08 febrero, 2007

LA PIEL.... (1RA.PARTE)

 


Cuando comenzamos a leer por primera vez a Curzio Malaparte, quedamos extraordinariamente impresionadas.

Entre las manos, posando mis ojos sobre sus líneas tenía de él una obra estremecedora, LA PIEL, que es como decir: Canto a las miserias humanas que brotan y reverdecen tras una guerra que recién acaba.

Sinceramente tenemos que confesar que la magnitud de la magia en que este autor, envuelve y hechiza al lector de LA PIEL, es imposible expresarla así como así, en una sola narración, sino en muchas, por lo que, como muestrario de sus simas y cimas, nos limitaremos a traer el primer capítulo, que nos dará una idea más que válida de su grandeza.

En ese primer capítulo el habla de la venta de los niños, de la carne de los negros, de las enanas de Nápoles, de su Italia, de su Europa y lo que es la tónica central de toda su novela LA PESTE, la peste de la corrupción a la que el hombre para poder sobrevivir se abraza morbosamente.

Curzio Malaparte fue siempre periodista, y el periodismo, como se sabe, es una cantera inagotable de cultores de las bellas letras, con la ventaja que da el oficio de acostumbrarse a economizar los adjetivos, y sobreabundar en el símil y a veces la metáfora escueta, precisa, golpeante y casi directa se diría.

Es tal la intensidad volcada en cada línea, la fuerza centelleante de sus párrafos, la contundente precisión de los sustantivos y adjetivos que selecciona, que tendríamos, dijimos, que abundar mucho para fijarnos en todos los detalles, y no creemos sinceramente que lo lograríamos con facilidad.
Su descripción deja muchas veces un estético y a la vez metálico sabor en la boca:

-"Miré al Coronel Palese, dice al principio del primer capítulo que vemos, también él estaba muerto. La voz que brotaba de sus labios era húmeda, fría, viscosa, parecía ese horrible rumor que "brota de la boca de un muerto si se le apoya la mano sobre el vientre".


-"Yo miraba aquella mancha de sangre negra extenderse lentamente; seguía con los ojos aquel viejo coronel italiano vestido con el uniforme de un soldado inglés muerto, y el nombre de Italia me apestaba en la boca como un trozo de carne podrida"....


Más adelante, Malaparte se nos ofrece de cuerpo entero, cuando describe el mercado de niños, una de las prácticas post-guerra, al parecer en Nápoles, que ponen de manifiesto los bajísimos niveles de podredumbre y corrupción que había llegado aquel triste conglomerado humano:

-"Mujeres lívidas, deshechas, con los labios pintados, "los rostros desencajados y cubiertos de afeites, horribles y lamentables, estaban paradas en las esquinas de los callejones ofreciendo a los paseantes, su miserable mercancía, chiquillas y muchachos de ocho, de diez años, que los soldados marroquíes, hindúes, argelinos, lagaches, palpaban levantándoles las faldas o metiendo las manos por entre los botones de los calzones. Las mujeres gritaban: Two dollars the boys, three dollars the girls"...

Y así, atraves de todo ese primer capítulo, Malaparte tiende a subyugar, a uncir, sin escapada posible, al lector, dentro de un pensamiento irresposado, angustiante y tormentoso sobre la mezquindad de la condición humana.

Aquellos días de 1943, en Nápoles, se le han grabado, y es muy natural y lógica que así sucediera, en su patria la que sufre, es su trabajo periodístico el que le obliga, es su fibra de poeta, la que tensa, pulsa la inspiración, y en definitiva es toda su vida atada a esos acontecimientos.

En ese primer capítulo de la novela LA PIEL, que el titula "LA PESTE", hay un personaje colectivo, son guardias yanquis, a los que él identifica por el color de su piel negra, de sus blanquísimos dientes, de su ingenuidad. Aquellos bajos fondos de la sociedad napolitana, tahúres, prostitutas, chiquillos abandonados, alcahuetas comerciaban y se repartían los "glack" porque para ellos constituían una verdadera mina de oro. Les abría el acceso al mercado negro.

Su carne se cotizaba en el mercado carísima. Muerto no valía nada, pero vivo su valor superaba al de los blancos, por la facilidad, al parecer, con que se dejaban embaucar.

-"Un negro muerto es un negro bellísimo: es lúcido, macizo, inmenso, y cuando está tendido en el suelo ocupa casi dos veces el sitio de "un blanco muerto". Aunque el negro vivo, en América, no hubiese sido más que un pobre limpiabotas de Harlem, o un descargador de carbón del puerto, o un maquinista de ferrocarriles, una vez muerto ocupa el terreno que ocupan los grandes y espléndidos cadáveres de los héroes de Homero. Me causaba placer, en el fondo, pensar que el cadáver de un negro ocupa tanto terreno como Aquiles muerto. Héctor muerto, Ajax muerto. Y no sabia resignarme a la idea de que un negro muerto costase tan poco."

Por lo visto el polémico Malaparte tiene recursos naturales enormes para la plasticidad, para fomentar la imaginación y hacerla crecer y crecer como levadura a la masa de pan. Cautiva por lo que dice y la forma como lo dice que cala y traspasa, ninguna de sus obras como esta LA PIEL...nos ha golpeado  intelectualmente el corazón.....

6 comentarios:

  1. Este será otro autor que pondré en mi listado mental de nuevas lecturas.

    "ofreciendo a los paseantes, su miserable mercancìa"

    Son tremendas sus descripciones!

    Saludos

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  2. tienes un blog impresionante y una cabeza muy bien amueblada.
    un saludo

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  3. Verdaderamente merece la pena leerlo yo lo hice ya hace tiempo y te dire que sus descripciones son fantasticas, que hables de el me dice mucho de ti, y como dice riochico tu cabeza esta muy bien amueblada.
    Besos.
    Naty.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. ESPERPENTO...gracia me da tu nick...no se allà por Madrid, pero al leer tu blog, estas muy lejos de ser un "esperpento" ...el espiritu de la contradicciòn te arropa, indudablemente....

    Saludines...

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  6. Gracias Baakanit,RioChico y Esperpento...leer los clàsicos es fundamental para tener una visiòn màs amplia de todas estas cosas que estan pasando en nuestro mundo cada vez mas convulsionado, echar la vista atràs en las historias de guerra nos ayuda y humaniza a la vez que robostuce nuestra visiòn particular de los hechos actuales y los que estèn por venir...

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