
Hay muchas formas de sublimar el erotismo. La lìbido sexual que es un impulso sano, renovante y natural. A la vez que gratifica los imperativos fìsicos del cuerpo, mantiene la pervivencia de la especie animal.
Sin embargo ha sido repetidas veces condenado. Nuestra cultura Judeo-cristiana lo proscribe. Anatemiza sus variantes. Precisa su fuego arrollador...Maldice su espontaneidad...Reprueba hipòcritamente su normal florecimiento y lozania.
En su plenitud convergen muchos factores, y no hay esa fuerza que lo pare. La vista, el oido, el tacto, la imaginaciòn, las circunstancias...inciden en esa necesaria complementaciòn, en absoluto perversa, libre, hermosa.
"Si muriera esta noche/si pudiera morir/si me muriera/si este coito feroz/interminable/peleado y sin clemencia/abrazo sin piedad/beso sin tregua/alcanzara su colmo y se aflojara/si ahora mismo/si ahora/entornando los ojos me muriera/sintiera que ya está/que ya el afán cesó/y la luz ya no fuera un haz de espadas/y el aire ya no fuera un haz de espadas/y el dolor de los otros y el amor y vivir/y todo ya no fuera un haz de espadas/y acabara conmigo/para mí/para siempre/y que ya no doliera/y que ya no doliera."
Idea Vilariño....sus poemas son como el fuego, ardientes y abrazadores. Como siente amar, canta.
No dà oportunidad su talento poètico a lo vulgar. Bellamente insinúa...Bellamente es potente...Frondosamente sincera como los niños, cuando juegan.
¿No serà acaso el sexo eso, un juego...El juego supremo, ùltimo e insalvable del animal racional. En el se sintetizan todos o casi todos los goces e ilusiones de los demàs juegos; la apuesta, el escarceo, besos, caricias, olores, sorpresas, ilusiones, climax y al final supremo hastió...para retomarlo de nuevo en una inacabable vuelta cíclica hasta la tumba?..
Ahora, eso sì, los hipòcritas que no lean los poemas, no fueron escritos para ellos.