30 diciembre, 2009

BABELIA ELIGE EL LIBRO DEL 2009........


Los libros más destacados de 2009 según 50 críticos y periodistas de Babelia. Cercas, Muñoz Molina, Roth, Szymborska, Casanova, Conti, Gamoneda, Dickinson, Wolff y Michon son los nombres elegidos.
El ensayo destrona a la novela y ganan protagonismo los autores extranjeros en una lista que suma más de 250 títulos. De entre los 20 obras preferidas, sólo cinco corresponden a este género: la lista la completan siete ensayos, tres libros de relatos, dos poemarios, dos de memorias y uno de cartas.

ANATOMIA DE UN INSTANTE, LIBRO DEL 2009

1 Javier Cercas
ANATOMIA DE UN INSTANTE
Javier Cercas reconstruye en una arriesgada apuesta literaria el fallido golpe de Estado en España el 23 de febrero de 1981, a partir de la figura de Suárez, Carrillo y Gutiérrez Mellado.

Javier Cercas
Anatomía de un instante (Mondadori)
En Anatomía de un instante, Javier Cercas se aproxima a un hecho decisivo en la historia de España (el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981) para desplegar la experiencia de la ficción basada en hechos reales. El resultado es una obra capital de la literatura contemporánea en español y que ha sido elegida por los críticos de Babelia como el Libro de 2009. Por Alberto Manguel
El honor, lugar común de la gran literatura medieval, tiene hoy en día la calidad inédita y sorprendente de algo olvidado o desaparecido. Las raras veces en las que se lo menciona, adquiere en un contexto contemporáneo una connotación irónica o sarcástica, contaminada por banales convenciones retóricas cuando no mafiosas. Desde los principios del siglo veinte hasta ahora, en el campo político, eficacidad y astucia han adquirido mucho mayor prestigio que la conducta ética y valerosa; es por eso que nuestros héroes estatales son, en su mayor parte, rufianes y estafadores.

En tal contexto, los precursores de Javier Cercas, para quien el honor es el tema central de su literatura, no son los cínicos novelistas de entreguerras (“describir el heroísmo no es tarea provechosa”, declaraba Simone de Beauvoir en los años cincuenta) sino los irascibles filósofos e historiadores del siglo dieciséis hacia atrás, de Tomás Moro a Séneca. Cómo nos comportamos frente a un desafío, qué actitud elegimos, le importa más a Cercas que por qué lo hacemos.

Como es harto sabido, el fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 fue un momento decisivo en la historia española contemporánea, a partir del cual los españoles tomaron conciencia de una nueva responsabilidad política posfranquista. Los golpistas que entraron en el Congreso de los Diputados y regaron de balas el hemiciclo pensaron que esta demostración de fuerza los convertiría en héroes nacionales y les otorgaría las riendas del gobierno. Sin embargo, como Javier Cercas demuestra irrefutablemente en este libro singular, el heroísmo, el verdadero heroísmo, no lo manifestaron ni los golpistas y sus líderes ni los políticos que resultaron victoriosos, sino tres hombres quienes, bajo la lluvia de balas, se rehusaron a tomar parte en la refriega.

Adolfo Suárez, Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo permanecieron en sus lugares mientras sus colegas se echaban al suelo bajo sus escaños. Es en estos tres, incólumes ante la absurda violencia, que Cercas busca esa “conducta honorable” que requería Séneca y cuyo significado hemos perdido casi del todo, conducta que podría resumirse en la réplica que dio un cierto doctor Henderson, a mediados del siglo dieciocho en Oxford, según cuenta De Quincey y cita Borges. En medio de una discusión teológica o literaria, el impávido doctor, al recibir en la cara un vaso de vino de su adversario, respondió: “Esto, señor, es una digresión; espero su argumento”. Los tres héroes de Cercas se quedaron sentados en sus sillas, esperando el argumento que nunca llegó.

La experiencia de la ficción basada en hechos reales (sus merecidamente célebres Soldados de Salamina y La velocidad de la luz entre otras) le ha permitido a Cercas la narración de hechos reales como si fueran ficción. El lector sabe que lo narrado ha ocurrido de veras, pero gracias a la habilidad literaria de Cercas, percibe la verdad como fruto de la perspicacia de la imaginación, no sólo como la contaduría de la historia. “Lo entendí. Creo que esta vez lo entendí”, escribe Cercas en la última página de su libro.

El lector lo sabe: los hechos son incontrovertibles, basados en documentos verificables, pero, al mismo tiempo, se abren y se amplían con la generosa ambigüedad de un cuento de hadas que se rehúsa a convertir lo sucedido dentro del ámbito humano en un fácil y estricto catequismo. Las cosas son como ocurrieron, sí, pero también como pudieron ocurrir, como sus protagonistas creyeron que ocurrían entonces, como los lectores futuros juzgarán que hubiesen podido ocurrir en el pasado reciente. La conducta de los hombres y de las mujeres que tomaron parte en los acontecimientos goza (o sufre) de esta pluralidad; y sin embargo, al mismo tiempo, según Cercas, todas las versiones de un acto responden, voluntariamente, a una determinada ética.

