25 abril, 2010

FREUD ACUSADO DE CHARLATÁN EN FRANCIA....

Gerardo Lissardy
BBC Mundo, París

El nuevo libros sobre Sigmund Freud compara al psicoanálisis con una religión.

Un nuevo libro que acusa a Sigmund Freud de mentiroso, fracasado y adepto de los regímenes totalitarios, abrió un encendido debate en medios intelectuales de Francia sobre la figura del "padre del psicoanálisis".
Según el filósofo francés Michel Onfray, autor del libro El crepúsculo de un ídolo, la fábula freudiana, el psicoanálisis es comparable con una religión y su capacidad de curar a la gente semejante a la de la homeopatía.
El libro apareció esta semana en Francia, pero comenzó a generar controversia incluso antes de su publicación, con psicoanalistas que acusan a Onfray de errores y de ignorar hechos para defender su tesis.

"Necesidades fisiológicas"
Conocido filósofo, autor previamente del Tratado de ateología, Onfray plantea en su nuevo libro de 600 páginas un abordaje nietzscheano de Freud, bajo la idea de que "una filosofía siempre es la autobiografía de su autor".
A su juicio, el austríaco transformó sus propios "instintos y necesidades fisiológicas" en una doctrina con pretensión universal, pero el psicoanálisis es "una disciplina verdadera y justa en lo que concierne a Freud y nadie más".
Onfray sostiene que Freud falló en curar a pacientes que él mismo atendió, pero ocultó o alteró sus historias clínicas para que pareciera que el tratamiento que les había dado fue exitoso.
Por ejemplo, señala que Sergei Konstantinovitch, apodado por Freud como "el hombre de los lobos", siguió psicoanalizándose más de medio siglo después de haber sido supuestamente curado por Freud.
El psicoanálisis cura tanto como la homeopatía, el magnetismo, la radiestesia, el masaje del arco plantar o el exorcismo efectuado por un sacerdote, cuando no una oración ante la Gruta de Lourdes

Michel Onfray, filósofo francés
O que Bertha Pappenheim, conocida como "Anna O." y presentada por Freud como un caso exitoso de tratamiento contra la histeria y las alucinaciones, siguió sufriendo recaídas luego del mismo.
Durante un debate con la psicoanalista francesa Julia Kristeva publicado esta semana en Le Nouvel Observateur, Onfray rechazó la noción de que el método de Freud "cura todo el tiempo".
"El psicoanálisis cura tanto como la homeopatía, el magnetismo, la radiestesia, el masaje del arco plantar o el exorcismo efectuado por un sacerdote, cuando no una oración ante la Gruta de Lourdes", sostuvo.
"Sabemos que el efecto placebo constituye el 30% de la cura de un medicamento", agregó. "¿Por qué el psicoanálisis escaparía a esta lógica?".

Dinero, sexo y fascismo
Además de cuestionar el método de Freud, Onfrey ataca su personalidad y lo presenta como alguien que fue capaz de cobrar el equivalente actual a US$600 en efectivo por sesión e incapaz de tratar a pobres.
Más aún, desde el punto de vista sexual lo tacha como una persona homofóbica y con un especial interés en temas como el abuso sexual, el complejo de Edipo y el incesto, y que se acostaba con su cuñada.
En términos ideológicos, Onfray sostiene que Freud coqueteó con el fascismo y que en 1933 escribió una dedicatoria elogiosa a Benito Mussolini: "Con el saludo respetuoso de un veterano que reconoce en la persona del dirigente un héroe de la cultura".
Y afirma que el creador del psicoanálisis buscó alinearse al canciller Engelbert Dollfuss, que instauró el "austrofascismo" en su país, y también a las exigencias del régimen nazi.

