ella, incluso mucho después de haber perdido la esperanza de realizar el filme", cuenta Castle, devota del director desde joven. Y cuenta que Kubrick, de hecho, nunca cedió aquello a nadie para que fuera otro el que lo convirtiera en cine. Su sueño y su deseo, el guión, eran suyos. Sólo suyos.

Cuando le preguntaban al realizador por qué le interesaba tanto el personaje, él contestaba que su historia era perfecta: un héroe, muchas batallas, amor frustrado, mucho sexo y violencia y traición...: "Me fascina. Su vida se ha descrito como un poema épico de acción. Su vida sexual era digna de Arthur Schnitzler. Fue uno de esos hombres raros que trastocan la historia y moldean el destino de su época y de las generaciones venideras en un sentido muy concreto, nuestro propio mundo es el resultado de Napoleón, del mismo modo que el mapa geopolítico de Europa es el resultado de la Segunda Guerra Mundial. Y no hay que olvidar que nunca se ha hecho una película buena o precisa sobre él. El puro drama y la fuerza de su vida es una temática fantástica para una biografía cinematográfica. Si nos olvidamos de todo lo demás y nos fijamos sólo en la relación sentimental con Josefina, por ejemplo, tenemos ante nosotros una de las pasiones obsesivas más grandes de todos los tiempos... De manera que la película no será una simple reconstrucción histórica polvorienta".
No parece que pensara Kubrick en otro Napoleon estilo Abel Gance. Otra nota subrayada en la obra Napoleon de Lefebvre: "Un soldado de éxito, un alumno de filósofos, Napoleón detestaba el feudalismo, la desigualdad civil y la intolerancia religiosa". Había muchas cosas de él que le gustaban.

El inicio de su pasión napoleónica no se conoce, pero sí la fecha del proyecto cinematográfico como tal. Fue en 1967, cuando Kubrick se encontraba en fase de posproducción de 2001, una odisea del espacio; ahí, con la mente ya regresando de tanto viaje futuro, puso sus ojos en el pasado. Acumuló ya entonces ideas sobre el pequeño gran corso de ardor guerrero y mano en el pecho, algunas muy detalladas que, con el tiempo, se convertirían en esos miles de documentos guardados en 88 cajas en su casa de Childwickbury Manor, al norte de Londres, allí donde él mismo está enterrado.

Y con esta obsesión vivió Kubrick hasta 1971, año en que empezó a perder toda esperanza de culminación y se desvió hacia otros territorios con La naranja mecánica primero y Barry Lyndon después, pero sin abandonar nunca su tema: cómo las emociones son siempre, antes o después, más fuertes que la razón, seas quien seas; cómo el error y el azar se entrecruzan en la historia; cómo la violencia siempre ronda. Entre ese principio ilusionado y ese final desolado, Kubrick se desvivió, como siempre hacía... Encontró muchas manos de ayuda -Jan Harlan se encarga de la producción, famosos expertos en historia napoleónica le asesoran, graduados en Historia de Oxford le nutren de datos, su asistente se va a fotografiar espacios-, mientras él no deja de soñar (y así lo anota) con campos de batallas en los que se luchaba y moría en gigantesca coreografía; con despachos de empaque decimonónico en Italia, Egipto, Rusia, Prusia o Francia; con campamentos levantados por soldados ateridos y pueblos arrasados.

Allí donde se combatiera, se intrigara o se reunieran hombres de mayor o menor genio político quería Kubrick posar su mirada; allí donde se hicieran o deshicieran tratados; en palacios versallescos o en alcobas con dependencias secretas donde beneficiarse a cualquier dama en cualquier momento. "Dile que espere', dijo el emperador. Media hora después, Rustum apareció de nuevo para recordarle que la actriz estaba aún esperándole. 'Dile que se vaya desnudando', respondió el emperador, y retornó al asunto que ocupaba su atención. Cuando Rustum apareció por tercera vez, Napoleón le miró con impaciencia y ordenó: 'Dile que se vaya"; éste es otro de los pasajes marcados en Los ochenta días de Napoleon, de D. J. Goodspeed. Cómo no prendarse de tal y tanto material.

Por no hablar de sus sueños con ella, con Josefina. "A juzgar por el rol garantizado a la emperatriz (que no era simplemente para introducir escenas eróticas), uno se pregunta si Kubrick no estaba al final un poco enamorado de ella", comenta el historiador Jean Tulard en el libro. Fue tanta la pasión por la historia y tan poca la vía de escape que es de imaginar, así lo dice Harlan, que Kubrick mantuvo siempre el rescoldo de Napoleon encendido. Como le ocurrió al emperador con Josefina, con la que, a pesar de infidelidades y venganzas mutuas, de tormentos y divorcios, soñó en la hora de la muerte. "Quizá Napoleón habría sido mejor hombre de haber sido amado más y mejor", anota Kubrick en las Memorias de Madame Rémusat.