Llegado el momento decisivo, las diferentes opciones se concentran en una sola, determinada y determinante, cuyas lecturas pueden ser diversas pero cuya esencia es única. En cualquier situación, algunos personajes se comportan como cobardes, otros como héroes. Es por eso que en la Comedia de Dante castigos y recompensas no son creados por un dios rencoroso o magnánimo sino por nuestras propias acciones. La literatura de Cercas es, en última instancia, una defensa del libre arbitrio.

Un tema magnífico no presupone una ejecución ejemplar. En el caso de Anatomía de un instante, el honorable y heroico tema ha dado lugar, sencillamente, a una de las obras capitales de la literatura en lengua castellana de nuestra época. Anatomía de un instante es ejemplar, en todos los sentidos de la palabra. En este libro, Cercas ha logrado, con un estilo tranquilo, fluido, preciso, iluminar un momento esencial y discreto de España, guiando al lector a través de sus innumerables complejidades y digresiones. Creemos leer una crónica política cuya anécdota nos conmueve por su fuerza dramática; en realidad, como en las grandes tragedias griegas, nos convertimos en testigos de un magnífico acto de resistencia a la repetida infamia de la Historia.
© EDICIONES EL PAÍS, S.L. - Miguel Yuste 40 -

2 Antonio Muñoz Molina
LA NOCHE DE LOS TIEMPOS
Antonio Muñoz Molina novela las vísperas de la Guerra Civil española y los fanatismos ideológicos a través de una historia de amor que se derrumba como el mismo país.

Antonio Muñoz Molina
La noche los tiempos (Seix Barral)
Aunque no debería existir ninguna razón particular para decidirse a leer una nueva novela de Antonio Muñoz Molina, confieso que me puse a leer La noche de los tiempos debido al anuncio de que en ella también aparecían personajes reales que tuvieron que ver con dos instituciones a las que he dedicado como historiador algunos esfuerzos, la Junta para Ampliación de Estudios y la Residencia de Estudiantes (el protagonista de la novela, el arquitecto Ignacio Abel, resulta ser uno de los pensionados de aquella Junta).
Sin embargo, a la postre no he encontrado mucho que haya satisfecho mis intereses profesionales. El mundo que construye Muñoz Molina coincide temporalmente, sí, con el que tuvo su núcleo en los Altos del Hipódromo, y se recurre a él en ocasiones, pero no recoge —tampoco parece que se haya pretendido— su plural realidad, que fue más allá de los, por otra parte no muy numerosos y bastante tópicos, personajes novelados aquí.

En lo que se refiere a la reconstrucción del turbio universo de esperanzas, desencuentros, dobleces, logros y fracasos que se fue configurando durante la Segunda República y, entonces ya con desesperanzadora brutalidad, la rebelión militar de julio de 1936, me cautivaron más, por su espontánea naturalidad, viejas narraciones como La forja de un rebelde de Arturo Barea, o algunas de las correspondencias recuperadas de aquel tiempo (por ejemplo, el Epistolario de Pedro Salinas, con quien Abel comparte ciertas situaciones).
Dicho todo esto, ¿por qué no he vacilado en continuar leyendo un texto de 958 páginas? La principal razón es la extraordinaria habilidad de Muñoz Molina como escritor. Sorprende su habilidad para volver, una y otra vez, con exagerada repetitiva constancia, a los mismos temas y detalles, a las, mil veces repetidas, obsesiones y engaños (a su familia sobre todo) de Ignacio Abel. Sorprende y admira, aunque también puede llegar a fatigar al lector, que con frecuencia tiene que esforzarse por no perderse siguiendo frases demasiado largas y puntillosas. Es una novela ambiciosa a la vez que desmedida. Una novela apasionada de amor en tiempos de guerra y de confusión.
Una novela en absoluto “doctrinal en lo político” (más bien desesperanzadora), en la que el autor es al mismo tiempo el narrador que está siempre ahí, esforzándose por descifrar personalidades (uno de sus mejores logros) y por entender cómo fue aquel mundo que existió antes de que él naciera. Una novela, en definitiva, y por muchos que sean los peros que se la puedan, y deban, poner, admirable.Por José Manuel Sánchez Ron
3 Philip Roth
INDIGNACION
Philip Roth ronda a la muerte desde la mirada y los sentimientos de un padre, un hijo y la sociedad estadounidense que ve caer a los muchachos en la guerra de Corea.