"Odio"
Con este libro, algunos amigos me habían anticipado el odio porque me metía con el monedero
Michel Onfray, autor del libro “El crepúsculo de un ídolo, la fábula freudiana”
El libro ha generado airadas protestas y acusaciones desde círculos intelectuales de Francia.
La historiadora y psicoanalista Elisabeth Roudinesco aseguró en un artículo publicado por Le Nouvel Observateur que el nuevo texto de Onfray está "plagado de errores y cruzado por rumores".
Roudinesco acusó a Onfray de haber sacado las cosas de contexto y sostuvo que Freud "de ninguna manera se adhiere al fascismo y nunca hizo apología de los regimenes autoritarios".
"Cuando sabemos que ocho millones de personas en Francia se tratan con terapias derivadas del psicoanálisis, está claro que en el libro y en las palabras del autor hay una voluntad de daño", sostuvo.
En su debate con Onfray, Kristeva defendió el psicoanálisis como un mecanismo capaz de tratar problemas como la histeria, el complejo de Edipo o las conductas anoréxicas y bulímicas, entre otros.
"Onfray nos insulta cuando dice que el psicoanálisis no cura", escribió el psiquiatra y psicoanalista Serge Hefez en el semanario Le Point. "¿Qué hacemos todos nosotros en nuestros consultorios, centros de terapia familiar, conyugal, nuestros hospitales y servicios hospitalarios si no es ayudar al sujeto a convertirse en actor de su propia historia?".
Hefez afirmó que "el psicoanálisis sí cura, es un tratamiento útil y vivo, practicado por miles de terapeutas concienzudos que conocen de fracasos, éxitos parciales y éxitos".
Onfray respondió que muchas reacciones contra su libro evitan responder sus argumentos centrales y, en un artículo publicado en el diario Le Monde, preguntó si es imposible hacer una relectura crítica de Freud.

"Con este libro, algunos amigos me habían anticipado el odio porque me metía con el monedero", escribió. "Hoy me doy cuenta lo acertados que estaban…".



22 abril, 2010

"EUROPA ES UN CONTINENTE CANSADO"

André Glucksmann

23/04/2010 )

El filósofo francés desgrana en la Real Casa de Correos sus gustos literarios en el marco de La Noche de los Libros

Alberto Ojeda

André Glucksmann (Boulogne-Billancourt, Francia, 1937) pondrá este viernes a la celebración de La Noche de los Libros el poso filosófico. El pensador francés, autor de obras tan controvertidas como Dostoievski en Manhattan u Occidente contra Occidente, es partidario de bajar los saberes filosóficos a pie de calle. Por eso sus reflexiones embisten sin miramientos las cuestiones candentes de la contemporaneidad: el terrorismo islamista (para él, en realidad, nihilista), la guerra de Iraq (de la que fue firme defensor), la presunta decadencia de Europa (“un continente cansado)

 Incluso, en las últimas elecciones presidenciales mostró públicamente su apoyo a Sarkozy, al que veía capaz de impulsar la modernización del Estado francés, “tan anquilosado” en su opinión. De todos estos asuntos habla con ELCULTURAL.es antes de tomar la palabra en la Real Casa de Correos (a las 20.30) para desgranar sus gustos literarios, entre los que sobresalen autores clave para la regeneración del continente tras los traumas de la primera mitad del siglo XX como Soltzenitsin, Grossman y Kafka.

Pregunta.- En su último libro que Sócrates y Heidegger son los dos caminos de la filosofía. ¿Por qué?
Respuesta.- Porque creo que el sentido de la filosofía, aun cuando se complica en exceso como sucede con Heidegger, es dar respuesta a cuestiones sencillas como dónde está la verdad, cuál es la frontera con la mentira, cómo morir, cómo amar, cómo sobrevivir… Se trata de bajar a la tierra el conocimiento necesario para responderlas. Sócrates fue el primero en hacerlo: entregar la sabiduría a los hombres después de haberla descolgado del reino de los dioses.

