29 marzo, 2009

EL ERROR DE RATZINGER SE AGIGANTA....

REPORTAJE

Pocos confían ya en Benedicto XVI - Sus anacrónicas decisiones muestran un Papa rodeado de una curia inoperante e incapaz de conducir la maquinaria vaticana
MIGUEL MORA - Roma - 29/03/2009

No se apaga el tam tam de los tambores. Tras su periplo africano y la encendida polémica sobre el sida y los preservativos, afirmar que Joseph Ratzinger es un papa cada vez más cuestionado es una obviedad. Fuera de la Iglesia, no cesan las críticas y los ataques. En Francia y Alemania, las encuestas entre católicos registran ya la palabra "dimisión", y Gobiernos, ciudadanos y ONG dejan ver su abierto descontento. Dentro del Vaticano, las cosas están igual. O peor. El Papa alemán fue elegido por los cardenales por su alta inteligencia. Pero, como dice el veterano vaticanista y escritor Giancarlo Zizola, "estos primeros cuatro años de papado sugieren que, por mucho que su inteligencia sea finísima, no le llega para gobernar la Iglesia".

Las críticas a su papado crecen dentro y fuera de Roma
Hay un problema no resuelto en la forma de Gobierno, dicen varios expertos
El círculo en el que Benedicto XVI apoya su día a día es muy pequeño
Se habla ya de un posible sustituto, el cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga

"Ratzinger es un prisionero de la curia, vive en una especie de Aviñón en patria, alejado de los episcopados nacionales, sin más apoyo que el de su pequeña camarilla", explica Zizola, autor del libro Santità e potere. Dal Concilio a Benedetto XVI. El Vaticano visto dal interno. Filippo di Giacomo, sacerdote y periodista, 11 años de misionero en el Congo, hoy juez vicario en Roma, cree que la crisis que vive el Vaticano "refleja una enfermedad crónica desde hace siete siglos: su sistema de Gobierno no funciona ni es colegial". "La curia moderna es una maquinaria gigantesca, inoperante e inútil. Hay 35 cardenales en Roma. Están divididos en grupos, enfrentados, y se dedican a conspirar y a cooptar afines por los pasillos", señala Di Giacomo.

Se trata de una batalla en toda regla, en la que los bandos se mezclan y se confunden. La revuelta estalló con el perdón a los obispos lefebvrianos. Un grupo amplio de obispos y teólogos moderados y conciliares (alemanes, franceses y latinoamericanos, sobre todo), hartos de no ser tenidos en cuenta, hizo ver su descontento al Papa. En respuesta, éste reprendió a la curia por no actuar de forma "colegiada y ejemplar".

Zizola recuerda que Wojtyla intentó obviar una fractura que ya existía a base de carisma y comunicación. Su papado creció con la televisión y se convirtió en una especie de Show de Truman, la primera encíclica catódica: le vimos envejecer, derribar el muro de Berlín, sufrir atentados, viajar, besar los suelos del planeta varias veces, agonizar en directo. Pero tampoco él fue capaz de reformar el sistema de gobierno. "Prefirió escaparse de Roma y tapar la crisis de la Iglesia y el vacío de gobierno", dice Zizola.

Mientras Wojtyla viajaba, Ratzinger estudia y escribe. Mucho más aislado y a la defensiva, el Papa soporta mal que le lleven la contraria. Su carta a los obispos reveló que le disgusta sobre todo el desamor, la intriga, "el odio y la hostilidad". Su texto dibuja a una curia conspiradora, que aspira a mandar tanto o más que él, que mueve los hilos en la sombra, que filtra noticias, escondiendo la mano, para hacerse valer. La peculiar sensibilidad de Ratzinger es una parte del problema. ¿Se trata de un "pastor alemán" como tituló Il Manifesto cuando fue nombrado, o "un cordero en medio de los lobos", según la expresión del Evangelio de Mateo?

Di Giacomo despachó con él a menudo cuando dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe: "Le puedes decir cualquier cosa, siempre que no subas la voz. Si la elevabas medio tono, ponía su extraña sonrisa, cerraba el cuaderno y se marchaba. Delante de él no se puede ofender a nadie. Es un democristiano bávaro, y los democristianos bávaros son raros. Pueden tener ideas avanzadas, pero si los demás no les siguen, se asustan y frenan. Ratzinger es cualquier cosa menos un aventurero. Por eso se fue de la Universidad de Tubinga el día que se encontró a los estudiantes protestando tirados en el suelo. Es un monje, y nadie le ha dicho a tiempo que el mundo mediático no es un aula universitaria".

En un texto publicado por la revista religiosa Il Regno, Zizola ha recordado que en 1965 el obispo brasileño Helder Camara anunció al mundo durante el concilio la reforma de la monarquía pontificia, creando un senado compuesto por cardenales, patriarcas y obispos, elegidos por las conferencias episcopales, para ayudar al Papa en el gobierno y convocar cada 10 años un concilio ecuménico.

La reforma nunca se hizo. La curia, la corte púrpura, ese ente invisible y lujosamente vestido, cuyo poder sobrevive a los papas, jamás aceptó la democratización. Hoy, dentro de la curia, nadie se fía de nadie. Por un lado están los influyentes hombres "del servicio", como se autodenominan los diplomáticos de la secretaría de Estado que dirige Tarcisio Bertone, el único que despacha a diario con Ratzinger; por otro, los intelectuales orgánicos (periodistas, profesores, juristas, rectores...), unos papistas y muchos no; y luego está la variopinta macedonia cardenalicia y episcopal que dirige los dicasterios: nueve congregaciones, 11 consejos pontificios, tres tribunales, tres oficinas. "En los dicasterios están los casos piadosos", dice Filippo di Giacomo."Desde Pablo VI, el Papa que internacionalizó la curia y la llenó de excelencia con los mejores cerebros de ese tiempo, la decadencia del equipo de gobierno ha sido imparable. Wojtyla llegó a Roma en 1978 lleno de odio contra la curia, porque nadie escuchaba a los obispos del este de Europa, y se trajo a todos los fracasados, a los que no servían a las diócesis", cuenta Di Giacomo. "López Trujillo, Castrillón Hoyos, Martínez Somalo, Martino, Barragán, Milingo... Gente insignificante. Luego hizo obispo a su secretario, y le dijo: 'A estas bestias trátales tú".

¿Podrá este Papa más tímido aún apaciguar a ese rebaño de "gálatas que muerden y devoran"? Según Zizola, "el Papa trabajó durante el Concilio en la frontera de la renovación y sabe que el gran problema es la nula participación de los obispos en el gobierno de la Iglesia. Algunos cardenales recuerdan que los obispos eran consultados más a menudo en la época de Pío XII, antes del Concilio, que actualmente".

Cerca del Papa, coinciden Zizola y Di Giacomo, está el desierto. Cuatro monjas estadounidenses que dirigen el departamento informático y evitan que los hackers entren en la web. Su secretario, el guapo, alto y bávaro Georg Genswein, considerado un cero a la izquierda -"Es un cretino", afirma sin tapujos un miembro de la curia-. El portavoz, el amable jesuita Federico Lombardi, y sus dos ayudantes, que no dan abasto a apagar fuegos, y que según se dice serán sustituidos en junio.

Los hombres de confianza son aún menos. El cardenal alemán Lehman, que culpó del desastre Williamson a los mensajeros; Bertone, el secretario de Estado, que también dejará su sitio pronto por edad. Antonio Cañizares, prefecto de la estratégica, según la visión de Ratzinger, Congregación para el culto divino. Y el lituano Audrys Juozas Backis, que suena para sustituir a Bertone. Demasiado poco para un hombre de 81 años con una enorme carga de trabajo. "El grado de complejidad del cargo, con 1.100 millones de católicos, 6.000 obispos en activo, relaciones ecuménicas e interreligiosas, viajes, encíclicas, y relaciones de Estado, es insostenible para un hombre solo, inteligente como Ratzinger o carismático como Wojtyla", dice Zizola.

Por eso hay muchos obispos en guerra. Mientras Ratzinger salta de un pantano a otro, la iglesia moderada, progresista y conciliar no aguanta más. Según Zizola, el poder del Opus Dei, como en tiempos de Wojtyla y Navarro Valls, sigue siendo enorme. Di Giacomo no cree que sea tanto. Pero la máquina de enredar está en marcha. Con el perdón a los lefebvrianos, el Papa ha despreciado a las corrientes de signo opuesto, especialmente a la Teología de la Liberación, que él mismo frenó hace 25 años. Al fondo, se habla ya de un posible sustituto, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga. Pero eso lo decidirá la curia.

23 marzo, 2009

CARTA DE AMOR DE KAHLIIL GIBRÀN A MARY HASKELL



Creo que es un error tuyo negarte a tener un contacto más íntimo, Mary.
Un hombre en su pasión se guía por tres cosas: la lógica, el corazón y el sexo.
Cada una de estas cosas lo gobiernan durante un determinado período; la lógica y el corazón me gobernaron durante muchos años. Pero, ahora, aparece el deseo sexual. Me dijiste: “Querido Kahlil, vamos a dejar el mañana para mañana”. Y en ese momento me sentí pequeño e ingenuo.
A las cosas importantes las has venido tratando como si no fueran nada. Yo te amo. Mi deseo es mayor que tu deseo hacia mí. Cada vez que te encuentro tu presencia llena todo el espacio que me rodea. Yo te amo y sé que el contacto físico tiene su momento. Después, este momento desaparece. No quiero que nada de lo que sea muy importante entre nosotros termine por desaparecer, porque no sabemos qué puede suceder después de eso.
Nuestra relación ya es suficientemente fuerte, pero no sé a dónde pueden llevar los límites que se le imponen al amor. A pesar de todo, me entrego en tus manos. Un hombre solamente puede entregarse en las manos de alguien cuando el amor es tan grande que el resultado de esta entrega es libertad total. Yo te amo con todo lo que existe en mí. La punta de mis cabellos, el borde de mis uñas, todo está repleto de este amor que te tengo, Mary.
20 de Junio de 1914

21 marzo, 2009

LA TEORIA DE LA LIBERACION SE PROPAGA, PESE AL VETO DEL VATICANO...

Ella nació oyendo el grito de los pobres y hoy la conmueve el grito de la Tierra.
Leonardo Boff Para Kaos en la Red 20-3-2009
www.kaosenlared.net

Desde sus inicios a fines de los años 60, la Teología de la Liberación adoptó una perspectiva global, enfocada en la condición de los pobres y oprimidos en el mundo entero, víctimas de un sistema que vive de la explotación del trabajo y de la depredación de la naturaleza.

Este sistema explota a las clases trabajadoras y a las naciones más débiles. Y además reprime a los que oprimen y por lo tanto contrarían sus propios sentimientos humanitarios. En una palabra, todos deben ser liberados de un sistema que perdura desde al menos tres siglos y ha sido impuesto en todo el planeta.