Philip Roth
Indignación (Mondadori)

Marcus Messner es un joven judío que ingresa en un colegio universitario en su Newark natal. Es hijo de un carnicero que, a medida que su hijo crece, se obsesiona por proteger la vida del chico convirtiéndose en un maniático que lo agobia con toda clase de protecciones y prohibiciones. Marcus acaba huyendo a una Universidad del Medio Oeste muy conservadora. Su vida en la Universidad es brillante en cuanto a los estudios, pero de difícil adaptación social, lo que le acaba llevando al despacho del decano. El decano, un antiguo héroe deportivo y hombre de creencias tan firmes como limitadas, trata de doblegar el carácter solitario de Marcus con una mezcla de suavidad e incomprensión; y Marcus —que ha pasado de la presión de su padre a la del decano— estalla en defensa de su libertad en una escena memorable.

El asunto anejo es la muerte. La muerte la concibe el padre como la pérdida del hijo en el que tiene puestas todas sus esperanzas. En cambio, el hijo la teme porque desea tener tiempo de llegar a ser él mismo, de alcanzar el destino que trata de labrarse con una dedicación casi obsesiva al estudio. El telón de fondo es la inminencia del reclutamiento para la guerra de Corea, donde los jóvenes caen a cientos. En las novelas de Roth siempre emerge la indignación contra cualquier forma de manipulación del poder. Este libro es una muestra perfecta de ello y una soberana lección de literatura. Por José María Guelbenzu

4 AQUÍ
La nobel polaca Wislawa Szymborska continúa poetizando en voz alta al lanzar esas preguntas sobre la brutalidad del mundo pero recordando su belleza e invitando a huir del pesimismo.

Wislawa Szymborska
Aquí (Bartleby)
Bendito sea el año 1996, que puso la foto de Wislawa Szymborska en todos los periódicos del mundo, porque acababan de darle a ella el Nobel de Literatura y a nosotros la oportunidad de descubrirla. En los trece años que llevamos con sus libros, publicados en España por Hiperión, Igitur, Lumen, Columna y Bartleby, no ha dejado de crecer nuestra admiración por cada obra suya, que unas veces se titula Gran número o Gente en el puente, y otras Fin y principio, Instante o Aquí, pero que, en el fondo, siempre podría llamarse igual que su libro de 1954

Preguntas planteadas a una misma, porque eso es su escritura: meditación, búsqueda y análisis; es decir, una defensa contra la prisa y la brutalidad de este mundo en el que
“la ignorancia tiene mucho trabajo, /
todo el tiempo cuenta, compara, mide, /
saca conclusiones y raíces cuadradas”,
y en el que sobrevivir consiste en lograr un equilibrio entre lo que ya se sabe y lo que es mejor fingir que no, para escapar del pesimismo. Esos versos pertenecen al primer poema de su último libro, Aquí, publicado por Bartleby, pero también lo son estos otros en los que Szymborska nos ofrece su medicina clásica contra el abatimiento, que es la inteligencia, y un truco para fomentarla, que es adoptar un estado de vitalidad irónica:
“La vida en la tierra sale bastante barata. /
Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo. /
Por las ilusiones, sólo cuando se pierden. /
Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo”.

Se puede saber que tenemos “caras de segunda mano” o que el único consuelo del pasado es “que pudo haber sido peor”, y ser feliz pese a todo: ésa es su filosofía. Por fortuna, Szymborska ni deja de sonreír ni se rinde, como explica otro verso de este extraordinario Aquí: “El tiempo apremia. Escribo”.

No pare, por favor, doña Wislawa.
Por Benjamín Prado


5 Giacomo Casanova
HISTORIA DE MI VIDA
Giacomo Casanova dejó estas memorias, que reflejan el siglo XVIII, para que se pueda comprobar lo que hay de verdad, mentira, calumnia e insidia en su legendaria y seductora existencia.


Giacomo Casanova
Historia de mi vida (Atalanta)

Tal vez hay que ser un animoso hombre de acción, un cómplice de la realidad, un gozador de sus privilegios —si se ha nacido en el siglo XVIII—, para poder proclamar, como hizo Giacomo Casanova, el descrédito de la ficción y el favor de la ciencia. La aseveración le cuadraría bien a aquel libertino si su nombre sólo se asociara a la creación de la lotería nacional francesa, o a sus facetas de agente financiero, militar, espía y jugador empedernido. Pero fue también mago, alquimista, filósofo, violinista, un artista de la seducción y acaso un hombre distinto en las innumerables ciudades que visitó. Un hombre que encarnó en su época la leyenda del vigor y la aventura y que sufrió minuciosamente la afrenta de la soledad y la vejez. Dijo que no le gustaban las novelas y creó, con la materia de su vida, el personaje novelesco más extraordinario de su tiempo. Lo que haya en su autobiografía de falsedad o de invención —y no es poco, a juzgar por las numerosas aclaraciones a pie de página, que no impugnan la verosimilitud del relato—, no cabe achacarlo a olvido o engaño, sino a la tentación de agradar, que en Casanova tiene el imperativo del placer, incluso cuando se autorretrata (a nuestros ojos) de un modo reprobable, o sea, como un canalla. Con esta edición de Historia de mi vida, , por primera vez completa y prolijamente anotada, al lector audaz se le brinda la ocasión de rememorar las vidas probables que se pueden vivir, o sentir la energía de la imaginación que quien ha vivido mucho.