P.- Para usted los terroristas islamistas no son en realidad más que terroristas nihilistas
. R.- Todos los terroristas, islamistas o no, siempre se buscan sus coartadas: defender el bien de la humanidad, de su clase social… Lo que les diferencia son los métodos. Los islamistas se matan a sí mismo para poder asesinar. El hecho de que acepten morir en sus atentados les justifica para matar a otros civiles. Su grito favorito, en realidad, es ¡Viva la muerte!

P.- Usted defendió la guerra de Iraq. ¿Sigue creyendo que mereció la pena?
R.- Mereció la pena sobre todo para los iraquíes. Ahora son más libres que cuando vivían bajo Sadam Hussein. Éste asesinado a muchísima más gente que los atentados islamistas. Pero también hay que advertir algunos errores de los americanos, sobre todo sus errores de cálculo en las dificultades que surgirían tras la guerra. Tampoco se dieron cuenta de que Occidente se volvería contra ellos. Para ellos, y para Occidente en general, no está tan claro si mereció la pena.

P.- ¿No cambió su parece tras saber que los EEUU falsearon pruebas para demostrar que existían en suelo iraquí unas armas que luego se comprobó que no existían?
R.- No, no me hizo cambiar de opinión, porque yo nunca dije que existieran esas armas. Todos mis argumentos se sustentaban en la necesidad de acabar con la dictadura sanguinaria de Sadam.

P.- ¿Está consiguiendo Sarkozy su propósito de liquidar el legado del Mayo del 68?
R.- Ese es un proyecto vacío. Mayo del 68 acabó hace mucho tiempo, y la herencia que dejó es muy contradictoria. Por un lado, se criticaba al Partido Comunista Francés, mientras que por otro se lanzaban proclamas marxistas, maoistas… Mayo del 68 debería ser un argumento agotado, un tema del pasado.

P.- ¿Ve en Europa un continente en decadencia?
R.- La Unión Europea está en fase de hibernación. La primera mitad del siglo XX lanzó un ejemplo nefasto al resto del mundo: la guerra total y la revolución totalitaria. En la segunda mitad, ha intentado imaginar un antídoto contra ellas, con revoluciones como la de Terciopelo, la Primavera de Praga, que no aspiraban a tomar el poder sino a recuperar la libertad, y que consiguieron eliminar los vestigios del fascismo y el comunismo en el continente. Se ha pasado de un Antiguo Régimen a un Nuevo Régimen. Pero ahora, en este siglo, Europa vuelve a estar cansada, y ya no tiene fuerza para defender a aquellos que quieren recorrer su mismo camino.

04 abril, 2010

SHAKESPEARE ERA SHAKESPEARE.....

El especialista James Shapiro desmonta las teorías que niegan su existencia
PATRICIA TUBELLA - Londres - 04/04/2010

¿Escribió Shakespeare las obras de Shakespeare? La verdadera identidad del mayor dramaturgo de todos los tiempos, que legó obras repletas de símbolos universales como la pasión, la ambigüedad, la sátira o el instinto político, sigue dividiendo a los círculos culturales casi 400 años después de la muerte del bardo de Stratford-upon-Avon (1564-1616). ¿Fue un impostor, un fraude, la firma tapadera de un personaje más ilustrado? Las teorías conspirativas nunca han dejado de estar en boga, pero en la era de Internet disponen incluso de mejor tribuna.

Vanessa Redgrave o Derek Jacobi se han apuntado al escepticismo
Las dudas sobre el dramaturgo surgen 200 años después de su fallecimiento
Freud relacionó el complejo de Edipo de Hamlet con el del conde de Oxford
En 1857 se difundió la idea de que el verdadero autor era sir Francis Bacon

Representantes de la crema teatral británica como Derek Jacobi o Vanessa Redgrave se han apuntado a esa corriente de escepticismo. El director Mark Rylance sostiene sin miramientos que la creación de Hamlet, Otelo o Macbeth fue producto de una "cábala literaria" de la que formaba parte sir Francis Bacon. Antes que ellos, otras figuras de renombre como Mark Twain, Henry James o Sigmund Freud mostraron parecidos prejuicios culturales apoyándose en un cierto esnobismo y en unos cimbeles más que precarios en opinión del escritor estadounidense James Shapiro, que ha desmontado todas estas teorías en su libro Contested Will: who wrote Shakespeare?

