La vida es un obsequio. Un regalo. Un don a través de nuestros padres, que nos enseñaron desde pequeña.
Con todas sus dificultades...Con todos sus contratiempos...con sus sinsabores y fugaces momentos de alegrìas. Con todo y sabiendo que nos la van arrebatar en el momento, dìa y hora menos pensado, no deja de ser un presente de primera. Estupendo. ¿Lo merecemos?...Por supuesto que no...¿Que esfuerzo hemos hecho por nacer, por ser concebidos?...Ninguno, si ni siquiera existìamos.
Un regalo se, diran algunos, pero prestado. No importa està màs que bien, mientras estè en nuestro haber es plenamente nuestra, hagámosla ociosa o fructificante, llenèmosla de acritud o de ternura, es nuestra y sòlo cada quien responderà en entera autonomìa y libertad por ella.
Ademàs hay otros regalos que conciernen a la vida. El aire que respiramos. La salud de que disfrutamos...y tambièn el dolor fìsico o moral que nos la elevan, purifican y ayudan en nuestra superaciòn interior.
La ricura de los alimentos es un regalo. El perfume de las flores y el que viene embasado en los frascos de colonia elaborados por el ingenio del hombre. El afecto que nos rodea e incluso las suspicacias. Nuestro trabajo y las "pasaderas de trabajo" son regalos, que duda cabe.
No hay ese a quien no le gusta que le regalen. Los niños ante un regalo hacen una espontànea y multicolor explosión de alegrìa. Los adultos disimulan un poco pero por igual se inundan de felicidad.
El que lo recibe siente el agradable cosquilleo de la sorpresa, la felicidad, el agradecimiento. El que lo dà se engrandece, pone la delicada tesitura de su espìritu.
Ahora bien, el gustarle a Ud, y a nosotros los regalos no quiere decir que lo andemos mendigando, ¡Que va! Es atractivo espontáneo, normal, pleno de naturalidad. Humano.
Y vienen a colación estas reflexiones porque hace poco recibì un cariñoso regalo con su lazo. Un regalo ¡estupendo!...Gracias mil.
Se que no lo merezco, pero no voy a decir nada no lo vayan a mandar a buscar. Gracias de nuevo!..
Con todas sus dificultades...Con todos sus contratiempos...con sus sinsabores y fugaces momentos de alegrìas. Con todo y sabiendo que nos la van arrebatar en el momento, dìa y hora menos pensado, no deja de ser un presente de primera. Estupendo. ¿Lo merecemos?...Por supuesto que no...¿Que esfuerzo hemos hecho por nacer, por ser concebidos?...Ninguno, si ni siquiera existìamos.
Un regalo se, diran algunos, pero prestado. No importa està màs que bien, mientras estè en nuestro haber es plenamente nuestra, hagámosla ociosa o fructificante, llenèmosla de acritud o de ternura, es nuestra y sòlo cada quien responderà en entera autonomìa y libertad por ella.
Ademàs hay otros regalos que conciernen a la vida. El aire que respiramos. La salud de que disfrutamos...y tambièn el dolor fìsico o moral que nos la elevan, purifican y ayudan en nuestra superaciòn interior.
La ricura de los alimentos es un regalo. El perfume de las flores y el que viene embasado en los frascos de colonia elaborados por el ingenio del hombre. El afecto que nos rodea e incluso las suspicacias. Nuestro trabajo y las "pasaderas de trabajo" son regalos, que duda cabe.
No hay ese a quien no le gusta que le regalen. Los niños ante un regalo hacen una espontànea y multicolor explosión de alegrìa. Los adultos disimulan un poco pero por igual se inundan de felicidad.
El que lo recibe siente el agradable cosquilleo de la sorpresa, la felicidad, el agradecimiento. El que lo dà se engrandece, pone la delicada tesitura de su espìritu.
Ahora bien, el gustarle a Ud, y a nosotros los regalos no quiere decir que lo andemos mendigando, ¡Que va! Es atractivo espontáneo, normal, pleno de naturalidad. Humano.
Y vienen a colación estas reflexiones porque hace poco recibì un cariñoso regalo con su lazo. Un regalo ¡estupendo!...Gracias mil.
Se que no lo merezco, pero no voy a decir nada no lo vayan a mandar a buscar. Gracias de nuevo!..
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