16 julio, 2008

EL YO SOLITARIO.....

Nadie puede salir de su propia existencia, lo mismo que el oso no puede salir de la jaula del parque zoològico. Tolo lo que sucede a cualquier otro nos es extraño. Y cuando nos interesamos por las preocupaciones de los demàs, en realidad nos interesamos por nuestras propias preocupaciones".C. Virgil Gheorghiu.

Estas conceptuaciones nos las plantea C. Virgil Cheorghiu, famoso novelista ruso, muy profundo, clarividente y humano en esta su obra "La Casa de Petrodava", cosa muy cierta aunque nos duela, pues el hombre vive demasiado inmerso en el abismo de sus pequeñeces, demasiado absorto en la cima de lo que èl considera sus "grandezas", para dedicar tiempo y pesares a los demàs. Cada uno es un microscòsmos, un pequeño mundo, agitado en su decurso para pararse en el camino de la vida a hacer el papel del buen samaritano.

Segùn Gheorghiu, uno de los clàsicos representativos del siglo pasado, cada uno siente tener su tiempo muy comprometido, haciendo malabares, salidas a sus propios problemas y angustiosas aspiraciones, para poder aunque quiera de corazòn sentir por los otros.

Y no es que no se sienta en absoluto, no, es que confunde sentires, siente por los otros tanto cuanto imagina, inconscientemente claro sus propios tormentos, sus sufrires que detecta y teme, desviàndolos hacia los demàs, como la forma, sin cargo de conciencia, socialmente màs aceptable, de la compasiòn.

Vivimos un mundo que apenas tenemos tiempo para pensar en nosotros mismos, asì consideran muchos, cada dia la lucha por la sobrevivencia se va haciendo màs competitiva y màs difìcil, y cada quien hala para su lado a fin de tener lo mìnimamente necesario que le exige la sociedad en la que se desenvuelve, se dice que en el fondo de su yo, el hombre es netamente poco solidario pensando solamente en como resolver èl sus propios problemas.

Y sucede esto por nuestra condiciòn de soledad. Parece un contrasentido, aunque necesitemos de la comunidad para todo el èxito de nuestro desarrollo fìsico y espiritual, y sin embargo sòlos y bàsicamente egoistas, asì estamos conformados. Aunque nos acompañe la escolta màs numerosa, la cohorte màs esplèndida: el grupo màs vistoso y florido, aunque caigan cientos de miles, millones de ojos y oìdos atentos sobre cualquier de nosotros no vale, estaremos tan sòlos como en el desierto màs remoto.

Por eso tenemos que aunque se dedique la vida entera a los demàs, desde los puestos màs duros y difìciles, con los mayores sacrificios y privaciones, como han habido miles de hombres y mujeres en toda la historia de la humanidad, no por ello dejamos de ser mejor adoradores de nuestro propio yo.

No tenemos mas que echar un vistazo a los lìmites extremos de la existencia del hombre, nacer y morir, para sentir agitarse en lo mas profundo de nosotros el eco de la angustiada desolaciòn Agustiniana cuando exclama..."Solitudo Solitudines, et omnia solitudo!...-Soledad de soledades y todo soledad!....


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