La vida està toda ella matizada de pequeñeces. Cosas Menudas y casi imperceptibles son las que llenan nuestra existencia codidiana. A pesar de que el hombre sueña cosas gigantes, Planifica en grande. Construye para la inmortalidad, no deja, ni de ser, èl pequeño, ni de moverse en el àmbito de pequeñeces. Cosas que a lo mejor, para las generaciones por venir, como sucede ahora con las pasadas, seràn vistas como ciclopeas realizaciones.
Somos hechos, y hacemos, poquito a poco. Tengamos en cuenta que al momento de la concepciòn, cuando el espermatozoide se une al òvulo, la nueva vida engendrada, nueva y antiquìsima, es invisible a simple vista, y esa infinitesimal miniatura, en el transcurso de nueve meses, muy protegido, muy bien alimentado y cuidado por su madre que lo encierra en el estuche de la matriz, ha evolucionado lo suficiente como para independizarse y separarse para siempre del cordòn umbilical.
Por respecto a la conformaciòn de nuestro origen microscòpico y perfectìsimo, aunque solo fuere por ello, deberìamos esmerarnos en la cosas pequeñas, y en las apariencias insignificantes; ahì està el caso de la diaria rutina del trabajo que cansa y fatiga por que tendemos a actuar con desgano y con prisas.
El trabajo, cualquiera que sea su naturaleza, es la acciòn del hombre sobre las cosas que le rodean para transformarlas, acomodarlas a sus intereses, hacer màs confortable su vida, adquirir màs poder sobre el universo, y ser, en definitiva màs libre, màs lleno de luz, y poder.
Todo trabajo està entretejido de minucias rutinarias. La rutina, los actos repetitivos y siempre iguales son fatigosos y arduos. Esa cualidad hace que cansen, y es aquì donde debe intervenir la virtud de la perseverancia en maridaje con la inteligencia para vencer el automatismo paralizante.
Otro aspecto donde las pequeñes son grandes, pero muy grandes, es en el àmbito de la comunicaciòn ordinaria, o sea la conversacion, que no digamos la comunicaciòn a nivel de masas.
Hablar y relacionarnos es tan comùn como necesario en la vida. Quizàs por eso descuidamos los detalles, las cosas en apariencia pequeñas e intrascendentes. Una palabra inoportuna, una expresiòn ambigua y torpe, dichas sin pensar, pesan como una bomba. Hacen igual efecto.
Cuando se habla o se escribe no hay pequeñeces. Es como moverse en un camino resbaladizo, lleno movilidad y trapizondas. ¡Y pensar què hay tantos que hablan como locos!...En tan comùn la metedura de patas al hablar sin ton ni son. Es tan corriente la ofensa gratuida, el dato equivocado, la difamaciòn què no hay pequeñez posible.
Como las personas suelen mirar a los demàs del mentòn para abajo con gesto de desprecio, sin casi percatarse, ellos mismos, por los acostumbrados que estàn a eso, resulta comùn considerar una tonterìa lo que se dice, total es para los otros "que son inferiores"...
En el campo del arte, en el àmbito de la polìtica, en el hogar, en la calle, se impone cuidar lo "imperceptible"
El que es fiel en lo, poco lo serà en lo mucho, se ha dicho desde èpocas inmemoriales. No es verdad que quien descuida las minuncias por lo mismo de que son minuncias, va a poder llevar a cabo, con perfecciòn grandes empresas...
Creo que por el mismo motivo suele sucedernos que el bosque no nos deja ver los árboles.
ResponderEliminar"Todo el mundo trata de realizar algo grande, sin darse cuenta de que la vida se compone de cosas pequeñas" - Frank Clark