La Teología de la Liberación es la primera teología moderna que ha asumido este objetivo global: pensar el destino de la humanidad desde la condición de las víctimas. En consecuencia, su primera opción es comprometerse con los pobres, la vida y la libertad para todos. Surgió en la periferia de las Iglesias centrales, no en los centros metropolitanos del pensamiento consagrado. Por ese origen ha sido siempre considerada con sospecha por los teólogos académicos y principalmente por las burocracias eclesiásticas y la de la Iglesia más importante, la romano-católica.

De su cuna en Latinoamérica la Teología de la Liberación pasó a África, se extendió a Asia y también a sectores del primer mundo identificados con los derechos humanos y la solidaridad hacia los desposeídos. La pobreza entendida como opresión revela muchos rostros: el de los indígenas que desde su sabiduría ancestral concibieron una fecunda teología de liberación indígena, la teología negra de la liberación que resiente las marcas dolorosas dejadas en las naciones que fueron esclavistas, el de las mujeres sometidas desde la era neolítica a la dominación patriarcal, la de los obreros utilizados como combustible de la maquinaria productiva. A cada opresión concreta corresponde una liberación concreta.

La cuestión teológica de base que hasta ahora no acabamos de responder es: ¿cómo anunciar creíblemente un Dios que es un Padre bondadoso en un mundo atestado de miserables? Sólo tiene sentido si implica la transformación de este mundo, de manera que los miserables dejen de gritar. Para que un cambio semejante tenga lugar ellos mismos tienen que tomar conciencia, organizarse y comenzar una práctica política de transformación y liberación social. Como en gran mayoría los pobres en nuestros países eran cristianos, se trataba de hacer de la fe un factor de liberación. Las Iglesias que se sienten herederas de Jesús, que fue un pobre y que no murió de viejo sino en la cruz como consecuencia de su compromiso con Dios y con su justicia, serían las aliadas naturales de este movimiento de cristianos pobres.

Este apoyo se ha verificado en muchas iglesias en las que ha habido obispos y cardenales proféticos como Helder Camara y Paulo Evaristo Arns en Brasil, Arnulfo Romero en El Salvador y muchos otros, así como numerosos sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos comprometidos políticamente.

En razón de su causa universal ya a inicios de los años 70 la Teología de la Liberación era un movimiento internacional y convocaba verdaderos foros teológicos mundiales. Se estableció un consejo editorial integrado por más de cien teólogos latinoamericanos para compilar una sistematización teológica desde la perspectiva de la liberación en 53 tomos. Ya se habían publicado 13 tomos cuando el Vaticano intervino para hacer abortar el proyecto. El entonces cardenal Joseph Ratzinger fue riguroso. Cortó de raíz un trabajo promisor y benéfico para todas las iglesias periféricas y especialmente para los pobres. Pasará a la historia como el cardenal -y después Papa- enemigo de la inteligencia de los pobres.

La Teología de la Liberación creó una cultura política. Ayudó a formar organizaciones sociales como el Movimiento de los Sin Tierra, la Pastoral Indígena, el Movimiento Negro y fue fundamental en la creación del Partido de los Trabajadores en Brasil cuyo líder, el Presidente Lula siempre se reconoció en la Teología de la Liberación.

Hoy en día esta teología ha trascendido los límites confesionales de las Iglesias y se ha convertido en una fuerza político-social. Además de Lula se identifican públicamente con la Teología de la Liberación el Presidente Rafael Correa del Ecuador, el Presidente de Paraguay y ex obispo Fernando Lugo, el Presidente Daniel Ortega de Nicaragua, el Presidente Hugo Chávez de Venezuela y el actual Presidente de la Asamblea de las Naciones Unidas, el sacerdote nicaraguense Miguel de Escoto. Su fuerza mayor no reside en las cátedras de los teólogos sino en las innumerables comunidades eclesiásticas de base (sólo en Brasil existen cerca de cien mil), en los millares y millares de círculos en los que se lee la Biblia en el contexto de la opresión social y en las llamadas pastorales sociales.

Roma incurre en la profunda ilusión de creer que con sus documentos doctrinarios emitidos por burocracias frías y distantes de la vida concreta de los fieles conseguirá frenar la Teología de la Liberación. Ella nació oyendo el grito de los pobres y hoy la conmueve el grito de la Tierra. Mientras los pobres continúen lamentándose y la Tierra gimiendo bajo la virulencia productivista y consumista, habrá mil razones para sentir el llamado de una interpretación libertaria y revolucionaria de los evangelios. La Teología de la Liberación es la respuesta a una realidad injusta y salva a la Iglesia central de su alienación y de un cierto cinismo.

Leonardo Boff *
* Teólogo, filósofo e escritor

19 marzo, 2009

RIMBAUD, MAS ALLA DE SU LEYENDA.....

Las cartas inéditas del poeta, casi unas memorias, descubren su faceta más íntima
ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS - Madrid - 20/03/2009

Para Albert Camus era "el más grande de todos", y Patti Smith lo consideraba "el primer poeta punk". A Arthur Rimbaud (1854- 1891) le bastó un libro, Una temporada en el infierno, para convertirse en mito. Tenía 18 años y poco después decidió que la literatura había muerto para él. Quería vivir todas las vidas. Y, aunque murió a los 37 años de un cáncer de huesos, casi lo consiguió. Prometo ser bueno: cartas completas (Barril & Barral) reúne la correspondencia completa del poeta. Misivas autobiográficas que revelan los miedos y anhelos en la desesperada voz de un hombre condenado a errar, que viajó incansablemente, fue profesor, mendigo, explorador, comerciante, traficante de armas y hasta miembro de un circo. La desamparada huida de un poeta cuyas consignas visionarias -"Yo es otro", "Hay que ser absolutamente moderno", "La verdadera vida está ausente"- le convirtieron en el gran mito de la rebeldía adolescente. Lejos de esa imagen, su correspondencia, iné-dita hasta ahora en España, descubre a otro Rimbaud. Más íntimo y alejado de la leyenda.

Inquieto, irascible e insensato, también creció y añoró sentar cabeza
"¿De qué sirven estas idas y venidas, estas fatigas?", escribe en 1883
El libro incluye el 'dossier' con el juicio por el disparo a su amante, Verlaine

"En fin, nuestra vida es miserable, una miseria eterna. ¿Para qué vivimos?"

Inquieto, irascible e insensato, también añoró sentar la cabeza. En 1883 confiesa a los suyos el deseo de tener una familia: "Isabelle [su hermana] se equivoca con su decisión de no casarse si alguien serio y experimentado se presenta, alguien con un futuro. La vida es así y la soledad es mala cosa. Yo echo de menos el estar casado y tener una familia. Pero estoy condenado a errar [...] ¿De qué sirven estas idas y venidas, estas fatigas, estas aventuras junto a razas extranjeras, estas lenguas con las que uno se llena la memoria y estas penas sin nombre si no puedo, pasados algunos años, descansar en un lugar que me guste, encontrar una familia y tener un hijo con el que pasar el resto de mi vida, educándolo como quiera, crear y armar la instrucción más completa que alguien pueda esperar, y que lo vea convertirse en un ingeniero prestigioso, un hombre rico y poderoso gracias a la ciencia?".

Y en 1889, el poeta muestra un apego familiar impropio del mito: "Mi querida mamá, mi querida hermana: al mismo tiempo que me excuso por no escribiros más a menudo, aprovecho para desearos un feliz año 1890, una buena salud. Sigo muy ocupado y me comporto lo mejor que soy capaz mientras me aburro mucho, mucho. Recibo también pocas noticias vuestras. Sed más prolijas y no dudéis que soy vuestro servidor".

Atrás quedan la rabia y el entusiasmo de sus cartas a Paul Verlaine, amante, que cansado de su joven y embarazada mujer huye con él y le llama "el hombre de las suelas de viento". La relación de Verlaine y Rimbaud no tardó en convertirse, tal y como la definió el propio poeta, en las de "un marido infernal y una virgen loca".
En julio de 1873 escribe: "Vuelve, vuelve, querido amigo, amigo único, vuelve. Prometo ser bueno. Si me he mostrado desagradable contigo, fue tan sólo una broma; me ofusqué, me arrepiento de ello más de lo que eres capaz de imaginar. Vuelve, todo se habrá olvidado totalmente. ¡Qué desgracia que te hayas tomado en serio esta broma! No paro de llorar desde hace dos días. Vuelve. Sé valiente, querido amigo. Nada está perdido todavía. [...] No me irás a olvidar, ¿verdad? No, no puedes olvidarme, yo te llevo siempre conmigo".

Además de las cartas, Prometo ser bueno (que el lunes se presenta en Madrid en una jornada en el Centro Cultural Moncloa que incluye un recital de poesía, un concierto, una mesa redonda y la proyección de un documental) reúne el Dossier de Bruselas con las declaraciones e interrogatorios sobre el disparo a Paul Verlaine, las cartas de su hermana Isabelle a su madre y un artículo, de cuya autoría no se tenía constancia hasta 2008, publicado con el seudónimo de Jean Baudry en una revista en 1870.

La vida dejó su huella en el poeta de los ojos azules ("Me porto bien, pero el pelo se me encanece por minutos. Hace tanto tiempo que esto sucede que temo que mi cabeza parezca ahora a la de una borla de maquillaje. Resulta desoladora semejante traición del cuero cabelludo, pero ¿qué hago?").
Hasta que en 1891, meses antes de que le amputen la pierna carcomida por el cáncer de huesos que le matará, pide a su madre que le envíe unas medias para aliviarle. "Me encuentro mal. Tengo en la pierna derecha varices que me hacen sufrir mucho. [...] Hazme este favor: cómprame un remedio para las varices, para una pierna larga y enjuta. [...] La mala alimentación, los alojamientos malsanos, las ropas demasiado ligeras, los problemas de todo tipo, el aburrimiento, la rabia permanente en medio de negros tan imbéciles como canallas; todo esto ataca profundamente la moral y la salud en muy poco tiempo. Uno envejece muy rápidamente aquí, como en todo el Sudán".

Ya con la pierna amputada, en un hospital de Marsella, incapaz de dormir y descansar por los dolores, le escribe a su hermana Isabelle: "Mi querida hermana: No me has escrito. ¿Qué ha pasado? Tu carta me asustó, me gustaría tener noticias tuyas. Espero que no sean nuevos problemas, ¡ya tenemos bastantes! No dejo de llorar día y noche, soy un hombre muerto, lisiado de por vida. [...] No sé qué hacer. Todo esto me ha vuelto loco: no consigo dormir ni un solo minuto. En fin, nuestra vida es miserable, una miseria eterna. ¿Para qué vivimos? Enviadme noticias".

SAN JOSE DE CALAZANS....