Así, para expertos y no tanto, es ahora esta obra de Castle un botín: incluye una selección de artículos que muestran el trabajo de Kubrick, su interpretación dramática de la vida de Napoleón (Eva-Maria Magel), las transcripciones de las conversaciones con el mayor experto del momento, el historiador de Oxford Felix Markham (que fueron encontradas casualmente y son reproducidas en su integridad y decodificadas por Geoffrey Ellis), un recorrido por un siglo de filmes napoleónicos (Tulard) y hasta un análisis del rigor histórico del guión de Kubrick: "Pasa raudo por el periodo del consulado; obvia, sorprendentemente, las relaciones con la Iglesia católica, se olvida del personaje de la amante de Napoleón, Maria Walewska...", cuenta Ellis. "Kubrick estaba más interesado en el soldado, en su motivación psicológica y su sentido de la estrategia como conquistador militar, que en el ejecutivo, el legislador, o en el del monumental legado civil a Francia... Usa una imagen poco romántica, de un realismo duro, incluso brutal".
Y visto todo esto en su conjunto, aquí está la evidencia: el filme, en realidad, sí se hizo. De principio a fin, plano a plano, escena a escena. La película está construida en la imaginación del Kubrick de 1969, tal como muestra todo este material leído, consultado o almacenado o las conversaciones insistentes con el experto Markham, para no dejar pasar ningún detalle, que no quede duda sin resolver, resquicio por el que pueda colarse la imperfección en la recreación de un tiempo revolucionario y turbulento."¿Era supersticioso Napoléon? ¿Tenía sentido del humor? ¿Era ingenioso y buen conversador? ¿Bebía, comía, leía mucho?", le pregunta una y otra vez a Markham. Y éste va contestando. La fuerza y la debilidad. Cómo obtuvo el poder Napoleón, lo extendió, lo ejercitó y lo perdió.

Kubrick. Una vez leí en un libro sobre psiquiatría que el hombre es un animal de ataque o retirada y que cualquier cosa entre ambos le produce un gran estado de ansiedad. Pienso que lo que Napoleón no podía tolerar era ese impasse; si estaba en el camino, en acción, sabía lo que debía hacer, ejecutaba sus batallas maravillosamente. Y si estaba atacando no sabía cómo temporizar. En verdad, no sabía cómo sobrevivir cuando ni atacaba ni retrocedía.

Markham. Es verdad, especialmente, cuando ha alcanzado la gloria. La idea de descender era imposible de contemplar para él. Ésta es una razón por la que no firmó un compromiso de paz en 1813.

K. Sospecho que no habría sido un buen jugador de ajedrez, incluso aunque jugara mucho, porque una de las claves es reconocer que hay momentos en los que no hay ni movimientos de ataque ni de defensa. Ese intermezzo lo llaman los alemanes zwischenzug. Son los movimientos que a menudo marcan la diferencia en las grandes partidas, porque realmente no tienes nada que hacer. Es una posición complicada.

M. Esperas a que otro cometa un error. K. Tienes que hacer un movimiento que lo parezca, pero que en realidad no haces nada. Ésa era su debilidad...

M. Sí, militar y políticamente. Como dijo Wellington, en la campaña de 1814 fue demasiado impaciente, de haber tenido más paciencia podría haberlo conseguido. K. Te das cuenta de que cuando Napoleón esta yendo en una dirección, arriba o abajo, no parece demasiado infeliz, incluso cuando va a Elba... Creo que una de las claves de su personalidad es esto: encuentra insoportables las situaciones intermedias.

M. Es todo o nada. K. ... Obviamente, si le dan a elegir, él va siempre hacia delante, ya sabes.
Y así, una y otra vez. Infatigable Kubrick.
Como dijo de él otro grande del cine, Federico Fellini: "Kubrick puede contar todas las historias que quiera sin por ello dejar de contarse a sí mismo".

'Stanley Kubrick's Napoleon: the greatest movie never made', Taschen. Volumen de 10 libros, incluido el guión último preparado por Kubrick. http://www.taschen.com/
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El 'Napoleón' que imaginó Kubrick
FOTOS - TASCHEN - 06-11-2009
El libro 'Stanley Kubrick’s Napoleon: the greatest movie never made [la mayor película nunca realizada]', de Alison Castle y editado por Taschen (diseñado en caja facsímil por el estudio M/M de París), incluye parte de lo guardado en los Archivos Kubrick sobre la preparación del filme.

Una vez acabado el libro, el material se donó a la University of Arts de Londres. Además de artículos de expertos y análisis del guión, de casi 200 páginas, se presentan por primera vez íntegras las transcripciones de la charlas de Kubrick con el historiador Felix Markham, en las que iba resolviendo duda tras duda.- TASCHEN
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