17 enero, 2007

FEDOR M. DOSTOÏEVSKI


Dostoïevski el conocidísimo escritor moscovita, que vivió una vida plagada de nubarrones y tempestades, en uno de sus tantos libros escribía, -cito la idea- no las palabras textuales, lo siguiente: "Somos desdichados porque no sabemos lo felices que somos"...Su obra toda es profundamente humana, fruto, justamente de sus amargas vivencias, y con todo esto, así exclamaba.

Sucede que la verdadera felicidad nos pasa desapercibida porque no la conocemos; y la desconocemos porque no sabemos distinguirla del alboroto lleno de bulla, estrés, harturas y "jumos", los lujos, el loco derroche.

No entendemos la felicidad en silencio. No comprendemos el concepto "gozo interior". Somos incapaces de disfrutar el reposo y la reflexión.
La felicidad nos pasa desapercibida por esas cosas de la vida ya que cuando hay felicidad verdadera hay orden, y cuando hay orden las cosas marchan como ruedas y apenas se sienten.

En el ámbito de la naturaleza biológica es donde mejor puede observarse este aserto. Tenemos el caso de un organismo saludable. Una persona en salud no siente el normal desenvolvimiento de cada uno de los órganos de su cuerpo.

Ustedes se imaginan los movimientos, tipo coctelera, que hace el estómago para realizar la digestión y sin embargo no se percibe en absoluto, como si nada estuviese sucediendo. La circulación de la sangre es un torrente impetuoso. Llega hasta la última de las últimas células de nuestro cuerpo limpiándolo todo, sin embargo ese torbellino no es percibido. Nadie lo siente en su ir y venir incesante.

Ni que decir de los interminables movimientos del corazón. De la inacabable actividad generadora del cerebro, que es como una central que gobierna en su totalidad nuestros actos volitivos y los reflejos, y los instintos, y el amor, y el odio y todo.

El operativo de cada uno de nuestros sentidos pasan enteramente desapercibidos y no sentimos en fantásticas operaciones lo más mínimo.
Y tal, como sucede en nuestro cuerpo, cuando está en salud, pasa en la vida. Somos felices y vamos sobre ruedas sin darnos cuenta, lo que se traduce en una incomprensible disconformidad e injusticia, ante la existencia.

Repetidas veces se ha dicho que no sabe el bien que tiene hasta que lo pierde, y la felicidad en el hombre está sembrada de pequeñas cosas, ínfimos detalles cotidianos que, en el momento no nos percatamos de lo hermoso y valiosos que son, pero una vez perdidos, y si es para siempre peor, se lamenta uno de la falta que hacen.

Esos mini-detalles diarios pasan desapercibidos casi, como el funcionamiento de nuestros órganos cuando están normales. Sólo cuando fallan nos acordamos de ellos; una disgetión pesada nos pone a pensar en el estómago o el hígado de los que normalmente nunca nos acordamos.

Sucede así por casualidad, o quien sabe si por finalidad en la vida. Nunca apreciamos las cosas en su justa medida. Menos las percibimos cuando nos benefician, por eso mientras más desdichados mas felices somos, pero no lo sabemos, y no lo sabemos, porque esa desdicha no es más que fruto del hastío y la inconformidad en que se vive, y no de una desgracia real, objetiva.

Pudiéramos consolarnos en los que sufren mayores penalidades que la sola penalidad de ser inconformes, pero de poco serviría. Los problemas de que está salpicada la vida son sencillamente un indicio de que esa es su naturaleza, controversial, y nosotros estamos felizmente participando en ella, como en un "festival"...que dura lo que un fogonazo, casi nada.
No queremos decir con esto que en realidad no exista el dolor tanto físico como moral, que cuando estos nos golpean sufrimos como es natural. Esos son precisamente los momentos especiales en los que la vida nos muestra su verdadero rostro.
Con todo no sabe uno con seguridad absoluta si las volteretas de la vida son para bien o para mal. Azorin escribía:- "A medida que he ido avanzando en edad me ha ido ganando la duda. Donde antes afirmaba resueltamente ahora titubeo"...y Camus se consuela al decir: "...El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia, puede ocasionar tantos desastres como la maldad".....

1 comentario:

  1. Uno de mis escritores favoritos. Fiel creedor en el placer del dolor. Me gustó la forma en la cual el definía la felicidad. Muy buena tu comparación con el cuerpo humano!

    Saludos

    ResponderEliminar