Cuatro paredes, una puerta y un techo. Pequeñas ventanas salpicadas aquì y allà dando paso a la luz y al fresco. Un espacioso balcòn que como un atrio aèreo se abre a la calle para recoger sus rumores.
En todo el medio una gran terraza que và desde el comedor hasta el final donde una mediana pared pintada de amarillo y rematada con pequeños ladrillos de rojo color, la separan de los patios anchurosos de las casas de la otra calle que le pasa paralela. A un lado el cuarto del servicio.
Es la casa. El refugio por excelencia del ser humano. El amparo y socorro, para el hombre desde tiempos que se pierden la bruma de los siglos.
Si en ella les coge la noche, se sienten seguros, felices y contentos.
Si estando en ella se desata un furioso huracan, a no ser por alguna impertinente gotera que fisuran en el techo, hijas de los años, permanece confortable y a resguardo. Gozoso. Con sus libros antiguos y sus sueños, su televisiòn y su mùsica de Beethoven o Haydin, en sosegada paz y conforme.
Los seres humanos necesitan de esa elementabilìsima seguridad y protecciòn. Sin ella estamos perdidos.
La casa. Proyecciòn de nuestro yo. Entorno de nuestra carne y espìritu, tan intimamente ligada a ellos que bien pareciera hacer un todo. Una unidad indisoluble. El hombre y su casa, la casa y el hombre.
El pueblo dice que "cada quien manda en su casa y Dios en la ajena". Tan verdad como un tempo.
La casa tiene su historia en la Historia. El hecho de tener un domicilio comienza cuando comenzò el hombre. Con el hombre ha ido cambiando. Se ha amoldado a las culturas mas diversas, a los peculios màs diferentes, a los gustos de los humanos que la van habitar màs disìmiles.
Las mansiones de los millonarios, los palacios de los reyes, las confortables casas de los burgueses, la sencilla casa del pequeño burguès, la pieza en cuarterìa del obrero, el iglù del esquimal, las chozas de las tribus del amazonas, un apartamento en la 5ta. Ave. de New York, mi casa en el vecindario...son La Casa el sacrosanto refugio de nosotros bìpedos parlantes.
Sorprendente lo mucho que tienes que decir sobre la casa.
ResponderEliminar"La casa. Proyecciòn de nuestro yo"
Me gustó mucho esa línea, realmente proyectamos una gran parte de nosotros. Cuando alguien nos visita, si nota algún desorden, reguero, sucio, puede entender mucho la clase de personas que somos.
Te cuidas.