18 junio, 2007

EL DULCE ENCANTO DE ENCANECER...













"Encanecer es una cosa muy triste: las canas son un mensaje de la Naturaleza que nos advierte la proximidad del crepùsculo. Y no hay remedio. Arrancarse la primera. ¿Quièn no lo hace?- es como quitar el badajo a la campana que toca el Angelus, pretendiendo con ello prolongar el día"...

Lo que antecede lo transcribimos de "El Hombre Mediocre",de Josè Ingenieros, ponièndonos de manifiesto en cada trazo de lìnea, que la mediocridad en nosotros los humanos es la bandera que izamos dìa a dia en el entorno de nuestras vidas, ya que el temor al envejecimiento y a la inminente muerte es uno de los peores flagelos de nuestro tiempo.
El mundo moderno con sus avances impresionantes en todas las ramas cientìficas y del saber, exigen la revalorizaciòn del concepto actual de la edad y del envejecimiento, por tales razones no escapa el legìtimo deseo que sobre la juventud eterna quisiera para sì el gènero humano que hoy conforma nuestro mundo, en estos pràcticamente escasos catorce  años del comienzo de un nuevo milenio, que demandarà como requisito de sobrevivencia, una juventud dinàmica y dispuesta a enfrentar todos los retos que multiplicarìa un nuevo orden de cosas, exigidas para poder ocupar los nuevos puestos gerenciales y de liderazgos que indiscutiblemente seràn sostenidos por una juventud fuerte e inteligente, agresiva y dinàmica, emprendedora y con ideas creativas, que pondràn a disposiciòn del conglomerado en el cual ejerce sus funciones.

Es por eso que ahora mas que nunca los hombres y mujeres en la medianìa de edad quieren prolongar hasta donde les sea permitido sus juventudes y brìos que la naturaleza de por sì, sabia y redentora se encarga de ir menguando al paso indetenible del tiempo, ya que la vida con su golpeo impiadoso y contìnuo, obligan a hombres y mujeres a tapar surcos en la frente, alrededor de los ojos, labios y cuellos, màs sin embargo este proceso de envejecimiento debe ser aceptado con firme naturalidad, sin querer con ello quebrar el orden que la misma naturaleza va desarrollando en nuestros cuerpos y nuestras mentes, indicios màs que fehacientes que el ser humano crece, se desarrolla, se reproduce y al final muere, pues el que no muere de puro viejo y con los desgastes fìsicos que esto implica, morira jòven y ese serà el que conservarà hasta ese dia su cutis lozano, sus cabellos sin atisbos de canas, sus mùsculos fuertes, su mente sin lagunas memoriales, estarà en la plena juventud de su existencia, mas, nadie quiere morirse joven, sino morir de viejo y es ahì que està el problema, morir de puro viejo, pero sin que el tiempo haya pasado por nuestras anatomìas, que nuestro cutis permanezca terso como la piel de un durazno, como la de un hermoso bebè, que nuestros cabellos se mantengan abundantes y sedosos, que nuestro sistema òseo no se resista ni se encorve, que nuestros dientes no se caigan, que nuestra vista no se desgaste, todos estos elementos que constituyen indicios de juventud, los queremos eternamente en nuestro ser.

Por lo antes expuesto, es que hoy en dìa està tan enraizada en la personalidad humana el culto a la eterna juventud, donde parece ser que la ùnica alternativa para lograr parte de esto es acudiendo al bisturì, que pondran la piel tersa, implatarà cabellos para ocultas las calvicies, agrandarà el busto si tenemos pequeños y empequeñecerà si està grande, sacarà grasas de las dermis estomàcales si se està barrigones y la pasarà a otras àreas del cuerpo que las esten necesitando.

Agrandaran los ojos, achicaran la nariz, engordaràn piernas y adelgazaràn las mentes, a tal extremo que impedirà poder disfrutar la vida a plenitud, siempre pendientes y al tanto de la nueva cirugìa que necesitarà para mostar una imagen fraudulenta, distorcionada de nuestras propias realidades que el paso del tiempo se encarga de recordarnos dìa a dìa de nuestras vidas, que la naturaleza sabiamente impone sus huellas y que por què no, sus leyes, rebelàndose de muy mala manera cuando éstas son violentadas.

Se le hace difìcil al ser humano comprender esto cuando quiere conservar a todo riesgo lozana la flor de la pasada primavera, que difìcil se convierte todo cuando nos empeñamos en que siempre sea un amanecer esplendoroso y que nunca el crepùsculo diga presente en nuestras vidas.

A todo esto es grande la preocupaciòn de nuestro hombre moderno con repecto al tiempo y a la edad, reconociendo con renuencia las limitaciones existentes para el tèrmino de su vida, es de ahì que repercuten esas ansiedades originadas por el temor de envejercer, que han dado lugar a muchos efectos marginales beneficiosos, que lo han impelido a la bùsqueda incesante de conceptos màs amplios y de mejores medios para sobreponerse a las cosas que en su medio ambiente pueden acortar el tèrmino de sus vidas, este hombre moderno ha tenido èxito sorprendente en el esfuerzo por prolongar su juventud, pagando con esto a veces un precio muy caro que va mas allà del lìmite permitido.

2 comentarios:

  1. Anónimo19/6/07

    Amiga Karina:
    Te dejé un comentario en el post anterior como respuesta al que me planteaste. Aunque aparece el comentario, no ha computado como tal. En fin, misterios de la informática, para mí inescrutables. Un saludo

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  2. Hola amigo, ya vi el comentario, voy para allà, para contestarlo...sin darte cuenta me has dado pistas muy interesantes, no te habìa dicho que soy algo asì como Sherlock Holmes. "Elementary, my dear Watson"....

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