10 junio, 2007

MISERICORDIAS QUIERO.....


No podemos comprender, ni lo podremos jamàs, los sentimientos que mueven a los demàs, ya que para ello tendrìamos que ser los otros y eso es sencillamente imposible.

El Yo, el Tù , el El, son meros receptàculos de una materia poderosìsima, circunvolupta, encerrada en un cofre bien duro y resistente, que llamamos cràneo. Es el Cerebro. La profundidad de su misterios no ha sido satifecha aùn por ninguna explicaciòn cientìfica. Apenas desarrollamos de el un diez y como mucho un quince por ciento de su poder. Ajenos a nuestro propio Yo, còmo vamos a poder involucrarnos en el Yo del Tù, o del El ?..

Segùn los textos San Agustìn decìa "Soy y estoy completamente solo. San Agustìn hablaba de la soledad con Dios. "Solus cum solo", solo con el eternamente solo, pero el lujo de sentir su soledad con la infinita soledad, que no lo es tal, de Dios. Pero yo, tù, y el, pobres diablos del mundo, ¿de què quejarse?

La soledad es intrìnseca a nuestra naturaleza a la par que la compañìa, parecerà un contrasentido, pero no es de otra forma como vivimos. Solos y reburujados, reburajos y solos. La nuestra es una soledad en constante compañìa. Compañìa, de ahì no pasa. Ni puede pasar. Ademàs la soledad o por lo menos el espìritu de la soledad cincela en bronce la zapata de la vida interior.

Sèpase que el amor por la soledad no es misantropismo, todo lo contrario, porque le amamos respetamos y distanciamos su constante compañìa.

Desde que dejamos el seno materno comenzamos a sentir algo que en nuestra breve existencia intra-uterina jamàs habìamos experimentado porque eramos generosamente abastecidos por mamà, ¡el hambre!.

De infantes, antes de que aprendamos hablar y caminar, aprendemos, dando unos gritos desoladores a pedir de comer porque sentimos hambre...¿Quìen nos lo enseña?...La naturaleza, el instinto, los genes, el deseo ciego e irrefrenable de supervivir.

Ya mas nunca nos abandonarà esa impostergable necesidad. Andando el tiempo, el hambre se diversificarà. No solo predominarà en nosotros el hambre de un estòmago vacìo, sino tambièn otras; la de una cama vacia...La de una intelectualidad vacìa...la de un ideal vacìo...la de una esperanza vacìa...

La necesidad de satisfacer el hambre a diario, y varias veces, es como una admoniciòn de nuestra dependencia y debilidad fìsica. Con un solo nacimiento es bastante para toda la vida: asì como con una sola muerte. Con una sola comida jamàs. No sè que diran las estadìsticas de las veces que como un hombre en el lapso de una vida promedio de 75 a 90 años...pero deben ser muchas...

Si hay un tema que ha apasionado al hombre como pocos es el de la existencia de un ser supremo y naturalmente el de la pervivencia de la vida despuès de la vida. No ha habido tema màs debatido, mas preocupante.

El hombe se sabe candidato seguro a la muerte, temprano que tarde, y la existencia consciente, absurda e inexplicable como es, le gusta, nos gusta, nos atrae a todos.

Ese hombre que dice ser profundamente religioso, aunque en Semana Santa se vaya a la playa, y no lea la Sagrada Escritura, ni vaya a misa. Esas son pràcticas externas que cumplirlas o no, en nada afectan la realidad que grita en el fondo de la conciencia de todos....¿Existe Dios?...¿Sobreviviremos a la muerte?...¿Vela Dios Omnipotente por nosotros?...Y asì. Hay puès verdadera sed de las cosas de Dios, aunque no lo sepamos.

El hombre han dicho desde siempre los antropòlogos pertenece al reino animal...Los filòsofos añaden un animal, si, pero racional. A su vez los Psicòlogos meten baza y completan, "tambièn sentimental".

El hombre vive del sentimiento al igual que de la comida. La carencia de aceptacion por parte del grupo, de consideraciones de parte de los que nos rodean, una cadena ininterrumpida de fracasos en nuestras relaciones con los demàs, nos amargan, nos deprimen, nos acaban la vida.

Necesitamos saber que somos aceptados...que lo que hacemos complace a los demàs...que somos acogidos de buena gana para no languidecer marchitos como flores viejas y ajadas. Si queremos misericordia, tenemos que darla, con igual intensidad...que valen mas que lo que se piensa...



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