Regularmente se nos ha acostumbrado a leer "maravillas" a veces inverosìmiles en la vida de los santos. Erroneamente se les despoja de su condiciòn eminentemente humana, convirtièndolos en seres inalcanzables, con virtudes heroìcas y arrojos, por la causa de Dios fantàsticas desde la infancia, incluyendo, por supuesto los famosos milagros que dizque hacen y ni decir de los arrebatos mìsticos y visiones sobrenaturales que tienen.

Tonto error...Fantasìas piadosas que no le hacen ningùn bien ni a la verdad històrica a la que deben ser fieles los biògrafos y mucho menos a la Iglesia que tiene en cada santo un testimonio divino-humano de que el mensaje evangèlico es vivencial, real, pràctico, cotidiano, factible a todos.

El padre Severino Giner Guerri, un escolapio del siglo pasado, pone tranquilamente a un lado las santurronerias beatas y se embarga sobre la biografìa de su fundador Josè Calasanz Gastòn, alzado a los altares casi un siglo despuès de su muerte, en los setecientos, ampliamente conocido en los cinco continentes como San Josè de Calasanz.

Su vida terrenal fue larga...muriò en Roma a los noventaidos años cumplidos. Hay que ver lo que significa vivir tantos años entre los siglos XVI y XVII, cuando los progresos mèdicos y las condiciones de higiene tan pobres, daban un promedio general de vida de treinta y tantos a cuarenta años como mucho.

Habìa nacido en 1556. No era noble, tampoco de extrema pobreza, aunque luego la abrazò voluntariamente y la convirtiò en orgullo y ejemplo para su congregaciòn escolapia. Escuelas Pias, Escuelas buenas y como pràctica diaria de sus hijos.

A los veintidos años fue ordenado sacerdote. Nueve años despuès se fuè a Roma con sus bàrtulos, corrìa el 1592, solo un siglo despuès del descubrimiento de Amèrica. Querìa ser canònigo, querìa hacer carrera...pero ello no entraba en los planes de la Providencia de Dios.

Mas que una canongìa, un obispado o un cardenalato para aquel cura españo, de entonces treinta y tantos, se abrirìa el cielo infinito... interminable...apasionante de la enseñanza a la infancìa, noble o plebeya, pobre o miserable, no importaba...Enseñar...formar...conducir, serìan para èl y los hijos de la Congregaciòn por el fundada su pasiòn siempre creciente.

Cuando el P. Giner escribe esta biografìa ya se habian escrito dos estudios crìticos sobre este Santo-Hombre de dotes excepcionales. Una publicada en 1949...la otra en 1963...Los historiògrafos de la Iglesia y fuera de ella se han sentido picados, y es natural, de la curiosidad.

Tantos años vividos y siempre fiel...tantas dificultades sufridas...y siempre fiel...Tantas incomprensiones, deserciones, traiciones, y siempre fiel. Tantas intrigas...tantas humillaciones en plena venerable ancianidad, y siempre fiel.

Sin un desmayo...Sin un Rencor...Sin una venganza...Sin un exabrupto. Todo para los niños, por los niños y su formaciòn cristiana. Dando un salto gigante a su època. Señores, eso ha llenado de curiosidad a los investigadores modernos. Se seguirà hablando de èl por mucho tiempo....

18 marzo, 2009

CARTA DE LORD BYRON A CAROLINE LAMB...

Lord Byron (1788 - 1824) fue uno de los más reconocidos donjuanes. Un poeta mundialmente famoso a los 24, él tenía un extremadamente apasionado romance con Caroline Lamb. Presionado por la madre de Caroline (quién puede haber estado interesada en Byron), él utilizó la oportunidad para poner fin a la relación.

En esta carta, él da sus razones. Agosto de 1812

Mi muy querida Caroline, Si las lágrimas, que usted vio y sabe que no soy aficionado a verter, si la agitación en la cual me separé de usted, agitación que usted debe haber percibido a través de todo este tenso, nerviosísimo proceso, no comenzaron hasta que el momento de dejarle se acercó, si todo lo que he dicho y hecho, y estoy aún preparado para decir y hacer, no han probado suficientemente cuáles son y serán mis sentimientos verdaderos siempre hacia usted, mi amor, no tengo ninguna otra prueba a ofrecer.

Dios sabe que deseo verla feliz, y cuando renuncié a usted, o mejor dicho cuando usted por un sentido del deber a su marido y madre renunció a mí, usted deberá reconocer la verdad de lo que de nuevo prometo y hago voto, que ninguna otra en palabra o hecho ocupará el lugar en mi afecto, que es y será consagrado a usted hasta el fin de mi existencia. Nunca supe hasta este momento, la locura de mi queridísima y más amada amiga. No puedo expresarme, éste no es tiempo para palabras, pero encontraré orgullo y un placer melancólico, en el sufrimiento que usted usted misma apenas puede concebir, para usted ponga no conocerlo.

Ahora debo salir con el corazón cargado, porque apareciendo esta tarde detendré cualquier historia absurda que los acontecimientos de hoy pudieran originar. Usted piensa ahora que soy frío y severo, y ingenioso -otros pensarán igual, hasta su madre- esa madre a quien debimos sacrificar mucho de hecho, más, mucho más en mi caso, de lo que ella sepa o pueda jamás imaginarse.

"Prometer no amarla" Ah, Caroline, está más allá de la promesa, pero atribuya todas las concesiones al motivo apropiado y nunca deje de sentir todo que usted ya ha comprobado, y más que puede ser sabido siempre por mi propio corazón, quizás el suyo. Quiera Dios protegerle, perdonarle y bendecirle, siempre y aún más que siempre Su tan apegado BYRON

15 marzo, 2009

LA FORMULA DE LA JUVENTUD.....

Jeanne Calment, que al morir, en agosto de 1997, tenía 122 años- REUTERS
La ciencia del envejecimiento halla el nexo entre la dieta, la salud y la longevidad. Se llaman sirtuinas y han entrado ya en fase de ensayo clínico
JAVIER SAMPEDRO 15/03/2009
Nadie sabe muy bien lo que podría pasar si la población empezara de pronto a vivir 100 años, y en unas buenas condiciones físicas y mentales. Pero ese elixir de la juventud es lo que persigue, en último término, una línea de investigación muy seria, que abarca 800 millones de años de evolución biológica y ha atraído 1.000 millones de dólares de la gran industria farmacéutica.
La verdera edad de los centenarios
La principal sirtuina extiende la vida de hongos, gusanos, moscas y ratones hasta un 50%
"Sabemos por estudios en animales que la restricción de calorías aumenta tanto la vida media como la vida máxima"



El componente beneficioso del vino tinto -el resveratrol- es un activador natural de las sirtuinas
Un elixir de la juventud promueve más escepticismo aún que un crecepelo. Aparte de resultar demasiado complejo para reducirlo a una fórmula, el envejecimiento parece estar imbricado en la naturaleza más elemental de las cosas: estamos hechos de materiales, y todos los materiales se estropean con el tiempo. Parece obvio.
Pero no lo es tanto. Los materiales de los que estamos hechos las personas -proteínas, ADN, grasas, azúcares- son los mismos en un búho, que puede vivir hasta 65 años, en un mono (50 años), un león (40), un delfín (30), un caracol (15), un ratón (4) o una mosca, que se muere de vieja a las seis semanas de nacer. También son los mismos en una ostra de 100 años y en una tortuga de 200. La longevidad es un producto de la evolución, no de la fatalidad.

La investigación del envejecimiento ha seguido en la última década varias pistas inconexas. Una es el potente efecto de la restricción calórica en la longevidad de todas las especies en que se ha probado; otra es el rastreo de los genes que más pesan en la esperanza de vida de los individuos. Y otra es que las grandes causas de mortalidad en la edad avanzada -diabetes, corazón y cáncer- parecen cada vez más inseparables de la biología de la senescencia en su lógica más profunda.

Pero los científicos se han dado cuenta ahora de que las tres pistas convergen en el mismo lugar. El nexo tiene relación con unas proteínas llamadas sirtuinas. El componente beneficioso del vino tinto -el resveratrol- es un activador natural de las sirtuinas y ha inspirado una nueva generación de moléculas hasta mil veces más potentes que el compuesto original, algunas ya en ensayos clínicos de fase 2. Se llaman "activadores de las sirtuinas". ¿Pueden ser el primer elixir de la juventud?

"Glaxo Smith Kline ha invertido cerca de mil millones de dólares en activadores de las sirtuinas", explica a EL PAÍS el codirector del laboratorio de biología molecular del envejecimiento de la Universidad de Harvard, David Sinclair. "Su intención es desarrollarlos como fármacos contra enfermedades asociadas al envejecimiento, como la diabetes y otros desórdenes metabólicos, lo que a su vez prevendrá a los pacientes contra muchas otras enfermedades: trastornos cardiovasculares, cáncer, Alzheimer e incluso las cataratas y la osteoporosis".

"Pero esta tecnología no mejora la salud sin extender la longevidad", prosigue Sinclair. "Lo uno se basa en lo otro; si estas moléculas funcionan en los ensayos clínicos, la gente vivirá unas vidas más largas y saludables". Sinclair, que ha publicado varios trabajos esenciales sobre las sirtuinas en Nature, Science y Cell, es asesor científico de Sirtris Pharmaceuticals, fundada en 2004, dedicada por entero a estos compuestos y adquirida el año pasado por Glaxo.

La esperanza media de vida en los países desarrollados se ha duplicado en los últimos 100 años -rondaba los 45 años al empezar el siglo XX- debido a las vacunas, a los antibióticos y al saneamiento de las aguas. El fenómeno refleja la victoria de la medicina occidental sobre la enfermedad infecciosa, un avance que todavía está por llegar a los países en desarrollo. Y también muestra que lo característico de la especie humana no es la vida media, sino otro parámetro.

Siempre ha habido unas pocas personas muy longevas. Demócrito, el más influyente filósofo presocrático y autor de la primera teoría atómica, murió en el año 370 antes de Cristo -casi en tiempos de Aristóteles- habiendo cumplido los 109 años. Así lo hizo constar, maravillado, el astrónomo Hiparco de Nicea, una fuente científica al fin y al cabo. Sin abandonar el bien documentado territorio de los pensadores antiguos, también consta que Jenófanes, Pirrón y Eratóstenes frisaron la centena.

En 1990, centenario de la muerte de Vincent van Gogh, los periodistas empezaron a llegar en tromba a Arles, la tranquila ciudad de la Costa Azul donde el genio pelirrojo encontró su estilo pictórico. La prensa se enteró pronto de que aún quedaba viva una mujer que había conocido al pintor. Se llamaba Jeanne Calment. Había nacido en 1875 y tenía, por tanto, 13 años cuando Van Gogh pintó la terraza del café de Arles y su famoso cuadro del dormitorio.

La mujer contó a los periodistas que su hija había muerto de forma algo prematura en 1936. El marido hizo lo propio en 1942, cuatro años antes de que pudieran celebrar las bodas de oro, y su único nieto falleció en 1963. Ella todavía fumaba en el centenario del pintor, y lo seguiría haciendo unos cuantos años más.