Por Francisco Solano

6 Haroldo Conti
SUDESTE
Haroldo Conti convirtió en lugar mítico un rincón de Argentina más acá de la pampa y más allá de Buenos Aires: el Delta del Paraná arrinconado por todos, al crear una novela de aprendizaje


Haroldo Conti
Sudeste (Bartleby)
La lectura de Sudeste (1962), primera novela del desaparecido escritor argentino Haroldo Conti (1925-1976), nos arrastra por una travesía tan zigzagueante y esquiva en lo episódico como inquietante y honda en su repliegue existencial.Sudeste narra la vida en el Delta del Paraná y nos descubre un paisaje casi virginal aunque tan cercano a la metrópolis, y escenarios que parecen derruidos y podridos y vacíos pero que están repletos de vida: vegetal, animal y humana. Y de muerte.

Vemos aquí la menuda vida cotidiana de los sedentarios que trabajan en los juncales o el trasiego de los que comercian y el pulular de pícaros y hampones que merodean por las orillas y los márgenes. Y sobre todo vivimos la vida en el río, cuando el Boga decide reparar un destartalado bote y emprender su personal navegación por esas aguas. Y acompañando a este vagabundo romántico y robinsoniano sabremos cómo el río cambia y cómo cambia de distinto modo según las estaciones; notaremos la profunda simbiosis entre hombre y río, y las sensaciones y sentimientos y certezas que ella inspira o propicia; veremos desatarse sus fuerzas —ese viento, el sudeste—, y conoceremos también la perturbadora extrañeza que puede sobrevenir “porque el río teje su historia y uno es apenas un hilo que se entrelaza con otros diez mil”. Hasta anegarnos en el fatal desenlace, porque la maldad vive también en el alma del río y madura en el letargo del invierno.

Hay en Sudeste epopeya, lirismo y tragedia (y también humor) tamizados en el crisol de una maravillosa y dificilísima sencillez, esa que según Azorín consiste en colocar una cosa detrás de otra: “Comenzaron a despuntar los sauces. La línea de las islas se oscurecía. Sintieron en sus cuerpos esa vaga inquietud que acompaña al cambio. Una especie de zozobra. Un desvelo”.Por Ana Rodríguez Fischer

7 Antonio Gamoneda
UN ARMARIO LLENO DE SANGRE
Antonio Gamoneda viaja hasta su infancia para recuperar lo que había olvidado y mostrar los laberintos de la arbitrariedad y la tristeza y la felicidad.

Antonio Gamoneda
Un armario lleno de sombras (Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores)

Antonio Gamoneda (1931) escribió que “la poesía es el arte de la memoria”. Leer Un armario lleno de sombras es una manera de vivir esa ley, aunque la poesía no se imponga en este austero y luminoso libro desde las exigencias del metro y el ritmo. Sí está la poesía entre las líneas de su sustancia narrativa. Poesía y memoria a la búsqueda de la infancia perdida. Gamoneda escribe este libro para recuperar lo que durante años olvidó. Esa operación la lleva a cabo desde variadas incertidumbres: sombras las llama el poeta leonés. Sombras que porfían ahora en la vejez y se hacen relato de una infancia, pero también de una época, de un régimen, de una miseria colectiva, de la pobreza familiar, del miedo y la arbitrariedad ultrajante de los vencedores. Siendo poeta como es Antonio Gamoneda, siendo el gran poeta que es, este libro se concibe bajo la cadencia de la prosa narrativa. En un artículo el autor de Arden las pérdidas valoró la poesía en Las palmeras salvajes de William Faulkner. La memoria de la propia infancia qué otra cosa puede ser sino una novela sobre la infancia. O un poema.
Compartiendo la felicidad de este libro con Jesús Marchamalo, él se quedaba con una imagen del mismo: los zapatos de la abuela del autor que su madre convierte en los zapatos del niño para poder ir a la escuela. Yo también: y agrego esta frase que se graba: “Se hizo costumbre cívica apalear a la gente sin distinción de género ni edad”. Libro de tristezas corporales, para decirlo con palabras del propio poeta. Leído Un armario lleno de sombras, uno no puede dejar de recordar aquella frase de Joseph Joubert: “Están los que recuerdan su infancia y los que recuerdan el colegio”.Por J. Ernesto Ayala-Dip


8 Emily Dickinson
CARTAS
Emily Dickinson confirma en esta correspondencia por qué es una de las grandes poetas de todos los tiempos, a la vez que su lectura desvela su lado más íntimo e intenso.

