
Estamos sentenciados a muerte y tenemos el tupè de celebrarlo, celebrando como locos cada año que termina.
La proximidad y llegada de fin de año siempre nos trae a la memoria la caducidad de las cosas terrenas y la fragilidad de la vida...La levedad de los engreimientos del mundo son capaces de atarnos con màs fuerza que cien cadenas de acero soldadas, y, nos atan con fuerza porque nos atan el corazòn.
Las cosas mientras màs superficiales y banales, màs nos entusiasmamos con ellas, nos parecen tan afincadas al fondo. Tan seguras.
Tan efìmero todo, como pavesas al viento, como cenizas al recodo de un fogòn y estamos tan ciegos que no lo vemos, y, aùn lo vièramos no lo creerìamos.
Aferrarse a las cosas de la vida no lo vamos a negar, lo impone la ley de la supervivencia. Es consustancial con el ser del hombre, por eso es tan dificil de desprender.
Llega navidad y con ella termina el año y las ataduras doblan sus nudos.
La algarabìa y las fiestas bullosas de noche vieja se hacen justamente, sin que la gente lo sepa para yugular la pena de una realidad nada suspiciosa, errar, sufrir y reintegrarnos de nuevo a la totalidad del Cosmos, como antes de nacer, sin un àpice de nuestro ego consciente.
El planeta en que vivimos seguirà exactamente igual. Como lo estuvo antes de que llegaramos a el atraves de nuestras madres. Partiremos y nada cambiarà. Lo ùnico, y ni siquiera se notarà serà nuestra ausencia.
Seguiran sucedièndose las navidades, las noches viejas y los años nuevos invariablemente.
Seguirà incubàndose el odio y floreciendo el amor. Diseminàndose la incomprensiòn y la envidia, y, diciendo presente la humana solidaridad.
Las querellas y las reclamaciones no pondran punto final a sus acaloradas disputas porque precisamente la conveniencia està llamada a prevalecer en medio de las discenciones.
"Un año que viene y otro que se và..." dice la letrilla de un aguinaldo, tan asì, como el natural discurrir de un rio sobre su cauce que no para hasta dar con el mar.
Siempre cuando termina un año hasta los màs disipados piensan un poco: en una persona, o en una añoranza, o en los tiempos mejores, o en algùn propòsito que por lo regular nunca se cumple.
En el tiempo total del universo un año es un espacio temporal tan insignificante que no se concibe que pueda tomare en cuenta.
Una gota de agua tomada de mares, ocèanos y rios tiene màs presencia ante ellos a pesar de su pequeñez, que un año ante la infinitud del tiempo...
El finalizar de un año es como un libro que se abre y se cierra sin que nadie tenga tiempo de leer nada.
El año concluye pero no el deseo de vivir....¡gracias a Dios!....
Dicen que el tiempo vuela y es una verdad interesante, despuès que ha transcurrido....pero antes?...
Si la mente se concentra en algo que la absorba el tiempo se pasa volando.
Las horas de placer ni se sienten, pero un minuto de dolor parece un siglo.
Cuando dormimos de un tiròn seis o siete horas, al despertar nos quedamos admiradas/os de como pasò el tiempo sin darnos cuenta...serà acaso asì la muerte?...
-"Cualquier tiempo pasado fue mejor"...dicen, y es una verdad de las grandes...mejor, cabalmente por eso, porque pasò.
Ahora cuando estamos jòvenes nos parece como si las cosas fueran a permanecer siempre asì, siempre igual. Se siente tan a fondo la plenitud y la lozanìa de la vida que se hace inconcebible que tanta belleza pueda ser transmutada, y se transmuta. Es asunto aparentemente lento pero rapidìsimo, sino le cedo la palabra a los que han cruzado el medio siglo o la cincuentena.
Nuestra vida se desenvuelve en medio de tinieblas espesìsimas. El trato de unos con otros parece màs cosa de sueño que la realidad, si existen dudas hay que recordad algo, aunque sea reciente y veamos.
La vida y su tiempo, en definitiva es una tragicomedia que termina invariablemente con la muerte de todos sus protagonistas....