Se supo después que, en 1965, la señora Calment le había cedido su apartamento a un abogado a cambio de una pensión vitalicia. Ella tenía entonces 90 años, así que el hombre pensó que hacía un buen negocio. Pero el abogado llevaba dos años muerto y había pagado el piso tres veces cuando Jeanne Calment expiró en 1997, a la edad de 122 años, 5 meses y 14 días. Es la marca absoluta de nuestra especie: la vida máxima del ser humano.

A diferencia de la vida media, que se ha duplicado en Occidente en cuestión de un siglo, la vida máxima sí que parece una constante biológica. Las personas que superan los 110 años son tan objeto de admiración en nuestros días como lo eran en tiempos de Hiparco de Nicea. El Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos estima que, de los 6.800 millones de habitantes del planeta, "quizá no más de 25 personas superen ahora mismo los 110 años".

Los genes importan. Algunos ancestros de Jeanne Calment eran recordados en Arles por su longevidad. No hay duda de que vivir muchos años es un rasgo que tiende a agruparse en familias. Según el New England Centenarian Study de la Universidad de Boston, el mayor en su género, los hermanos de un centenario tienen el cuádruple de probabilidades de superar los 90 años que la media de la población.

El efecto de los genes en el envejecimiento es una vieja predicción de la teoría evolutiva. El genetista británico John Haldane lo propuso en los años cuarenta para explicar que enfermedades neurodegenerativas como el Huntington, que es estrictamente hereditaria, se hubieran mantenido en la población humana pese a su letalidad.

Como el Huntington se manifiesta después de los 40 años, razonó Haldane, y en la antigüedad poca gente llegaba a esa edad, la mutación letal del gen había pasado inadvertida para la selección natural. El argumento de Haldane se puede generalizar a otros genes menos deterministas, como los que favorecen el cáncer, la diabetes o el infarto: las enfermedades de la edad.

Uno de los genes del envejecimiento mejor conocidos en todo el reino animal se llama FOXO, y también es el principal determinante genético de la longevidad humana. Varios trabajos recientes han revelado una fuerte correlación entre las variantes del gen FOXO y la edad que alcanza una persona. Y también con su riesgo de cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Según se ha comprobado en estudios entre alemanes, franceses y japoneses, cierta variante concreta del gen es bastante común en los nonagenarios, y aún más común en los centenarios. Nadie sabe qué variante llevaba la señora Calment.

Sin embargo, hay una forma bien conocida de violar el techo biológico de las especies. Su descubrimiento se remonta a los años treinta y se debe a un profesor de ganadería: Clive McCay, de la Universidad de Cornell. McCay sometió a sus ratas a una dieta baja en calorías, como habían hecho otros, pero fue el primero en añadir vitaminas y minerales al escaso pienso para evitar la desnutrición. Vio que los animales vivían cuatro años en vez de los tres normales, y publicó sus datos en 1935.

Pero las pruebas de la generalidad de esta técnica sólo se han ido acumulando en los últimos años. Reducir la ingesta de comida en un 30% o 40% prolonga la vida de las levaduras, los gusanos, las moscas, las ratas, los ratones y los perros. Y también previene de las dolencias propias de la edad avanzada en todas las especies, como las enfermedades neurodegenerativas, el cáncer y la diabetes, que a su vez es la principal causa del daño vascular y el infarto.

El efecto beneficioso de la restricción calórica se ha atribuido por lo general a que "vivir mata". Por ejemplo, comer acelera el metabolismo (la cocina de la célula), y esa mayor actividad genera "radicales libres", o especies químicas muy reactivas que van dañando las maquinarias fisiológicas. Menos comida implicaría menos metabolismo, menos radicales libres y menos envejecimiento. Pero esa idea ha resultado demasiado simple.

El antiguo jefe de Sinclair, el biólogo del Massachusetts Institute of Technology (MIT) Leonard Guarente, descubrió hace 10 años que la activación de la principal sirtuina, SIRT1, bastaba para prolongar la vida de la levadura de la cerveza, un hongo capaz de envejecer pese a su naturaleza unicelular. Otros laboratorios han visto después que las copias extra del gen SIRT1 tienen el mismo efecto en gusanos, moscas y ratones, extendiendo su vida hasta un 50%. Que un solo gen aumente la longevidad en organismos tan separados es la clase de evidencia que apunta a un regulador clave del proceso.

Guarente y Sinclair vieron que SIRT1 es una proteína capaz de modificar a muchas otras proteínas, y que lo hace en respuesta al indicador universal del estado energético de toda célula: un derivado de la vitamina B3 llamado NAD. Eso les indicó que SIRT1 podía ser el buscado nexo entre los genes de la longevidad y los, hasta entonces, misteriosos efectos de la restricción calórica.

La hipótesis recibió un respaldo decisivo cuando Pere Puigserver, del instituto del cáncer Dana-Farber, en la Universidad de Harvard, demostró que la restricción calórica eleva los niveles de NAD en el hígado de los mamíferos, lo que a su vez estimula la actividad de SIRT1. Pero ¿a qué se debe esta íntima conexión entre la longevidad y la escasez de comida?

"La única causa que puede explicar ese conservado proceso evolutivo del envejecimiento es que esté controlado por un programa genético", responde Puigserver a EL PAÍS. "La misma explicación se puede dar a los efectos universales de la restricción calórica sobre la longevidad, porque la escasez de nutrientes controla la actividad de esos mismos genes conservados".

"Los nutrientes son una señal muy primitiva", prosigue el investigador español, "que en los animales se ha conectado con las hormonas que controlan el metabolismo, como la insulina. Ahora bien, la pregunta clave es cuántos genes están implicados, cómo funcionan y qué proceso celular es el determinante".

"Las sirtuinas son genes de la supervivencia", añade por su parte Sinclair. "Evolucionaron para mantener vivos a los organismos en los tiempos adversos. Cuando la comida escasea, SIRT1 se enciende, y creemos que esto es lo que permite a los animales sometidos a una dieta estricta vivir más de lo normal y con una salud mejor de lo normal. Ya sabemos por estudios con ratones que los activadores de SIRT1, o stacs, confieren los mismos beneficios que una dieta hipocalórica".


En noviembre, un equipo dirigido por Johan Auwerx, de la Ecole Polytechnique Fédérale de Lausana, mostró que uno de esos activadores, SRT1720, imitaba en pruebas con ratones todos los efectos beneficiosos de una dieta baja en calorías. El fármaco experimental previno por completo el engorde de los ratones tras 10 semanas de dieta rica en grasas, además de evitar que desarrollaran resistencia a la insulina: el umbral de la diabetes y el daño cardiovascular.
Uno de los autores del trabajo es Carles Canto, del laboratorio de Auwerx en Lausana. "SIRT1 constituye una diana tremendamente atractiva para la industria farmacológica", dice el científico. "La activación de SIRT1 parece promover acciones antiinflamatorias y una mejora metabólica global en situaciones de obesidad e intolerancia a la glucosa. Pero sus efectos sobre la longevidad no están tan claros en mamíferos".

Puigserver coincide con esa apreciación: "Aunque en organismos inferiores se ha demostrado que los activadores de SIRT1 extienden la vida, sus efectos en mamíferos parecen estar más ligados a la protección contra las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como la diabetes, el cáncer y la neurodegeneración; de modo que afectan al tiempo de vida, pero de una manera más indirecta".

Si las nuevas moléculas están basadas en el resveratrol del vino tinto, ¿qué se puede decir sobre el compuesto original? "Los estudios con resveratrol son prometedores en cuanto a su posible uso terapéutico", responde Canto. "Pero las concentraciones de resveratrol en el estudio de nuestro laboratorio equivalen a unos 300 vasos de vino diarios, lo que estaría muy lejos de resultar beneficioso para la salud".


Mientras llegan los avances farmacológicos, siempre queda la opción con mejores credenciales entre todos los expertos. "Lógicamente, no existe la vida eterna", dice Canto, "pero sabemos por los estudios en animales que la restricción calórica permite aumentar tanto la vida media como la vida máxima, el techo biológico máximo de cada especie".
"La restricción calórica está comprobada en muchas especies, y hay ciertos indicios en humanos", añade Puigserver. "Hay otros regímenes que -al menos en ratones- parecen tener una eficacia parecida, como las dietas deficientes en metionina o el ayuno intermitente".Comer un día sí y otro no: eso sí que es una larga vida.

La verdera edad de los centenariosSegún el mito fundacional, Juan Ponce de León descubrió Florida mientras estaba buscando "la fuente de la juventud", un manantial de aguas curativas que, al parecer, el conquistador castellano esperaba descubrir en el Nuevo Mundo. Las fuentes rejuvenecedoras ya habían sido mencionadas incluso en el Romance de Alexandre, donde se glosaban las hazañas de Alejandro Magno, y hasta Herodoto atribuía la excepcional longevidad de los etíopes a unas aguas que bebían a escondidas.

"No hay materia tan cubierta de engaño, falsedad y fraude deliberado como los extremos de la longevidad humana", solían advertir las ediciones antiguas del Libro Guinness de los récords. Los editores estaban hartos de publicar falsos récords de edad. Pero siempre ha sido así. El adivino griego Tiresias alcanzó los 600 años, aunque esto es fácil siendo un personaje mitológico. Adán, con sólo 930 años, se vio humillado por los 969 de Matusalén. Aún antes, un rey sumerio dijo haber cumplido los 72.000 años.

Con el envejecimiento de la población y el aumento de los estudios gerontológicos, los registros documentales se han puesto mucho más serios. Y la realidad es que sólo hay 70 casos demostrados en la historia de personas que hayan alcanzado los 114 años. De ellos, sólo 25 alcanzaron los 115 años, y sólo 10 llegaron a los 116. La única persona que, demostradamente, ha pasado la barrera de los 120 es Jeanne Calment.

La esperanza media de vida sigue aumentando actualmente en los países occidentales a un ritmo de unos dos años por década. La principal razón son los avances en el tratamiento del infarto. Estas técnicas son muy costosas, y también imperfectas, porque no suelen devolver al paciente la calidad de vida que tenía antes del ataque. Para los especialistas se trata de una situación poco sostenible. Todos coinciden en que el futuro necesita un fuerte componente de medicina preventiva: evitar los infartos, por ejemplo, sería mucho más eficaz que curarlos.

La investigación de la longevidad está en esa línea. Lo estaría incluso si no alargara la vida y se limitara a mejorarla mientras dure. El centro lógico del envejecimiento lo es también del desorden metabólico, del sobrepeso, de la diabetes y, a través de ella, de los daños cardiovasculares y otros jinetes del apocalipsis. Abrir un nuevo flanco en estas servidumbres de la edad no es como descubrir Florida, pero no deja de ser una conquista.

14 marzo, 2009

UN INTESPESTIVO SUEÑO ENTRE LA TIERRA Y EL CIELO...

