Sabemos que te desespèras ante cualquier adversidad, y se hace imposible la existencia. Te comprendemos. Nos pasa a casi todos...
Sabemos que te angustias demasiado por los problemas que a diario te atosigan. Que atosigan a todos, y que a lo mejor, jamàs se presentaràn como te imaginas.
Que si sobrevienen terminaran por resolverse, y si no, terminaràn por olvidarlos. Sucede casi a todos.
Comprendemos que quieras ganarle la carrera a las manecillas del reloj...Vencer en la competencia, a las pàginas del almanaque. Correr, correr a lo loco, sabiendo que lo que deseas es ser feliz, sin saber còmo, ni donde encontrar tanta dicha...y estàn tan ciegos y sordos que la tienen al lado y no la ven, ni la oyen...
Como cuando nacimos nadie nos consultò si querìamos venir a esta feria de sorpresas tragicòmicas, y una vez aquì, no habrà nadie que nos diga cuando ni como, ni donde terminarà esta funciòn.
Tal incertidumbre, por obligaciòn, nos crea subconscientemente un estado de inseguridad letal y agobiante del que sòlo algunos màs avisados, filosòfica y psicològicamente se percatan. La gran mayorìa la barrunta entre nieblas, ya que las ideas y pensamientos profundamente existenciales no tienen o tienen muy poca cabida en el espectro de sus preocupaciones cotidianas.
Por eso apresuramos el paso...Por eso vamos jadeantes sin saber con certeza donde. Esas son las incongruencias a que estamos condenados por la vida.
Queremos arreglar nuestros asuntos de una vez, y no podemos.
Queremos que nuestra agenda diaria se cumpla al punto, y vemos con amargura que no, que no puede ser.
Queremos que los demàs, no solo nos escuchen sino que interpreten al piè de la letra nuestros sentires, y que vean las cosas como las vemos; teniendo, muy a pesar que persuadirnos, que los demàs no nos oyen, porque ellos, como nosotros, estan perdidos tambièn. Se oyen a sì mismo. Se ven a sì mismo y no a los otros.
Queremos el afecto y la aceptaciòn de los demàs, y sòlo se recibe a medias. La gente està demasiada ocupada en mirarse al espejo y quererse a sì mismos, para hacerlo con otros. Usan la crema que se llama cortesìa, o el ademàn con gracia que se le dice buena educaciòn, y suerte!
¿Nos desesperamos?...No seamos tontos(as), escuchemos la voz de la felicidad que te susurra al oido....
Acordèmonos, que la vida decia Toffler, es un juego en el que nadie gana.....
“Si yo dispusiera de cincuenta y tres minutos caminaría suavemente hacia una fuente…”
ResponderEliminarQue hermoso esto, ya te decìa en otro comentario de la influencia del Principito en tu vida...
ResponderEliminar¿Cuantas veces la habras leìdo??
Saludos....
Jeje, unas cuantas. De principio a fin pocas, pero a veces leo un capítulo, un pasaje...
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