Emily Dickinson
Cartas (Lumen)
Un espíritu más oscuro es la expresión que Emily Dickinson (1830-1886) utilizó en varias de sus cartas para referirse a la poesía y al amor, que relacionaba con la brujería y que contraponía al espíritu divino del puritanismo en el que fue educada. A ese espíritu se dedicó con una intensidad sin parangón entre sus contemporáneos. Dickinson es la más grande poeta norteamericana y una de las voces líricas más valiosas de toda la literatura occidental. Su estilo singularísimo no admite comparaciones, pues está forjado a partir de los trazos, a menudo contradictorios, de su poderosa personalidad.

Las lecturas repetidas de la Biblia y de Shakespeare; su condición de mujer; su temperamento apasionado; la religiosidad de su familia; su sumisión a la figura paterna y, pese a ello, su libertad de pensamiento; la creciente conciencia de su calidad poética, su humor fino y juguetón; su soledad buscada que le llevó a enclaustrarse en casa, vestida de blanco y sin dejarse ver por las visitas; el amor a la naturaleza, en el que cabían tanto las más pequeñas criaturas como el firmamento; y su obsesiva búsqueda de una verdad trascendente que perseguía a través de la percepción, conforman los rasgos principales de su carácter. De su luminoso talento dan cuenta su obra poética y su abundante epistolario, que cultivó con la misma exigencia. El extraordinario acierto de la presente antología, primera de sus características en español, reside tanto en la calidad de las 101 cartas reunidas como en el hecho de que, al abarcar toda su vida, traza una íntima y exacta biografía suya.

Por Marcos Giralt Torrente

9 Tobias Wolff
AQUÍ EMPIEZA NUESTRA HISTORIA

Tobias Wolff recuerda en estos cuentos la vida de gente corriente y como los destellos inesperados pueden confrontar a las personas con sus propias verdades.

Aquí empieza nuestra historia (Alfaguara)
En Mortales, uno de los mejores cuentos de esta colección donde hay más de un puñado de obras maestras, uno de los atribulados hombres de Tobias Wolff le dice a un redactor de Necrológicas esta banalidad: “Uno puede ser buena persona sin ser famoso. Las gentes con grandes apellidos no siempre son grandes personas”.Eso es verdad”, responde el redactor, “pero es una especie de verdad para las personas sin importancia”.
En Aquí empieza nuestra historia, esa frase distraída tiene el lugar de una poética. Como los de Chéjov, los cuentos de Wolff se fijan con intensidad insoportable en las pequeñas vidas de la gente pequeña, y al final encuentran en ellas una revelación inmensa que lo sacude todo. El gran arte de Wolff es su habilidad para escoger el momento neurálgico en que sus personajes se ven —o más bien se chocan— frente a frente con las consecuencias de sus actos: en eso, por lo menos, son cuentos morales, con toda la carga de la condenada palabrita. Son cuentos, también, sobre el engaño: en todos ellos hay una gran mentira, ya sea que el personaje se la diga a los otros, ya sea que se la diga a sí mismo. Pero lo que separa a Wolff de otros grandes de su generación —léase Carver, léase Richard Ford— es su variedad de registros. Dentro de la forma ascética del cuento realista, este autor es un virtuoso. Aquí empieza nuestra historia puede leerse (también) así: como un catálogo de su virtuosismo.

Por Juan Gabriel Vásquez

10 Pierre Michon
MITOLOGIAS DEL INVIERNO. EL EMPERADOR DE OCCIDENTE.

Pierre Michon se acerca a las vidas de reyes y monjes de Irlanda y Escocia y a la de algunos campesinos de Francia al recrear sus antiguos mundos.

Una tarde hermosa. Un viaje en tren. Una librera magnífica y una recomendación. El descubrimiento. Así, hace unos años de regreso a mi ciudad y con el paisaje rojo del atardecer que enfebrecía el vagón, me encontré con Pierre Michon conjurando palabras que emanaban de un libro esplendoroso, Historias minúsculas. Allí estaba yo, presa en regocijo, atendiendo noticias de Cards, el lugar donde el escritor había nacido. En la memoria una imagen de mujer con niño en brazos. Detrás de ella, André Dufourneau.

En aquel libro, Michon narraba sobre vidas mínimas que dibujaban el mapa de un territorio ignoto y cuya escritura me deslumbraba. Este año, y también en otra tarde de tren, me alcanzó de nuevo Michon con Mitologías de invierno. El emperador de Occidente, y el vagón se convirtió en ese lugar del libro donde confluyen las ventajas del abismo y del desierto, “mazmorra universal y cima del mundo”. Y hasta allí se fueron acercando en prodigiosa peregrinación las tres hijas del rey de Leinster.

