LA PIEL..... (y 2da, parte)

En el momento en que Curzio Malaparte, en 1921, deja la vida diplomàtica para darse de lleno a la actividad literaria, era mucha la experiencia que tenia acumulada. Por aquellos años, en 1922, se afilia al Fascio italiano, quizas como una medida de guardar las apariencias, en una època como aquella tan llenas de acechanzas y peligros.

Sin nunca involucrarse del todo, en las actividades del partido Fascita, nueve años despùes, en 1931, lo abandona ruidosamente probablemente por el renombre que tenia, lo que le habrìa de producir innumerables contratiempos.

Dejada atràs la vida diplomàtica, y el facismo, Malaparte publica en Inglaterra a donde habia emigrado, con notable èxito su "Technique Du Coup d´Etat", la que le diò gran renombre y consolida su fama de escritor.

Repetidas veces habrìa de ser perseguido y puesto en prisiòn y destierro. En 1941 se refugia en Finlandia, perseguido por la Gestapo, y allì permanece hasta la muerte de Mussolini, acaecida en Julio de 1943, cuando vuelve a su patria, a ocupar en ella el puesto de escritor que le corresponde...que no es cualquier puesto.

Cuando nos enfrascamos de lleno en la lectura de LA PIEL, hubieron aspectos que fueron como catapultas sentimentales e intelectuales para nosotros, por aquel lirismo traslùcido, cautivador y lozano, sin vaciedades, ni huecos. Por esa tangible manera de decir las cosas, como a flechazos de estìmulo y goce para la imaginaciòn.

Como los NEGROS, las ENANAS del Pendino di Santa Barbara, en este primer capìtulo, son y representan otros de sus personajes colectivos anònimos, que describe magistralmente:

-"...Famoso es en verdad el Pendino di Santa Santa Barbara por la gran cantidad de mujeres enanas que viven en el. Son seres pequeños, que llegan a penas a la altura de la rodilla de un hombre de estatura normal. ..."Son repulsivas y arrugadas, las enanas mas feas que existen en el mundo...."En España hay muchas enanas muy bellas, bien proporcionadas de formas y lìneas. Y he visto alguna en Inglaterra, verdaderamente bellìsimas, rosada y rubia, casi una Venus en miniatura. Pero las enanas Pendino di Santa Barbara son horrendas, y todas, aùn las mas jòvenes, tienen el aspecto de antiquìsimas viejas, tan envilecido tienen el rostro y tan rugosa la frente, tan escasa y descolorida la enmarañada cabellera"-

..."Las enanas calvas y desdentadas suben y bajan por los resbaladizos escalones, apoyàndose en bastones, en muletas, balanceàndose sobre sus piernas cortas, levantando la rodilla hasta la barbilla para poder subir el peldaño, y arrastràndose a gatas, gañiendo y babeando; parecen los engendros monstruosos de Breughel o de Bosch..."

La gran naciòn italiana vìctima de los inenarrables sufrimientos que sobrevinièronle por el Facismo y la guerra tuvo que necesitar de los aliados para su final liberaciòn, y es precisamente esa ayuda la que, segùn Malaparte, termina degradàndolo.

Aquella asistencia militar y polìtica era como un arma de doble filo. Uno de los filos a propòsito, la liberaciòn; el otro, impuesto por los avatares de la vida y la circunstancias, la corrupciòn.

---"Antes de la liberaciòn habíamos luchado y sufrido para no morir. Ahora luchàbamos y sufriamos para vivir...Los hombres que luchan para no morir conservan toda su dignidad, la defienden celosamente, todos, hombres, mujeres y chiquillos, con una obstinación feroz. Los hombres no humillaban. Huian a las montañas, a los bosques, a las cavernas, luchaban como lobos contra el invasor. Luchaban para no morir". Era una lucha noble, digna...Luchaban con la frente alta. Luchaban para no morir"...

."...Pero despuès de la liberaciòn los hombres habian tenido que luchar para vivir. Es una cosa humillantes, horrible, es una necesidad vergonzosa luchar para vivir...Es la lucha por un mendrugo de pan, por un poco de fuego, por un harapo con el que cual cubrir a sus hijos".....

Y a esa contrapropuesta, aparentemente igual, pero "que no lo es", como ha podido apreciarse, de luchar para no morir, y luchar para vivir, èl, Malaparte, arriba descorazonado al contemplar la degeneraciòn en que Nàpoles y las demàs ciudades de Italia y Europa caìan luego de la liberaciòn de los aliados, sin que estos tuvieran culpa en nada.

Aquella peste, el dice...."es una peste totalmente distinta, pero no menos horrible, de las epidemias que devastaron a Europa de vez en cuando durante el medioveo..."Los miembros permanecian aparentemente intactos, pero dentro de la envoltura de la carne el alma se pudría, se desmoronaba. Era una especie de peste moral contra la cual no parecia haber diferencia alguna"....

..."Las primeas en ser contaminadas fueron las mujers, que, en casi todas las naciones, son el baluarte mas dèbil contra el vicio y la puerta abierta a todo mal"...Si tal era la suerte de las mujeres, no menos horrenda y digna de piedad era la de los hombres. Apenas contagiados, perdian todo respeto de sì mismos; se entregaban al mas inmundo comercio, cometian las mas sucias vilezas, se arrastraban a gatas por el fango besando los zapatos de sus liberadores"....

Y finaliza haciendo una pavorosa reflexiòn sobre la "consanguinidad" entre la reciente liberaciòn y la corrupciòn que puede aplicarse a todos los pueblos de la tierra, como el de Italia, ha visto conculcada y proscrita su soberanìa, la que posteriormente, despuès de grandes sacrificios y lucha recupera pero no para volver hacer, de inmediato, igual que antes:

..."La libertad cuesta cara, mucho mas cara que "la esclavitud. Y no se paga con oro ni con sangre, ni con los mas nobles "sacrificios, sino con la infamia, la prostituciòn, la traiciòn, con toda la podredumbre y la abyecciòn del alma humana"...

Indiscutiblemente son palabras duras, mas duras de lo que pueda suponerse porque rompe los esquemas, hace pedazos las linduras que siempre en estos casos se dicen, cuando se poetiza sobre el valor y precio de la libertad. Son palabras iconoclastas, como un salivazo sobre el objeto sagrado, como una mueca ante Dios. Irreverentes. Crueles.

Y es ahì precisamente donde, la figura del hombre, el escritor y pensador que hay en Malaparte muestran sus vetas mas incisivas y mortificantes. Es ahì donde se nos destapa definitivamente peligroso y grande. Donde, aunque abra en nuestro ànimo un parèntesis interogatorio, nos convence y entusiasma.

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