¿Cómo pudo el hijo de un vulgar comerciante de lana, carnicero y arrendatario, un hombre de estudios limitados que escribía para pagar sus deudas y que nunca viajó, entender el mundo de reyes y cortesanos, tratar asuntos de Estado, filosofía, leyes, música o el arte de la cetrería? Shapiro, profesor de la Universidad de Columbia y experto en la obra del autor inglés (a quien ya dedicó el libro Un año en la vida de William Shakespeare: 1599), propone un recorrido histórico por algunas de las teorías negacionistas de mayor eco para subrayar, ante todo, su anacronismo: las suspicacias sobre la pluma de Shakespeare no surgen hasta 200 años después de su muerte.
Nadie antes encaró la lectura de sus obras teniendo en cuenta la biografía del creador.
Denso en historias y argumentos, al tiempo que ameno, Contested Will: who wrote Shakespeare? relata cómo las teorías alternativas nacen a principios del siglo XIX, cuando se afianza la asunción de que los trabajos artísticos son reflejo de las claves personales del autor y deben ser interpretados como una autobiografía, incluso espiritual según los románticos. La estadounidense Delia Bacon, hija de un predicador visionario, sostenía en un estudio publicado en 1857 que Shakespeare era "un iletrado y actor de cuarta fila, demasiado estúpido" para haber concebido una obra que manifestaba "los últimos refinamientos de la más alta educación parisina". Eligió como alternativa al poeta, filósofo y científico Francis Bacon (con quien no guardaba parentesco) con el argumento de que su secreto odio hacia el despotismo monárquico le obligaba a recurrir a un seudónimo.

Influida por las ideas de Mark Twain -quien también sostenía que Isabel I era en realidad un hombre-, Delia Bacon no aportó más que elucubraciones al debate aunque, a su muerte en un psiquiátrico, una nueva generación tomó el testigo con una vasta producción de artículos. En 1920, el profesor T. J. Looney atribuyó en un libro la autoría de las obras a Edward de Vere, conde de Oxford, basándose en sus conocimientos de cetrería, en la coincidencia de que tenía tres hijas -como el rey Lear- y otras generalidades. Looney pasa por alto que el conde murió en 1604, antes de que se escribiera el grueso de la obra shakesperiana. Ello no fue óbice para que Sigmund Freud abrazara la teoría como alimento de sus propias obsesiones: relacionó el complejo de Edipo de Hamlet con el de Edward de Vere, impotente ante la boda de su madre con otro hombre tras enviudar.
Otra tesis sostiene que el dramaturgo y poeta inglés Christopher Marlowe -asesinado en 1593- fingió su muerte para seguir escribiendo bajo el nombre de William Shakespeare, de quien era coetáneo. Esta teoría denota, según Shapiro, la resistencia entre un vasto sector del mundo académico a aceptar que William Shakespeare escribió varias de sus obras en coautoría. Porque Marlowe fue uno de esos colaboradores, en una práctica habitual en los tiempos del teatro isabelino. Incluso hoy, añade, los estudiosos están muy lejos de entender cómo el bardo y sus coautores repartían tramas y personajes, revisaban sus respectivos trabajos o unificaban estilos.
Lo cierto es que apenas un puñado de documentos atestigua la singladura privada del escritor que dejó tal huella en la literatura universal. Ni siquiera existe absoluta certeza sobre los verdaderos rasgos de su físico, objeto perenne de controversia entre historiadores y expertos del mundo del arte. Pero el veredicto de Shapiro es una defensa en toda regla del hombre de Stratford. Su retrato le presenta como un hombre de teatro, que leía, observaba, escuchaba y volcaba todo en unas obras que reflejan el genio de la imaginación. Shakespeare, concluye Shapiro, sí escribió a Shakespeare.