Patricio, el galo apátrida, asomando su rostro entre la vegetación para contemplar los cuerpos desnudos de las muchachas. Vino Enimia, la nieta de Fredegunda y llegó Hilarius, el obispo que deja báculo y mitra. Y un monje anónimo que escribe sobre pergamino de ternero. Leyendas. Irlanda, el causse de Sauveterre. La guillotina. Vidas de santas. Mitologías de invierno. Páginas más tarde, El emperador de Occidente. Dos que hablan, el anciano Prisco Atalo, músico, emperador exiliado, y el joven Aecio. Y estuvo el mar y sus travesías largas donde se teme recordar. Batallas. Roma. Hunos, alanos. Mano incompleta que ya no tañerá la lira. Alarico, su gran espalda, la pelliza. Placidia. El pasado. Ahora Aecio en el barco agitando el manto sobre su cabeza para señalar la despedida.

Y sobre aquel embriagador despliegue, la mirada perpleja, asombrada de esta lectora ganada desde hace tiempo para la causa de Michon. Nombrar Mitologías de Invierno. El emperador de occidente es invocar al genio, peregrinar el enigma y el prodigio. Tengo la impresión de estar de nuevo aprendiendo a leer. También digo de mi impaciencia, pues espero el conjuro de más tardes hermosas y rojas.

Por María José Obiol



20 diciembre, 2009

Y AHORA DONDE ESTAS FEDERICO?'.......



REPORTAJE: Memoria revisada de García Lorca
El fracaso de la búsqueda de Lorca en la fosa de Alfacar abre el cajón de las teorías sobre cómo y dónde murió: podría yacer a pocos metros o en el Valle de los Caídos
NATALIA JUNQUERA - Madrid - 20/12/2009


Manuel Castilla, Manolillo El Comunista, era camarero. Antes de eso, había hecho unos trabajos de enterrador. Y habría pasado totalmente desapercibido para la historia si no hubiera llevado tres veces a dos hombres al lugar al que deseaban ir por encima de cualquier otra cosa: la fosa de Federico García Lorca. Al primero, en 1956. Se llamaba Agustín Penón y había viajado desde EE UU a Alfacar para averiguar todo cuanto pudiera sobre la muerte del poeta. Al segundo, Ian Gibson, en 1966 y en 1976. Penón quiso pagarle y Manuel Castilla se negó. "No me pidió dinero", explicó el jueves Gibson, ante la inminencia del desengaño. Un equipo de arqueólogos ha buscado en ese lugar durante 47 días a Federico García Lorca y no lo ha encontrado. Ni rastro del poeta, ni huellas de un enterramiento. O Manolo El Comunista mintió o se equivocó. Tres veces.

Garzón tuvo sobre su mesa una de las alternativas: El Caracolar
"¿Me mintió o se equivocó?" Es la duda que atormenta a Gibson
El hombre que se jactó de haber matado a Lorca era de la familia
"La Casa de Bernarda Alba' fue la gota que colmó el vaso", dice Caballero
Es la duda que ahora atormenta a un investigador que ha construido 45 años de trabajo sobre aquel paseo con el camarero que decía haber enterrado a Lorca. Él cree que no le mintió: "No ganaba nada", explica. También le creyó Agustín Penón porque después de escuchar durante dos años de investigación todo tipo de teorías sobre las circunstancias y el lugar de la muerte del poeta -incluida la del hombre que fue a detenerlo a casa de los Rosales, Ramón Ruiz Alonso- se quedó con el testimonio de Manuel Castilla por encima de cualquier otro. La fuente no podía ser más directa, era el hombre que había enterrado los cuerpos.
Pero Lorca no está allí. Puede yacer a escasísimos metros del lugar donde lo han estado buscando durante mes y medio o puede estar muy lejos, en Madrid, enterrado junto al verdugo en el Valle de los Caídos. La exhumación sin éxito en Alfacar ha resucitado todas las teorías sobre la muerte del poeta. Son muchas y llevan 73 años alimentando un mito. Y ahora, ¿dónde estás, Federico?
Quizás la alternativa más sólida al lugar que hasta ahora parecía más seguro (donde se construyó el parque Federico García Lorca, el que señaló Manolo El Comunista) es la que dice que fue enterrado en un paraje llamado El Caracolar. Incluso tiene categoría jurídica, aunque sólo sea porque el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón la tuvo sobre su mesa cuando decidió abrir una causa contra el franquismo y ordenar la apertura de fosas de la Guerra Civil, entre ellas la de Lorca. Está a sólo 430 metros del lugar donde los arqueólogos han estado buscando el pasado mes y medio.

"Yo estoy convencido de que está ahí. Ya sabía que no iban a encontrar nada en Alfacar", cuenta, ufano, Francisco González Arroyo, historiador y ex presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Granada, la que ha impulsado la apertura de la fosa. "Me baso en mi propia investigación y en los testimonios recogidos por Agustín Penón y Eduardo Molina Fajardo

[falangista autor del libro Los últimos días de Federico García Lorca]. El que indica este lugar es un testigo de los fusilamientos, que vivía en Las Colonias
[la casa habilitada como prisión donde Lorca pasó sus últimas horas de vida]".

