Ya hemos pergeñado sobre este autor, màrtir de por vida. Asì se sentia serlo y lo proclamaba a los cuatro vientos en sus obras. En ninguna como en esta epigrafiada con el nombre de una hora inexistente: "LA HORA VEINTICINCO" elegìa a la incongruencia e incomprensiones humanas.
Tan dura que uno se estremece y teme seguirla leyendo porque sabe que el siguiente pàrrafo serà un nuevo golpe moral.
Hombre duramente flagelado por las ideologìas y los "sistemas". Acorralado por las "burocracias". Escupido en nombre de la legalidad.
Y en èl, la tierra de sus amores. Su patrio lar; Rumania. Junto a ella, y con su mujer, ha padecido lo indecible: el destierro. La persecuciòn racial y religiosa. La discriminaciòn. el denuesto. El hombre
Campos de concentraciones, càrceles y apropellos su ùnica realidad. La cotidiana minuta de este excepcional novelista, poeta profundisimo y cantor de dolores.
Su paìs, Rumania, un bello rincòn de la Europa Oriental.
Los dulces tonos opacos de su Lengua, el rumano, tan adecuado a cantautores y baladistas, como la nuestra, es de origen latino.
La abrupta Cordillera de los Càrpatos, y las colinas de Transilvania hienden su geografìa planiciera, dàndole aire de sobrecogedora austeridad y tragedia.
"La Hora Veiticinco" es ese grito, el de la desiluciòn. Partidarios siempre de la causa Aliada. Nora al ser Judìa fue salvajemente acosada y humillada, junto a Traian Koruga el esposo. Personajes centrales, fiel copia de las propias experiencias del autor con su mujer.
El tèrmino de la guerra no supuso la paz para ellos sobre quienes los reglamentos, el papeleo "las reglas del juego" batieron su aplazada y asfixiante desgracia.
Al terminar la seguna gran guerra mundial en Europa, el hastio, el abandono, la nauseas se posesionò de toda la humnaidad.
Aunque se iba, en lo adelante, a llegar a limìtes en el progreso inconcebibles, como jamàs antes, el hombre habìa roto su propia paz interior y su fe. Le serìa dificil volver a ser feliz con la facilidad que dan la confianza y la hermandad.
Romper el eje de quilibrio interior es sumamente peligroso porque no hay forma de repararlo, ni tiene respuestos. Hay que esperar el paso de las generaciones que cicatricen la herida y siempre quedarà la marca en la piel, la antigua de un viejo dolor.
Terminada esa guerra terrible el hombre se quedò sin el sustento del alma, perdiò la esperanza y atrincherò su coràzòn porque si un nuevo caos sobrevenìa sufrirìa menos.
Virgil Gheorghiu, su autor dentro de su propia narrativa de salvaciòn se hace inùtil. Ni siquiera la venida de un mesìas resolveria nada. No es la ùltima hora, sino una despuès. El tiempo preciso de la sociedad occidental. Es la hora actual. La hora exacta.
El dìa, sabemos, tiene veinticuatro horas. La hora veinticinco ha tenido que ser inventada por culpa del hombre que lo ha trastornado todo; tan imposible es que exista una hora 25 como que las primeras generaciones de la post-guerra, vieran al mundo, la vida y la historia con otra visiòn.
El siglo pasado como ya dijèramos `comenzò esta guerra espantosa, en su segunda dècada 1914, que dejò sorprendido al hombre de su vesanìa y de su propia capacidad de auto destrucciòn.
Sucedieron a esta unos años de disipaciòn y derroche. Fueron los cèlebres años veinte. La disipaciòn y el desparpajo son pèsimos consejeros, tan malos, que "recomenzaron" a la humanidad otra guerra, màs terrible aùn que la primera.
No puede decirse que el autor polìticamente toma partido, ni con los Aliados ni con el Nazi- fascismo en aquellos tiempos de bipolaridad. El hace una denuncia y platea una protesta que golpea a todos por igual.
No defiende, sino sòlo la jujsticia, para no tener que avergonzar despuès a ningùn grupo en particular, y hace bien.
A la vuelta de casa 50 años de haber terminado aquella guerra, los comunistas fracasaron justo por no aplicar las bonanzas que predicaban, los judios se convirtieron en genocidadas, los EE.UU, en agresores y doblemente imperialistas, el nazi-fascismo fue aplastado, como es sabido.
Cuando las injustias y los abusos comenzaron a caer unos tras otros el padre Alexandrù Koruga comenzò a moverse de gendarmerìas a despachos importantes en busca de alcanzar auque fuera un mìnimo de equilibro de equidad. El era pàrroco de un pueblecito llamado Fantana y se sentìa obligado a luchar contra los atropechos cometidos contra sus feligreses.
"LA HORA VEINTICINCO", es una novela sencillamente extraordinaria. El que la haya leido no la suelta hasta el final.....
Fue llevada al cine protagonizada por Anthony Quinn y Virna Lissi.
Blogalaxia literatura libros guerra
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Interesante comentario, he leido la novela de Virgil Gherghiu, y siempre he sabido de la Segunda Guerra Mundial... pero nunca como al leer esta novela, he sentido la verdadera tragedia mundial que fue... Alli la genialidad.
ResponderEliminarGherghiu no esta al lado de los alemanes, de los rusos, de los norteamericanos, sabe por igual que no importa quien gane esta guerra, la humanidad entera ha perdido ya.
Pero la genialidad de Gherghiu, es mostrarnos a seres inocentes, distintos y diversos entres si, y como la guerra de paises, trastocan y destruyen sus vidas, como cada ser humano es vejado y reducido a mera cosa, maltratado, humillado, y deshumanizado, en campos de concentracion, torturas, vejaciones, y como el espiritu humano intenta alzarse, sobre estas desgracias...
Lo que Gherghiu vislumbra en su novela tiene vigencia en nuestro mundo, el ser humano ha sido reducido a un instrumento mas al servicio de las ideologias, de los estados, de las maquinas... Donde el individuo no importa. La persona humana no existe.
He alli el deber primordial del ser humano existir, realizarse como ser humano aun contra la sociedad tecnica actual.