25 marzo, 2007

LA PESTE....









































Cuando la Peste, que como una centella maldita se batiò sobre la ciudad argelina de Oran, despuès de años devastando, empezò a ceder, el doctor Rieux decìa a un paciente; "Es la peste, ha habido peste por poco piden que les den una condecoraciòn. Pero, ¿Què quiere decir la peste?. Es la vida y nada mas."

Eso es, la vida es como la peste. Otra cosa no nos quiere dejar dicha en su novela Albert Camus. Argelino èl, muerto a los 47 años. El bacilo de la peste no muere. No ha muerto jamàs. Vive, latente, agazapado por decenios en los muebles, en la ropa, en las bodegas, en las despensas, en los pañuelos, en las madrigueras de las ratas y ratones, en los salones de belleza, en los basureros, en las iglesias.

Y puede amanecer un dìa, un malditìsimo dìa, en que aparece una rata muerta en medio de la sala, o en el descansillo de la escalera. Una, diez, cincuenta, cien...expulsando excrecensias sanguinolentas, apestosas. Y comienzar a caer los humanos.

La peste con su precoz y funesta sintomatologìa ha llegado infecciosa y epidèmica. Altamente contagiosa. De un desarrollo rapidìsimo y un desenlace casi siempre mortal. El bacilo que la provoca se nida en las pulgas, en las chinchas y otras sabandijas. Lo llaman Pastereulla Pestis y fue detectado en 1894.

Su historial es de miedo. Ha sido un flagelo terrible para los infelices habitantes de este planeta. Han habido epidemias de peste famosas desde èpocas pre-cristianas. En la Edad Media hubo una, la peste negra o septicèmica , que barriò con la mitad de la poblaciòn en Europa. Esa gente decìa que por culpa de los judios, el diablo y las brujas se habìan adueñado del mundo, -siempre que aparece una epidemia de caracterìsticas desoladoras se lo pegan a alguìen- como El Sida, al principio, a los Gays.

El bacilo de la peste afecta al hombre de tres formas, cuya fatalidad va de grave a gravìsima: la llamada peste bubònica. Aparece de repente, en la calle, en el cine, en un baile o un viaje. No avisa. Produce inflamaciones idènticas, o sea de los ganglios, violentas que tienden a reventar hacia afuera o hacia dentro.

A los ganglios inflamados se les llama bubones y su contenido es violentamente infeccioso.

Las otras dos formas de peste con modalidades de la anterior y se les conoce como pulmonar, y septicèmica, o peste negra en un 100% mortal.

El caso fue que ciudad de Oran, en Argelia, nos cuenta la narrativa de Camus, fue presa de este azaroso flagelo y tuvo que padecerlo y aguantarlo y soportarlo hasta que cedio por su propio impulso, el mismo impulso que lo puso en acciòn. La fatalidad.

Oran era una ciudad alegre, como son todas las ciudades argelinas. Toda Argelia, al norte de Africa ha sido siempre una tierra alegre, a pesar de que siempre le usurparon su auto determinaciòn.

Los Bereberes ocparon esas tierras al norte de Africa desde tiempos muy remotos. Fue desolado por los Bàrbaros, ocupada por Bizancio, por los àrabes, golpeada por España en el S.XVI a la caza de piratas, por siglos prevalece una situaciòn de inestabilidad hasta que en 1830 Francia se mete y la conquista.

El dominio Francès durò màs de un siglo. En 1954 estalla la revoluciòn de independencia, y despuès de una espeluznante lucha, la tremenda lucha de Argelia que varias veces fue llevada al cine, por su independencia, en 1963, recobraba su soberanìa se esfuerza por labrar su destino.

Esta narrativa de Camus retrata de cuerpo entero al filòsofo novelista. Su posiciòn decididamente fatalista, llena de un agobiante pesimismo y de una tristeza pesarosa.

Oran, la ciudad de Oran es el universo; sus habitantes, los habitantes del mundo, la peste que los flagelò, las innùmeras desgracias que desazonan nuestras vidas sobre el planeta.

La narrativa de Camus es profunda. Estamos condenados a ser golpeados en el cuerpo y en el alma sin misericordia, sin piedad.

El hombre lucha denodadamente por una felicidad que sòlo, en muy contadas ocasiones parece ser que se nos ofrece, sòlo parece ser, de tan ràpido que nos es arrebatada.

Con todo, nos resistimos como gatos boca arriba a la muerte. Preferimos mil veces luchar, contra cien pestes juntas. El hombre tendrà muy largas y duras peleas todavìa.



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