27 mayo, 2015

ACERCA DE LA FINALIDAD DE LA VIDA....



Cualquier persona, por menos cultura filosòfica que posea, alguna vez se habrà preguntado acerca de la finalidad de la vida. En efecto, uno de los interrogantes que màs espontàneamente surge en el espìrtu ,se refiere al fin y al valor que pueden tener la humanidad y el universo.

Vemos que el hombre, se afana, sufre...No es difìcil, entonces, que nos preguntemos si la vida vale la pena de ser vivida, si tiene algùn sentido y para què toda nuestra existencica. Esto es lo que se denomina el "problema de los fines". Queremos saber nuestro destino, cuàl es la finalidad del mundo y de nuestra existencia y que debemos hacer. Este problema presupone una realidad ya formada, una realidad que ha tenido su comienzo, pero en la que es menester descubrir el fin hacia el cual se encamina esta realidad en su constante transformación.

El problema de los fines implica, por lo tanto, otro problema: la cuestiòn pràctica de la acciòn. . Se trata de averiguar las normas a las cuales hemos de ajustar nuestro destino, cuàl es la finalidad del mundo y de nuestra existencia y què debemos hacer. Este problema presupone una realidad ya formada, una realidad que ha tenido su comienzo, pero en la que es menester descubrir el fin hacia el cual se encamina esta realidad en su constante transformación.

El problema teològico implica por lo tanto, otro problema: la cuestiòn pràctica de la acciòn. Se trata de averiguar las normas a las cuàles hemos de ajustar nuestra conducta, para lo cual es preciso saber distinguir previamente "lo bueno" de lo "malo"...lo "bello" de lo feo, lo "justo" de lo "injusto"...lo "verdadero" de lo "facil"...Pero distinguir lo bueno de lo malo, como lo bello de lo feo, no es otra cosa que formular apreciaciones acerca de los objetos, expresadas en "juicios de valor". Asì se establecen jerarquìas entre los distintos valores, ya sean èticos, estèticos, etc.

Un problema filòsofico mas se refiere a la actividad de nuestros sentidos. Casi todos nuestros datos acerca del mundo los obtenemos mediante la percepciòn. Ahora bien, se ha observado que con frecuencia nuestros sentidos nos engañar, surge la pregunta acerca del valor del testimonio de nuestros sentidos, puesto que bien pudiera ocurrir que èstos nos engañasen siempre. Este es el problema del conocimiento, que determina la posibilidad, el lìmite y el valor de nuestros conocimientos, ya sean aquellos que derivan de nuestros sentidos (conocimiento sensible) o bien aquellos que parecen trascender los lìmites fijados por sentidos (conocimientos inteligibles o racionales).

El problema del ser, es otro, este se refiere a su naturaleza y su origen , y se pregunta uno què es lo que es, y de dònde proviene el ser. Este problema tiene su fuente en nuestra propia existencia. Sabemos que existimos...Tenemos conciencia de que vivimos. Nuestras vivencias nos dan un conocimiento inmediato de nuestra existencia, de la existencia de un "yo" opuesto a un "no-yo" del cual tenemos un conocimiento mediato. Al tener la nociòn de nuestra existencia por medio de nuestras vivencias, no sabemos cuàl es nuestra esencia. En efecto, ¿què somos nosotros?...¿Què es el mundo?...¿Somos materia?...¿Somos espìritu o somos ambas cosas a la vez?...Y despuès de todo ¿que es materira y què es espìritu en su esencia?...Este ùltimo problema, el que trata de las esencias, es el problema del ser, el problema ontològico, o sea la metafìsica, porque se ocupa de asuntos que sobrepasan los lìmites de nuestros conocimientos directos.


Estos tres problemas que son los fundamentales de la filosofìa, aparecen en el òrden psicològico, es decir, en el orden natural en que se presentan a la mente humana. En efecto, el problema de los fines es el primero que nos planteamos, porque en la vida, cuando chocamos con el dolor, -que es lo màs frecuente- nos preguntamos para què servirà todo esto, y si vale la pena de vivir. Esto requiere reflexiòn y anàlisis que sòlo son posibles cuando hay madurez de espìritu...Ni el niño, ni el hombre comùn dudan de los datos de sus sentidos. Pero es el ùltimo problema, el de ser, el màs difìcil de todos y necesita una meditaciòn mucho màs profunda.

La filosofìa no es otra cosa que el estudio de estos tres problemas fundamentales y la bùsqueda afanosa de sus soluciones, que nunca son definitas. el filòsofo busca constantemente verdades nuevas, corrigiendo las que se creìan verdades. Los problemas filòsoficos son, en realidad, siempre los mismos y sòlo varìa el modo de plantearlos, segùn las èpocas. No es verdadero filòsofo el pensador que cree haber encontrado la soluciòn de estos problemas eternos.