La huida de una hereje
Óleo sobre lienzo, 106,2 x 76,2 cm (Museo de Arte de Ponce, Fundación Luis A. Ferré, Inc. Ponce, Puerto Rico)
John Everett Millais - 2009-03-10

Léhon desde Mont Parnasse, Bretaña
Óleo sobre lienzo, 57,5 x 75 cm( Museo de Arte de Ponce, Fundación Luis A. Ferré, Inc. Ponce, Puerto Rico)
Thomas Seddon - 2009-03-10


Estudio de pliegues del vestido para la reina Morgana
Lápiz compuesto sobre papel blanco, 254 x 184 mm (Museo de Arte de Ponce, Fundación Luis A. Ferré, Inc. Ponce, Puerto Rico)
Edward Coley Burne-Jones - 2009

La viuda romana (Dîs Manibus)
Óleo sobre lienzo, 103,7 x 91,2 cm (Museo de Arte de Ponce, Fundación Luis A. Ferré, Inc. Ponce, Puerto Rico)
Dante Gabriel Rossetti - 2009

La señorita Gladis M. Holman Hunt (La escuela de la naturaleza)
Óleo sobre tabla, 126,2 x 97 cm (Museo de Arte de Ponce, Fundación Luis A. Ferré, Inc. Ponce, Puerto Rico)
William Holman Hunt - 2009

El sueño del Rey Arturo en Avalón
Óleo sobre lienzo, 277,5 x 635 cm (Museo de Arte de Ponce, Fundación Luis A. Ferré, Inc. Ponce, Puerto Rico)
Edward Coley Burne-Jones - 2009-03-10


La bella durmiente
Olio sobre lienzo, de 60 x 115 cm, perteneciente a la Serie del Rosal Silvestre (Museo de Arte de Ponce, Fundación Luis A. Ferré, Inc. Ponce, Puerto Rico)
Edward Coley Burne
El príncipe entra en el bosque
Obra perteneciente a la serie del Rosal Silvestre. Óleo sobre lienzo, 60 x 127,5 cm (Museo de Arte de Ponce, Fundación Luis A. Ferré, Inc. Ponce, Puerto Rico)
Edward Coley Burne-Jones - 2009-03-10


La bella durmiente
El Museo del Prado acoge en una exposición de pintura victoriana procedente del Museo de Arte de Ponce, Puerto Rico.
Sol ardiente de junio
Óleo sobre lienzo, 119 x 119 cm (Museo de Arte de Ponce, Fundación Luis A. Ferré, Inc. Ponce, Puerto Rico)
Leighton Frederic - 2009-03-10


REPORTAJE: ARTE - Exposiciones
FRANCISCO CALVO SERRALLER 14/03/2009

La exposición La bella durmiente, sobre la pintura británica del XIX, en el Museo del Prado, a través de la contraposición de obras del prerrafaelista Rossetti y el olímpico victoriano Leighton
La cosa en sí no puede, en principio, ser más curiosa: nos encontramos en el Museo del Prado con una "pequeña" exposición de pintura victoriana, que compendia prácticamente lo mejor de lo realizado en este arte en el Reino Unido durante el siglo XIX, pero a través de la colección de un museo de Puerto Rico. Aunque esta iniciativa está cargada de un buen conjunto de razones de toda índole, quizá sea preferible orillarlas para centrarse en lo que es y significa la ciertamente singular pintura británica del siglo XIX, sepultada internacionalmente en el olvido hasta hace unas pocas décadas, cuando, con motivo de la definitiva crisis del vanguardismo lineal al comienzo de 1970, se empezó a revisar la historia completa del arte de nuestra época.
Fue entonces, en efecto, cuando, en primer término, se recuperó, junto a otras manifestaciones decimonónicas similares, el interés por la obra de la Hermandad Prerrafaelista, que se había dado a conocer a partir de 1848, y, en segundo, unos años después, por la del amanerado gusto clasicista de ciertos académicos virtuosos, como Poynter, Leighton y Alma-Tadema, a los que el historiador del arte William Gaunt bautizó como los miembros del "Olimpo victoriano". Significativamente, en la muestra que comentamos, están representados reputados miembros de ambas corrientes, con lo que, como se apuntó al principio, sin ser una exposición "grande" -cuenta con la presencia de media docena de pintores, todos, salvo uno, Burne-Jones, mediante un cuadro-, sintetiza el meollo esencial del asunto abordado. Alguien podría alegar que falta Whistler para recrear al completo el conjunto, pero la presencia de este artista anglo-estadounidense, de "grosera" inclinación francesa, habría mancillado, por su parte, la pureza british de la selección. No en balde, en 1877, el entonces todopoderoso John Ruskin escribió una crítica injuriosa de un cuadro de Whistler, seguida del sonoro proceso judicial que interpuso éste contra aquél, cuya sentencia condenó al primero, pero arruinó al segundo, haciendo buena la proverbial maldición española de que "¡Dios te dé pleitos y los ganes!".

El rasgo dominante de Dante Gabriel Rossetti fue la forma más extremada de la pasión
Prerrafaelistas u olímpicos, los únicos que rompen con la unidad cronológica generacional fueron sus respectivos mentores ideológicos: por un lado, John Ruskin (1819-1900), nacido antes, y, por otro, Walter Pater (1839-1894), nacido después; ambos, en cualquier caso, considerados no sólo como los mejores y más influyentes críticos de arte británicos del siglo XIX, sino dotados por igual de un estilo literario de una rara excelencia. Creo conveniente hacer esta acotación porque las artes plásticas y la literatura estuvieron muy ensambladas en el Reino Unido durante el XIX, como se corrobora con tan sólo citar los nombres de Rossetti, Thackeray, Swinburne o Browning. Sea como sea, hay que añadir que la mayoría de los miembros del Prerrafaelismo y del olimpismo victoriano nacieron a lo largo de la década de 1830, que fue, a su vez, la misma en la que vieron por primera vez la luz los impresionistas, lo cual aclara lo suficiente las cosas como para ahorrar comentarios.

Pero ¿cuál es lo que diferencia a los prerrafaelistas y a los olímpicos entre sí? Los primeros, por ejemplo, se dieron a conocer como grupo en 1848, mientras que los segundos, sin más interrelación que la temática y el éxito, lo hicieron, sobre todo, a partir de la década de 1870. Por lo demás, ambas tendencias bebieron en las mismas fuentes del primitivismo vanguardista de semejante forma trasnochada, si bien los prerrafaelistas adoptaron el ideal medievalista, atizado en el continente por los nazarenos alemanes casi medio siglo antes, y los olímpicos, por su parte, el ideal ático que el británico Flaxman puso de moda casi un siglo antes. De todas formas, aunque podríamos seguir enumerando esas diferencias anecdóticas que jubilosamente entretienen a los profesores de arte, creo más instructivo centrar la contraposición enfrentando los modelos individuales del prerrafaelista Dante Gabriel Rossetti (1828-1882), representado en la exposición con el rotundo cuadro titulado La viuda romana (Dis manibus) (1874), y Frederic Leighton (1830-1896), que lo está con una obra no menos pujante y característica, la titulada Sol ardiente en junio (circa 1895). Antes, no obstante, de proceder a este análisis antitético, no podemos dejar de señalar que estos dos cuadros reseñados y, en puridad, casi todos los demás que ahora se exhiben junto a ellos, de los que son autores John Everett Millais, William Holman Hunt o Edward Burne-Jones, están afectados por igual por un mismo prototipo ideal femenino de ensoñada mujer, que Maurice Bowra describió certeramente como una romántica manera femenina de mirar lo femenino y que el propio título de la presente convocatoria recoge mediante el rótulo de La bella durmiente.

Segundo hijo de un poeta napolitano carbonario exiliado en el Reino Unido, Dante Gabriel Rossetti heredó, junto a sus hermanos William Michael y Cristina, la pasión lírica paterna, aunque no la política, que, en su caso, quedó compensada por su simultánea dedicación a la pintura. En realidad, el rasgo más decisivamente dominante de Dante Gabriel Rossetti fue la forma más extremada de la pasión, que volcó tanto en el arte como en la vida. Sin recursos económicos, rebelde por naturaleza y, dentro de lo que cabe, bastante autodidacta, Rossetti amó sin medida; esto es: a toda mujer bella que se le puso al alcance y, atormentadamente, a quienes fueron sus dos genuinas musas. La primera, Elizabeth Siddal, con la que se casó en 1860 tras diez años de intensísima relación erótica, pero que fatalmente murió sólo dos años después de los esponsales al ingerir una dosis excesiva de láudano, lo cual culpabilizó de tal manera al artista que introdujo en el ataúd de la difunta toda su producción poética manuscrita, para cuya recuperación se vio obligado, años después, a una macabra excavación de la tumba. Por si no fuera poco lo ya vivido, Rossetti, que se hizo adicto progresivamente al alcohol y al cloral, se enamoró perdidamente de Jane, la mujer de su amigo y colega William Morris, con la que se fugó en 1874. Por unas cosas y por otras, no es, pues, extraño que Rossetti muriese, no sin antes haber intentado suicidarse con láudano, totalmente destruido en 1882 a los 54 años. Al margen de estos inquietantes y extenuantes avatares existenciales, la producción poética de Rossetti, reunida en sendos libros, La casa de la vida y Baladas y sonetos, es, sin duda, una de las mejores de la formidable lírica inglesa del XIX, lo cual equivale a decir que de todo el mundo, pero su obra pictórica no le va a la zaga, no sólo porque su ideal femenino de mujer ensimismada, melancólica e inalcanzable, obsesivamente representado en sus cuadros, no tuvo parangón hasta que fue parodiado en las "mujeres fatales" de fines del XIX, sino porque su sofisticada y originalísima técnica pictórica le distinguió del resto de los mortales.