"Se llamaba Valentín Huete. Vivía en Las Colonias con su mujer, Carmen, y veía el trajín de víctimas entrando y saliendo para ser fusilados. Cuando entraba un pez gordo, es decir, un catedrático por ejemplo, se enteraba y aquel día sí que era alguien muy gordo. Yo le había preguntado varias veces dónde estaba Federico y él siempre me decía: 'niño, yo de esas cosas no puedo hablar', hasta que un día, de tanto insistir me dijo: 'en aquellos olivillos que hay delante de El Caracolar", relata González Arroyo.
Casi todas las teorías alternativas señalan lugares muy próximos al sitio donde han estado buscando, como El Caracolar o el barranco de Víznar, donde hay enterrados cerca de 3.000 fusilados.
A El Caracolar también se dirigió Eduardo Molina Fajardo, falangista, periodista y director de diario Patria, cuyo primer número salió el 29 de agosto de 1936, apenas diez días después del asesinato de Lorca. Molina Fajardo defendió hasta su muerte que los falangistas no habían tenido nada que ver en la muerte de Federico Gacía Lorca.

El investigador Miguel Caballero cree, sin embargo, que en el desenlace final de la detención de Lorca tuvo mucho que ver que aquel día sustituía al gobermador civil de Granada, José Valdés Guzmán, camisa vieja de Falange, el teniente coronel Velasco. "Le tenía ganas por el Romance de la Guardia Civil", añade.

Caballero es autor junto a Pilar Góngora de otro libro con una nueva tesis sobre la muerte del poeta con el ambicioso título de La verdad sobre el asesinato de García Lorca. Historia de una familia", que inspiró el documental Lorca, el mar deja de moverse, de Emilio Ruiz Barrachina. Según esta investigación, el caso de Lorca no fue diferente al de otros tantos al principio del conflicto, cuando el levantamiento militar fue utilizado como un método para zanjar viejas rencillas por lindes de tierras con denuncias falsas y fatales.

"Yo estaba investigando cómo el padre de Lorca había construido su patrimonio en los protocolos notariales, para lo que necesitamos un poder notarial de la famila Lorca y cuatro años de trabajo. Iba a ser una tesis pero se convirtió en algo más. Hasta el punto de que descubrimos que el asesinato de Lorca se debió a las rencillas familiares que tenían por temas económicos", revela.
Para elaborar esta teoría de la conspiración familiar en el asesinato del poeta, el investigador se remontó al siglo XVIII. Los Lorca, los Roldán y los Alba eran familias de labradores con aspiraciones, querían ser propietarios de los terrenos. Con la decadencia de la aristocracia pudieron comprarlos, pero tuvieron que unirse para pagarlos y para ello establecían matrimonios de conveniencia entre ellos para ampliar el patrimonio. Se convirtieron en una sola familia, en un clan. Pero en los años 20 y 30, llega el momento de dividirse las tierras y empiezan las rencillas", relata.

Además, estaba la división ideológica. El padre de Federico Gacía Lorca era un terrateniente, pero liberal. Y los Roldán y los Alba, conservadores. "Cuando el padre de Federico se presentó a las elecciones por el Partido Liberal para ser concejal en el Ayuntamiento de Granada, los Roldán entraron pistola en mano en el colegio electoral, echaron a todo el mundo fuera y llenaron las urnas de papeletas. Tuvieron que anular las elecciones, claro. Además, Horacio Roldán y Federico iban juntos a la Universidad a estudiar Derecho. Horacio estudiaba mucho, pero Federico era el niño bonito de Fernando de los Ríos y la envidia que le tenía era atroz".

Un cúmulo de agravios y rencillas entre estas familias condujo al asesinato de Lorca, según esta versión. "La gota que colmó el vaso fue La casa de Bernarda Alba -que Lorca terminó de escribir poco antes de su muerte-. Esa venganza literaria de Lorca fue el desencadenante directo de la detención de Federico", añade Caballero.

Y aquí entra Juan Luis Trescastro, el hombre que se jactó en un bar de Granada de haber matado al poeta: "Acabamos de quitar de en medio a García Lorca y le hemos dado el tiro de gracia en el culo, por maricón". Trescastro estaba casado con una prima del padre de Lorca y era el padrino de la hija mayor de Ramón Ruiz Alonso, que manejaba las temibles Escuadras negras y acude a detener a Lorca a casa de los Rosales. El asesinato de Lorca se debió a rencillas familiares", concluye Caballero.

La excavación en Alfacar sí parece haber descartado, sin embargo, que la familia Lorca hubiera enviado a alguien a recoger el cuerpo del poeta porque los expertos no han hallado indicios de que allí hubiera habido enteerramientos.

Caballero piensa que Lorca podría haber sido trasladado al Valle de los Caídos. "No se puede descartar. En Granada se abrieron fosas para trasladar cuerpos al Valle de los Caídos y la de Lorca pudo ser una de ellas". No es el único que piensa en esta hipótesis, ni tampoco en lamentar la imposibilidad, de momento, de comprobarlo.

