Una de las formas màs reconfortantes de despedir un año cualquiera es entregàndose a alguna reflexiòn que refresque y airee las llamadas preocupaciones existenciales.
A principios de los años treinta, Segundo Llorente, un español, sacerdote y arriba de eso jesuita, tomò la resoluciòn de ir a ejercer su ministerio bien lejos que le exigiera mucha renunciaciòn y aùn màs sacrificio.
Y, como lo pensò lo hizo. Debidamente autorizado por sus superiores fue designado al puesto de misiòn alaskeña de Akulurak donde habìa de sacrificar los años de su plenitud con entereza grande y disposiciòn gozosa.
Los años que pasò en Alaska están recopilados en varios tomos de sus cartas, y obras acerca de Alaska: En el paìs de los eternos hielos...En las lomas del Polo Norte...en la desembocadura del Yukòn...y otras tantas.
El sacrificio muere con el sacrificado. El P. Llorente muriò en España, su tierra natal, y con èl, como es natural, su presencia vital. En algunas bibliotecas quedaràn algunas de sus obras, en otras màs especializadas probablemente la colecciòn completa.
Ningùn ilustre hombre puede pretender que su memoria sea imperecedera por los siglos de los siglos. Los tiempos varìan las generaciones, las aficciones y las modas. Los ilustres y los santos tienen su època, y despuès cenizas y humo.
Como siempre existen admiradores de la inmolaciòn, atravès de todo lo largo de su vida , de este Segundo Llorente, no podemos menos de traer sus cartas y sus obras.
Muy poco se le recuerda ya y aùn menos se le menciona. Actuò motorizado por la fe y la ilusiòn de entrar por la puerta ancha al Reino del Padre....si su fe y su ilusiòn resultan verdadera como puños, estupendo, no desperdiciò su valiosa vida, sino, ya està pago.
Aunque èl no lo sepa, los que lo sabemos con sobrada razòn creemos si puede descansar en Paz. La vida toda es un amasijo, ¡fantàstico amasijo de sueños!....
Tanto el que armado con la espada de la fe y la esperanza que fortalecen y va a sitios inhòspitos y lejanos en la lucha por la realizaciòn de lo que considera la verdad, y asì, todos los tocados por inspiraciòn de un ideal que se someten a los mayores sacrificios para verlos cuajar, cultivan en su jardìn interior una fantasìa marchitable con los años pero que mientras està en lozanìa su aroma sostiene y se animan.
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