Estos tres problemas, cuando se refieren especìficamente al hombre, dan nacimiento a otras tantas disciplinas. El problema ontològico (onto=ser), trata de la naturaleza ìntima del hombre, de su ser especifico, da origen a la Psicologia, que investiga los fenòmenos psiquicos o anìmicos, sus caracteres, propiedad y leyes.....El problema Gnoseolìgico...da origen a la lògica, que trata del pensamiento humano, y el problema telelògico da origen a la Etica, que busca la finalidad de la vida humana y estudia las normas a que debemos ajustar nuestra conducta para lograr esos fines....




14 mayo, 2015

"NADIE PUEDE SALIR DE SU PROPIA EXISTENCIA"....








































"...Nadie puede salir de su propia existencia, lo mismo que el oso no puede salir de la jaula del parque zoològico. Tolo lo que sucede a cualquier otro nos es extraño. Y cuando nos interesamos por las preocupaciones de los demàs, en realidad nos interesamos por nuestras propias preocupaciones".
C. Virgil Gheorghiu.


Estas conceptuaciones nos las plantea C. Virgil Cheorghiu, famoso novelista ruso, muy profundo, clarividente y humano en esta su obra "La Casa de Petrodava", cosa muy cierta aunque nos duela, pues el hombre vive demasiado inmerso en el abismo de sus pequeñeces, demasiado absorto en la cima de lo que èl considera sus "grandezas", para dedicar tiempo y pesares a los demàs. Cada uno es un microscòsmos, un pequeño mundo, agitado en su decurso para pararse en el camino de la vida a hacer el papel del buen samaritano.
Segùn Gheorghiu, uno de los clàsicos representativos del siglo pasado, cada uno siente tener su tiempo muy comprometido, haciendo malabares, salidas a sus propios problemas y angustiosas aspiraciones, para poder aunque quiera de corazòn sentir por los otros.
Y no es que no se sienta en absoluto, no, es que confunde sentires, siente por los otros tanto cuanto imagina, inconscientemente claro sus propios tormentos, sus sufrires que detecta y teme, desviàndolos hacia los demàs, como la forma, sin cargo de conciencia, socialmente màs aceptable, de la compasiòn.

Vivimos un mundo que apenas tenemos tiempo para pensar en nosotros mismos, asì consideran muchos, cada dia la lucha por la sobrevivencia se va haciendo màs competitiva y màs difìcil, y cada quien hala para su lado a fin de tener lo mìnimamente necesario que le exige la sociedad en la que se desenvuelve, se dice que en el fondo de su yo, el hombre es netamente poco solidario pensando solamente en como resolver èl sus propios problemas.

Y sucede esto por nuestra condiciòn de soledad. Parece un contrasentido, aunque necesitemos de la comunidad para todo el èxito de nuestro desarrollo fìsico y espiritual, y sin embargo sòlos y bàsicamente egoistas, asì estamos conformados. Aunque nos acompañe la escolta màs numerosa, la cohorte màs esplèndida: el grupo màs vistoso y florido, aunque caigan cientos de miles, millones de ojos y oìdos atentos sobre cualquier de nosotros no vale, estaremos tan sòlos como en el desierto màs remoto.

Por eso tenemos que aunque se dedique la vida entera a los demàs, desde los puestos màs duros y difìciles, con los mayores sacrificios y privaciones, como han habido miles de hombres y mujeres en toda la historia de la humanidad, no por ello dejamos de ser mejor adoradores de nuestro propio yo.

Es cuando nos deja sentir en esta su novela...."todo hombre necesita convencerse de que es un sol, sin el cual nada existe. Es lo importante en la vida de un hombre. El resto no es nada, no tiene ningùn valor. Sin esta confianza, el hombre se convierte en un ser realmente despreciable. Su vida es inùtil. Como un astro muerto y extraviado y a quien nadie conoce"...

El hombre alcanza real y pleno desarrollo, que duda cabe, inmerso en el grupo, socializàndose y a pesar de que el intercambio y el alternar con los demàs, nos lleva de mano a la plenitud y a la madurez, si abusamos de ella, ya de jòvenes o adultos, nos hacemos fatuos, vanos, incapaces de hacer un alto en medio de las mil y una obligaciones que a diario tenemos.

Ninguna obra de envergadura ha sido concebida, en la historia, en medio del reperpero y el barullo de los grupetes. Los grandes conductores de masas, los grandes cientìficos e investigadores, los grandes santos, los filòsofos y escritores....han suspirado por esos momentos de soledad total, consigo mismo, y sòlo con sus ideas y absolutamente nadie màs.

No tenemos màs que hechar un vistazo a los lìmites extremos de la existencia del hombre, nacer y morir, para sentir agitarse en lo màs profundo de nosotros el eco de la angustiada desolaciòn Agustiniana cuando exclama..."Soledad de soledades y todo soledad"....