Todo parece posible. Ahora más que nunca. "Me pregunto si existe alguna manera eficaz de llegar al fondo de este asesinato. No. Creo que no la hay. El secreto de esta muerte se irá a la tumba con los pocos que lo conocen", escribió Penón. Ha pasado más de medio siglo desde entonces.

06 diciembre, 2009

UNA RELACION ADÙLTERA CON LA LITERATURA....

REPORTAJE
El escritor Mario Vargas Llosa relata en la Feria del Libro de Guadalajara su relación con Juan Carlos Onetti
PABLO ORDAZ - Guadalajara - 05/12/2009

Juan Carlos Onetti era un sedentario, casi nunca viajaba y, cuando no tenía más remedio, intentaba quedarse en su habitación de hotel, parapetado tras una novela negra y una botella de whisky. "Onetti", lo dijo Mario Vargas Llosa en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, "no viajaba porque no necesitaba viajar". Sin embargo, en una ocasión, el escritor uruguayo y el peruano compartieron un viaje por Estados Unidos. Sentados en un bar de San Francisco, confrontaron sus formas de trabajar. Onetti sólo escribía cuando sentía la necesidad, en cualquier parte, sobre cualquier trozo de papel, y a veces pasaba largas temporadas en blanco. Vargas Llosa le confió que sin embargo él escribía de una forma metódica, disciplinada, casi como un oficinista. "Aquello le espantó", confesó Vargas Llosa, "y fue entonces cuando me dijo: lo que pasa es que tú tienes unas relaciones conyugales con la literatura y yo tengo unas relaciones adúlteras".

"Onetti rescata una parte oscura del ser humano que tendemos a negar"
"Fue indiferente al prestigio o al éxito, escribir era su manera de vivir"
Vargas Llosa habló durante una hora de Juan Carlos Onetti y, cuando terminó, el público se preguntó: ¿ya ha pasado una hora? El escritor peruano tiene esa rara habilidad de hablar tan bien como escribe. El oyente, sea uno o más de mil -como el jueves-, se queda embelesado con cada una de sus frases, y las sigue allá donde le quieran llevar. En esta ocasión, el motivo era la presentación de un libro de Vargas Llosa, El viaje a la ficción (Alfaguara), y el escritor fue respondiendo a las preguntas del periodista Juan Cruz.

Vargas Llosa retrató a Onetti como un ser desvalido ante la vida, vulnerable, tímido, pero dotado a su vez de una gran inteligencia y una gran cultura literaria, aunque no académica. "Fue un escritor indiferente al prestigio o al éxito. Como decía Flaubert de los escritores auténticos, para Onetti escribir era su manera de vivir". Una manera de vivir que nació casi con él. "Fue un lector precoz y voraz. Aprendió a los cinco años. Y él contaba que, para poder leer con tranquilidad, se escondía primero en un ropero y luego en el fondo de un aljibe que había en su casa. Y esto es una metáfora de lo que significaba para él la literatura: apartarse del mundo. Lo que Onetti no podía ser en la vida, lo era en la literatura".

"Onetti", contó Vargas Llosa, "rescata una parte oscura del ser humano que tendemos a negar, aunque sabemos por experiencia que eso forma parte de lo que somos. Su visión de la condición humana y del mundo es negativa, pesimista; es una visión negra, desesperanzada, atroz. Los personajes de Onetti suelen ser fracasados, frustrados, gente que tiene ambiciones mediocres o irrisorias. Y en su literatura sentimos eso que llamamos el mal, una voluntad despectiva, una falta de solidaridad, de conmiseración con el prójimo, una necesidad de destruir, ensuciar, envilecer aquello que no es vil ni sucio, que representa una forma de generosidad o pureza...". Y el público seguía escuchando embobado, en silencio, como en la antigüedad lo hacían los habitantes de las cavernas, sentados alrededor de alguien que lograba a través de la ficción escaparse de la realidad.
"Los novelistas", dijo Vargas Llosa, "son los herederos de aquellos primeros contadores de cuentos que en las cavernas enriquecieron con su fantasía la vida de los otros. Y la obra de Onetti está construida sobre esa temática: hombres y mujeres frustrados por su realidad que huyen a través de la ficción".

Y después de decir eso, Vargas Llosa, contador de historias, se fue de la sede de la Feria Internacional del Libro para inaugurar una exposición titulada La libertad y la vida que, en el otro extremo de la ciudad, repasa su trayectoria vital y su obra. Allí están sus primeros poemas -"háganme el favor de mirarlos, pero no se les ocurra leerlos"- su máquina de escribir, un vídeo donde se le ve entrevistando a Borges, otro donde pronuncia un mitin como candidato a la presidencia del Perú... "Aunque he hecho muchas cosas en la vida", quiso dejar claro Vargas Llosa, "el periodismo, la política, lo mucho que he viajado... lo central, a lo que nunca traicioné, ha sido la literatura. Lo importante, lo fundamental, es lo que he escrito...".