Precisamente no se le puede escatimar capacidad técnica a Frederic Leighton, hijo de un célebre y acaudalado médico británico, pues se formó en Italia, Alemania y Francia con quien estimó los mejores. Era, además, guapo, distinguido, inteligente, culto, brillante, simpático, muy viajado y amigo de la más exquisita crème social de tres continentes. Voluntarista y metódico hasta lo indecible, este superdotado, por si fuera poco, lo hacía todo bien, desde montar a caballo hasta bailar. En este sentido, no está de más rememorar lo que dijo una entusiasmada joven de la aristocracia italiana a la que sacó a bailar el joven Leighton: "No sé cómo será como pintor, pero para el vals es el mejor de Roma". Pues bien, este dechado de talentos y virtudes, que se demoró en su aplicada formación artística casi durante tres lustros, volvió a Londres en 1860 y, casi de inmediato, empezó a triunfar, sobre todo, a partir de la década de 1870, cuando formalizó definitivamente su estilo maduro, con idealizadas recreaciones del mundo clásico antiguo, que lo llevaron al máximo de la gloria, incluida la entonces insólita distinción para un pintor de ser nombrado par en la Cámara de los Lores, por lo que hoy todavía es conocido como lord Leighton. Con semejante vía esplendorosa no debe extrañarnos que este olímpico, elevado al Olimpo, no cambiara su refinado estilo pictórico, a cuyo pulimento se entregó hasta el último suspiro. De este esmerado momento final es el cuadro que ahora se exhibe con el título de Sol ardiente de junio, donde una hermosa joven, cuyo excitante cuerpo podemos apreciar a través de la gasa transparente que lo cubre, se deja arrastrar lánguidamente por el sopor estival hasta caer en un profundo sueño, ovillada sobre los cojines que cubren los asientos de mármol de su terraza frente a las refulgentes aguas clásicas del Mediterráneo. Aunque la escena le fue inspirada a Leighton por la postura que tomó en su estudio una de sus modelos dormida y, por tanto, fue copiada del natural, se han señalado precedentes históricos tradicionales, como los de Miguel Ángel y Rosso Fiorentino, aunque es obvio que vistos al trasluz de Ingres y su nutrido grupo de secuaces, como, entre otros, Delaroche, Gleyre, Gerôme y, sobre todo, Bouguereau. Salvo el áspero y genial Ingres, toda la restante plétora era el summum del virtuosismo académico, salpimentado con notas de exotismo y erotismo; es decir: lo máximo para ver la vida y el arte desde la barrera, a prudente distancia, cuando ninguno de ambos puede crear problemas. Hasta ahí alcanzaba a llegar el olimpismo: a degustar todo, menos lo fundamental. -

La bella durmiente. Pintura victoriana del Museo de Arte de Ponce. Hasta el 31 de mayo. Museo del Prado. Edificio Villanueva. Madrid. Patrocinado por el BBVA. www.museodelprado.es/

12 marzo, 2009

ANDREA BOCELLI...POR FIN EN DOMINICANA...

Anfiteatro Altos de Chavòn

El gran tenor italiano Andrea Bocelli se presentarà en el Anfiteatro Altos de Chavòn el 30 de abril del año en curso, ¡¡¡que gran noticia!!!, por allà estaremos y asì cumpliremos uno de nuestros grandes sueños, ver a Bocelli en vivo y directo, esperamos escuchar los mas bellos boleros que se han cantado atravès del tiempo y que en su prodigiosa voz son otra cosa....


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EL HEREJE GALILEO RETOMA FLORENCIA...

La sección estrella es la séptima, que se ocupa del protagonista de la muestra. Galileo: el cosmos a través del telescopio reúne desde retratos del genio pisano a los primeres telescopios que empleó. En la imagen, retrato de Galileo realizado por Ottavio Leoni en 1614 (Biblioteca Marucelliana, Florencia).
PALAZZO STROZZI - 2009-03-11


El renacimiento de la astronomia ocupa la sexta sección. En la imagen, grabado de 1514 de Albrecht Dürer que representa la Melancolía. (Gabinetto Disegni e Stampe degli Uffizi, Florencia)
PALAZZO STROZZI - 2009-03-11

La quinta sección aborda la Evangelización del cosmos. En la imagen, un Astrario, de Giovanni Dondi, en acero y bronce (Observatoire de Paris, París).
PALAZZO STROZZI - 2009-03-


Los cielos del Islam es el título de la tercera sección. En la imagen, un astrolabio esférico islámico de bronce y plata. Data de 1480-1481 (Museo de Historia de la Ciencia, Oxford).
PALAZZO STROZZI - 2009-03-

La tercera sección se adentra en la geometría del cosmos. La muestra recoge representacioenes célebres como el Atlas de Giovanni Francesco Barbieri (Il Guercino), que se muestra en la imagen. Óleo de 1646, procedente del Museo Bardini, de Florencia.
PALAZZO STROZZI - 2009-03


Globo celestial en plata, de autor anónimo. Data de entre el siglo II a. C. y el I d. C. (GALERIE J. KUEGEL, PARÍS).
PALAZZO STROZZI - 2009-03-11


En la segunda sección, el itinerario describe cómo el universo se convirtió en una esfera. En la imagen, sistema de Heraclides, de Domenico Sancte Santini. Artilugio en bronce de hacia 1675. (Museo de Historia de la Ciencia, Oxford).
PALAZZO STROZZI - 2009-03-11


El recorrido se inicia con El alba de la astronomía: Mesopotamia, Egipto y el cosmos bíblico. En la imagen, modelo de un hígado de oveja, realizado en arcilla. Mediados del primer milenio antes de Cristo. (BRITISH MUSEM)
PALAZZO STROZZI - 2009-03-11


Galileo, astrónomo visionario
Su contribución a la observación del espacio catapultó la astronomía. El telescopio de Galileo Galilei, elaborado hace ahora cuatro siglos, permitió mejorar la descripción de los cuerpos celestes e impulsar el estudio de la astronomía. Para celebrar aquel invento, el Palazzo Strozzi, de Florencia, ha organizado una amplia muestra histórica que recorre el desarrollo de la astronomía desde la antigua Mesopotamia hasta el siglo XVII, cuando el trabajo de Galileo dio un impulso mayúsculo a la ciencia. Titulada Galileo: imágenes del universo desde la Antigüedad hasta el Telescopio, abra desde el 13 de marzo al 30 de agosto.

Cuando se cumplen 400 años de los descubrimientos del científico italiano, una magna muestra recorre la idea del universo a través de la historia de Europa
MIGUEL MORA - Florencia - 12/03/2009

Fue perseguido, procesado y condenado a no ejercer la ciencia. La Inquisición consideró que sus teorías sobre el sistema del mundo eran "vehementemente sospechosas de herejía" y le encerró en una casa durante años. "Abjuro, detesto y maldigo", clamó Galileo en 1633 para intentar salvar el pellejo. Ironía fatal, murió ciego y sin poder dedicarse a lo que le apasionaba, los planetas, las estrellas, los cometas. Los papas prohibieron sus obras en Italia. Tuvo que pasar mucho tiempo para que Galilei (Pisa, 1564-Florencia, 1642), y con él Copérnico, acabaran ganando la batalla de la razón.

FOTOS - PALAZZO STROZZI - 11-03-2009
El recorrido se inicia con El alba de la astronomía: Mesopotamia, Egipto y el cosmos bíblico. En la imagen, modelo de un hígado de oveja, realizado en arcilla. Mediados del primer milenio antes de Cristo. (BRITISH MUSEM)- PALAZZO STROZZI

"Abjuro, detesto y maldigo", dijo para intentar salvarse de la Inquisición

Se exponen su telescopio y los magníficos dibujos que hizo de la Luna

Contemporáneo de Cervantes y de Shakespeare, armado con un telescopio flaco, animado por su carácter de hierro y soñando siempre gracias a una imaginación propia de un artista, el astrónomo barbudo de mirada locoide acercó al hombre a las estrellas alargando el dedo índice. Esa reliquia se expone desde ayer en el Palazzo Strozzi de Florencia junto a otras 250 piezas entre las que hay instrumentos, frescos, tapices, esculturas, libros, maravillosos artefactos y dibujos cosmológicos. Todo un fascinante viaje por el tiempo, el arte, la ciencia y el espacio que estará abierto hasta el 30 de agosto.

Aunque en la muestra se indica que lo que se expone es el dedo corazón de Galileo, parece más una ironía italiana que una evidencia. Largo y fino, se trata claramente de un índice. Además, no tendría sentido apuntar a la Luna, tampoco en aquella época, con lo que los mexicanos llaman el dedo de la grosería. O quizá, bien mirado, sí, porque el asunto consistía sobre todo en defender la libertad de pensamiento contra el fanatismo.

En cualquier caso, se dice que el dedo, que no anda falto de carne, le fue cortado al cadáver de Galileo por un propio llamado Gori, junto a otras dos falanges, un diente y una vértebra, tal día como hoy en 1737, cuando su cuerpo iba a ser trasladado desde el sótano de la Torre de la Basílica de la Santa Cruz hasta un sepulcro monumental erigido en su honor en San Cosme y San Damián. El dedo venerable está hoy en el Museo de Historia de la Ciencia de la ciudad.

La idea de hacer una exposición homenaje en el lugar donde el científico vivió, murió y estuvo preso es, precisamente, del director de ese museo, Paolo Galluzzi. Galileo, Imágenes del universo, de la antigüedad al telescopio festeja el 400 aniversario de sus descubrimientos con piezas donadas por los mejores museos del mundo de artistas como Rubens, Boticelli, Guercino o Durero.

El hombre y las estrellas siempre vivieron juntos, pero la historia de la representación del cosmos que propone el Palazzo Strozzi empieza en Mesopotamia y Egipto. Un sarcófago del año 700 antes de Cristo revela la imagen de una hermosa señora con una pelota achatada sobre la cabeza: es Nut, la diosa del Cielo, sosteniendo una esfera terrestre.

El paseo arranca al pie de la escultura romana titulada Atlante Farnese, continúa por la Grecia clásica que desarrolla la idea del globo terráqueo (viajando hasta las alegorías de Brueghel el Joven), salta al periodo helenístico y enseña el concepto geométrico de Tolomeo con frescos traídos desde Pompeya y mapas y manuscritos originales; dedica tres secciones al islam, con una espectacular colección de astrolabios, relojes solares, calendarios e imágenes de los husos del globo celeste.

Cuando el paseante llega a la Evangelización del Cosmos, encuentra una pieza impresionante, el monumental tapiz astronómico de Toledo, de mitad del siglo XV, que procede del Museo de Santa Cruz.

En la sección dedicada al Renacimiento Astronómico, los protagonistas son Copérnico y sus tesis heliocéntricas y Tycho Brahe. La muestra se asoma entonces al miedo y la esperanza, bucea en las relaciones entre astrología y astronomía, la música y la medicina, la superstición y la formación del carácter, la agria melancolía vinculada al planeta Saturno, que ejemplifica el grabado de Durero Melancolía.

Y por fin llegamos a Galileo. Ahí están sus instrumentos originales, el telescopio y el catalejo (los únicos que se conservan), y las lentes, y los maravillosos dibujos de la Luna que hizo mirando a través de ellos y que parecen esculpidos en el papel.

La belleza y el ingenio de su mirada, su perspicacia y sus visiones ("he visto algo que nadie ha visto antes, Saturno no es una estrella sino tres"), y su comprensible terror ante los brutales ataques de la Inquisición, que en 1633 prohibió su mejor obra, el Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, y decidió que la teoría heliocéntrica era contraria a las Sagradas Escrituras...
Todo eso queda perfectamente reflejado en la acumulación de cuadros, facsímiles, libros, decretos. Pero la memoria guarda mejor que otras cosas el maravilloso retrato en fondo azul que Ottavio Leoni le hizo a Galileo en 1624. Y las palabras que le salvaron de la hoguera: "Abjuro, detesto y maldigo". Pese a ello, 400 años después, el pasado 14 de febrero, el Vaticano celebró la primera misa en su honor.

