20 mayo, 2007

EL CHARLATAN......


EL CHARLATAN

El tèrmino, se ve a leguas, viene de charla. Un verbo, derivado de ese sustantivo, charla, es charlar. A su vez charlar es sinònimo de conversar.
Conversar es departir, dialogar, alternar. Con màs o menos frecuencia o amenidad. Poco importa. A lo mejor con mucho atolondramiento, como hay gente, o demasiadas reservadas y “tiquis-miquis” como otros. Tampoco importa.
El caso, que el que charla, conversa, del tema que sea, casi siempre en bien o en mal de los demàs. De ahì no pasa.

Conversar buena y sanamente es saludable. Refrescante. Le sirve a la mente de escape y descanso.

Otra cosa muy diferente entiende el dominicano cuando a la raìz semántica de charla, que es asì mismo, charla, se la adorna con el sufijo “tan”.

De charlatàn, con su tilde en la ùltima silaba y todo. Charlatàn, que no es necesariamente un conversador, aunque quizàs sea lo que màs haga por puro vicio. Su actitud departidora responde a una aptitud propia, de si mismo, espeluznante.

Un comportarse ante las cosas y las personas y responsabilidades con tan poco respeto y seriedad que caen en la infamia. En el desprecio de los demàs. Aunque engañan al màs bonito. La charlatanería la llevan en la sangre. No son necesariamente eso, charlatanes, y de ahì estriba la fatalidad de los que los tienen que tratar.

Promete y nunca cumple. Dice cosas y jamàs tiene un ojo clìnico para conocer las oportunidades de las que puede aprovecharse. Es falaz. Vive del cuento…a todo esto, lo triste del caso es, que el “bendito” vive tan mansamente con su charlatanería al lado: porque es asì, es su natural. Pobre del que caiga en la telaraña logìstica de estos especimenes grotescos.