No podemos librarnos del peligro. De mil peligros està preñada la existencia del hombre. Mil, es un nùmero eufemìstico. No son mil, sino miles de miles y de ni siquiera uno podemos estar seguros de que lo vamos a sortear con seguridad.
Asi de inestable y de incierta es la existencia. A pesar de todo vamos tirando por la vida a una velocidad en el tiempo casi inconcebible despuès que pasa.
Hay quienes dicen que el peligro en sì no existe sino que lo inventa el hombre. Lo inventa por supersticiones. Tambièn los inventa al sobrevalorar al contrincante. Otra causa serìan los complejos y problemas muy personales, o los de orden psiquiàtrico. Ya en este plano no es el peligro en sì, del miedo al peligro inexistente, pero realìsimo, para el enfermo que lo siente.
La supersticiòn, que muchas veces no lo es tal, sino cosas reales que inexplicablemente acaecen a consecuencia o coincidencialmente por mejor decir. A todo esto la ignorancia hace su agosto, y el peligro real, o su temor infundado se apodera del atormentado corazòn humano.
Pero el peligro, de que hablo, es real. Està por encima de todas las càbalas. El peligro que fomenta como es natural la preocupaciòn, y, toda preocupaciòn lògicamente hace infeliz la vida.
Algunos se diran, ¿Pero bueno, cuàl peligro? Les diriamos a modo de respuesta, todos. La vida humana transcurre como si fuèramos en un tren que corre sobre unos rieles tachonados de minas y jamàs sabemos cuàl es la que va a explotar porque despuès que reviente una ya no vamos a estar para contarlo.
El primer peligro que nos golpea conciente e inconcientemente el peligro de la incertidumbre. Ya desde nuestra vida intrauterina somos vìctimas del peligro de sus facultades. El niño-bebè no lo està, por su incompleto desarrollo cerebral, y aùn asì, padece traumas que habràn de perdurarle toda la vida
El primero de ellos es justamente la operaciòn contraria al nacer. El morir. Por ello la muerte se constituye en la reina de los peligros, hasta el punto, que todos los demàs peligros de una forma u otra estàn subordinados a ella
El peligro de perder la salud radica en que, la ausencia de esta, la salud, nos aproxima màs de la cuenta a la muerte.
El riesgo de un accidente no lo es tanto por los golpes que se puedan recibir, o los miembros del cuerpo que haya que amputar, sino por lo pròximo, que en tal trance, nos vemos de la muerte. Cuàntos accidentados se dan por pagos sacrificando un brazo o una pierna por permanecer con vida consciente y cuerda.
En el problema de un asalto, en el fondo, no sòlo predomina, que esa se ve de afuera, la indignaciòn por el abuso, sino inconcientemente, allà en el fondo el poder perder la vida en el lance. Hay muchos que optan definitivamente dejarse desvalijar antes que arriesgar la vida y morir al enfrentar al atracador.
Al igual sucede al que por la mala situaciòn no se alimenta adecuadamente y pierde peso y se siente dèbil, el peligro de morir de inaniciòn es evidente lo que hace mayor su temor, no tanto de disfrutar de sabrosos alimentos, como de morir por no poder alimentarse bien.
Los pleitos por igual son repudiados, no necesariamente por cobardia o miedo al contrincante sino por la posibilidad de ser uno, el que muera.
Y asì, podemos seguir hasta llegar a una de las acciones humanas que aunque pareza mentira, màs "divierten" al hombre, màs aferrada està, a su naturaleza belicista, la de la guerra, porque si en ella no proliferara el peligro a ue màs le teme el hombre, la muerte, no reposara un minuto hacièndola con ganas de verdad.
Es el peligro una realidad incuestionable. Nos acecha desde el momento mismo de nuestra concepciòn hasta que nos bajan despaciosamente a la fosa. Vamos de mano con el peligro a tal punto que nos hemos habituado a su compañìa que no sabemos si es por bien, para nuestra seguridad y cuidado, ya que sabièndonos siempre acechados por la hoz maldita de cualquier desgracia, tratamos de actuar con sumo cuidado y prudencia.
No nos dejemos sujestionar por el peligro aprendamos sabiamente a convivir con èl. Es nuestro tìo odioso pero oportuno.
hola karina. suelo acordar con la idea rilkeana hideggeriana del riesgo, es decir "solo la desprotección puede guarecernos" y los poetas marchan aún más con ese riesgo porque arriesgann el bien más preciado: el lenguaje. cuantos de los buenos escritos de nietzsche e incluso su forma aforística debemos a su mala salud? en fin como decía holderlin "con la cabeza desnuda bajo las tormentas de dios". un abrazo.
ResponderEliminarHola Javier, gracias por tu impactante comentario, he visitado tu espacio, sin temor a pecar de lo que sea,tengo que confesarte que he quedado impresionada por el contenido, ese diario... me sobrecogiò el alma, puedo colegir que eres un gran intelectual,casi sin proponertelo, pero asì son la mayorìa de los Argentinos, se lo cogen a juego...
ResponderEliminarSaludos cordiales....