Año del telescopio
Múltiples actos conmemorarán este año los descubrimientos de Galileo:
- Del 26 al 30 de mayo se celebrarán unas jornadas sobre El caso Galileo. Una revisión histórica, filosófica y teológica organizada por el Istituto Niels Stensen de Florencia, acto al que ha sido invitado el presidente italiano, Giorgio Napolitano.

- El Museo de Historia de la Ciencia de Florencia, que se llamará a partir de octubre Museo Galileo, presenta del 4 de marzo al 31 de diciembre la muestra El telescopio de Galileo, en la que se exponen los dos únicos telescopios originales del científico que se conservan.

- La noche del 25 de septiembre, varios astrónomos dirigirán la observación del cielo> con telescopios en diversas localidades toscanas.

08 marzo, 2009

LA NOVIA DE LORCA Y OTROS AMORES....

Tenìa 15 años

JESÚS RUIZ MANTILLA 08/03/2009

Fue un amor de adolescencia desconocido hasta ahora. Los ojos azules de María Luisa Natera impactaron en el joven poeta en un balneario. Uno de sus grandes romances, como Emilio Aladrén, Rodríguez Rapún o Salvador Dalí.

Con el tiempo, el blanco y negro de las fotografías sólo deja entrever la sombra de una luz. La atrayente magnitud en una mirada algo esquiva. Pero esas imágenes sí dan fe de un verdadero misterio que hoy puede aclararse. Aquellos ojos que Federico García Lorca no quería contemplar ("... pero que sin mirarlos dan la muerte / con el puñal azul de su recuerdo", según dejó escrito en Madrigal triste de ojos azules) no responden a un mero tema poético, como muchos críticos han creído. Tienen nombre y dueña.

El autógrafo- FUNDACIÓN FEDERICO GARCÍA LORCA

María Luisa Natera Ladrón de Guevara se llamaba. Y llevaba en la cara dos gotas juguetonas de agua marina en las que el poeta se zambulló apasionadamente. Fue, según sus hijos han reconocido ahora a Ian Gibson, un amor imposible de juventud. El hispanista lo desvela en su nuevo libro, Lorca y el mundo gay (Planeta), para el que, paradójicamente,
ha encontrado uno de los secretos mejor guardados en su biografía: la primera novia de Federico García Lorca.

Gibson siempre sospechó que aquellos escritos primerizos no podían ser simplemente ensoñaciones. Coartadas de asuntos a explorar teóricamente o fogonazos imaginarios. "Siempre intuí que venían de experiencias traumáticas. De una pérdida que él sufrió como un drama", comenta el mayor biógrafo del poeta.

A menudo se ha ensalzado la preferencia y la fascinación de Lorca por el carácter femenino. En sus obras teatrales, donde realiza un auténtico tratado psicológico de la mujer, y en su poesía. Hasta el momento, su mayor musa poética conocida era otra muchacha con la que coincidía el mismo nombre pero diferente apellido: María Luisa Egea.

En ella se encuentran varios rastros de su época de juventud. Pero la aparición de esta otra muchacha, una niña de 15 años cuando se cruza en el camino de Lorca, que contaba 18, abre nuevas interpretaciones a las primeras etapas de su obra. Las que aparecieron en 1994 publicadas por Cátedra en un corpus deslumbrante y que forman una increíble juvenalia.
Se conocieron en un balneario. El investigador asegura que muy probablemente en Lanjarón, cerca de Granada, donde doña Vicenta, la madre de Federico, iba a menudo.

Solía acompañarla su hijo. María Luisa Natera estaba allí con su abuela. Pronto algo les unió: un piano de cola. "Mi madre tocaba muy bien. A los clásicos. Nos dijo que interpretaba piezas con Lorca a cuatro manos", comenta su hija María del Carmen Hitos Natera.

En los poemas citados aparece claramente un encuentro similar. "El piano de cola de sonido sangraba / con un vago Nocturno que un muchacho tocaba. / Ella vino a mi lado con su oro y su gasa. / ¿Es Chopin?... Sí, Chopin... / Y no dije nada. /... Después de separarnos / la tristeza me ahogaba".

La música unía dos sensibilidades entregadas al temprano romanticismo de Chopin y a la pasión por Beethoven. Lorca dudó durante mucho tiempo entre ser músico o escritor. Justo en esos años empezaba a inclinarse por la literatura, aunque nunca abandonaría su otra vocación. Pero pronto comprobaron que otras cosas les separaban. Luisa Natera venía de una familia rica de Córdoba. Nació en Almodóvar del Río en 1902, según ha constatado en su partida de nacimiento el propio Gibson. Hubiese sido difícil que los suyos permitieran una relación con quien no ocultaba ya su intención de ser poeta.
No es casualidad que en Córdoba, por aquella época, corriera un chascarrillo clarificador respecto a aquella familia: "Si quieres hacer carrera, cásate con un Natera". Pero la impresión que dejó en Lorca la muchacha fue intensa. "Le escribió varias cartas que ella guardó incluso después de casarse con mi padre", comenta su hija María del Carmen en su casa madrileña del Barrio del Pilar. Al final, Luisa contrajo matrimonio con Enrique Hitos Rodríguez. Era un hombre con alma de artista también. "Se empeñó y lo consiguió. Mi padre pintaba, aunque vivíamos de su farmacia. Ese retrato de mi madre es de él", indica señalando la pared.
En el cuadro, los profundos y arrebatadores ojos azules que embrujaron a Lorca también hipnotizan a quien ahora los contempla. Unos ojos de generoso reparto genético que ha heredado su hija, y también sus nietas, a juzgar por las fotografías que tiene por la casa. Son la marca de los Natera. Pero hubo otras cosas que sin duda impactaron tanto en el poeta que la perdió como en el pintor que se acabó casando con ella. "Mi madre tenía una sensibilidad, una inteligencia y un sentido del humor impresionantes. Era muy ingeniosa, divertida y bromista".

Probablemente aquella mujer fue consciente del rastro que dejó en Lorca: "Tenía una biblioteca muy completa, con todas sus obras conocidas". El poeta permaneció junto a ella, de alguna manera. También la joven guardó durante años sus cartas. Aunque éstas desaparecieron. "Las quemó mi padre. No creo que fuera por celos. Más bien lo hizo por miedo. Era republicano y temía que en un registro de la Falange descubrieran en su casa las cartas de un represaliado".

Una pena. Sólo la palabra de la familia basta para comprobar la historia. Pero es una palabra que encaja a la perfección en la obra del autor. De ahí la seguridad de Gibson para desvelarla. Aunque falten pruebas. "Existía también una fotografía de ellos dos en el balneario con más gente. Pero por más que la busco, no la encuentro", asegura María del Carmen.

Fueron sus hijos quienes entraron en contacto con el hispanista. A raíz de la serie que emitió Televisión Española dirigida por Juan Antonio Bardem sobre la muerte del poeta. "En ella se hablaba de María Luisa Egea, y ellos me escribieron para contarme la historia de su madre", recuerda ahora.

Durante años, María Luisa Natera nunca les habló de aquel poeta simpático y con encanto, sensible y frágil que se enamoró de ella. Hasta que cuando corrían los años setenta y su hija empezaba a acudir a las fiestas del Partido Comunista, el nombre del artista salió en su presencia. "Me compré libros de Alberti, de Blas de Otero y de Lorca. Fue entonces cuando mi madre empezó a hablarnos de él. Nos dijo que fue su pretendiente".

Federico siempre fue un niño y un joven especial. Consciente de ser diferente del resto. En aquellos tiempos, cuando conoció a su amor de juventud, venía de una época turbia en el instituto de Granada, al que fue a parar después de una infancia feliz en su pueblo. "Se sentaba en el último banco. Le llamaban Federica", cuenta el hispanista. Su identidad sexual estaba comenzando a abrirse paso de manera ambigua, extraña en un mundo donde no se toleraban ciertas cosas. "Debía de ser horrible sentirse homosexual en la España de aquellos años. Pero mucho peor era serlo en Granada", añade Gibson.

El Lorca joven es un artista que empieza a proyectar los grandes temas que no abandonará nunca. "Es de un anticlericalismo y un antimilitarismo salvajes. Tenía también mucho miedo de parecer afeminado". Eso, unido a otros complejos: unos andares torpes debido a que tenía una pierna más larga que otra, cierta trabazón física que salvaba con un impresionante don de gentes. Empezó pronto a ser lo que fue: "Un anticlerical cristiano, rebelde, pendiente de las injusticias sociales que vio de niño en Fuentevaqueros y homosexual. No se le puede entender sin esto", insiste Gibson.

Es una faceta que siempre ha resultado incómoda para muchos. Empezando por parte de su familia y acabando por un sector conservador de la crítica. Pero esas reticencias son hoy completamente incomprensibles. Como incomprensible fue la aparición en el Abc de la época de Luis María Anson de sus Sonetos del amor oscuro. Aquello indignó a poetas como el Nobel Vicente Aleixandre, amigo y compañero de generación de Lorca. "No podía comprender cómo un periódico con el consentimiento de la familia, para empezar, cambiaba el título y los llamaba Sonetos de amor. Así aparecieron en la citada portada de 1984. Menos aún que en ninguno de los análisis que los acompañaban se hiciera la más mínima alusión a su inspiración homosexual". Es más, Aleixandre llegó a decirle a su amigo el poeta andaluz José Luis Cano: "Se ve que la palabra homosexual todavía es tabú en España, en ciertos medios, como si el confesarlo fuese un descrédito para el poeta. Todo eso viene de muy antiguo, de cuando la Inquisición quemaba vivos a los culpables del delito nefando".

Aquel amor oscuro también tenía, en gran parte, cara y nombre: Rafael Rodríguez Rapún, secretario de La Barraca y de Lorca. El poeta se había enamorado perdidamente de él, según le confesó a su amigo Cipriano Rivas Cherif. Aunque no es una obra que deba analizarse sólo en ese sentido. Se lo razonaba el mismo Aleixandre a Gibson en 1982: "Era el amor de la difícil pasión, de la pasión maltrecha, de la pasión oscura y dolorosa, pero no quería decir específicamente amor homosexual". No tuvo futuro esa pasión adolescente con María Luisa Natera, como tampoco lo tuvieron posteriores historias siempre truncadas. "Es horrible no poder vivir una vida como se desea. Él nunca lo consiguió. Nunca tuvo derecho a esa felicidad". Cuando algún periodista le preguntaba, no sin cierta mala intención, por qué no se había casado, Lorca siempre respondía: "Me debo a mi madre".

Pero aparte de doña Vicenta, Lorca amó con locura a otras personas. El caso de Rapún fue el más trágico porque su pasión quedó truncada por la muerte de ambos. Con una coincidencia potente en su vínculo. El mismo día que se cumplió un año de que al poeta le asesinaran salvajemente en Granada junto a dos toreros y a un maestro de escuela, el joven Rapún moría en el frente. Dirigía un batallón en Bárcena de Pie de Concha (Cantabria), y uno de sus subordinados, Paulino García Toraño, le contó a Gibson que más bien saltó de la trinchera y se dirigió hacia su triste destino de forma suicida.

Tampoco Lorca fue correspondido por otros. No le quiso el escultor Emilo Aldrén. "Ocultó su relación con Lorca, más cuando él se convirtió, con el tiempo, en uno de los artistas del régimen", asegura Gibson. El autor recuerda también cómo Maruja Mallo una vez le confesó que fue Federico quien le robó a Aladrén que era, según ella, un auténtico efebo.

Otra pasión conocida fue la que le unió con ese ser asexuado, medio andrógino y maniaco obsesivo que era Salvador Dalí. Por cierto, el único amigo del poeta que habla de sus experiencias carnales. O de los intentos y el empeño de Federico en que mantuvieran relaciones. Algo que Dalí, según él mismo confiesa en sus memorias, rechazó. Aunque se sintiera muy halagado por el hecho de que el mayor poeta de España quisiera poseerlo.

Todos ellos, en su felicidad y su fracaso, proporcionaron al torrente creativo del poeta sensaciones y emociones suficientes como para componer con una angustia rebelde y asfixiante sonetos oscuros y emocionantes como éstos:

"Huye de mí, caliente voz de hielo,
no me quieras perder en la maleza
donde sin fruto gimen carne y cielo.
Deja el duro marfil de mi cabeza,
apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!
¡Que soy amor, que soy naturaleza!"

Fuente: Elpais.es



01 marzo, 2009

LAS RELIGIONES FUERON INVENTADAS POR LOS HOMBRES PARA EXPLOTAR A LOS HOMBRES...

Ateo, materialista y anticlerical.Las religiones fueron inventadas por los hombres para explotar a los hombres. Ha llegado el momento de arrinconarlas en el baul de la historia. Religión y libertad son incompatibles.

Pedro L. Angosto Para Kaos en la Red Hoy 12:44 104 lecturas

No tengo empacho alguno en declararme ateo, materialista y anticlerical. Soy ateo no por decepción, sino por convicción. Jamás esperé nada del mito, nunca creí en milagros, ni siquiera en algunos tan festivos y jocosos como ese que dicen obró Jesús de Galilea en una boda convirtiendo el agua en vino para regocijo de todos sin que el Espíritu Santo recibiese el preceptivo aviso: Ojalá él y sus seguidores se hubiesen dedicado exclusivamente a eso, a convertir el agua en vino, las balas en besos, la ambición en solidaridad, al menos en los cuentos, en los propósitos, en sus prédicas.
No creo en Dios, ni creo que los hombres necesiten a Dios para nada, salvo los medrosos, los apocados, los que nada esperan de esta vida o los que sufren desgracia tras desgracia y en su desesperación se entregan al cielo con la esperanza del consuelo o de una vida mejor después de la muerte. A estos los respeto, los comprendo y los quiero. Nadie nace ciego por voluntad propia.

Sin embargo, estoy convencido de que Dios y sus amigos si necesitan a los hombres, desde el principio, desde que el Verbo se hizo carne, incluso desde antes, cuando el hombre desnudo veía salir el sol y llegar la noche, cuando contemplaba el furor de las tormentas y los vendavales, el desbordamiento de los ríos, el rugir de los volcanes, los deshielos y las sequías pertinaces, cuando el más fuerte, no el más evolucionado ni el mejor ni el más bueno, cambió el miedo humano a las leyes de la física, por el miedo a las fábulas imponiendo castigos y recompensas a capricho.
No, no creo en Dios, me importa un bledo su existencia, inexistencia o evanescencia, su poder omnímodo, su maldad o su bondad, su infierno y su cielo, sus vírgenes y sus santos, sus iglesias, sus predicadores, su forma líquida, etérea, sólida, gaseosa, antropomorfa o mineral, lo que dicen que dijo a Moisés, a Abraham, a Mahoma o a Monseñor Escribá de Balaguer antes de subir a los altares o tener calle en Zaragoza: Si los hombres –unos pocos, quienes lo hicieron del barro- no lo hubiesen querido, Dios no habría nacido, ni las guerras, ni los cruzados, ni los alcabaleros, ni los diezmos, ni las tercias, ni las conquistas, ni los cristianos, ni los católicos, ni los presbiterianos, ni los taoístas, ni los budistas, ni los musulmanes, ni los judíos, ni la inquisición, ni los talibanes, ni la Santa Cruzada española, ni los adoradores del dinero, ni los gudaris sanguinarios, ni los torturadores de toda laya, ni los legionarios de Cristo, ni el Opus Dei, ni la madre que los parió.

Todo es obra del hombre, del hombre perverso, del hombre en estado de corrupción pura, que no es otro que aquel que promueve y otorga carácter inmutable a un sistema que se basa en la explotación del hombre por el hombre, que esparce la muerte por toda la faz del planeta con una sonrisa en los labios, que destruye la naturaleza a sabiendas de que no le pertenece, que inventa espejismos para dormir a los que han sido dormidos con tantos cuentos que ya no tienen resuello ni siquiera para bostezar y encuentran placer y consuelo en el sueño eterno de los espejismos inacabables, inabarcables, inaprensibles.

¿Qué aporta la idea de Dios a los seres vivos, inteligentes o no, racionales o no? ¿Qué les ha aportado además del miedo, de la esclavitud, de la explotación, de la guerra, de la muerte, de la extinción, del odio, de la intransigencia, de la violencia, del fuego, de la mentira esencial, de la castración mental, del arriba y abajo, del capitalismo salvaje y destructor, de la ceguera y la resignación? Nada, absolutamente nada. Cuando el hombre inventó a Dios, no lo hizo pensando en el bien de sus semejantes, sino en dominarlos, en ponerlos a su servicio, en atemorizarlos hasta extremo tal que difícilmente osaran contestar, desobedecer, rebelarse. Los hombres esclavos, los hombres castrados por siglos de terror, cegados por el invento divino y dirigidos por quienes llevaban a Dios en una mano y en otra la espada, construyeron pirámides descomunales en vez de casas decentes; saquearon campos infinitos cultivados por seres resignados para levantar templos inmensos que acrecentaran aún más el miedo a lo sobrenatural, a lo desconocido, a lo incierto; invadieron países, crearon imperios, saquearon suelos y subsuelos, blandieron la espada y la maza, el cañón y el misil, para defender los privilegios de los que eran enterrados bajo los altares; se batieron contra el liberalismo, contra la democracia, contra el socialismo, contra la emancipación del hombre, contra la libertad, contra la justicia, contra la igualdad, contra la fraternidad, contra la Razón.

No, Dios no existe, pero ha sido, es muy rentable para la “buena gente”, para los que no tuvieron ni tienen reparo alguno a la hora de clavar mil puñales en la espalda del prójimo, y del mundo entero, con tal de quedarse con la hacienda, con tal de que los otros aprendan como fueron, son y serán las cosas. Dios no existe, pero de su nombre y en su nombre viven miles de cuervos negros y de todos los colores, cuervos con tirabuzones, cuervos tonsurados, cuervos rapados, cuervos con turbante, elegantes cuervos con traje de Armani, cuervos que disponen la vida y la muerte, que juegan con la enfermedad, que reparten el pastel quedándose con la mayor parte de él. Y por eso, y por otras muchas cosas que contar no quiero, soy materialista, porque creo que ningún hombre debe ser menos que otro, que todo ser humano debe poder satisfacer sus necesidades fuera de la esclavitud, con un trabajo digno, limitado, seguro y adecuado a su personalidad que le permita vivir en libertad, cultivar su sustancia intelectual, sensorial y sentimental, educar a sus hijos en el saber humanista, en la solidaridad, en el amor a la naturaleza, en el desprecio hacia los explotadores, los estraperlistas y los carroñeros; porque creo que la vida no es una carrera de locos que corren hacia ninguna parte, que no estamos aquí para competir unos contra otros, a costa de otros, sino para disfrutar de la belleza y paliar el dolor, propio y ajeno, para mandar al carajo los escritos sagrados y sus amenazas insolentes y despiadadas; porque creo en la justicia terrenal, en una justa y obligada distribución de la riqueza que posibilite a todos, morenos o blancos, negros o amarillos, arios o gitanos, capacitados o discapacitados, tontos o listos, guapos o feos –ningún mérito tiene lo que viene con uno al nacer- ser felices sin aspirar a tener más de lo que la decencia y la buena educación aconsejan; porque pienso que las flores no se cortan, se miran, y si se cortan para hacer un bonito ramo de flores, no se entregan a los muertos, sino a los vivos; no se ofrecen a los santos a cambio de una parcela en la tierra o en el cielo, sino a un amigo o a un desconocido que pasa por nuestro lado. Soy materialista, en fin, porque estoy plenamente convencido, tanto como el más ciego de los creyentes, de que es aquí, debajo del sol, las estrellas y las nubes, junto al mar y las montañas, rodeado de árboles y animales, donde el hombre tiene su casa, su única casa, una casa de la que apenas ha construido los cimientos, una casa que no le pertenece y que ha de cuidar con todo el esmero del mundo para legarla más bella a quienes la habiten después. No hay oraciones que valgan, no sirven los sermones ni las parábolas mansas, la tierra nos llama, nos llaman los hombres que pasan hambre y necesidad, apelan a nuestra conciencia los desheredados, los desplazados, los marginados, los que nunca supieron del esplendor sobre la yerba ni la gloria de las flores. Es aquí, en el solar que piso, que pisamos, donde podemos construir el paraíso, sólo hace falta poner manos a la obra, prescindiendo para siempre del mito, de quienes lo inventaron y sustentan para que todo siga igual, como Dios manda.

Y por eso, y termino pacientes lectores, soy anticlerical, porque como decía el olvidado Atahualpa Yupanqui Dios es un capitalista al que gusta lo fastuoso y comer en la mesa de los ricos, al igual que a sus discípulos, predicadores y seguidores. Porque las iglesias, del tipo que sean, siempre estuvieron con los poderosos, siempre contra la libertad, siempre contra todo signo de progreso, siempre contra la voluntad del pueblo, contra su soberanía, contra su felicidad, amparando a explotadores, genocidas y tiranos; porque el clero dejó para ese Dios que inventó lo del más allá y decidió, sin ninguna duda, que su reino si era de este mundo, únicamente de este mundo y que este mundo era de su exclusiva competencia.

Cada vez que oigo a un cura inmiscuirse en las cosas que incumben a las personas normales, meter su hocico en lo temporal, intentar obstruir las leyes que el pueblo se quiere dar para mejorar su existencia o ponerle un final digno, pienso que no estamos tan lejos del hombre de Atapuerca, que hemos evolucionado poco, muy poco. Si fuese de otro modo, hace ya tiempo que la casta clerical habría desaparecido por su propio peso, por el peso de su patética y cruel historia.